domingo, 28 de diciembre de 2008

Sigmund Freud

Sigmund Freud



Sigismund Freud, que, a los veintidós años, habría de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor, Checoslovaquia), el 6 de mayo de 1856. Su padre fue un comerciante en lanas que, en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos hijos habidos en un matrimonio anterior; el mayor de ellos tenía aproximadamente la misma edad que la madre de Freud -veinte años más joven que su esposo- y era, a su vez, padre de un niño de un año. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.

En 1859, la crisis económica dio al traste con el comercio paterno y al año siguiente la familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos años de dificultades y estrecheces, siendo muy frecuentes las temporadas en las que, durante el resto de su larga vida (falleció en octubre de 1896), el padre se encontraría sin trabajo. Freud detestó siempre la ciudad en la cual, por otra parte, residió hasta un año antes de su muerte, cuando, en junio de 1938 y a pesar de la intercesión de Roosevelt y Mussolini, se vio obligado, dada su condición de judío -sus obras habían sido quemadas en Berlín en 1933-, a emprender el camino del exilio hacia Londres como consecuencia del Anschluss, la anexión de Austria al rancio proyecto pangermanista de la Gran Alemania, preparada por los nazis con ayuda de Seyss-Inquart y los prosélitos austriacos.


Freud en su estudio

La familia se mantuvo fiel a la comunidad judía y sus costumbres; aunque no fue especialmente religiosa; al padre cabe considerarlo próximo al librepensamiento, y el propio Freud había perdido ya las creencias religiosas en la adolescencia. En 1873, finalizó sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar la posibilidad de cursar los estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico. A mitad de la carrera, tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y, de 1876 a 1882, trabajó en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano. De esa época data su amistad con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien hubo de prestarle ayuda, tanto moral como material. En 1882 conoció a Martha Bernays, su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que desistiese de su carrera de investigador y decidiera ganarse la vida como médico, título que había obtenido en 1881, con tres años de retraso.

Sin ninguna predilección por el ejercicio de la medicina general, resolvió adquirir la suficiente experiencia clínica que le permitiera alcanzar un cierto prestigio, y, desde julio de 1882 hasta agosto de 1885, trabajó como residente en diversos departamentos del Hospital General de Viena, decidiendo especializarse en neuropatología. En 1884 se le encargó un estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína y, no sin cierta imprudencia, la experimentó en su persona. No se convirtió en un toxicómano, pero causó algún que otro estropicio, como el de empujar a la adicción a su amigo Von Fleischl al tratar de curarlo de su morfinomanía, agravando, de hecho, su caso. En los círculos médicos se dejaron oír algunas críticas y su reputación quedó un tanto ensombrecida. En 1885, se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su carrera, primeramente neuropatología, y, tiempo después, psicoanálisis, aunque sin acceder a ninguna cátedra.

La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière bajo la dirección de Jean Martín Charcot, por entonces el más importante neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma. De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, después de un largo noviazgo jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia, en especial, de los celos que sentía hacia quienquiera que pudiese ser objeto del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las cuales, Anna, nacida en diciembre de 1895, habría de convertirse en psicoanalista infantil.

Poco antes de casarse, Freud abrió una consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y la hipnosis para el tratamiento de las enfermedades nerviosas. Su amistad con Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra, aparecida en 1895, Freud desarrolló sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los trastornos psíquicos.

En 1896, luego de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud empezó a transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de «catarsis», basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de «libre asociación». Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás médicos, el tratamiento de sus pacientes le llevó a forjar los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos de «inconsciente», «represión» y 'transferencia'. En 1899, apareció su famosa La interpretación de los sueños, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 se publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, la segunda en importancia de sus obras. Estos dos fueron los únicos libros que Sigmund Freud revisó puntualmente en cada una de sus sucesivas ediciones.

Hasta 1905, y aunque por esas fechas sus teorías habían franqueado ya definitivamente el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente establecidas, contó con escasos discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió, incluso, varias veces de composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica que, en la primavera de 1908, por invitación de Karl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico. Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a pronunciar una serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, comprobando con sorpresa el entusiasmo allí suscitado por el pensamiento freudiano mucho antes que en Europa. En 1910 se fundó en Nuremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, presidida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914, año en que se vio obligado a dimitir, como corolario de la ruptura fallada por el mismo Freud en 1913, al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto de «líbido» más allá de su significación estrictamente sexual. En 1916 publicóIntroducción al psicoanálisis.

En 1923, le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad. Sus grandes contribuciones al diagnóstico del estado de nuestra cultura datan de ese período (El porvenir de una ilusión [1927], El malestar en la cultura [1930], Moisés y el monoteísmo [1939]). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Darwin y el evolucionismo social de Frazer, había dado testimonio de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el comportamiento de los hombres.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Guillermo Farel

Guillermo Farel

(1489-1565) Reformador francés que desempeñó un papel decisivo en llevar el Evangelio a Suiza y Francia

En 1509 Guillermo Farel salió de su hogar en Gap en Dauphine en las cercanías de París. Bajo influencia de los eruditos evangélicos Jacques Lefevre y Cornelius Hoehn, adoptó las visiónes protestantes. En 1520, unido otros discípulos de Lefevre se esforzó por consolidar la Reforma en la diócesis de Meaux fuera de París.

Aunque estuvo quitado del círculo de la ortodoxia católica parisiense, la presión de las autoridades de la iglesia lo forzó salir de Francia en 1523. En 1524 Farel comenzó el trabajo de la Reforma en Basilea con J. Hussgen.

La defensa impetuosa de la causa evangélica por parte de Farel provocó una fuerte oposición.
Fue perseguido y expulsado de Basilea en 1526. Entonces emprendió un viaje evangelístico a Suiza.

En 1528 él y Hussgen eran los máximos exponentes del foro de la Discusión de Berna que decidía la religión de esa ciudad. Farel trabajó en Berna, en Vaud, en Neuchatel (1530), y en Ginebra (1523). En Farel 1534 y el erudito francés Pierre Viret comenzó a llevar a cabo servicios protestantes regulares de la adoración en Ginebra.

Antes de 1535 gran parte de la gente común había adoptado el Cristianismo reformado.
Una serie de confrontaciones con los magistrados de la ciudad condujo a la eyección de los pastores en 1538. A diferencia de 
Juan Calvino, quien tenía una posición más fundamentalista y de confrontación, Farel no gustava de la violencia. Asi es que no volvió más adelante a Ginebra sino que se afincó en Neuchatel.

Si bien careció la profundidad teológica y la energía de Calvino, Farel fue un dedicado y ferviente evangelista. Farel seguía siendo amigo cercan con Calvino, oficiando en la unión de Calvin y de Idelette de Bure (1540).
Una cierta tensión se convirtió cuando Farel a los 69 años de edad se casó con mujer joven, una unión que Calvino desaprobó fuertemente. Finalmente los dos se reconciliaron, antes de la muerte de Calvino en 1564.

La exhortación a Calvino

Cuando Calvino entró a Ginebra solo para dormir aquella noche, le fue dado aviso a Farel que el autor de “Las Instituciones”, se encontraba en la ciudad. Inmediatamente se apareció en el lugar donde Calvino estaba, y comenzó a persuadirlo para que se quedara en Ginebra a ayudarlo en la enorme labor reformadora.
Calvino se negó a esta petición, ya que estaba solo de paso por esa ciudad y tenia otros planes; pero Farel, ardiendo con un maravilloso celo por el avance del evangelio, le insistía que se quedara. Calvino, de 27 años de edad, le reiteraba que no podía hacerlo ya que era vergonzoso y tímido, odiaba meterse en problemas, y a menudo se enfermaba.
El se consideraba como un hombre de libros y escritos, y no quería atarse a una iglesia cuando lo que realmente quería era servirle a todas. Su deseo era estar tranquilo en un lugar donde solo pudiese escribir y leer.
Entonces Farel se le acerco y le dijo con voz de trueno:
“Dios maldiga tu descanso, y la tranquilidad que buscas para estudiar, si ante una necesidad tan grande te retiras, y te niegas a prestar socorro y ayuda.”

Calvino escribió mas tarde acerca de este evento diciendo:

“Sentí...como si Dios hubiera puesto sobre mi su poderosa mano para detenerme...estaba tan lleno de terror que desistí del viaje que había comenzado..."

http://biografas.blogspot.com/2006/10/guillermo-farel.html

martes, 16 de diciembre de 2008

David Brainerd

David Brainerd

David Brainerd nació el 20 de abril de 1718 en Haddam, Connecticut, Estados Unidos.

Murió de tuberculosis a la edad de 29 años, el 9 de octubre de 1747.

Ezequías, el padre de Brainerd, era un legislador de Connecticut y murió cuando David tenía nueve años. Él había sido un puritano riguroso. La madre de Brainerd, una mujer también piadosa, murió cuando él tenía 14 años.

Había una rara tendencia a la debilidad y a la depresión en la familia. No sólo los padres murieron tempranamente; también los hijos. Nehemías murió a los 32, Israel a los 23, Jerusha a los 34, y él mismo a los 29. Así, al sufrir la pérdida de ambos padres, como un niño sensible, heredó una cierta tendencia a la depresión.

En su corta vida padeció a menudo negros abatimientos. Él mismo dice al principio de su diario: «Yo era en mi juventud inclinado más bien a la melancolía». Cuando su madre murió, se fue a vivir con su hermana casada, Jerusha. Él describió su fe durante estos años como muy celosa y seria, pero no teniendo verdadera gracia. Cuando cumplió 19, heredó una granja y trabajó en ella durante un año. Pero su corazón no estaba allí. Él anhelaba ‘una educación liberal’.

Intenta prepararse para el ministerio

Así que empezó a prepararse para entrar a la Universidad de Yale. En el verano de 1738, tenía veinte años, y se había ofrecido a Dios para entrar en el ministerio. Pero aún no era convertido. Leyó la Biblia dos veces en ese tiempo, y empezó a percibir que toda su religión era legalista y totalmente basada en sus propios esfuerzos. Dentro de su alma, contendía con Dios; se rebelaba contra el pecado original, contra la estrictez de la ley divina y contra la soberanía de Dios.
Reñía con el hecho de que no había nada que él pudiera hacer en sus propias fuerzas para consagrarse a Dios. «Todas mis buenas apariencias no eran sino justicia propia, no estaban basadas en un deseo por la gloria de Dios; en mis oraciones, no había amor o consideración hacia él».
Pero entonces sucedió el milagro de su nuevo nacimiento. Tenía 21 años de edad. Dos meses después, entró en Yale a prepararse para el ministerio. En principio fue duro. Había relajo en las clases superiores, poca espiritualidad, estudios difíciles, y él contrajo sarampión, así que tuvo que volver a casa por varias semanas durante su primer año. Al año siguiente, le enviaron a casa porque estaba tan enfermo que escupía sangre. Por ese tiempo escribía: «Por la tarde mi dolor aumentó terriblemente, y tuve que permanecer en cama. A veces casi perdía la razón por lo extremado del dolor». 

Cuando regresó a Yale en 1740, el clima espiritual había sufrido un cambio radical. George Whitefield había estado allí, y ahora muchos estudiantes eran muy serios en su fe. Pero surgieron tensiones entre los estudiantes entusiastas y la fría Facultad. En 1741, la visita de unos predicadores de avivamiento sopló aún más las llamas del descontento.

Jonathan Edwards fue invitado a predicar a comienzos de 1741, con la esperanza de que él aplacaría un poco los ánimos y apoyaría a la Facultad. Algunas autoridades incluso habían sido tildadas de ‘inconversas’. Edwards defraudó a las autoridades de la Facultad al declarar que el despertar era genuino. Brainerd estuvo entre la multitud que oyó a Edwards.

Esa misma mañana, las autoridades habían anunciado que cualquier estudiante que, directa o indirectamente, tildase al Rector u otra autoridad, de hipócrita, carnal o inconverso, debía en primera instancia hacer confesión pública de su ofensa, y en caso de reincidencia, ser expulsado.

En 1742 Brainerd estaba académicamente en la cima, cuando alguien le oyó por casualidad decir de uno de los tutores que tenía «menos gracia que una silla», y que él se maravillaba cómo el Rector no caía muerto al castigar a los estudiantes por su celo cristiano.

Inmediatamente fue expulsado. Esto le afectó profundamente.

En los años siguientes, intentó una y otra vez volver; muchos vinieron en su ayuda, pero todo fue en vano. Dios tenía otro plan para él. En lugar de unos años reposados en el pastorado o el salón de lectura, Dios quiso llevarlo al desierto, para que sufriese por Su causa y produjese un impacto incalculable en la historia de las misiones.

Antes de esto, Brainerd nunca había pensado ser un misionero a los indios. Pero ahora tuvo que replantear su vida entera. Una ley estadual, recientemente promulgada, señalaba que ningún ministro podía establecerse en Connecticut si no era graduado de Harvard, Yale o una Universidad europea. Así que él se sentía despojado de su llamamiento.

Una palabra ociosa, hablada de prisa, y la vida de Brainerd pareció caer en pedazos ante sus ojos. Pero Dios sabía lo que era mejor, y Brainerd llegó a aceptarlo. De hecho, sin la influencia de Brainerd tal vez el movimiento misionero moderno no hubiera tenido lugar; y esto no hubiera ocurrido si él hubiese obtenido en Yale su acreditación de ministro.

En el verano de 1742, un grupo de ministros simpatizantes del Gran Avivamiento aprobó su examen y autorizó a Brainerd para ir como misionero a los indios.

Más tarde, cuando ya estaba claro del verdadero llamamiento de Dios, habría de rechazar varias invitaciones para hacerse pastor, y seguir una vida mucho más fácil y estable. La carga y el llamamiento eran superiores: «Yo no podía tener libertad para pensar en ninguna otra circunstancia o asunto en la vida: Todo mi deseo era la conversión de los paganos, y toda mi esperanza estaba en Dios, y él no me permitía agradarme o confortarme con la esperanza de ver a mis amigos, de volver a mis queridos conocidos, o disfrutar los consuelos mundanos».

Su labor como misionero
Como misionero, su primera asignación fueron los indios Housatonic en Kaunaumeek, en Massachussets. Llegó en abril de 1743 y predicó durante un año, usando un intérprete e intentando aprender el idioma.

Brainerd describe así su primera estadía en ese lugar en 1743: «Vivo con muy pocas comodidades: mi dieta consiste en maíz hervido y comida rápida. Duermo en un colchón de paja, mi labor es sumamente difícil; y tengo poca experiencia de éxito para confortarme ... En esta debilidad corporal, no soy poco afligido por la necesidad de comida apropiada. No tengo pan, ni puedo conseguirlo. Es forzoso viajar diez o quince millas para conseguir pan; y a veces se pone mohoso y se agría antes de que lo coma, si consigo una cantidad considerable ... Pero por la bondad divina tengo alguna comida india de la que hago pequeños pasteles. Aún me siento contento con mis circunstancias, y dulcemente resignado a Dios».

Frecuentemente se perdía en los bosques. Su cabalgadura le era robada, o envenenada, o se le accidentaba. El humo del fogón hacía a menudo el cuarto intolerable a sus pulmones y tenía que salir al frío para recuperar su respiración, y entonces no podía dormir en toda la noche. Pero la lucha con penalidades externas, tan grande como era, no era su peor forcejeo. Él tenía una resignación asombrosa y aun parece que descansaba en muchas de estas circunstancias.

Él supo donde ellas encajaban en su acercamiento Bíblico a la vida: «Tales fatigas y penalidades sirven para desarraigarme más de la tierra; y, confío, me harán el cielo mucho más dulce. Al principio, cuando me exponía al frío o la lluvia, me consolaba con los pensamientos de disfrutar una casa cómoda, un fuego caluroso, y otros consuelos exteriores; pero ahora éstos tienen menos lugar en mi corazón (a través de la gracia de Dios) y miro más al consuelo de Dios. En este mundo espero tribulación; y ya no me parece extraño; me consuela pensar que podría ser peor; cuántas pruebas mayores han soportado otros hijos de Dios, y cuánto más se reserva todavía quizás para mí. Bendito sea Dios, él es mi consuelo en mis pruebas más agudas; pues ellas son asistidas frecuentemente con gran alegría».

Uno de los mayores dolores en ese tiempo era la soledad. Él cuenta cómo tenía que soportar la charla profana de los extraños: «¡Cuánto anhelaba que algún amado cristiano conociera mi dolor! La mayoría de las charlas que oigo son de escoceses o de indios. No tengo un compañero cristiano con quien desahogar mi corazón y compartir mis dolores espirituales, a quien pedir consejo conversando sobre las cosas celestiales, y con quien orar».

La cruz debía operar todavía fuertemente en el alma de Brainerd, y la prueba de fuego llegó el 14 de septiembre de 1743. Su Diario lo registra así: «Hoy hubiera obtenido mi título (hoy es el día de la graduación), pero Dios ha tenido a bien impedírmelo. Aunque temía que me abrumara de perplejidad e incertidumbre al ver a mis compañeros graduarse, Dios me ha ayudado a decir con calma y resignación: «Sea hecha la voluntad del Señor»Ciertamente, mediante la gracia de Dios, casi puedo decir que no había tenido tanta paz espiritual por mucho tiempo».

Poco después inició una escuela para niños indios y tradujo algunos de los Salmos. Luego fue reasignado a los indios a lo largo del río Delaware. En mayo de 1744 se estableció al noreste de Belén, Pennsylvania. Predicó durante un año en Delaware, y en 1745 hizo su primera gira de predicación a los indios de Crossweeksung, Nueva Jersey.

En este lugar, Dios manifestó un poder asombroso y trajo un despertar y bendición a los indios. Allí llegó el dulce amanecer después de una larga y oscura noche. Las escenas descritas por Brainerd en su Diario dan cuenta de una genuina obra del Espíritu Santo entre esos paganos: «Por la mañana platiqué con los indios en la casa en que estábamos alojados. Muchos de ellos estaban muy conmovidos y se les veía en gran manera emocionados, de modo que una pocas palabras daban lugar a que las lágrimas corrieran libremente, y producían muchos sollozos».

Al día siguiente escribe: «Prediqué sobre Isaías 53:3-10. Hubo una notable influencia que siguió a la exposición de la Palabra, y una gran emoción en la asamblea ... muchos estaban conmovidos; algunos ni podían estar sentados, sino que estaban echados en el suelo, como si se les hubiera atravesado el corazón, clamando incesantemente misericordia. ¡Era muy emocionante ver a los pobres indios, que unos días antes estaban vitoreando y gritando en sus fiestas idólatras y sus embriagueces, clamando ahora a Dios con una importunidad tal para ser acogidos por su querido Hijo!».

Al cabo de un año, había 130 personas en esa creciente asamblea de creyentes. Brainerd escribía el 19 de junio de 1746: «Hoy se completa un año desde la primera vez que prediqué a estos indios de Nueva Jersey. ¡Qué cosas tan asombrosas ha hecho Dios en este período de tiempo para esta pobre gente! ¡Qué cambio tan sorprendente aparece en su carácter y su conducta!».

¿Cuál era la clave del éxito de Brainerd con los indios? El amor. Si el amor es conocido por el sacrificio, entonces Brainerd amó. Pero si también es conocido por la compasión entonces Brainerd se esforzó en amar aún más. A veces él se fundió en amor.

«Siento compasión por las almas, y lamento no tener aún más. Siento mucho más bondad, mansedumbre, ternura y amor hacia toda la humanidad, que nunca ...». «Sentí mucha dulzura y ternura en la oración, mi alma entera parecía amar a mis peores enemigos, y me fue permitido orar por aquéllos que son extraños y enemigos a Dios con un gran suavidad y fervor ...». «Sentí el calor que viene de Dios después de mi oración, sobre todo en la mañana, mientras iba cabalgando. Por la tarde, pude ayudar llorando a Dios por esos pobres indios; y después que me acosté, mi corazón continuó yendo a Dios por ellos. ¡Oh, bendito sea Dios que puedo orar!».

Pero otras veces se sentía vacío de afecto o compasión por ellos. Él se culpa por predicar a las almas inmortales con tan poco ardor y con tan poco deseo por su salvación. Él amaba, pero anhelaba amar aún más.

Enfermedad y sufrimientos
Toda la comunidad cristiana se trasladó de Crossweeksung a Cran-berry en mayo de 1746, para tener su propia tierra y pueblo. Brainerd permaneció con ellos hasta que estuvo demasiado enfermo para ministrar. En agosto de ese año escribía: «Habiendo tenido sudor frío toda la noche, tosí mucha materia sangrienta esta mañana, y estuve en gran desorden de cuerpo, y no poca melancolía». Y en septiembre: «Ejercitado con una tos violenta y una fiebre considerable, no tenía apetito de ningún tipo de comida; y frecuentemente devolvía lo comido, aun sobre mi propia cama, por causa de los dolores en mi pecho y espalda. Era capaz, sin embargo, de cabalgar por el pueblo unas dos millas, todos los días, y cuidar de aquéllos que estaban construyendo una pequeña vivienda para mí entre los indios».

A menudo su agonía le hacía odiar su propia maldad interior. «Siento en mi alma que el infierno de corrupción todavía permanece en mí». A veces, este sentido de indignidad era tan intenso que se sentía expulsado de la presencia de Dios. Él llamaba a menudo su depresión un tipo de muerte. Hay por lo menos 22 lugares en el Diario donde él anhelaba la muerte como una libertad de su miseria.

A los sufrimientos físicos se añadía su propensión natural a la melancolía y la depresión. Lo que más lo afectaba era que su dolor mental impedía su ministerio y su devoción. A veces él quedaba simplemente inmovilizado por los dolores y ya no podía trabajar. «Pocas veces he estado tan confundido sintiendo mi propia esterilidad e ineptitud en mi trabajo, que ahora. ¡Oh, qué muerto, desalentado, yermo, improductivo me veo ahora! Mi espíritu está abatido, y mi fuerza corporal tan agotada, que no puedo hacer nada en absoluto».

Es asombroso cómo a menudo Brainerd siguió adelante con las necesidades prácticas de su trabajo a pesar de estas olas de desaliento.

En noviembre de 1746 Brainerd dejó Cranberry para pasar cuatro meses tratando de recuperarse en Elizabethtown. En marzo de 1747, Brainerd hizo una última visita a sus amigos indios y entonces viajó a casa deJonathan Edwards en Northampton, Massachussets. Estando allí, en el mes de mayo de 1747, los doctores le dijeron que su mal era incurable y que no viviría mucho tiempo. En los últimos dos meses de su vida el sufrimiento era increíble.

«Fue el más grande dolor que haya soportado jamás, teniendo un tipo raro de hipo que me estrangulaba y me hacía vomitar».
Edwards comenta que en la semana anterior a su muerte «me decía que era imposible concebir el dolor que sentía en su pecho. Manifestaba mucha preocupación para no deshonrar a Dios manifestando impaciencia bajo su extrema agonía; su dolor era tal que decía que el pensamiento de soportarlo un minuto más era casi insoportable. Y la noche antes de que él muriera dijo a quienes le acompañaban que morirse era cosa muy distinta a lo que las personas imaginaban».

Lo que impacta al lector de estos diarios no es sólo la severidad de los sufrimientos de Brainerd, sino sobre todo cuán implacable y constante era la enfermedad. Casi siempre estaba allí.
Brainerd estuvo solo gran parte de su ministerio. Sólo las últimas 19 semanas de su vida parecen haber estado endulzadas por la compañía de la delicada hija de Edwards, Jerusha, de 17 años, quien fue su fiel enfermera. Muchos especulan que hubo un profundo amor entre ellos, e, incluso un compromiso matrimonial. Pero lo cierto es que durante su ministerio él estuvo muy solo, y solamente podía derramar su alma delante de Dios. Pero Dios lo sostuvo y lo guardó en su camino.

Brainerd murió el 9 de octubre de 1747. Fue una corta vida, pero cuán fructífera: sólo veintinueve años; ocho de ellos como creyente, y sólo cuatro como misionero.

Ahora, ¿por qué la vida de Brainerd ha tenido tal impacto? Una razón obvia es que Jonathan Edwards tomó su Diario y lo publicó como ‘La vida de Brainerd’ en 1749. Pero, ¿por qué este libro nunca ha dejado de imprimirse? ¿Por qué John Wesley dijo: «Todo predicador debe leer cuidadosamente ‘La vida de Brainerd’»? ¿Por qué William Carey y Edwards consideraron ‘La Vida de Brainerd’ como un texto sagrado? Gideon Hawley, otro misionero, habló por muchos cuando escribió sobre sus esfuerzos como misionero en 1753: «Necesito grandemente algo más que humano para sostenerme. Leo mi Biblia y ‘La vida de Brainerd’, los únicos libros que traje conmigo, y de ellos obtengo mi apoyo».

¿Por qué ha tenido esta vida semejante impacto? La respuesta es que la vida de Brainerd es un testimonio real, poderoso de la verdad de que Dios puede y usa hombres débiles, enfermos, desalentados, abatidos, solitarios; santos que se esfuerzan, que claman a él día y noche, para lograr cosas asombrosas para su gloria.

La clave de su ministerio
Una de las razones por la cual la vida de Brainerd tiene tan poderosos efectos es que, a pesar de todos sus conflictos y cruel enfermedad, él nunca dejó su fe o su servicio. Le consumía la pasión por terminar su carrera y honrar a su Maestro, extender el reino y avanzar en la santidad personal.

Brainerd llamaba a su pasión por más santidad y más utilidad una clase de ‘grato dolor’. «Cuando realmente disfruto a Dios, siento más insaciable mi anhelo de él, y más inextinguible mi sed de santidad... ¡Oh, más santidad! ¡Oh, más de Dios en mi alma! ¡Oh, este grato dolor! Hace mi alma apurarse en pos de Dios... Oh, que yo no me rezague en mi carrera celestial!».
Él hizo suya la advertencia apostólica: «...aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5:16) Asumió el consejo: «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gál. 6:9) Él se esforzó por ser, como Pablo dice, «...creciendo en la obra del Señor» (1 Cor. 15:58).

«¡Oh, yo anhelaba llenar todos los momentos restantes para Dios! Sin embargo, mi cuerpo estaba tan débil y cansado; y yo quería estar toda la noche haciendo algo para Dios. A Dios el dador de estos refrigerios, sea gloria por siempre ...». «Mi alma fue refrescada y confortada, y yo no pude sino bendecir a Dios que me había habilitado en buena medida para ser fiel en el día pasado. ¡Oh, cuán dulce es ser gastado y usado por Dios!»

Entre los medios que Brainerd usó para buscar mayor santidad y utilidad, la oración y el ayuno fueron fundamentales. Leemos de él que pasaba días enteros en oración, u orando frecuentemente, a veces buscando una familia o un amigo para orar con ellos. Oraba para su propia santificación, oraba por la conversión y pureza de sus indios; oraba por el avance del reino de Cristo alrededor del mundo y sobre todo en América.

Una vez, visitando una casa de amigos, oró largamente con ellos: «Continué luchando con Dios en oración por mi querida manada pequeña; y sobre todo por los indios; así como por mis amados amigos en un lugar y otro; hasta que fue tiempo de ir a la cama, por no incomodar a la familia, ¡pero qué desagrado encontraba en consumir tiempo en el sueño!».

Y junto con la oración, Brainerd seguía la santidad y la utilidad de su servicio con el ayuno. Una y otra vez en su Diario cuenta de días ocupados ayunando. Ayunaba por guía cuando estaba perplejo sobre los próximos pasos de su ministerio. O simplemente ayunaba con la profunda esperanza de avanzar en su propia profundidad espiritual y utilidad para llevar vida a los indios. Cuando agonizaba en la casa de Edwards exhortaba a los ministros jóvenes que le visitaban a comprometerse en días frecuentes de oración y ayuno, por lo útil que esto era.

Asimismo, Brainerd ocupaba tiempo en el estudio y entremezclaba estas tres cosas. «Gasté gran parte del día escribiendo; pero entrelazaba la oración con mis estudios ...». «He ocupado este día en la oración, la lectura y en escribir; y disfruté alguna ayuda, sobre todo corrigiendo algunas ideas en cierto asunto». Siempre estaba escribiendo y pensando sobre temas espirituales.

La vida de Brainerd es una larga tensión agónica para redimir el tiempo, no cansarse en hacer el bien y crecer en la obra del Señor. Y lo que hace su vida tan poderosa es que él avanzó en esta pasión bajo los inmensos esfuerzos y penalidades que tuvo.

El legado de Brainerd
El legado de Brainerd lo recibió primera y directamente Jonathan Edwards, el gran pastor y teólogo de Northampton: «(Reconozco) con gratitud la graciosa dispensación de la Providencia para mí y mi familia permitiendo que él viniese a mi casa en su última enfermedad, y muriese aquí: para que nosotros tuviéramos oportunidad de conocerle y compartir con él, para mostrarle ternura en tales circunstancias, y para ver su conducta, oír sus discursos finales, recibir sus consejos, y para tener el beneficio de sus oraciones antes de morir».

Edwards dijo esto aun cuando debe haber sabido que el hecho de tener a Brainerd en su casa con esa enfermedad terrible costó la vida a su hija. Jerusha había cuidado a Brainerd durante las últimas semanas de su vida, y meses después que él murió, ella murió del mismo mal.

Como resultado del inmenso impacto de la ‘La vida de Brainerd’, escrita por Edwards, muchos misioneros famosos que testifican haber sido sostenidos e inspirados por la vida de Brainerd. Cuando Guillermo Carey leyó la historia de su vida consagró su vida al servicio de Cristo en las tinieblas de la India. Roberto McCheyne leyó su diario de vida y pasó su vida sirviendo entre los judíos. Enrique Martyn leyó su biografía y se entregó por completo para consumirse en un período de seis años y medio en el servicio de su Maestro en Persia. Andrew Murray solía decir del Diario de Brainerd: «¡Cómo estos ejemplos reprochan la falta de oración y la tibieza de la mayoría de las vidas cristianas!». Y recomendaba su lectura diciendo que sólo tres de sus páginas bastaban para influenciar positivamente a cualquier siervo de Dios.

¡Una vida tan joven, y tan hermosamente sacrificada en honor del Maestro!
Lo que David Brainerd escribió a su hermano, Israel, es para todos los cristianos de cualquier época un desafío: «Digo, ahora que estoy muriendo, que ni por todo lo que hay en el mundo habría yo vivido mi vida de otra manera».

George Smeaton

¿Quién es George Smeaton?
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Después de leer la siguiente cita de Jerry Puentes y Bob Bevington 
en el GranExchange, un SAT lector pregunta: "¿Quién es George Smeaton?"

Gran cuestión!

Sé Smeaton Autor de dos libros sobre la expiación - Los Apóstoles "Doctrina de la Expiación (1870/1991) y Cristo de la Doctrina de la Expiación (1870/1991).Ambos fueron reimpresos por la bandera de la Verdad en 1991, pero no parecen estar en forma impresa y al menos una es en forma impresa.Ninguno de estos libros (ni siquiera el propio Smeaton) figuran en el libro o larga bibliografía de Piercings Por nuestra transgresiones por Steve Jeffery, Michael y Andrew Ovey Sach. ¿Quién es George Smeaton?

Escuchar a Puentes y Bevington de la Comisión de la intro de El Gran Cambio:

"Este libro es un modelo del siglo XIX clásico, los apóstoles" Doctrina de la Expiación, escrito por el teólogo escocés George Smeaton. Si bien nuestro libro no es ni un resumen ni una modernización, sin embargo, es diseñado para hacer que la brillantez y la profundidad de la labor de la Smeaton accesible para incorporar lectores ...

Hay dos características de Smeaton el libro de Los Apóstoles "Doctrina de la Expiación que hacen que sea pertinente e importante para nosotros el día de hoy. En primer lugar, analiza y expone cada pasaje de la Escritura de los actos a través de la Revelación que se refiere a la expiación. Debido a Smeaton del diseño para hacer frente a cada paso tratar el tema, el libro es redundante en una forma muy eficaz - el lector sigue recibiendo el mismo mensaje desde perspectivas ligeramente diferentes a fin de mejorar, embellecer, y profundizar su comprensión de el evangelio. Y con que viene la pasión por la persona de Cristo y su gratitud por el trabajo terminado en la cruz.

En segundo lugar, Smeaton ofrece una excelente descripción y el énfasis en el creyente la unión con Cristo como la base de nuestra capacidad para gozar de los beneficios del Cristo de la labor expiatoria. Hoy, por ejemplo, algunos se preguntan cómo puede ser sólo por Dios para castigar a un hombre inocente, Jesús, por los pecados de otras personas. La respuesta, que es claramente enseñada en la Sagrada Escritura, se encuentra en el creyente la unión legal con Cristo, es decir, porque Cristo fue nuestro representante en su vida y la muerte, es sólo de Dios para castigar a él por nuestros pecados. Como el profeta Isaías dijo: "El Señor ha establecido sobre él la iniquidad de todos nosotros" (Isaías 53:6).

Antes de Cristo murió por nuestros pecados, sin embargo, vivió una vida perfectamente obediente. Él obedeció plenamente la moral voluntad de Dios cada segundo de su vida. Y así como nuestros pecados fueron acusados con él para que justamente pagado su pena, por lo que de Cristo la obediencia perfecta, que culminó con su obediencia hasta la muerte en la cruz, se acredita a todos los que confían en él-una vez más a causa de nuestro ordenamiento jurídico la unión con él. Y es Smeaton la comprensión de esta verdad y de su continuo énfasis de lo que hace que su libro tan emocionante. ...

George Smeaton también autor de un volumen a los Apóstoles"Doctrina de la Expiación de Cristo, titulado Doctrina de la Expiación, que examina similar textos de la Biblia en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y en el que Cristo personalmente explica el alcance , La naturaleza, y los resultados de su próxima muerte en nombre de los pecadores. Smeaton examina cómo Jesús explica su muerte y su resurrección como la garantía de que efectivamente Dios perdona a los pecadores que confían en su substitutionary muerte para la resolución de su personal sin dilema. En estas cuentas evangelio, Jesús ofreció en la visión divina vista de la cruz ".

Por lo tanto, puede ayudarnos a salir? ¿Quién es George Smeaton? Estas obras son en impresión?

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ACTUALIZACIÓN: También en GTE, Sinclair Ferguson escribe en el futuro: "Smeaton fue un erudito con una mente brillante y un profundo amor a Cristo. Mi propia convicción es que estos dos grandes volúmenes [de la expiación] deberían estar en manos de cada persona que enseña y predica el evangelio de Cristo. Ellos son troves tesoro "(p. 12).


"George Smeaton fue ordenado al ministerio de la Iglesia de Escocia en Malvinas en el Presbiterio de Cupar en 1839. Él fue uno de los cientos de ministros que salió a la interrupción en 1843 para formar la Iglesia Libre de Escocia. Más tarde fue nombrado por la Iglesia a ser en su profesor en el Colegio Aberdeen (1854) y en 1857 se convirtió en profesor de Exegetics en el New College, Edimburgo. Murió el 14 de abril, 1889. Fue un brillante de la galaxia de los hombres en el personal de la Iglesia Libre College en Edimburgo hace un siglo. Macleod Principal John Smeaton describe como «el más eminente estudioso de la serie de jóvenes que con McCheyne y el Sábado Bonars a los pies de Chalmers." - WJ Grier

Smeaton Aunque está lejos de ser un eclesiástico en el sentido ordinario de la palabra y, sin embargo, tomó un profundo y vivo interés en el tema de Nacional de la cristiandad, y su panfleto sobre esta cuestión en relación con las Escrituras la Unión de Iglesias es una de las más completo y más exposiciones más luminoso puede ver un histórico de la Scottish Reformada vista de la Iglesia y el Estado Nacional o de la religión. Es su interés en este lado de las cosas que le llevó a emitir una nueva edición de M'Crie la declaración. Fue muy en casa en los debates en la antigua días de estos temas. Smeaton fue un erudito y divina del mismo molde con M'Crie, cuyos compañeros de paisano fue. Su trabajo como teólogo sigue en espera de una valoración digna. Él fue el modesto y sin pretensiones como fue y exhaustiva arduos. 4, el hombre puede tomar su palabra en lo que respecta a cualquier tema que él maneja tan pronto como la de cualquier escritor sobre temas teológicos. Su talento junior colega, James Macgregor, Smeaton dijo que tenía la mejor inteligencia teológica constituida en la cristiandad. Cuando murió en 1889 fue sucedido por el segundo Marcus Dods.

spurgeon.wordpress.com/2007/10/16/who-is-george-smeaton/ -
www.sgpbooks.com/cubecart/books/bible-study/christian-doctrine/...to-the...george-smeaton.../prod_135.html

Dabney Robert Lewis

Dabney Robert Lewis 

RL Dabney
(1829-1898) fue uno de los más grandes teólogos protestantes del siglo 19.

A Presbiteriana del Sur, fue un lider, estadista, escritor, crítico y social, así como teólogo, y enseñó en el Seminario Unión en Richmond, Virginia.

En la Guerra Civil Americana, una vez que se desempeñó como Jefe de Gabinete del general confederado "Stonewall" Jackson.

Dabney las contribuciones se han atenuado en parte por su enérgica defensa de la pre-guerra civil del Sur institución de la esclavitud, sin embargo, su trabajo, especialmente su teología sistemática, ha sido muy considerado por los estudiosos de Benjamin Warfield a Karl Barth.

Robert Lewis Dabney (5 de marzo de 1820 - 3 de enero de 1898) fue un cristiano de América teólogo, un Sur Presbiteriana pastor, y el Ejército Confederado capellán. También fue jefe de personal y biógrafo de Stonewall Jackson. Su biografía de Jackson sigue siendo hoy en la prensa.
Dabney y James Henley Thornwell dos del sur de Presbyterianism más influyentes estudiosos. Ambos fueron calvinistas, presbiterianos la vieja escuela, y los conservadores sociales. Conservador presbiterianos todavía estudio teológico de sus obras, en particular en la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos y la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa, aunque estas iglesias Dabney y rechazar el apoyo de la Thornwell de Antebellum la esclavitud. [1] [2]

Biografía

Dabney estudió en Hampden-Sydney College y la Universidad de Virginia (MA, 1842), y se graduó del Seminario Teológico Unión en 1846.
Luego fue misionero en Louisa County, Virginia, de 1846 a 1847 y párroco en el tintineo de primavera, Virginia de 1847 a 1853, siendo también jefe de un maestro de la escuela clásica de una parte de este tiempo. De 1853 a 1859 fue profesor de historia eclesiástica y política y desde 1859 hasta 1869 profesor adjunto de teología sistemática en el Seminario Teológico Unión, donde más tarde se convirtió en profesor titular de la sistemática. En 1883, fue nombrado profesor de mental y moral de la filosofía en la Universidad de Texas.
1894 por falta de salud le obligó a retirarse de la vida activa, aunque todavía conferencias de vez en cuando. Fue co-pastor, con su cuñado BM Smith, del Hampden-Sydney College Iglesia desde 1858 hasta 1874, también al servicio de Hampden-Sydney College, en un catedrático, en ocasiones, la capacidad de las vacantes en su facultad. Dabney, cuya esposa fue un primo hermano de Stonewall Jackson, esposa del presidente participó en la Guerra Civil: durante el verano de 1861 fue capellán de la 18 ª Virginia regimiento en el ejército confederado, y al año siguiente fue jefe de personal de Jackson durante el Valle de la campaña y los siete días Battles.
Después de la Guerra Civil Dabney habló ampliamente sobre Jackson y la Confederación. Él siguió celebrando racial opiniones típico en el Sur antes de la Guerra Civil, y su continuo apoyo de la esclavitud en los discursos y un libro publicado después de la guerra y su firme lealtad a la Confederación hasta la década de 1890 hicieron de él una figura visible en la post-guerra Sur (Hettle, de 2003).
Si bien en la Universidad de Texas que prácticamente fundó y mantuvo el Austin Escuela de Teología (que más tarde se convirtió en Austin Seminario Teológico Presbiteriano), y en 1870 fue Moderador de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos.

Principales obras

Memoria de Rev doctor Francis S. Sampson (1855), cuyo comentario sobre Hebreos que editado (1857);
La vida del General Thomas J. Jackson (1866)
Una defensa de Virginia, ya través de ella, del Sur, en los últimos Concursos y espera contra la Seccional Parte (1867), una apología de la Confederación.
Conferencias sobre Sagrada retórica (1870)
Plan de estudios y notas del Curso Sistemático de Teología y la polémica (1871, 2 ª ed. 1878), más tarde reeditado como teología sistemática.
Teología sistemática (1878)
Sensualistic Filosofía del siglo XIX Examinados (1875, 2 ª ed. 1887)
Filosofía práctica (1897)
Penal de caracteres de la Expiación de Cristo Examen en la luz de los últimos Popular herejías (1898, póstumo), sobre la satisfacción de vista de la expiación.
Debates (1890-1897), cuatro volúmenes de sus ensayos breves, editado por CR Vaughan.
Además, la bandera de la Verdad Fiduciario reimpreso muchas de Dabney teológica de la obras a finales de siglo 20.

Bibliografía
  • Johnson, J TC (1903). Vida y Cartas de Robert Lewis Dabney.
  • Hettle, Wallace (2003). "El Ministro, el mártir, y el Maxim: Robert Lewis Dabney y Stonewall Jackson Biografía", en Historia de la Guerra Civil, Volumen 49, Número 4, diciembre 2003, pp. 353-369.
  • Lucas, Sean Michael (2005). Dabney Robert Lewis: A Presbiteriana del Sur de vida. Véase también la revisión por Iain Campbell D.
  • Smith, Morton H. (1962). Estudios en el sur de Teología Presbiteriana. ISBN 0-87552-449-4
  • Woods, Henry M. (1936) "Robert Lewis Dabney: Príncipe entre teólogos y hombres", un memorial discurso pronunciado en Stonewall Iglesia, Appomattox, Virginia, la celebración de la fundación de la Iglesia Presbiteriana del Sur en 1861. (PDF)


Referencias

  1. ^ "E-Books". ACC Centro Histórico. Obtenido en 2007-03-11. "Las declaraciones en [Thomas Cary Johnson de la Historia de la Iglesia Presbiteriana del Sur] en apoyo de la institución de la esclavitud o en apoyo de la supremacía racial debe ser claramente entendido y, por supuesto, a ser rechazada por la Iglesia Presbiteriana en América, por el PCA Centro Histórico, y por el director del Centro ".
  2. ^ "Hermenéutica de la Mujer en la Oficina Ordenado". Informe presentado en el quincuagésimo cuarto Asamblea General de la Iglesia Ortodoxa Presbiteriana (1987). Obtenido en 2007-03-11. "La esclavitud es un hecho por el hombre institución, un pecado que en una, y es legítimamente abolido totalmente."

Fuente:
  • ctlibrary.com/ch/1988/issue19/1935b.html - 
  • Wikipedia

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