miércoles, 14 de enero de 2009

Jean-Baptiste de Lamarck

Jean-Baptiste de Lamarck


(Jean-Baptiste de Monet de Lamarck; Bazantin, Francia, 1744-París, 1829) Biólogo francés. Lamarck siguió la carrera eclesiástica hasta los diecisiete años por voluntad de su padre, a cuya muerte se enroló en la infantería, donde sirvió desde 1761 a 1768 y de la que se desvinculó a causa de su delicada salud.

Lamarck se trasladó entonces a París, y estudió medicina y botánica. Discípulo de Bernard de Jussieu, en 1778 publicó Flora francesa, obra en la que, por primera vez, se clasificaba sistemáticamente la flora por medio de una clave dicotómica. Miembro de la Academia Francesa de Ciencias, trabajó como botánico del Jardin du Roi hasta que la institución se reconvirtió, durante la Revolución, en el Museo Nacional de Historia Natural.


Jean-Baptiste de Monet de Lamarck

Nombrado director del Departamento de los Animales sin Esqueleto, a los que posteriormente Lamarck asignó su denominación moderna de invertebrados, efectuó la primera subdivisión del mismo en los hoy día habituales grupos de arácnidos, insectos, crustáceos y equinodermos.

Compendio de sus estudios son los siete volúmenes de su obra principal, Historia natural de los invertebrados (1815-1822). Asimismo publicó tratados sobre temas tan diversos como meteorología, geología, química y paleontología, entre los que cabe citar Investigaciones sobre las causas de los principales fenómenos físicos (1794), Investigaciones sobre la organización de los seres vivos e Hidrología (1802).
La diversidad de las inquietudes de Lamarck resultó decisiva en la formulación de su teoría de la evolución, basada en tres leyes fundamentales, las dos primeras de las cuales versaban sobre el ascenso de los seres vivos hasta formas más evolucionadas y la tercera, por extensión identificada con la corriente de pensamiento conocida como lamarckismo, establecía que los caracteres adquiridos durante dicho proceso evolutivo eran hereditarios.

Lamarck fue el primero en utilizar el término biología, en 1802, pero en la historia de esta ciencia se le considera más un precursor que un fundador. Murió ciego y en la indigencia.

Blas Pascal

Blas Pascal



Nació en Clermont-Ferrand el 19 de Junio de 1623; murió en París el 19 de Agosto de 1662. Era hijo de Esteban Pascal, letrado de la corte de Aids de Clermont, y de Antonia Bégon (Blaise Pascal quedó huérfano de madre a los tres años N.T.). Su padre, hombre de fortuna, marchó con sus hijos (1631) a vivir a París. Él enseñó a su hijo gramática, latín, español y matemáticas, todo ello según un método original. Blaise compuso a los doce años un tratado sobre la transmisión del sonido y a los dieciséis un tratado sobre las secciones cónicas. En 1639 marchó a Rouen con su padre, que había sido nombrado intendente de Normandía, y, para ayudar a su padre en sus cálculos, inventó la máquina aritmética. Reprodujo los experimentos de Torricelli sobre el vacío y demostró, frente a Père Noël, el peso del aire (cf. Mathiew, "Revue de Paris", 1906; Abel Lefranc "Revue Bleue", 1906; Strowski, "Pascal", Paris, 1908). Publicó obras sobre el triángulo aritmético, sobre apuestas y teoría de probabilidades, y sobre la rueda dentada o cicloide.

Entretanto, en 1646, fue ganado para el Jansenismo e indujo a su familia, especialmente a su hermana Jacqueline, a seguirlo. En 1650, tras una estancia en Auvergne, su familia regresó a París. Por consejo de los médicos Pascal, que siempre había sido enfermizo y ahora padecía más que nunca, mitigó sus trabajos y entró en sociedad entablando amistad con personajes como el Duque de Roannez, el Caballero Mere, el poeta Desbarreaux y el actor Milton. Este es conocido como el periodo mundano de su vida, durante el que pudo escribir el "Discurso sobre las pasiones del amor", inspirado, al parecer, en Mlle de Roannez. Pero el mundo le desagradó pronto y se sintió cada vez más inclinado a abandonarlo. Durante la noche del 23 de Noviembre de 1654 sus dudas se solucionaron por una especie de visión, como muestra en un escrito que llevó en lo sucesivo en el forro de su abrigo y que se conoce como el "talismán de Pascal". A continuación practicó el ascetismo más severo, renunció a aprender y se hizo asiduo de Port Royal. En 1656 se comprometió en la defensa del Jansenismo y publicó las "Provinciales". Éste polémico trabajo estaba casi terminado cuando Pascal experimentó la alegría de ver a sus amigos, el Duque de Roannez y el jurisconsulto Domat, convertirse al Jansenismo, al igual que su sobrina Marguerite Perier, que había sido curada de una fístula en el ojo por contacto con una reliquia de la Sagrada Corona de Espinas conservada en Port Royal. Desde entonces, aunque agotado por la enfermedad, Pascal se entregó cada vez más a Dios. Multiplicó sus mortificaciones, llevó un cinturón de púas que le inculcó el mayor desprecio de la vanidad y para parecerse más a Jesús crucificado abandonó su propia casa y fue a morir a la de su cuñado. Escribió el "Misterio de Jesús", memorial sublime de sus transportes de fe y amor, y se ocupó en reunir materiales para una gran obra apologética. Murió a la edad de treinta y nueve años después de recibir en un éxtasis de alegría el Sagrado Viático, que había solicitado varias veces, exclamando medio incorporado en su lecho: "Dios nunca me abandone!"

Pascal dejó numerosas obras científicas entre las que se debe mencionar "Essai sur les coniques" (1640); "Avis à ceux qui verront la machine arithmétique" (1645); "Récit de la grande expérience de l'équilibre des liqueurs" (1648); "Traité du triangle arithmétique" (1654). Se muestra como decidido defensor del método experimental, en oposición al método matemático y mecánico de Descartes. En su "Traité sur la vide", a menudo reimpreso como "Pensées" bajo el título "De l'autorité en matière de philosophie", Pascal plantea claramente la pregunta sobre el progreso, a la que responde audaz pero prudentemente en "L'esprit géometrique", donde distingue con lucidez entre la mente geométrica y la mente penetrante, y establece las bases del arte de la persuasión. Respecto a su autoría del "Discours sur les passions de l'amour", este ensayo contiene al menos ciertas teorías familiares al autor de los "Pensées" por lo que atañe al papel de la intuición en el sentimiento y en la estética, y el estilo de su mayor parte se asemeja al de Pascal. El "Entretien avec M. de Saci sur Epictète et Montaigne" da la clave de los "Pensées"; la psicología sirve como fundamento y criterio a la apologética, diversas filosofías resuelven el problema solo en un aspecto, y únicamente el Cristianismo depara la solución completa.

Pero las dos obras maestras de Pascal son las "Provinciales" y los "Pensées". Un accidente fue la ocasión de las "Provinciales". Al Duque de Liancourt, amigo de Port Royal, le rechazó la absolución el cura de Saint Sulpice, Antoine Arnauld escribió dos cartas que fueron censuradas por la Sorbona. Él intentó apelar al público en un folleto que remitió a sus amigos, pero éstos lo encontraron demasiado denso y teológico. Entonces dijo a Pascal: "Tú, que eres joven, debes hacer algo". Al día siguiente (23 de Enero, 1656) Pascal llevó la primera "Provinciale". Desde Enero de 1656 a Marzo de 1657 siguieron las diecinueve "Petites lettres", la última inacabada. Aparecieron bajo el pseudónimo de Louis de Montalte y fueron publicadas en Colonia, en 1657, como "Les Provinciales, ou Lettres écrites par Louis de Montalte à un provincial de ses amis et au RR. PP. Jesuites sur le sujet de la morale et de la politique de ces pères". Las cuatro primeras tratan sobre la cuestión dogmática que es base del Jansenismo sobre la armonía entre gracia y libertad humana. Pascal responde en la práctica, si no en teoría, negando suficiente gracia y libertad. Las cartas decimoséptima y decimooctava atienden las mismas cuestiones pero muy mitigadas. De la cuarta a la dieciséisava Pascal censura el código moral de los jesuitas, o mejor su casuística, describiendo primero un jesuita naîf que, por simple vanidad, le revela los pretendidos secretos del sistema jesuítico, y después con invectivas directas contra los jesuitas mismos. Las más famosas son la cuarta, sobre los pecados de ignorancia, y la décimotercera, sobre el homicidio.

Toda la vida de Pascal, así como sus declaraciones en el lecho de muerte, dan testimonio de su propósito de que esta obra fuera provechosa. Su buena fe está fuera de toda duda, pero algunos de sus métodos son más cuestionables. Sin alterar nunca gravemente las citas casuísticas, de lo que ha sido a veces acusado erróneamente, sí las adapta un poco en falso, simplifica excesivamente cuestiones complicadas, y, al exponer las soluciones de la casuística se interfieren sus propios prejuicios. Pero el más grave reproche en su contra es, primero, que censuró injustamente a la Sociedad de Jesús, atacándola exclusivamente a ella, atribuyéndola un afán de reducir el ideal Cristiano y de suavizar la moral en aras de su política; segundo, que desacreditó a la misma casuística al negarse a reconocer su legitimidad, o su necesidad en ciertos casos, de modo que no solamente los Jesuitas, sino que la religión misma sufrió en la contienda, lo cual contribuyó a una condena precipitada de la Iglesia de algunas teorías laxas. Y, sin desearlo o incluso saberlo, Pascal proporcionó argumentos por una parte a los incrédulos y adversarios de la de la Iglesia, y por otra a los partidarios de una moralidad independiente. En cuanto a su forma literaria, las "Provinciales" son históricamente la primera prosa maestra de la lengua francesa, con su humor satírico y apasionada elocuencia.

Los "Pensées" o "Pensamientos" son una obra inacabada. Desde su conversión al Jansenismo, Pascal abrigó el proyecto de escribir una apología de la Religión Cristiana que el incesante aumento de libertinos hacía tan necesaria. Había elaborado el esquema y, a ratos, durante su enfermedad tomó notas, fragmentos y meditaciones para su libro. En 1670 Port Royal publicó una edición incompleta. Condorcet, por consejo de Voltaire, procuró relacionar a Pascal en 1776 con la filosofía mediante una edición escogida, a la que se opuso la de Abbe Bossuet (1779). Tras un famoso informe de Cousin sobre el manuscrito de los "Pensamientos" (1842), Faugère publicó la primera edición crítica (1844), seguida desde entonces de muchas otras, siendo la mejor indudablemente la de Michaut (Basle, 1896), que reproduce el original MS. puro y simple. El programa de Pascal nunca podrá determinarse, a pesar de la información facilitada por Port Royal y por su hermana. Es cierto que su método apologético debió ser a la vez riguroso y original; sin duda hizo uso de las pruebas tradicionales - señaladamente, el argumento histórico de las profecías y milagros. Pero contra los adversarios que no admitían la certeza histórica, fue un rasgo de genio producir un argumento enteramente psicológico y, comenzando con el estudio del alma humana, llegar a Dios. El hombre es un "monstruo incomprensible", dice, "príncipe de grandeza y miseria a un mismo tiempo." Ni el dogmatismo ni el pirronismo solucionarán el enigma: uno explica la grandeza del hombre, el otro su miseria; pero ambos no los explica ninguno. Nosotros debemos escuchar a Dios. Sólo el Cristianismo, con su doctrina de la Caída y la Encarnación, da la clave del misterio. Por esto, el Cristianismo es la verdad. De este modo se comprende a Dios y es sentido por el corazón - el cual "tiene razones que la razón no conoce", y que, en medio de la confusión de las otras facultades, nunca yerra - faltando que queramos ir a Él por medio de las obras de la fe, incluso antes de tener fe.

Otro curioso argumento de Pascal es el conocido como el del apostador. Dios existe o no existe, y si debemos necesariamente apostar a favor o en contra de Él:

Si apuesto a favor y Dios es -- ganancia infinita;

Si apuesto a favor y Dios no es -- ninguna pérdida.

Si apuesto en contra y Dios es - pérdida infinita;

Si apuesto en contra y Dios no es - ni pérdida ni ganancia.

En el segundo caso existe una hipótesis en que me expongo a perderlo todo. En consecuencia, el sentido común me aconseja apostar por la que me asegura ganarlo todo o no perder nada, en el peor caso. A Pascal se le dedicaron innumerables obras durante la segunda mitad del siglo XIX. Poetas, críticos, novelistas, teólogos y filósofos se han inspirado en él o le han tomado como tema de exposición. Como ha dicho M. Bourget, Pascal no es únicamente uno de los príncipes del estilo, sino que representa el alma religiosa en su aspecto más trágico y aterrorizado. Además, los problemas que presenta son precisamente los mismos con los que nos enfrentamos hoy día.

SAINT-BEUVE, Port-Royal, I, II, III (Paris, 1880); VINET, Etude sur Blaise Pascal (Paris, 1848); SULLY-PRUDHOMME, La vraie religion selon Pascal (Paris, 1909); BRUNETIERE, Etudes critiques, ser. 1, 3, 4; Hist. et literature, II (Paris, 1880-1903); MICHAUT, Les époques de la pensée de Pascal (Paris, 1897); GIRAUD, Pascal; l'homme, l'oeuvre, l'influence (Paris, 1905); BOUTROUX in Coll.. des grands écrivains francais (Paris, 1900); STROWSKI, Pascal et son temps (Paris, 1909); (especially important); TAYLOR, Pascal's Thoughts on Religion and Philosophy (London, 1804); JANNESS, La philosophie et l'apologétique de P. (Louvain, 1896).

J. LATASTE
Transcrito por Rev. Richard Giroux
Traducido por Miguel Villoria de Dios

Soren Kierkegaard

Soren Kierkegaard

(Dinamarca, 1813-1855)


Filósofo religioso danés, cuyo interés por la existencia, la elección y el compromiso individuales tuvo gran influencia en la moderna teología y en la filosofía occidental, sobre todo en el ámbito del existencialismo. Kierkegaard nació en Copenhague el 15 de mayo de 1813. Su padre era un rico comerciante y un estricto luterano, cuya tenebrosa piedad, dominada por un sentimiento de culpa, y fantasías morbosas influyeron y obsesionaron a Kierkegaard. Sören Kierkegaard estudió teología y filosofía en la Universidad de Copenhague, donde conoció la filosofía hegeliana, contra la que reaccionó con apasionamiento. En la universidad abandonó el protestantismo luterano y durante un tiempo llevó una extravagante vida social y se convirtió en una figura en los teatros y cafés de Copenhague. Tras la muerte de su padre en 1838, sin embargo, decidió reemprender sus estudios teológicos. En 1840 se comprometió con Regine Olson, de 17 años, pero muy pronto se dio cuenta de su incapacidad para aceptar ese vínculo a causa de su naturaleza melancólica y de su vocación filosófica. Rompió el compromiso matrimonial en 1841, pero este hecho fue muy significativo para él y aludió al mismo repetidas veces en sus libros. En esa época se dio cuenta de que no quería ser un pastor luterano. La herencia recibida de su padre le permitió dedicarse por completo al pensamiento filosófico y durante los 14 años que vivió tras este episodio escribió más de 20 obras.

El trabajo de Kierkegaard es poco sistemático de un modo intencionado y reúne ensayos, aforismos, parábolas, cartas ficticias, diarios y otras modalidades literarias. Muchos de sus ensayos fueron, al principio, publicados bajo seudónimos. Aplicó el término existencial a su filosofía porque consideraba a ésta como la expresión de la vida individual examinada con intensidad y no como la construcción de un sistema monolítico a la manera del filósofo alemán del siglo Georg Wilhelm Friedrich Hegel, cuyo trabajo criticó en Notas concluyentes no científicas (1846). Hegel afirmó haber conseguido un absoluto entendimiento racional de la vida humana y de la historia, Kierkegaard, por el contrario, resaltó la ambigüedad y la paradójica naturaleza de la situación de los hombre. Afirmaba que los problemas fundamentales de la existencia desafían una explicación racional y objetiva; la mayor verdad es subjetiva.

Kierkegaard mantenía que la filosofía sistemática no sólo impone una falsa perspectiva de la existencia humana, sino que también, al explicar la vida en términos de necesidad lógica, se convierte en una manera de evitar la elección y la responsabilidad. Creía que los individuos crean su propia naturaleza a través de su elección, que ha de hacerse sin el peso de normas universales y objetivas. La validez de la elección se puede determinar tan sólo de una forma subjetiva. En su primer gran trabajo O lo uno o lo otro (2 volúmenes, 1843), Kierkegaard describió dos esferas o ámbitos de existencia entre las que podía escoger el individuo: la estética y la ética. La vía estética de la vida es un hedonismo refinado, que consiste en una búsqueda del placer y el cultivo de la apariencia y las formalidades. El individuo que ha seguido la vía estética busca la variedad y la novedad en un esfuerzo por evitar el aburrimiento pero al fin tiene que enfrentarse a éste y a la desesperación. El camino de la vida ética implica un intenso y apasionado compromiso con el deber y con obligaciones sociales y religiosas incondicionales. En sus últimos trabajos, como Estudios en el camino de la vida (1845), Kierkegaard percibe en este sometimiento al deber una pérdida de responsabilidad individual y propone un tercer nivel, el religioso, en el que uno se somete a la voluntad de Dios, pero, al hacerlo, encuentra la auténtica libertad.
En Temor y temblor (1846) Kierkegaard se centra en el mandamiento de Dios según el cual Abraham ha de sacrificar la vida de su hijo Isaac, un acto que viola las convicciones éticas de Abraham. Éste da muestra de su fe al someterse al mandato de Dios, incluso aunque no lo pueda comprender. Esta 'suspensión de la ética', como lo llamaba Kierkegaard, permite a Abraham alcanzar un auténtico compromiso con Dios. Para evitar la desesperación última, el individuo tiene que dar un 'salto de fe' similar en una vida religiosa, que es en sí misma paradójica, misteriosa y se halla plagada de riesgos. Uno está llamado a ello por el sentimiento de la angustia, El concepto de la angustia (1844) que, en última instancia, es un temor a la nada.

Hacia el final de su vida, Kierkegaard se vio sumido en el núcleo de agitadas controversias, sobre todo con la iglesia luterana danesa, a la que consideraba mundana y corrupta. Sus últimos trabajos, como La enfermedad mortal (1849), reflejan una idea cada vez más pesimista del cristianismo que enfatiza el sufrimiento como esencia de la verdadera fe. También redobló sus ataques, dirigidos contra la moderna sociedad europea, que denunció en La era actual (1846) por su falta de pasión y sus valores cuantitativos. La tensión producida por sus numerosos escritos y las controversias en que participó, minaron poco a poco su salud; en octubre de 1855 se desmayó en la calle y murió el 11 de noviembre de 1855 en Copenhague. La influencia de Kierkegaard se circunscribió al principio a Escandinavia y a la Europa de habla alemana, donde su trabajo tuvo un fuerte impacto en la teología protestante y en escritores como el narrador checo Franz Kafka. Cuando, a principios del siglo XX, el existencialismo surgió como un movimiento generalizado en Europa, las obras de Kierkegaard fueron traducidas con profusión y se le reconoció como a una de las figuras clave de la cultura moderna. © eMe

martes, 13 de enero de 2009

John Macquarrie

John Macquarrie

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John Macquarrie FBA TD (27 de junio de 1919 - 28 de mayo de 2007) es un escocés.
Teólogo y filósofo. Timothy Bradshaw Macquarrie ha descrito como "el más distinguido teólogo sistemático anglicano en la segunda mitad del siglo XX." (Timothy Bradshaw, "John Macquarrie", en: Alister McGrath, E. (ed.) Manual de SPCK Teólogos Anglicana, Londres: SPCK , 1998, p. 168.)

Macquarrie nació el 27 de junio de 1919 en Renfrew, Escocia (en el río Clyde, a unos seis kilómetros de Glasgow) en un devoto presbiteriano familia (su padre era un anciano de la Iglesia Presbiteriana de Escocia) con una fuerte gaélico raíces.

Cursó estudios en Paisley Grammar School, leyó la filosofía en la Universidad de Glasgow, en el marco del distinguido erudito Arthur Charles Campbell (MA 1940) y obtuvo una licenciatura en teología (BD 1943).

Se alistó en el ejército británico y se sirve desde 1943-48. Ordenado en 1945, se desempeñó en el Real Ejército de capellanes Departamento 1945-48.
Después de la desmovilización se desempeñó como ministro de una parroquia en la Iglesia de Escocia en la Iglesia de St Ninian, Brechin (1948-53).
Murió el 28 de mayo de 2007 a la edad de 87. Le sobreviven su esposa Jenny y sus dos hijos y una hija.

Los archivos de John Macquarrie son mantenidos por los Archivos de la Universidad de Glasgow (Guas).

Carrera

Macquarrie regresó a la Universidad de Glasgow para estudiar un doctorado, que fue galardonado en 1954, mientras que actúa como profesor de teología sistemática en el Trinity College, Glasgow. Su supervisor fue Ian Henderson, que, a pesar de haber sido discípulo de Karl Barth en Basilea, es teológicamente más estrechamente alineados con sus disputante Rudolf Bultmann.
En 1962 Macquarrie fue nombrado profesor de Teología Sistemática en el Seminario Teológico Unión, la ciudad de Nueva York. Durante su estadía en los Estados Unidos Macquarrie pasó a ser miembro de la Comunión Anglicana. Había sido durante mucho tiempo atrajo a la Iglesia Anglicana, pero en deferencia a los sentimientos de su familia y sus fuertes raíces Presbiteriana mantuvo su culto en la Iglesia de Escocia. Más tarde fue ordenado diácono y sacerdote en la Iglesia Episcopal en los Estados Unidos de América. Fue ordenado sacerdote por el Obispo de Nueva York el 16 de junio de 1965 y al día siguiente (la fiesta del Corpus Christi), que celebró su primera Eucaristía en la Iglesia de Santa María la Virgen en la ciudad de Nueva York.
Fue Señora Margaret Profesor de Teología en la Universidad de Oxford y Canon Residentiary de Christ Church, Oxford desde 1970 hasta 1986. La jubilación que siguen viviendo en Oxford y fue nombrado Profesor Emérito y Canon Emérito. 

Desde 1996 había sido la de Martin Heidegger, profesor de Filosofía Teología en la Graduate Teológico Fundación en los Estados Unidos.

Macquarrie fue otorgado a la Dirección Territorial de decoración en 1962. En 1964 la Universidad de Glasgow que confiere el grado de Doctor en Letras en él y en 1969 la universidad le otorgó el grado de Doctor en Divinidad Honoris Causa. Por su nombramiento a la Señora Margaret silla en Oxford que incepted como Master of Arts. En 1981 se convirtió en Doctor en Divinidad de la Universidad de Oxford y en 1984 fue elegido Miembro de la Academia Británica. También ha recibido los títulos honorarios de Doctor en Sagrada Teología por la Universidad del Sur (1967) y el Seminario Teológico General (1968), Doctor en Divinidad del Seminario Teológico Episcopal del Sudoeste (1981) y la Universidad de Dayton ( 1994) y Doctor en Derecho Canónico de Nashotah Casa (1986).

Fue el Profesor Gifford para 1983-84, conferencias sobre el tema En busca de la Deidad.

Macquarrie se puede clasificarse como un existencialista y un teólogo sistemático. Su influencia filosófica más importante es el trabajo de Martin Heidegger. Macquarrie sigue siendo uno de los más importantes comentaristas y explainers de Heidegger en su trabajo. Su co-traducción de Ser y Tiempo en Inglés es considerado como la versión canónica. Macquarrie también es quizás el más importante el idioma Inglés-expositor en el trabajo teológico y filosófico de Rudolf Bultmann.

Entre Macquarrie de los libros más leídos son sus existencialismo, pensada como una introducción al tema, y lo que es quizás su obra maestra: Los principios de la teología cristiana, una obra de teología sistemática, que pretende armonizar tanto el existencialismo y el pensamiento cristiano ortodoxo y ofrecer una muy -intellectualised disculpa de la fe cristiana. Macquarrie la labor se caracteriza por una notable incluso la imparcialidad para todas las partes y puntos de vista y, aunque no fácilmente accesible para las personas sin una buena base en la filosofía, su escritura se considera la participación y, a menudo ingeniosa - por lo menos juzgados por las normas del existencialismo y de la teología sistemática.

Bibliografía

Una biografía de Macquarrie la vida y el pensamiento es Eugene Thomas largo de la Existencia, Ser, y Dios: Una Introducción a la teología filosófica de John Macquarrie (ISBN 0-913729-08-6), 1985 (fuera de impresión).
"John Macquarrie", el artículo de Timothy E. Bradshaw en Alister McGrath (ed.) Manual de SPCK Anglicana Teólogos (ISBN 0-281057-45-3), Londres: SPCK, 1998, p. 168.

Alfred North Whitehead

Alfred North Whitehead



(Ramsgate, 1861 - Cambridge, Massachusetts, 1947) Filósofo y matemático inglés. Fue profesor en la University College de Londres, en el Imperial College of Science and Technology de Kensington y en el Trinity College de Cambridge. Desempeñó, también, importantes cargos administrativos y pedagógicos, cuya experiencia recogió en la obra Los fines de la educación y otros ensayos (1924). En 1924 enseñó en Harvard, donde influyó sobre G. H. Mead, Dewey, Quine y, en general, sobre el neorrealismo americano.

La primera obra de Whitehead fue Tratado de álgebra universal (1893), que constituye una vuelta en clave moderna al ideal leibniziano de la fundamentación de todas las ciencias en el cálculo lógico. De aquí el proyecto elaborado con Russell, Principia Mathematica (tres vols., 1910-13), obra fundamental en la que la matemática se remite enteramente a la lógica.

En la segunda fase de su pensamiento, Whitehead aborda la revisión crítica del concepto clásico de mundo material, fundado aún sobre principios newtonianos: La organización del pensamiento (1917), Investigaciones sobre el principio del conocimiento natural (1919), El concepto de la naturaleza (1920), El principio de la relatividad (1922, donde desarrolla en sentido científico el principio de la relatividad de Einstein).

En estas obras, critica la separación tradicional entre cualidad primaria y secundaria, así como el error del "positivismo mal entendido" consistente en considerar reales las abstracciones físico-matemáticas y los conceptos teórico-operativos de la ciencia, cuando en realidad lo real son los objetos concretamente percibidos. Con La ciencia y el mundo moderno (1925), inicia Whitehead la tercera y última fase de su pensamiento, la "metafísica", que halla su más completa expresión en Proceso y realidad (1929). Otras obras suyas son El devenir de la religión (1926), Simbolismo (1927), La función de la razón (1929), Aventura de las ideas (1933), Modos del pensamiento (1938), Ciencia y filosofía (1947).

Para Whitehead, la función general de la razón y, por lo tanto, de la filosofía, es un "gradual acercamiento de las ideas de claridad y de generalidad". El punto de partida no son las premisas evidentes, sino la compleja y multiforme experiencia de la vida y, a partir de ella, intentar una generalización teórica, consciente de que cada teoría es una "casualidad" y una simplificación abstracta e inadecuada, que necesita continuas correcciones. Este camino del conocimiento refleja, por otra parte, la evolución de la naturaleza. La realidad se describe como un proceso, constituido por eventos en recíproca conexión.


En la constitución de los procesos intervienen, además de los eventos, formas y estructuras recurrentes que Whitehead llama "objetos eternos". Estos son, en sí mismos, abstractos mientras no entran en la concreta "ocasión actual" de un evento. En su más alto grado los objetos eternos constituyen, en definitiva, los "valores", esto es, los sentimientos de bueno, bello y verdadero que tienen lugar ocasionalmente en el proceso. Cada evento -incluido el mal que hay en la existencia- halla en Dios su justificación e interpretación última.

El concepto fundaniental de su filosofía, o sea el de proceso, vinculado a la teoría de los "objetos eternos", así como a la de la relación universal y la emergencia creadora de la naturaleza, es aplicado por Whitehead incluso a la religión y a la pedagogía, como cabe advertir en sus dos libros El devenir de la religión (1926) y Los fines de la educación (1928). Precisamente en el campo educativo resultó decisiva la influencia de Harvard, sobre todo en América, donde, como complemento a la orientación preferentemente científica e instrumental de Dewey, la tendencia pedagógica de Whitehead presenta una inclinación humanística. "La educacion consiste en la visión habitual de la grandeza", escribió el autor, cuyos discípulos dicen que esta expresión hallaba una plena realidad en su enseñanza.

Whitehead fue siempre ciudadano inglés, pero se encontró muy bien en Norteamérica, y admiró el espíritu de universalidad y civilización de sus instituciones. Aun habida cuenta de su brevedad, las Autobiographical Notes integran tal vez las páginas literariamente más vivas escritas por un filósofo contemporáneo; la evocación de la infancia y de la familia armoniza en ellas con la visión histórica y estética de la vida propia de Whitehead, en tanto en el fondo de la obra aparece históricamente vigorosa la grandeza de la tradición inglesa.

domingo, 11 de enero de 2009

Nicodemo

Nicodemo

Es el nombre de un judío que aparece en el Nuevo Testamento cristiano, importante por ser el protagonista de un profundo diálogo con Jesucristo. Según el evangelio de san Juan, Nicodemo era un rico fariseo, maestro en Israel y miembro del Sanedrín. De él, añade que era «principal entre los judíos».1 Este hecho hace que sea muy apreciado entre los cristianos pues Nicodemo, al igual que Pablo de Tarso o José de Arimatea, representan al sabio judío versado en la Ley que reconoce en Jesús al Mesías y se hace su discípulo. Suponen por tanto un espaldarazo a favor del cristianismo.

En la Iglesia católica es venerado como santo y su memoria se celebra el 31 de agosto. Los coptos en cambio, lo recuerdan el 25 de julio.

Pintura de Carlo Crivelli, representando de izquierda a derecha a SantiagoBernardino de Siena y Nicodemo.

Nicodemo en la Biblia  

Juan el Evangelista, por cuya obra se tiene noticia de Nicodemo. Obra de El Greco.

Al igual que ocurre con Lázaro, Nicodemo no pertenece a la tradición de los evangelios sinópticos y sólo es mencionado por Juan, que le dedica más de la mitad del capítulo 3 de su evangelio, unos versículos del capítulo 7 y una mención última en el capítulo 19. Nicodemo es, por lo tanto, un personaje «transversal» a todo el evangelio en el sentido de que está siempre presente, pero sin asumir un protagonismo destacado.

La primera vez que aparece Nicodemo es, según narra el evangelista, para encontrarse con Jesús «de noche»2 intrigado por los milagros realizados por Jesús:

Sabemos que has venido como maestro de parte de Dios, pues nadie puede hacer los milagros que haces si Dios no está con él.Jn 3, 2

A continuación Jesús sostiene una conversación con Nicodemo sobre el sentido del volver a nacer y menciona el «reino de los cielos» (rarísima en los textos joánicos.3 ) Jesús se sorprende al ver que «un maestro en Israel» no entiende el discurso sobre el renacer en el espíritu.

Luego, en el consejo de «príncipes de los sacerdotes y fariseos» (cf. Jn 7, 45 y ss.), Nicodemo defiende a Jesús explicando a sus compañeros que han de oír e investigar antes de hacer un juicio definitivo. La pregunta que le hacen puede dar a entender que Nicodemo era galileo4 o ser una ironía de sus compañeros:

¿También tú eres galileo? Investiga y verás que de Galilea no salen profetas.Jn 7, 52

Finalmente, a la hora de sepultar a Jesús, Nicodemo se hace presente para colaborar generosamente con cien libras de mirra y áloe –más de 30 kilogramos– (cf. Jn 19, 39) para el embalsamamiento según la costumbre judía.

Dado que los demás evangelios no proporcionan más datos sobre Nicodemo, esos son los únicos datos canónicos, por así decir, con que se cuenta.

Comentario teológico al diálogo de Jesús con Nicodemo  

 Grupo escultórico en madera policromada. Nicodemo es la figura de la izquierda. Obsérvense las letras hebreas que recorren la cenefa de su vestido.

La ambientación  

Jesús ha realizado ya varios milagros, seguramente cerca de donde vivía Nicodemo y por tanto, en Jerusalén. Por ello, el lugar adecuado de esta narración habría sido tras la descripción de los milagros en Jerusalén por ejemplo, tras el capítulo VII. Mendner afirma que después de la discusión con los demás fariseos, Nicodemo se habría acercado a Jesús para interrogarlo. Taciano en la concordancia del Diatessaron coloca el episodio en la Semana Santa.5

Sin embargo, no hay pruebas concluyentes de ninguna teoría. No parece fuera de contexto en el lugar actual: entre quienes le rechazan (los judíos en el templo) y quienes tienen fe (los discípulos en Caná) estarían los que tienen una fe parcial e insuficiente.

El hecho de la expresión griega que no existe en arameo6 y el que se mencione al Hijo como ya ascendido al cielo (cf. Jn 3, 13) ha inducido a buen número de estudiosos a pensar que se trata de un discurso muy elaborado por el evangelista aun cuando sería imposible descubrir actualmente los agregados de Juan al discurso de Jesús (y hay quienes piensan que todo el relato es invención del evangelista).7

Esquema del discurso  

A tres preguntas de Nicodemo (la del inicio sobre la condición de Maestro de Jesús, la del modo en que un hombre puede volver a nacer siendo ya viejo y la última sobre cómo puede alguien nacer del Espíritu) corresponden tres secciones que empiezan por «En verdad, en verdad te digo». Según Roustang y De la Potterie en la primera respuesta se habla del Espíritu Santo, en la segunda se trata del rol del Hijo del Hombre y en la tercera de Dios Padre.

El discurso en sí es sencillo y colaboran a la mejor comprensión los malentendidos –típicos en Juan–: el fondo sería que si para nacer a la vida en la carne es necesario un padre, para la vida en el Reino de Dios es necesario ser generado por un Padre Celestial. La imagen es tan realista que el autor llega a hablar de un «semen» de Dios (cf. 1 Jn 3, 9).

Comentario 

El primer nivel de referencia es el de la comprensión por parte de Nicodemo. Las escrituras anunciaban este Reino y esta generación por la paternidad divina, hasta hablaban de un tiempo escatológico donde Dios infundiría su Espíritu. Pero no era un tema muy profundizado por los maestros de la ley de aquel entonces y era probable que no fuera familiar a los oídos de Nicodemo.

El segundo nivel es el de los posibles lectores. Es casi evidente que el tema era profundizar en el bautismo o propiciar una catequesis bautismal aunque los estudiosos se dividen sobre la presencia original de la expresión «y del agua» (Jn 3, 5).

Otros elementos a tomar en cuenta en el comentario son la mención a «subir al cielo» y el del «ser levantado».

La expresión subir al cielo es equivalente a la de «ver a Dios»: los textos del Antiguo Testamento son concordes en afirmar que resulta imposible al hombre (cf. Prov 30 3-4Sb 9, 16-18Ba 3, 29Dt 30, 12). Por tanto, el privilegio que reivindica Jesús ante Nicodemo es de divinidad.

El «ser levantado» es un tema recurrente (cf. Jn 8, 28Jn 12, 32-34): se refiere a la cruz. De ahí también la comparación con la serpiente en el asta. El verbo empleado y su equivalente en arameo no solo implica la crucifixión sino también la resurrección y la ascensión. Según Raymond Brown estas tres citas que hablan del ser levantado son el equivalente joánico de las tres predicciones de la Pasión que se encuentran en los sinópticos. La influencia parece venir del profeta Isaías: «He aquí mi siervo, tendrá éxito, será enaltecido» (Is 52, 13 y en la versión de los LXX usa el mismo verbo). La palabra usada en la versión de los LXX para decir el «asta» donde se puso la serpiente es la misma que se usa para «signo».

Nicodemo en la literatura cristiana  

En los comentarios al Evangelio  

Lamentación por el Cristo muerto de Giotto, donde aparece Nicodemo.

De entre los comentarios de los Padres al evangelio de san Juan, el más conocido es el de san Agustín. En el Tractatus 11 y 12 dedicados al diálogo de Jesús con Nicodemo, se indica que este último buscaba sinceramente la verdad pero lo hacía de noche lo que no le permitía ver con la claridad necesaria y entender las palabras de Jesús. De hecho, la afirmación de Jesús acerca del nacer de nuevo requería toda la luz del evangelio:

No conocía más modo de nacer que el de Adán y Eva: no sabía todavía que se podía nacer de Dios y de la Iglesia; conocía sólo a los padres que generan para la muerte y no todavía a los que generan para la vida; conocía solo a los padres que generan herederos y no todavía a los que viven para siempre y generan (hijos) que permanecenIn Ioann. Tract. XI 6

En el tratado 120 vuelve a retomar la figura de Nicodemo con motivo de la sepultura de Jesús. Es interesante el hecho de que interpreta la expresión «al principio» («Vino también Nicodemo -aquel que al principio había venido a Jesús de noche») como un principio de visitas que habrían sido seguidas por muchas más. Y san Agustín afirma también que los restos de Nicodemo fueron encontrados junto a los del mártir san Esteban lo cual da pie a pensar que ya las primeras comunidades le habían concedido una veneración particular.8

En comentarios más recientes se suele profundizar más en la experiencia de Nicodemo desde un punto de vista existencial. Así, por ejemplo, el sacerdote José Luis Martín Descalzo parte de todos los elementos que podrían haber separado a Jesús de Nicodemo: su forma de ver la relación con Dios, su posición social, su edad, etc. pero que quedaron inermes ante la sincera búsqueda de la verdad por parte de este maestro de Israel. Búsqueda que al mismo tiempo es cobarde o de una falsa prudencia («por miedo a los judíos»). Nota también Martín Descalzo que el uso por parte de Jesús de la expresión πνευμα debió ser adrede dada la ambivalencia de sentido que tiene tanto en griego como en arameo: espíritu y viento. Sin embargo, lo más importante del diálogo reportado en el capítulo tercero del evangelio -al menos para Nicodemo- es el hecho de que en pocas líneas le desvela el mensaje de todo el evangelio: Cristo, Dios ha bajado y se dará a la muerte para lasalvación de todos.

Otro español, esta vez exegetaJosé Antonio de Sobrino, afirma en cambio que la visita nocturna de Nicodemo no se debió a miedo o falsa prudencia ya que Jesús todavía no era conocido ni odiado por el sanedrín. En cuanto al diálogo, subraya un hecho recurrente en el evangelio de Juan: los interlocutores de Jesús toman a la letra sus comentarios (así el de la destrucción y reconstrucción del templo o el agua que ofrece a la samaritana) y por eso se cierran -en un primer momento- a la verdadera comprensión de las palabras de Cristo. Esto puede ser un recursopedagógico: por la incomprensión se hace posible una mejor explicación por parte de Jesucristo pero también indicar las dificultades que los oyentes de aquel entonces encontraban ante la novedad del mensaje predicado por los cristianos.

En la producción más literaria  

En la literatura contemporánea, Nicodemo ha sido tratado a menudo.

Las Cartas de Nicodemo son un libro de Jan Dobraczynski en el que el autor pone en boca del maestro de la ley diversas reflexiones y el relato de su experiencia de Cristo. El destinatario de las cartas es un «amigo» de este llamado Justo.

Por su parte, Miguel de Unamuno escribió Nicodemo el fariseo, obra en la que hace una reflexión sobre la virtud teologal de la fe:

¡Fe! ¡Qué poco se medita con el corazón y no con la cabeza tan sólo, en lo que la fe sea e importe! No una mera adhesión del intelecto a un principio abstracto, a una fórmula sin contenido ya acaso; no la afirmación de principios metafísicos o teológicos; no, sino un acto de abandono y de entrega cordial de la voluntad, una serena confianza en que concurren a un fin mismo la naturaleza y el espíritu, en que naturalizando al espíritu lo sobreespiritualizamos y espiritualizando a la naturaleza la sobrenaturalizamos, una confianza firme en que habita la verdad dentro de nosotros, en que somos vaso de verdad y en que la verdad es consuelo; una confianza firme en que al obrar con pureza y sencillez de intención servimos a un designio supremo, sea el que fuere.

Nicodemo en el arte  

 Pietà de Miguel Ángel en la catedral de Florencia.

El tema del diálogo de Jesús con Nicodemo no ha sido representado por obras que perduren o tengan relevancia artística. En cambio, sí suele representarse a Nicodemo en la crucifixión, en el descendimiento de Cristo de la cruz y en su sepultura. En algunos casos aparece como alejado (véase por ejemplo laLamentación por Cristo muerto de Giotto) y pensativo en medio del dolor de las mujeres alrededor del cuerpo de Jesús y otras ayudando a cargar o mover el cadáver (véase por ejemplo, la Pietà de Miguel Ángel de Florencia).

Franco Zeffirelli plasmó en su película Jesús de Nazaret a un Nicodemo que durante la crucifixión en vez de llorar o dolerse, repite en voz baja los textos del así llamado Canto del Siervo de la profecía de Isaías.

Notas 

  1.  El original griego dice: «αρχων των Ιουδαιων» que la Vulgata traduce «princeps Iudaeorum». La raíz griega «arché» tiene el sentido de principalprimordial. Da nombre a uno de los coros angélicos: los Principados (αρχαι) y a sus mensajeros (αγγελοι) los arcángeles.
  2.  No son casuales las indicaciones temporales del autor del evangelio: el momento en que se encontró con Jesús (la hora décima), la noche simbólica en que se encontraba Nicodemo y otra noche tristemente célebre: la de la traición deJudas. Por eso, como tantos otros datos de este evangelio, se trata de indicaciones a las que que se puede dar también una interpretación espiritual. De hecho cuando menciona de nuevo a Nicodemo al final del Evangelio lo recuerda como «aquel que había venido a Jesús de noche» (Jn 19, 39).
  3.  El sentido del verbo «ver el Reino» es el de experimentarlo, vivirlo como queda manifiesto por otros usos del mismo en el evangelio: «ver la muerte» (Jn 8, 51), «ver la vida» (Jn 3, 36). El uso de la expresión «Reino de Dios» (típicamente «sinóptica») ha sido interpretado como residuo de una tradición común asumida por el autor del evangelio.
  4.  Enciclopedia cattolica (versión italiana), Ed. Sansoni, Florencia 1951.
  5.  Taciano es un apologista griego y heterodoxo del siglo II, discípulo de Justino, que escribió una concordancia entre los cuatro evangelios que tuvo mucho éxito y que fue imitada posteriormente en varias ocasiones. En dicha concordancia, Taciano construyó un texto evangélico a partir de los cuatro relatos canónicos, armonizando los contenidos.
  6.  El griego ανοθεν significa «de lo alto» o «de nuevo» pero este doble sentido se da solo en griego pues en hebreo/arameo no existe palabra con igual equívoco.
  7.  Cf. R. Brown, en el libro descrito en la bibliografía, pág. 179.
  8.  Esta mención de san Agustín al sepulcro de Esteban es un elemento tomado por los estudiosos para datar el comentario dado que tales restos no se encontraron hasta fines del año 415.

Bibliografía  

  • NESTLE - ALAND, Novum Testamentum (graece et latine), Bibelgesellschaft, Stuttgart 1986, ISBN 3-438-05401-9.
  • AURELIO DE SANTOS OTERO, Los evangelios apócrifos, BAC Madrid 1991, ISBN 84-7914-044-5.
  • JAN DOBRACZYNSKI, Cartas de Nicodemo, Herder, Barcelona 1958.
  • Enciclopedia de la Biblia, Ediciones Garriga S.A., Barcelona 1965, vol. V voz: “Nicodemo”.
  • MIGUEL DE UNAMUNO, Nicodemo el fariseo, Ediciones Encuentro, Madrid 2007, ISBN 9788474908572.
  • JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, Editorial Sígueme, Salamanca 1990, ISBN 9788430110742.
  • SANT’AGOSTINO, Commento al vangelo e alla prima epistola di san Giovanni, Editorial Città Nuova, Roma 1968.
  • JOSÉ ANTONIO DE SOBRINO, Así fue Jesús, BAC Madrid 1984, ISBN 84-220-1167-0.
  • RAYMOND BROWN, Giovanni. Commento al vangelo (cap. I-XII), Editorial Citadella, Asís 1979.

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