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domingo, 13 de abril de 2008

Poncio Pilatos

Poncio Pilatos

Ecce Homo, obra de Antonio Ciseri donde puede verse a Poncio Pilato presentando a un azotado Jesús de Nazareth ante el pueblo de Jerusalén.
Ecce Homo, obra de Antonio Ciseri donde puede verse a Poncio Pilato presentando a un azotado Jesús de Nazareth ante el pueblo de Jerusalén.

Poncio Pilato, también conocido como Pilatos (en latín, Pontius Pilatus), prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36 de nuestra era.

Los detalles de su biografía antes y después de su nombramiento como prefecto son desconocidos, pero han sido suplidos por la leyenda, la cual incluye el supuesto nombre de su esposa, Santa Procula (fue canonizada como santa por la Iglesia Ortodoxa) y el probable nacimiento de Pilatos en Tarraco. Es santo para la Iglesia ortodoxa etíope.

Fue designado procurador de Judea por Tiberio, a instancias de su prefecto pretorio, Lucio Elio Sejano, adversario de Agripina y señalado como antisemita.

Intentó romanizar Palestina sin éxito, introduciendo imágenes de culto al César, y trató de construir un acueducto con los fondos del Templo. Las desaveniencias con el pueblo judío le llevaron a trasladar su centro de mando de Cesárea a Jerusalén para controlar mejor las revueltas. Pilatos enfrentaba además grupos extremistas entre los que se contaba Barrabás quien había asesinado a un soldado romano. Estos grupos subversivos daban mucho quehacer a Pilatos.

Pilatos y su nexo con la historia

Pilatos habría pasado desapercibido por la historia de no haber sido actor de primera línea en un hecho histórico-religioso.

Pilatos era un gobernador romano que actuaba con un cierto grado de dureza respecto de los grupos disidentes de Roma, era además obligadamente respetado por la autoridad judía, pero aunque tenía contacto con Herodes, procuraba rehuirlo.

El hecho que hace histórico a Pilatos es el ajusticiamiento de Jesús de Nazaret que es presentado a Pilatos como un enemigo de los judíos por parte del Sanedrín y que intenta además abolir la figura de César.

Pilatos al interrogarlo declara que no halla culpabilidad en él, sin embargo, los fariseos y saduceos obligan a Pilatos a ejecutarlo aduciendo que se eleva por sobre la figura del César, a lo que Pilatos al final cede.

Procula, su esposa le advierte que el hombre cuya vida está en sus manos es un santo porque en sueños se le ha manifestado y Pilatos resuelve aplicar la ley de los judíos con Jesús presentándolo ante el pueblo junto con Barrabás, capturado cuando intentaba otro atentado.

La fiesta judía exponía la salvación de uno de los condenados que se presentasen. Los judíos eligen a Barrabás y Jesús es condenado a la crucifixión.

Pasado este evento se sabe que Poncio Pilatos tenía cierto contacto con Herodes regularmente, posteriormente marchó a Roma luego de un conflicto con Vitelio. El gobernador de Siria, Vitelio, destituye a Pilatos en el 36 ó 37, debido a la dureza con que reprimió a los samaritanos en el Garizín. El emperador Calígula lo desterró a las Galias donde probablemente murió según otras fuentes históricas, también se dice que se suicidó.

En su novela histórica documentada "Poncio Pilatos", el profesor de historia clásica Paul L. Mair, sugiere que Pilatos pudo verse influido en su decisión de condenar a Jesús, por el hecho de que, tras descubrirse la conspiración de Lucio Elio Sejano, prefecto del Pretorio, para usurpar el poder imperial en perjuicio de Tiberio, y tras la muerte por envenenamiento de Druso, el hijo del emperador, causada por Sejano, Tiberio decidió reprimir duramente a todos los partidarios y asociados a Sejano.

Este profesor también sugiere que, como Pilatos había sido promovido a su cargo de prefecto de Judea por influencias de Sejano, tras la muerte de éste se sintió amenazado y obligado a obedecer en todo al emperador, para no provocar su recelo ni volverse sospechoso de conspiración y ser por lo tanto perseguido como partidario de Sejano. También, el autor referido supone que, al haber tenido Sejano una marcada política antisemita, tras su muerte el emperador Tiberio ordenó a Pilatos modificar el trato hacia los judíos en su país, principalmente el respeto irrestricto a sus creencias religiosas. De tal manera que, al momento en que Jesús se enfrenta al Gran Sanedrín que lo acusaba de blasfemo para matarlo, Pilatos se encontraba en una situación comprometida, ya que no le resultaba conveniente desafiar ni contradecir a las autoridades religiosas judías, por lo que, aunque nunca llevó una relación amistosa con ellas por ser un contrapeso para su poder, se vio obligado a darles la razón y conceder la ejecución de Jesús, aún sin creer en su culpabilidad. Ya que, como este historiador retrata a Pilatos como una persona indiferente aún frente a la religión romana, y mucho más frente a la judía, para Pilatos, según el autor, el que Jesús se proclamara un "rey" espiritual, resultaba insignificante, pero no lo era que fuera acusado como supuesto enemigo político del emperador y menos si los acusadores eran los miembros del Senado judío, con los que Pilatos compartía el poder en Palestina.

Sobre la intervención de Herodes Antipas en el juicio de Jesús, Paul L. Mair tiene la teoría de que, por una parte, Pilatos no deseaba dar la razón al Sanedrín para ejecutar a Jesús sólo por un cargo religioso de blasfemia, porque eso significaba doblegarse al poder del Sanedrín y convertirse en un mero ejecutor de sus órdenes, algo con lo que Pilatos no estaría personalmente de acuerdo porque le disgustaba tener que compartir autoridad con los sacerdotes judíos. Y, por otra parte, Pilatos tampoco llevaba una buena relación con Herodes Antipas, ya que consideraba a éste como un enemigo político y un espía que intrigaba en su contra ante el emperador romano, en su intento porque se eliminara la prefectura de Judea y se restaurara a su favor el antiguo imperio de Herodes el Grande. Por lo cual, con el pretexto de ser Jesús galileo, pero sobre todo de que Herodes era mejor conocedor de la religión judía que él, Pilatos aprovecha la argucia legal para enredar a Herodes Antipas en el problema, tratando de provocar que fuera Herodes quien ejecutara a Jesús, sobre todo para incrementar su desprestigio ante sus súbditos galileos, que ya le despreciaban por la ejecución de otro profeta, Juan el Bautista. Pero Herodes no cae en la trampa, y según el escritor, habría eludido juzgar y ejecutar a Jesús, no porque creyera en su inocencia, sino porque justamente no quería volver a jugar el papel de asesino de profetas. Por todas esas circunstancias, es decir, tanto por el deseo de no ceder ante la presión de los sacerdotes judíos ni darles la razón en sus acusaciones religiosas, como por la negativa de Herodes para hacerse cargo del caso, es que, según el escritor, Pilatos habría decidido juzgar personalmente a Jesús según el procedimiento de la ley romana. Es decir, Pilatos habría decidido, en lugar de limitarse a convalidar y ejecutar la condena a muerte impuesta por el Sanedrín, juzgar íntegramente el caso en su papel de administrador de justicia y según las leyes romanas y no judías.

Paul L. Mair especula que, como el Gran Sanedrín había empezado por atribuir cargos meramente religiosos a Jesús, a los que Pilatos no dio ninguna importancia, el consejo judío se vio obligado a inventarle cargos de tipo político, como el ser un subversivo y enemigo del César. Justamente, en ese punto el referido escritor, supone que los sumos sacerdotes judíos podrían haber presionado a Pilatos, al hacerle la observación de que, si no castigaba a un líder rebelde al imperio, como supuestamente sería Jesús al proclamarse "Rey de los Judíos" desafiando al César, con eso se convertiría él mismo en un cómplice de rebelión contra el emperador. Lo que, desde luego, habría representado una seria amenaza para Pilatos, porque en su delicada situación, provocar el enojo del César podría haberle representado su propia muerte.

El autor sugiere que Pilatos literalmente se vio obligado a condenar a Jesús para salvar su propia vida, y que para justificar la ejecución, ya que no creía en cuestiones de religión judía, en su informe oficial Pilatos refirió que había condenado a Jesús como responsable del cargo de "lesa maiestas" o rebelión contra el emperador. Incluso, el escritor alude por una parte, a una supuesta correspondencia donde el propio Tiberio amenaza a Pilatos con examinar a fondo su relación con Sejano si le desobedecía en lo más mínimo en su nueva política pro-judía, y también especula que Pilatos, tras ordenar la ejecución de Jesús, habría hecho notar a su esposa, que su propia vida y carrera estaban en juego, porque liberar a quien se hacía llamar rey, habría representado un insulto supremo al emperador, y estando éste receloso de su relación con Sejano, podría haber significado el arresto del mismo Pilatos y, en el peor de los casos, su ejecución como asociado de Sejano.

El escritor a que nos referimos, entiende que Pilatos nunca quiso sinceramente salvar a Jesús, es decir, no lo intentó por simpatía hacia él, sino sólo para confrontarse con los senadores judíos, y para tratar de demostrarles que no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente a sus presiones. Pilatos según el autor despreciaba hasta cierto punto a los judíos en general por ser tan difíciles de gobernar y también a los sacerdotes judíos. Incluso, propone que el letrero que Pilatos colocó encima de la cruz con la frase "Jesús Nazareno, rey de los judíos", no era honorífico, sino un escarnio hacia todo el pueblo judío, pues por las palabras que el autor pone en boca de Pilatos, los judíos "se merecen un rey como éste". También, sobre el episodio de haberse lavado las manos por la condena a muerte de crucifixión, el escritor parece sugerir que Pilatos, más que querer descargarse en su conciencia por haber ordenado la condena, lo que quería era simplemente transferir la responsabilidad de la decisión a los judíos, en especial a los sacerdotes, y dar así a entender, que lo había decidido no porque estuviera convencido sino sólo porque había sido presionado.

Paul L. Mair menciona el episodio de la rebelión del monte Gerizim y la destitución de Pilatos como prefecto, así como su llamado a Roma para dar cuentas de su administración. Sin embargo, sugiere que Pilatos ya no llegó a enfrentarse con Tiberio, quien le esperaba muy enfadado por su forma de reprimir esa rebelión, pero quien supuestamente habría muerto antes de la llegada de Pilatos. En cambio, el escritor propone un escenario donde Pilatos sería juzgado por el incidente, personalmente por Calígula, sucesor de Tiberio, y sería sujeto burlonamente a una condena de destierro por influencias e intrigas de Julio Herodes Agripa, sobrino de Herodes Antipas y favorito del mismo Calígula.

También en la novela indicada, se reconstruyen ciertos episodios del gobierno de Pilatos en Judea, como la primera rebelión que tuvo que enfrentar a causa de que unos soldados romanos en la Fortaleza Antonia, emplazada frente al templo de Jerusalén, tuvieron la ocurrencia de ondear estandartes con los bustos de Julio César y Octavio y de quemar incienso frente a ellos, lo que los judíos interpretaron como idolatría y profanación de su ciudad. Se indica que Pilatos tuvo que controlar esta revuelta concentrando y amenazando con ejecutar a un gran número de judíos en el estadio de Cesárea. También se habla de otra gran revuelta con motivo de la construcción de un acueducto. Pilatos supuestamente había tenido la intención de mejorar el suministro de agua para la ciudad, trayendo el líquido de los montes circundantes, pero por el alto costo del proyecto, tuvo la idea de pedir fondos del tesoro del templo para financiar, enterado de que los donativos de los fieles judíos eran muy altos y llegaban de todo el mundo conocido. Los sacerdotes judíos se habrían negado en principio, alegando que el Corbán o tesoro del templo era sagrado, pero después accedieron bajo dos condiciones: primero, que Pilatos no dijera el origen de los fondos y segundo, que el principal depósito de agua se concentrara justamente en las cisternas debajo del templo. Sin embargo, según la novela los judíos terminaron por descubrir el origen de los fondos, y los sacerdotes judíos alegaron que los habían forzado a cooperar, por lo que sintiendo nuevamente profanada su ciudad, los judíos desafiaron a Pilatos en una manifestación de varios días, que se resolvió cuando, de acuerdo al relato, Pilatos hizo que varios de sus soldados se mezclaran entre los revoltosos, disfrazados de civiles, y que los atacaran y aplacaran por sorpresa. Esta acción se describe como sumamente cruel sobre todo porque Pilatos ordenó atacar a los inconformes a pesar de que no estaban armados.

Igualmente se describe que la situación de Pilatos en Judea era sumamente difícil no sólo por la frecuencia de las revueltas de los inconformes judíos, sobre todo los del partido zelote de Galilea, sino porque la provincia era despreciada por la administración imperial, de modo que según el autor, Pilatos en tiempos de Jesús apenas habría dispuesto de unos tres mil soldados (seis cohortes) para controlar toda la provincia. Ya que el prefecto Pretorio, Sejano, se habría negado persistentemente a incrementarle las tropas, alegando que la provincia de Siria, la más importante del oriente, reclamaba mucha más protección por estar en los confines del imperio. Por todo esto, se indica que Pilatos no podía permitir que ninguna revuelta creciera demasiado.

Llegando más al terreno de la ficción, Paul L. Mair narra una supuesta relación de Pilatos con Cornelio, el centurión convertido después al cristianismo por el apóstol Pedro, sugiriendo que Pilatos habría conocido al centurión durante el servicio de éste en Judea. También, el escritor inventa un encuentro entre Pilatos y Saulo -después conocido como San Pablo- durante su viaje de regreso a Roma para su juicio, en el que el predicador habría hecho notar al ex-prefecto la trascendencia de su condena contra Jesús. También, propone una relación de amistad entre Pilatos y Casio Quereas, tribuno de perfil republicano que habría participado en el asesinato de Calígula, asesinato que, de nuevo, le permitiría a Pilatos conservar la vida ya que, dentro de la narración, Pilatos era visto como uno de los candidatos a morir por las arbitrarias ejecuciones de Calígula.

Por último, Paul L. Mair sugiere que Pilatos habría sobrevivido al reinado de Calígula, que habría presenciado el ajusticiamiento de Casio Quereas por orden del emperador Claudio y que, ya anciano, habría empezado a darse cuenta de la dimensión de la figura de Jesús y de su papel en la crucifixión, e incluso, que el propio Pilatos habría tenido que aceptar que, sin ese episodio, su ambíción personal de pasar a la historia estaría frustrada.

El propio Paul L. Mair, tanto en el prólogo como en el epílogo de su libro, indica que sus explicaciones sobre la actuación de Pilatos en el juicio de Jesús, son especulaciones personales basadas en las escasas evidencias históricas sobre el prefecto de Judea.

No existen muchos datos más acerca de Pilatos, a excepción de las que le relacionan con la muerte de Jesús de Nazaret:

  • Apareció en este tiempo Jesús, un hombre sabio. Fue autor de hechos sorprenden­tes; maestro de personas que reciben la verdad con placer. Muchos, tanto judíos como griegos, le siguieron. Algunos de nuestros hombres más eminentes le acusaron ante Pilato. Este lo condenó a la cruz. Sin embargo, quienes antes lo habían amado, no dejaron de quererlo. Y hasta hoy, la tribu de los cristianos, que le debe este nombre, no ha desaparecido. (Flavio Josefo, año 93 ó 94)
  • Cristo había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición, momentáneamente reprimida, irrumpía de nuevo, no sólo en Judea, origen del mal, sino también por la Ciudad (de Roma), lugar en el que de todas partes confluyen y donde se celebran toda clase de atrocidades y vergüenzas. (Tácito, año 116 ó 117)


La iglesia etíope cree que Pilatos se hizo eventualmente cristiano y lo venera como santo. Hay quienes opinan que se suicidó, hecho improbable por lo demás.

Pilatos en los Evangelios

  • Según los Evangelios, Jesús fue apresado por un grupo de hombres armados, por orden de Caifás y los sumos sacerdotes. Solicitaron a Pilatos que le ejecutara, ya que la pena capital sólo podía ser aplicada por los romanos. A pesar de no hallarlo culpable, Pilatos deja que el pueblo decida entre liberar a un preso de nombre Barrabás o liberar a Jesús.

El pueblo liderado por los sumos sacerdotes escogen la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús. Ante esa decisión Pilatos se lavaba las manos para indicar que no quería hacer parte de la decisión tomada por la muchedumbre. Pilatos dice "No soy responsable por la sangre de este hombre". A lo que la multitud responde "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros descendientes."

Filmografía [editar]

Año Película Director Personaje
2007 En busca de la tumba de Cristo Giulio Base Hristo Shopov

|1979|| La vida de Brian|| Terry Jones ||

Enlaces externos

Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Poncio_Pilato

La Última Cena

La Última Cena (Leonardo)


La Última Cena
(L'ultima cena)

Información
Pintor Leonardo da Vinci
Año 1494-1497
Estilo artístico Renacimiento
Técnica pictórica Temple y óleo sobre yeso
Longitud 460 cm
Anchura 880 cm
Localización Santa María de las Gracias
Milán, Italia

La Última Cena (en italiano, Il cenacolo o L’ultima cena) es una pintura de Leonardo da Vinci1452-1519), para su patrón, el duque Ludovico Sforza de Milán. Data del periodo 1494-1497. No es un fresco tradicional, sino un mural ejecutado al temple y óleo sobre dos capas de preparación de yeso extendidas sobre enlucido. Mide 460 cm. de alto por 880 cm. de ancho. Está en la pared sobre la que se pintó originariamente: el refectorio de Santa María de las Gracias en Milán.

Historia

Se cree que en 1494 el duque de Milán Ludovico Sforza, llamado "el Moro" encargó a Leonardo la realización de un fresco para el refectorio de la iglesia dominica de Santa Maria delle Grazie, Milán. Ello explicaría las insignias ducales que hay pintadas en las tres lunetas superiores.

En su novella LVIII, Matteo Bandello, que conoció bien a Leonardo, escribe que lo observó muchas veces

«a la mañana temprano subir al andamio, porque la Última Cena estaba un poco en alto; desde que salía el Sol hasta la última hora de la tarde estaba allí, sin quitarse nunca el pincel de la mano, olvidándose de comer y de beber, pintando continuamente. Después sabía estarse dos, tres o cuatro días, que no pintaba, y aún así se quedaba allí una o dos horas cada día y solamente contemplaba, consideraba y examinando para sí, las figuras que había pintado. También lo ví, lo que parecía caso de simpleza o excentricidad, cuando el Sol está en lo alto, salir de su taller en la corte vieja» - sobre el lugar del actual Palazzo Reale - «donde estaba aquel asombroso Caballo compuesto de tierra, y venirse derecho al convento de las Gracias: y subiéndose al andamio tomar el pincel, y dar una o dos pinceladas a una de aquellas figuras, y marcharse sin entretenerse».

Esta forma de pintar, tan distinta de la rapidez y seguridad que exige la tradicional pintura al fresco, explican que el pintor optara por una técnica distinta y también que se demorase durante años su acabado.

Giorgio Vasari en sus Vite también describe en detalle cómo lo trabajó, cómo algunos días pintaría como una furia, y otros pasaría horas sólo mirándolo, y cómo paseaba por las calles de la ciudad buscando una cara para Judas, el traidor; al respecto cuénta la anécdota de que esta forma de trabajar impacientaba al prior del convento y éste fue a quejarse al duque, quien llamó al pintor para pedirle que acelerara el trabajo:

«Leonardo explicó que los hombres de su genio a veces producen más cuando trabajan menos, por tener la mente ocupada en precisar ideas que acababan por resolverse en forma y expresión. Además, informó al duque que carecía todavía de modelos para las figuras del Salvador y de Judas; (...) temía que no fuera posible encontrar nadie que, habiendo recibido tantos beneficios de su Señor, como Judas, poseyera un corazón tan depravado hasta hacerle traición. Añadió que si, continuando su esfuerzo, no podía encontrarlo, tendría que poner como la cara de Judas el retrato del impertinente y quisquilloso prior».[1]

En 1497 el duque de Milán solicitó al artista que concluyera la Última Cena, que terminó, probablemente, a finales de año.

Cuando acabó, la pintura fue alabada como una obra maestra de diseño y caracterización. Pero también se denunció que nada más acabarse ya empezaba a desprenderse de la pared. Desgraciadamente, el empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro hacia el año 1500. Leonardo, en lugar de usar la fiable técnica del fresco, que exigía una rapidez de ejecución impropia de él, había experimentado con diferentes agentes aglutinadores de la pintura, que fueron afectados por moho y se escamaron.

Desde 1726 se llevaron a cabo intentos fallidos de restauración y conservación y en 1977 se inició un programa haciendo uso de las más modernas tecnologías, como consecuencia del cual se han experimentado algunas mejoras. Aunque la mayor parte de la superficie original se ha perdido, la grandiosidad de la composición y la penetración fisonómica y psicológica de los personajes dan una vaga visión de su pasado esplendor.

La pintura se ha mantenido como una de las obras de arte más reproducidas, con innumerables copias realizadas en todo tipo de medios, desde alfombras hasta camafeo.

Análisis

La última cena, detalle de la mesa, con ésta y el plato en perspectiva
La última cena, detalle de la mesa, con ésta y el plato en perspectiva

Leonardo ha escogido representar, puede que a sugerencia de los dominicos, el momento quizá más dramático. Representa la escena de la Última Cena de los últimos días de la vida de Jesús de Nazaret según narra la Biblia. La pintura está basada en Juan 13:21, en la cual Jesús anuncia que uno de sus 12 discípulos le traicionaría.

La afirmación de Jesús "uno de vosotros me traicionará" causa consternación en los doce seguidores de Jesús, y ese es el momento que Leonardo representa, intentando reflejar "los movimientos del alma", las distintas reacciones individualizadas de cada uno de los doce apóstoles: unos se asombran, otros se levantan porque no han oído bien, otros se espantan y, finalmente, Judas retrocede al sentirse aludido.

Aunque se basa en las representaciones precedentes de Ghirlandaio y Andrea del Castagno, Leonardo crea una formulación nueva. Como puede verse en el dibujo preparatorio, Leonardo pensó inicialmente en la composición clásica, con Judas delante de la mesa, y los otros once apóstoles en frente, con Jesucristo en el medio como uno más. Leonardo se apartó de esta tradición iconográfica e incluye a Judas entre los demás apóstoles, porque ha elegido otro momento, el posterior a su anuncio de que uno lo traicionará. Leonardo cambió la posición de Jesucristo, que inicialmente estaba de perfil hablando con Juan Evangelista, que parece en pie a su lado, (hay otro apóstol que también estaba de pie), y lo sitúa en el centro, hacia el que convergen todas las líneas de fuga, destacando aún más al perfilarse contra el ventanal del centro, rematado con un arco y separándolo de los apóstoles. A ambos lados de Jesucristo, aislados en forma de triángulo y destacados con colores rojo y azul, están los apóstoles, agrupados de tres en tres.[2]

La mesa con los trece personajes se enmarca en una arquitectura clásica representada con exactitud a través de la perspectiva lineal,concretamente central, de manera que parece ampliar el espacio del refectorio como si fuera un trampantojo salvo por la diferente altura del punto de vistapavimento, de la mesa, los tapices laterales, las tres ventanas del fondo o, en fin, los casetones del techo. Esta construcción en perspectiva es lo más destacado del cuadro. y el monumental formato de las figuras. Ello se logra a través de la representación del

La escena parece estar bañada por la luz de las tres ventanas del fondo, en las que se vislumbra un cielo crespuscular, de igual manera que por la luz que entraría a través de la ventana verdadera del refectorio. Dicha luminosidad, así como el fresco colorido, han quedado resaltados a través de la última restauración. Los 12 Apóstoles están distribuídos en cuatro grupos de 3. Ello sigue un esquema de tríades platónicas, de acuerdo a la escuela florentina de Ficino y Mirandola. Analizando de derecha a izquierda, en la segunda tríade se encuentra Judas, cuya traición rompe la tríade, colocándole fuera de ella. La tercera tríade desarrolla la teoría del amor platónico. El amor es el deseo de la belleza, la esencia de Dios es amor y el alma va hacia su amor embriagada de belleza. En la cuarta tríade se observa a Platón, Ficino y quizá el propio Leonardo, trata del diálogo filosófico que lleva a la verdad de Cristo.

Personajes

Los apóstoles se agrupan en cuatro grupos de tres, dejando a Cristo relativamente aislado. De derecha a izquierda según las cabezas, son: Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés en el primer grupo; en el segundo Judas Iscariote con pelo y barba negra, Simón Pedro y Juan, el único imberbe del grupo; Cristo en el centro; Tomás, Santiago el Mayor y Felipe, también sin barba en el tercer grupo; Mateo, aparentemente sin barba o con barba rala, Judas Tadeo y Simón el Celotemanuscrito autógrafo de Leonardo hallado durante el siglo XIX. en el último.

Dibujos preparatorios

Otras Últimas Cenas de la época

Última Cena, de Andrea del Castagno, 1445-1450, fresco, 453 × 975 cm, Cenáculo de Santa Apolonia, Florencia
Última Cena, de Andrea del Castagno, 1445-1450, fresco, 453 × 975 cm, Cenáculo de Santa Apolonia, Florencia

Última Cena, de Ghirlandaio, h. 1480, fresco, en el refectorio del Convento de San Marcos, Florencia
Última Cena, de Ghirlandaio, h. 1480, fresco, en el refectorio del Convento de San Marcos, Florencia

Puede compararse la versión de Leonardo con otras renacentistas inmediatamente anteriores, para advertir las innovaciones que Leonardo introduce en el tema. En ambas se comprueba la postura tradicional con Judas de espaldas y separado del resto. En los dibujos preparatorios Leonardo copió incluso la posición de uno de los apóstoles tirado sobre la mesa, tal vez bebido, posiblemente abatido.

Observaciones finales

Lo que es un hecho a comentar sobre la pintura en cuestión, "La Última Cena", es lo siguiente: Si bien es cierto que Leonardo tomó personas reales para sus modelos de los apóstoles (aunque se rumorea que el apóstol Simón fue hecho con el busto de Platón), en ningún caso es cierto que él mismo se pintara en la escena (supuestamente el segundo apóstol por la derecha), ya que si bien el parecido es real, en ningún caso coincide por fechas. La pintura data de 1495-1505, y en ese tiempo Leonardo tenía 45 años, mientras que el aspecto del apóstol es de mucha más edad. Además, en aquella época, el maestro aún no lucía barba ni un cabello tan cano.

En 1993, la escritora y abogada Vittoria Haziel publicó un pequeño trabajo en el que mostraba un documento de Leonardo Da Vinci en el que el genio del renacimiento "reconocía" la existencia de una mujer al lado de Cristo. Pese a que la investigación de la autora romana comenzó hace 14 años, su trabajo ha ido cayendo en el olvido y pocos son los que la reconocen este hallazgo.

Referencias

  • "Leonardo", Los grandes genios del arte, n.º 17, Eileen Romano (dir.), Unidad Editorial, S.A., 2005, ISBN 84-89780-69-2
  1. Pijoán, J., "Los últimos cuatrocentistas", en Summa Artis, Antología, V, Espasa, pág. 62; ISBN 84-670-1356-7
  2. Walther, I.F. (dir.), Los maestros de la pintura occidental, Taschen, 2005. ISBN 3-8228-4744-5, pág. 161

Véase también

Enlaces externos

Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/La_%C3%9Altima_Cena_(Leonardo)

Ireneo de Lyon

Ireneo de Lyon

Ireneo de Lyon
Ireneo de Lyon

Ireneo de Lyon conocido como San Ireneo (n. Asia Menor, 130 - m. Lyon, 202) Obispo 189.

Ministerio Cristiano

Fue discípulo, considerado el mejor de todos, del obispo de Esmirna, Policarpo, discípulo, a su vez, del Apóstol Juan. Policarpo le envió a las Galias (157). En Lyon donde se registró una cruel persecución que causó numerosos mártires entre los cristianos, fue ordenado sacerdote y desde el año 177 ejerció allí como presbítero. Fue enviado al Obispo de Roma Eleuterio, para rogarle mediante "la más piadosa y ortodoxa de las cartas", en nombre de la unidad y de la paz de la Iglesia, para que tratase con suavidad a los hermanos montanistas de Frigia.

Explicó que al rechazar a los falsos profetas había que acoger el verdadero don de profecía. Pese a rechazar los "excesos carismáticos" y apocalípticos del montanismo, consideró que no se podía prohibir las manifestaciones del Espíritu Santo dentro de las iglesias.

Sucedió a Potino en la sede episcopal de Lyon desde el 189 e intervino ante el obispo romano Víctor (190), para que no separara de la comunión a los cristianos orientales que celebraban la Pascua el mismo día que los judíos. No se tiene certeza sobre la fecha de su muerte, pero se estima ocurrió entre el año 202 y el 208.

El nombre de San Ireneo está vinculado, sobre todo, a la polémica contra los gnósticos.

Obra

Escribió el tratado Contra las Herejías (Ver: Contra las herejías), cuyo título completo es Desenmascarar y Refutar la falsamente llamada Ciencia (Gnosis en griego).

Explicó que no existe un Pléroma sobre el Dios Creador. La Regla de la Verdad, se resume en lo siguiente: hay un solo Dios Soberano universal que creó todas las cosas por medio de su Verbo, que ha organizado y hecho de la nada todas las cosas para que existan. El Dios del Antiguo Testamento es el mismo y único Dios del Nuevo Testamento, al contrario de lo que afirmó Marción.

Ireneo confrontó las concepciones según las cuales habría almas malas destinadas a condenarse o tres clases de humanos: materiales que no pueden salvarse, síquicos que pueden salvarse y espirituales que salvan. Dios ha encerrado a todos en la incredulidad, para tener compasión de todos (Romanos 11,32). Especialmente rechazó la versión gnóstica de Cristo, que lo hacía un hombre espiritual al que le fue administrado un cuerpo formado con substancia síquica, pero dispuesto con un arte inefable para que pudiera ser visto, palpado y sufrir y del que se libró al morir, y que en cambio nunca tomó nada del hombre material, porque éste nada tiene que pueda salvarse. Mostró cómo, según los argumentos que ellos proponen, el Verbo no se habría hecho carne. El libro V expone su escatología milenarista, heredada de los apóstoles: el Anticristo, la Resurrección de los justos y el Milenio.

Teología de Ireneo de Lyon

Ireneo defiende el principio de la tradición. El libro segundo del AH desarrolla o funda el principio de la tradición, que ya inicia Hegesipo, y fórmula este principio contra el gnosticismo, que admite revelaciones privadas, propias de sus escuelas. Dice que la verdadera tradición hay que buscarla en la Iglesia fundada por los apóstoles, donde sus sucesores han enseñado la doctrina auténtica.

Ireneo está fuertemente convencido de que la doctrina de los Apóstoles sigue manteniéndose sin alteración. Esta tradición es la fuente y la norma de la fe (regula fidei o regula veritatis). Para Ireneo este canon de la verdad parece ser el credo bautismal, porque dice que lo recibimos en el bautismo. Solo las iglesias fundadas por los apóstoles pueden servir de apoyo para la enseñanza auténtica de la fe y como testigos de la verdad, pues la sucesión ininterrumpida de los obispos en estas iglesias garantiza la verdad de su doctrina. A propósito de esto dice que seria largo recurrir a todas las iglesias, por ello reduce a la de Roma, gracias a lo cual tenemos toda la lista de obispos romanos. Lib. 3ª, cap3º, punto3º.

S.Ireneo es ante todo un gran exegeta, especialmente de San Pablo y de San Juan, de tal modo que cuando el explica a San Pablo o a S. Juan es casi como si estos se explicasen a sí mismos. S.Ireneo es el representante de la escuela asiática (de Asia Menor). La teología de la carne no viene de S. Juan.

La batalla en torno a los gnósticos se hace con San Pablo (dándoles así en la cresta). El tema central de la teología ireniana gira en torno al Salus Hominis (antropología), es decir, la salvación del hombre. En la antropología confluyen todo lo demás, trinidad, eclesiologia, escatología, etc. El punto de partida de su antropología lo constituyen los dos textos bíblicos del génesis que hablan de la creación del hombre. 1º Gen 1,1-26, el 2º Gen 2,7. Frente a los gnósticos que distinguían tres clases de hombre, el hombre material o hiliaco, el hombre psíquico o animal (porque su sustancia es la psijé o alma), y 3º el hombre espiritual o neumático (constituido de pneuma o espíritu)

Hay un solo hombre, carnal, espiritual y animal. Repetidamente dice que el hombre es una mezcla de cuerpo, alma y espíritu, en esto usa una terminología paulina, Pablo en 1ªTes 5,2. Los gnósticos daban a estos tres elementos la categoría de sustancia, y decían que los tres hombres eran de tres sustancias distintas, aunque teóricamente cada uno de estos tres podría vivir independientemente, o quizás unidos. El espíritu está revestido del hombre psíquico y este a su vez del hombre material. El ideal de ese espíritu es librarse de los otros dos, esto ocurrirá con la muerte. La sustancia espiritual es la sustancia de Dios, por ello el hombre es consustancial al Padre. La salvación para los hombres espirituales es debida a su propia sustancia, por ser de materia divina. La sustancia de los 7 cielos es el mundo del demiurgo, Dios inferior al Dios uno, tiene naturaleza psíquica, es el que crea al hombre material, pero el hombre espiritual es de sustancia divina.

S.Ireneo dice que solo hay un hombre, que asume las sustancias, así hay un tanto a favor de las cosas. El hombre es cuerpo, es carne, el alma es el principio de la vida racional y animal por el plasma (barro). El alma es principio racional, el principio que al barro comunica la vida sensitiva y racional. El espíritu es principio de vida espiritual del plasma. El hombre por el pecado pierde el espíritu. El hombre es una mezcla de cuerpo, alma y espíritu. Son cualidades inherentes al cuerpo. Sarcología: el hombre es carne, así antropología es filosofía de la carne. Car Capax Salutis: carne capaz de salvación. Aquí es donde se juega la batalla, para los gnósticos la carne no es capaz de salvación, para S.Ireneo sí. Salvación significa divinización de la carne, por eso el Hijo de dios se encarna para divinizar la carne. La carne, por ser materia, para los gnósticos, es corruptible, y acabará con la aniquilación. Por eso la carne de Dios no es real, sino aparente (docetismo), perdiéndose así los misterios de N.S.Jesucristo. La carne es esencial para S.Ireneo. el hombre per se es carne, pero una carne destinada a la salvación.

En Gen 2,7a. "Tomó Yahveh barro de la tierra", hallamos el origen del cuerpo, es barro de la tierra, ahora bien, ¿De qué tierra? De esta visible que tenemos ante nosotros, y el misterio de la curación del ciego de nacimiento lo pone esto de manifiesto. El hombre es un ser en construcción, idea de progreso, el hombre no acaba de ser hecho hasta que el hombre sea igual a la carne gloriosa de Cristo, entonces el hombre será perfectamente lo que Dios quiere, imagen y semejanza de Dios.

Por otro lado, subraya que ese barro tomado de la tierra, no fue plasmado por ángeles, sino por las manos de Dios, directamente, las manos de Dios son el Hijo y el Espíritu Santo. El Hijo es el que comunica al barro la imagen, y el Espíritu Santo es el que le comunica la semejanza divina. Cada una de las tres divinas personas en la creación, actúa a tenor de sus cualidades personales. El Padre crea la materia ex nihilo, el Hijo le da forma, y el E.Santo lo llena de vida. Gen 2,7b. Este aliento de vida se identifica con el alma, infundida en el plasma, y adopta la forma del plasma, a la manera como el contenido adopta la forma del contenedor, y se sujeta a la misma causalidad de las manos de Dios.

El hombre es un microcosmos, en el mismo ser del hombre hay como un resumen de toda la creación, del mundo material por ser material, y del racional por ser racional. S.Ireneo dice que Dios hizo al hombre rey no solo de este mundo, sino también del de los ángeles. El hombre mismo es resumen de la creación. Según Gen 1,26 hay que distinguir imagen de semejanza. Imagen es similitud con la forma, figura, lineamentos, y se da entre naturalezas iguales, se da necesariamente entre dos naturalezas iguales, tenemos por tanto la misma naturaleza de Dios, posible por Cristo, que tiene naturaleza humana. Aquí se introduce la teología trinitaria. El Padre no tiene forma, no es posible conocer al Padre sin el Hijo, el cual si tiene forma. Así pues, el hombre, que es material, corporal, carnal, es imagen de Dios en su sentido horizontal, es decir imagen de Cristo Dios que ha de venir, se ha de encarnar, es el paradigma.

En Cristo cabe distinguir varios estadios. El paradigma de Adán es Cristo, que es anterior al primer Adán, puesto que el primer Adán es solo anterior en el tiempo, no en la mente de Dios. En Cristo cabe distinguir distintos estadios (cuando nació, como niño, etc.) ¿En cual de estos estadios es el paradigma del que fue creado Adán?. En la resurrección, ese es el paradigma o modelo que Dios tuvo presente. Será imagen de Dios cuando su carne sea glorificada. El hombre pues está destinado por Dios a ser glorificado en su carne, mientras tanto estamos en periodo de construcción. Al ser una economía carnal, es precisa una historia, si hubiese sido una economía angelical no hubiese hecho falta.

La semejanza significa asimilación del hombre con Dios, que hay que distinguir otra semejanza, asimilación del hombre con Dios, es decir, el hombre se hace Dios, la semejanza consiste en que el hombre sea divinizado, deificado, el hombre está destinado a hacerse Dios. Esta semejanza es progresiva, ya el KATA (partícula segunda) tiene de suyo un dinamismo. Indica un proceso que tiene que desarrollarse hasta la perfección de la carne de Cristo, pero nunca barrerá la distancia física, sino la distancia cualitativa. Una cosa es la OUSIA (sustancia) o ser de Dios, y otra es la OUSIA humana, que es carnal, la distancia está entre el ser de Dios y el del hombre, nunca se borrará, la divinización del hombre se dará en el terreno de la cualidad, el terreno cualitativo, quiere decir esto que la sustancia divina tiene unas propiedades congénitas (poiotes) la sustancia divina de suyo es impasible, inmortal, incorruptible, y la sustancia humana de suyo es corruptible, mortal, y pasible. La divinización del hombre viene de que la sustancia humana se olvide de sus facultades y asuma las cualidades divinas. Cristo resucitado es el modelo que Dios tuvo delante al modelar a Adán. Por tanto Cristo es el objetivo al que ha de llegar la carne humana.

El hombre es un ser "in fieri", en construcción, que se está haciendo, llegará a ser perfecto hombre solo después de la resurrección, cuando su carne halla adquirido la incorruptibilidad y la inmortalidad. Mientras tanto, está sometido al trabajo de las manos divinas, Dios ¿Porque no hizo al hombre perfecto desde un principio? Porque si bien según los gnósticos la explicación está en el demiurgo, Dios creador, imperfecto, para S.Ireneo el hombre es incapaz de recibir la perfección de golpe por ser carnal, le hacia falta una historia. Dios es capaz de dar la perfección al hombre, pero el hombre es incapaz de recibir esta perfección. Toda la cuestión está en que Dios ha establecido una economía carnal, material. Por eso el Hijo de Dios se encarnó (por la economía carnal) y no se angelizó. La tarea de asimilación del hombre a Dios va unida al alma, nosotros somos un cuerpo tomado de la tierra, y un alma, el alma es mediadora entre este cuerpo y el espíritu. Así como la perfección de la imagen está virtualmente vinculada al cuerpo, el alma toma la misma imagen del cuerpo, el cuerpo comunica al alma la imagen del cuerpo, y así Dios comunica al alma la imagen del alma, para que lo comunique al cuerpo, actúa así de intermediación. La semejanza pues iría especialmente vinculada al alma.

Cristología de Ireneo de Lyon

Está en intima conexión con la antropología, Cristo, el verbo encarnado es el hombre ideal, es decir, el paradigma de Adán, el modelo del cual se hizo a Adán. Cristo estaba presente en la mente de Dios en el plasmado del hombre, "opera dei plasmatio hominis" (la obra de Dios es el plasmado del hombre). Dios empieza a modelar al hombre según un boceto, el segundo Adán (Cristo) que es la obra perfecta y acabada, El primer Adán es anterior al segundo solamente en el tiempo.

Todas las teofanías del A.T. desde Adán son manifestaciones del verbo. Hay que señalar la gran importancia de la encarnación, por tanto la realidad de la pasión, muerte y resurrección, contra los gnósticos(apariencia). La recapitulación, termino griego (anakefalaiosis), significa resumen, Cristo resume en su propia carne toda la historia de la salvación de la carne que se ha dado y de principio a fin, de modo pleno en la carne de Cristo glorificado. En Cristo se ha dado el resumen. Cristo recapitula a Adán, a toda la humanidad, recapitulando lo pasado y lo futuro, desde la creación hasta la glorificación.

Respecto al pecado original señalar que S. Ireneo constituye un testimonio a favor de la doctrina del pecado original. Difunde esta tesis S.Agustin por lo que fue acusado de maniqueo mal convertido, a lo que él rescata la referencia de S.Ireneo. Según S. Ireneo nuestros primeros padres, creados a imagen y semejanza de dios perdieron la semejanza, pero conservaron la imagen, aunque ofuscada. Cristo hizo brillar la imagen y le devolvió la semejanza. Destacar la ubicación del paraíso en el 4º cielo (el de en medio). El hombre, hecho de barro de la tierra es elevado al paraíso, 4º cielo, pero después por el pecado es expulsado a la tierra de nuevo. Así, en el paraíso estuvo equidistante de la tierra y del cielo sumo, explicando así el reinado del hombre sobre la tierra. El paraíso no admite al pecador, por eso fueron expulsados.

Mariología de Ireneo de Lyon

Él desarrolla mucho el paralelismo entre Eva y María de S.Justino. María reparó la desobediencia de Eva, convirtiéndose en el abogado de esta, y convirtiéndose en causa de la salvación de todo el linaje humano. Destacar la realidad de la maternidad de María, el salvador pasó a través de María como el agua pasa a través de un canal, el salvador tomó de María todo lo que era de madre (realidad de la maternidad).

Escatología de Ireneo de Lyon

Distinguir la escatología católica, la intermedia y la final. La intermedia es la situación del hombre desde la muerte a la resurrección, cada individuo, ¿en que situación se encuentra?. Respecto a ello S.Ireneo enseña las siguientes cosas sacadas de la exégesis del Rico Epulón y el pobre Lázaro (Lc 16,19 ss). Este texto para él no es parábola, sino historia real que nos cuenta el señor. Mediante la parábola nos muestra los siguientes puntos: 1º, perseverancia de las almas, es decir, las almas, tras la muerte perseveran en el ser, no se deshacen, 2º, la no-transmigración de las almas, se mantiene con una subsistencia propia, aquí interviene la omnipotencia de Dios, 3º, las almas retienen l figura del cuerpo, que las hace reconocibles, por eso el rico Epulón reconoce a Lázaro, por tener la misma figura que en vida. Las almas retienen la memoria de su obra pecadora y también el mérito, Abraham retiene el don profético y reconoce las obras del rico y del pobre, 4º, en el más allá hay un lugar de descanso y de pena, las almas buenas descansan en el seno de Abraham, las malas, como la del rico, están en un lugar de dolor, 5º, también ve S.Ireneo confirmadas una de sus tesis favoritas, la unidad de los dos testamentos, que nos permite ver en ley y profetas las palabras de Cristo, lo que ellos dijeron según la palabra de Cristo.

En la teología ireniana lo importante es siempre la Salua Carni, porque la historia salutis consiste en la deificación de la carne, el gozo del alma durante la escatología intermedia es un gozo relativo, intermedio, no-solo no ve al Padre, sino que ni al Hijo resucitado.

En la escatología final, la verdadera bienaventuranza, para que el hombre la adquiera es necesaria la resurrección del Verbo, la gente resucitada con la resurrección iniciaran el milenio, mil años durante los cuales no se verá al Padre, sino solo al Hijo resucitado acostumbrándose a la carne (Cristo) para luego pasar al Padre, además este milenio sucederá en la tierra, pero en un cielo nuevo y una tierra nueva. No se da en el milenio la visión del Padre, sino una preparación de la gente a la visión del Padre pero secundum carnem. Se da por tanto un proceso gradual, que lo inicia el E.Santo, lo continua el Hijo y lo consuma el Padre. Distingue así tres puntos en la historia de la salvación, E.Santo, etapa del A.T., la 2ª es la del Hijo, la cual a su vez se subdivide en dos, se inicia en la encarnación, y dura hasta la parusia, para luego continuarse la etapa del Hijo durante mil años, tras el séptimo milenio llegará el Padre. Así, en la ley del A.T. hemos recibido un espíritu profético, luego, con Cristo, un espíritu adoptivo, y al final el espíritu paterno. Hay pues un proceso de adaptación.

Contra el Evangelio de Judas

Su extensa y completa refutación de las diferentes doctrinas gnósticas ha sido recordada con ocasión del redescubrimiento del texto seudoepigráfico llamado Evangelio de Judas. Ireneo dice que es un libro utilizado por un grupo gnóstico al que denomina cainitas, los cuales:

dicen que Caín nació de una Potestad superior, y se profesan hermanos de Esaú, Coré, los sodomitas y todos sus semejantes. Por eso el Hacedor los atacó, pero a ninguno de ellos pudo hacerles mal. Pues la Sabiduría tomaba para sí misma lo que de ellos había nacido de ella. Y dicen que Judas el traidor fue el único que conoció todas estas cosas exactamente, porque sólo él entre todos conoció la verdad para llevar a cabo el misterio de la traición... Para ello muestran un libro de su invención, que llaman el "Evangelio de Judas".

Ireneo en varias partes de su obra se refiere a la oposición entre Caín y Abel.

Dios puso los ojos sobre las oblaciones de Abel, porque las ofrecía con sencillez y justicia; en cambio no miró el sacrificio de Caín, porque su corazón estaba dividido por celos y malas intenciones contra su hermano, según Dios mismo le dijo al reprenderlo por lo que ocultaba: «¿Acaso no pecas aunque ofrezcas tu sacrificio rectamente, si no compartes con justicia? Tranquilízate». (Gén 4,7 LLX: οὐκ ἐὰν ὀρθῶς προσενέγκῃς ὀρθῶς δὲ μὴ διέλῃς ἥμαρτες ἡσύχασον πρὸς σὲ ἡ ἀποστροφὴ αὐτοῦ καὶ σὺ ἄρξεις αὐτοῦ)
Caín, cuando Dios le aconsejó calmarse, pues no había compartido de modo justo con su hermano los deberes de fraternidad, sino que con envidia y maldad imaginó poder dominar sobre él, no sólo no se puso en paz, sino que añadió pecado a pecado, mostrando su intención con las obras. Llevó a cabo lo que había planeado (Génesis 4:7-8): se impuso sobre él y lo mató.

El sacrificio de Abel es un símbolo del sacrificio de Jesús:

Dios sometió el justo al injusto, a fin de que el primero mediante su sufrimiento se manifestase como justo, en cambio el segundo mediante sus actos desenmascarase su injusticia... el Dios que los desenmascara no es culpable de ellos ni obra el mal.
No son los sacrificios los que purifican al ser humano, pues Dios no los necesita; sino la conciencia pura de quien lo ofrece es lo que santifica el sacrificio.

Jesús dio su vida no para "liberarse del cuerpo", sino para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna... para que el mundo se salve por él; el que cree en él no es condenado (Juan 3:16-18) ; y la condenación está en que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tiniebalas que la luz... para que no sean censuradas sus obras (Juan 3:19-20,12:4-6).

Fiesta

Los cristianos orientales celebran la fiesta de San Ireneo el 23 de agosto. La Iglesia Católica la celebra el 28 de junio.

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Fuente:
wikipedia

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