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lunes, 14 de abril de 2008

Infierno


El Infierno

El infierno es, de acuerdo con el cristianismo y el Islam, más que un lugar de tormento para los condenados (como llegó a desfigurarse en siglos pasados), el estado definitivo después de la muerte al que llegan aquellas personas que a lo largo de la vida decidieron por sí mismas excluirse de la comunión con Dios, con sus semejantes y con la naturaleza. La palabra infierno proviene del latín infernum (DRAE, Vigésima Segunda Edición), "infierno", "inferior".

Por su parte, hay que mencionar que aunque la mayor parte de las religiones antiguas creía en la vida de ultratumba, no necesariamente tenían y utilizaban el concepto del infierno.

Descripción

El dogma del “infierno” ha sido una enseñanza fundamental de la cristiandad durante muchos siglos, por lo que no extraña en lo más mínimo el comentario publicado en The Encyclopedia Americana (1956, vol. 14, pág. 81):

“Ha causado mucha confusión y desconcierto el que los primeros traductores de la Biblia tradujesen sistemáticamente el Seol hebreo y el Hades y el Gehena griegos por la palabra infierno. La simple transliteración de esas palabras en ediciones revisadas de la Biblia no ha bastado para paliar de modo importante esta confusión y malentendido”

The Encyclopedia Americana (1956, vol. 14, pág. 81)

Así la palabra "infierno" que emplean la traducción católica de Félix Torres Amat, la Versión de Cipriano de Valera actualizada en 1909 y otras para traducir el término hebreo sche’óhl y el griego hái·dēs. Torres Amat no es consecuente en la traducción de sche’óhl, pues lo traduce (a veces con añadidos en bastardillas) “infierno(s)” 42 veces; “sepulcro” 17 veces; “muerte” 2 veces, y “sepultura”, “mortuorias”, “profundo”, “a punto de morir” y “abismo” 1 vez cada una. En la Versión Valera de 1909, sche’óhl se traduce “infierno” 11 veces, “sepulcro” 30 veces, “sepultura” 13 veces, “abismo” 3 veces, “profundo” 4 veces, “huesa” 2 veces, “fosa” 2 veces y “hoyo” 1 vez. Esta misma versión siempre traduce hái·dēs por “infierno(s)”, traducción que siguen las versiones Torres Amat, Felipe Scío de San Miguel y Nácar-Colunga, salvo en Hechos 2:27, 31.

No obstante, otras versiones actuales son más uniformes en la traducción. Por ejemplo, la Versión Valera (revisión de 1960) translitera la palabra original como “seol” 65 veces y emplea “profundo” 1 vez, mientras que utiliza “Hades” siempre que aparece en las Escrituras Griegas. Otro tanto ocurre con la palabra griega Gué·en·na que, aunque algunos la vierten por “infierno” (8 veces en la Versión Valera de 1909), se suele transliterar en la mayoría de las traducciones españolas.

Su acepción moderna es lo que hace que el término “infierno” sea una traducción tan poco ‘idónea’ de las palabras bíblicas originales. La Nueva Enciclopedia Larousse (1981, vol. 5, pág. 5201) dice bajo “Infierno”:

“Originariamente, la voz designaba lo que queda situado ‘más abajo’ o ‘inferior’ al espectador”. Así pues, la palabra “infierno” originalmente no comunicó ninguna idea de calor o tormento, sino simplemente la de un lugar “más abajo” o “inferior”, de modo que su significado era muy similar al del sche’óhl hebreo. Es interesante que incluso en la actualidad esta palabra significa, según la misma enciclopedia, “lugar subterráneo en que sienta la rueda y artificio con que se mueve la máquina de la tahona”

La Nueva Enciclopedia Larousse (1981, vol. 5, pág. 5201)

En religiones monoteístas, el infierno es simplemente gobernado por demonios. En las religiones politeístas, las políticas del infierno pueden resultar tan complicadas como las políticas humanas.[cita requerida]

En el cristianismo

Las imágenes que asocian al infierno como lugar de tormento aparecen claramente descritas en el Nuevo Testamento, sobre todo como lugar de fuego inextinguible, de llanto, rechinar de dientes, de tinieblas exteriores, de cárcel, de gusano que no muere, de muerte, segunda muerte y condenación eterna.[cita requerida].

"Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche" (Apocalipsis 14:9-11).

"Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 13:41-42).

"Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 13:49-50).

"... echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga" (Marcos 9:47-48).

Para el cristianismo, quienes practican el mal sin haber aceptado a Cristo Jesús como su Salvador y arrepentirse sufrirán eternamente en el infierno tras su muerte o pagarán por sus pecados en el infierno antes del Juicio Final en el que deberá comparecer toda la humanidad presente y pasada.[cita requerida] Sin embargo, hay muchos que creen que los fuegos del infierno destruyen los perdidos y que ellos cesarán de existir. Los Adventistas del Séptimo Día creen así y esta creencia crece entre miembros de otras iglesias.[cita requerida]

Esta visión del infierno de los cristianos es descrita también con detalles fantasiosos en una obra literaria, que reúne tanto las muy escasas indicaciones bíblicas, las elaboradas por la teología medieval así como las de la imaginación popular. En La divina comedia, de Dante Alighieri, el infierno tiene nueve círculos y en cada uno de ellos los condenados son sometidos a distintas penas, según la gravedad de los pecados. El infierno de Dante conduce al centro de la Tierra y allí está el demonio, cuyo cuerpo descomunal atraviesa el planeta de un hemisferio al otro. En el poema, Dante y su guía, Virgilio, salen del infierno trepando por la pelambre del demonio. Es necesario destacar que los escritores neotestamentarios tomaron todas estas analogías de las experiencias de la vida humana, pero posiblemente lo que intentan mostrar es lo irreversible de la condena y la desesperanza del condenado.

El infierno: ilustración 34ª. de Doré para La divina comedia
El infierno: ilustración 34ª. de Doré para La divina comedia

La teología cristiana ha discutido la noción de infierno a lo largo de su historia. En un tiempo no hubo duda de que se trataba del lugar en el que se castiga eternamente a los pecadores. En el que los tormentos no podían ser conmutados, aunque, como señala la Enciclopedia Católica, de principios del siglo XX y una de las obras más vastas del catolicismo, «el dogma católico no rechaza el suponer que Dios pueda, a veces, por vía de excepción, liberar un alma del infierno». Sin embargo, «los teólogos son unánimes en enseñar que tales excepciones nunca ocurrieron y nunca ocurrirán». La postura de la Enciclopedia Católica ilustra muy bien aquella concepción hoy en desuso, pues decía que la idea de fuego del infierno debería ser tomada en sentido literal, ya que «no hay suficientes razones para considerar el término [fuego] como una mera metáfora».[cita requerida]

Pero esta forma tan espacio-temporal de entender el infierno no es la que puede hoy sostenerse. El 28 de julio de 1999 en la catequesis que impartió ante 8.000 fieles en el Vaticano, el Papa Juan Pablo II dijo:

«Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría

Para los fieles poco instruidos y los teólogos ultraconservadores, estas palabras del Papa provocaron polémica. Está claro que no se niega la existencia del infierno, pero se le da un sentido espiritual, antes que concreto y material. Algunos fieles y versados en la materia, como teólogo católico Hans Küng ha rechazado la existencia del infierno por considerarla incompatible con el amor del Dios omnipotente.

Gehena

El Valle de Hinón era un lugar cerca de Jerusalén donde los Judíos apóstatas sacrificaron sus hijos a dioses paganos durante un periodo de tiempo, hasta que el fiel Rey Josías lo clausuró por tan abominable práctica (Jeremías 7:31; 19:5). En la época de Jesús llegó a ser vertedero e incinerador de la basura de Jerusalén. Allí se arrojaban los cuerpos de animales muertos para ser consumidos por el fuego, a los cuales se añadía azufre para acelerar la quema. También se echaban allí los cadáveres de criminales ejecutados a quienes no se consideraban merecedores de un entierro formal en una tumba. Al Gehena no se arrojaba ningún animal o humano con vida para que fuera quemado vivo o atormentado.

El que históricamente se usara este lugar como vertedero o basurero, hace pensar que nunca podría simbolizar una región invisible donde se atormentara eternamente a almas humanas en fuego literal, o donde estas fueran atacadas para siempre por gusanos que no murieran. Debido a que a los criminales arrojados allí se les negaba un entierro formal en una tumba -la cual simbolizaba una futura esperanza de resurrección-, tanto Jesús como sus discípulos usaron el Gehena como símbolo de destrucción eterna, aniquilación de en medio del universo de Dios, un castigo de muerte eterna, lo que puede desprenderse de los textos bíblicos en donde aparece el término. Por su carácter de destrucción total, el Gehena está relacionado con el lago de fuego del Apocalipsis o la "muerte segunda" (Apocalipsis 20:14).

En el judaísmo

El judaísmo, al menos inicialmente, creía en sheol, una existencia sombría a la cual todos eran enviados indiscriminadamente tras la muerte. El sheol pudo haber sido poco más que una metáfora poética de la muerte y no referirse a la vida después de la muerte. La escatología judía distinguió después entre un lugar especial para los justos y otro para los condenados o réprobos (Ezequiel XXXII, 17-32. Desde el siglo II el Sheol equivale, para los rabbanitas, a la Gehenna. También se conoce como Sheol-Abbadón, por este ángel del abismo que representa el mundo de ultratumba (Job, XXVIII, 22) y se traduce como 'perdición'. De cualquier manera, la vida después de la muerte era mucho menos importante en el judaísmo que en las iglesias cristianas.[cita requerida]

En el Islam

El Islam prevé el Juicio Final para todos los creyentes, como el cristianismo, y las referencias al fuego del infierno abundan en el Corán.[cita requerida] Durante la vida, los ángeles escribanos anotan las acciones de los hombres, y éstos serán juzgados de acuerdo con esos libros. El puente Sirat, delgado como un cabello, debe ser atravesado por los que se dirijan al Paraíso, y aquel que caiga irá a parar a las llamas del infierno. En cuanto a la estructura del infierno islámico, el libro más descriptivo es Las mil y una noches. En la Noche 493, este libro habla de un edificio de siete pisos, separados uno de otro por «una distancia de mil años». El primero es el único que se describe. Está destinado a los que murieron sin arrepentirse de sus pecados y en él hay montañas de fuego, con ciudades de fuego, las que a su vez contienen castillos de fuego, los cuales tienen casas de fuego, y éstas tienen lechos de fuego en los que se practican las torturas, todo en número de setenta mil. Del resto de los pisos del infierno, nadie, salvo Alá, conoce sus tormentos.[cita requerida]

En el catarismo

En el catarismo se tenía la idea que el infierno era el mundo material, es decir, el mundo donde vivimos creado por Satán y que Dios creó los Cielos y las almas, por ende, el mundo espiritual. De acuerdo con los cátaros, el mundo había sido creado por una deidad diabólica conocida por los gnósticos como el Demiurgo. Los cátaros identificaron al Demiurgo con el ser al que los cristianos denominaban Satán.

En otras religiones

Investigadores y ensayistas coinciden en señalar, especialmente desde el siglo XVIII, que la idea del mundo subterráneo como lugar de castigo no existía tan claramente marcada en las religiones antiguas o directamente era ignorada. Sin embargo los babilónicos tenían el Arallu. En su Diccionario filosófico, Voltaire anota que egipcios y griegos enterraban a sus muertos y creían simplemente que sus almas quedaban con ellos en un lugar sombrío. «Los indios, mucho más antiguos, que habían inventado el ingenioso dogma de la metempsicosis (reencarnación), jamás creyeron que las almas estuvieran en el subterráneo», señala Voltaire. Y agrega: «Los japoneses, los coreanos, los chinos, los pueblos de la vasta Tartaria oriental y occidental, ignoraron la filosofía del subterráneo».

Averno era el nombre antiguo que se le daba, tanto por griegos como romanos, a un cráter cerca de Cumas, Campania. Se creía que era la entrada al inframundo, a los infiernos. Según el escritor griego Diodoro de Sicilia, el Averno sería un lago oscuro e inmenso.

La descripción que hace Voltaire no es exacta en lo que se refiere a las religiones orientales. El hinduismo y el budismo creen en el infierno, aunque sólo como escenario transitorio en el ciclo de reencarnaciones. El hinduismo cree en 21 infiernos en los que pueden reencarnar los que han cometido faltas mortales. El Bhagavad Gita, incluido en el poema épico sánscrito Mahabharata, dice: «El infierno tiene tres puertas: la lujuria, la cólera y la avaricia». Y en él caen «los hombres de naturaleza demoníaca» hasta ser aniquilados. El budismo reelaboró la doctrina hinduista y su ortodoxia prevé esferas infernales en las que pueden reencarnar los mortales agobiados por profundos karmas (deudas vitales, camino incorrecto): la esfera de los espíritus torturados por el hambre y la de los demonios en lucha.[cita requerida]

Los griegos creyeron que las almas de los muertos permanecían en el Hades, al que se llegaba después de atravesar el río Estigia. Allí no sufrían otro tormento que el de su exilio y separación de sus seres queridos. Algunos podían mostrarse arrepentidos de sus faltas, como lo imagina Homero, que en La Odisea hace descender a su héroe al Hades. Odiseo habla allí con sus camaradas muertos en la guerra de Troya y con su propia madre. [cita requerida]

El Hades de los griegos está regido por el dios del mismo nombre, hijo del titán Crono. Aunque puede ser cruel, Hades no es maligno. Los romanos le adoptaron como "Plutón", y además de otorgarle el reino de los muertos, le dieron la custodia de los metales preciosos bajo la tierra. Los griegos poblaron el Hades de otros seres mitológicos, como las Furias y las Moiras. Las primeras habitaban bajo la tierra pero solían atormentar a los malos en vida. Eran mujeres con cabellera de serpientes, llamadas también Erinias. En cuanto a las Moiras (llamadas en Roma Parcas), su tarea era hilar el hilo de la vida de cada mortal y cortarlo en el momento justo. Hades estaba acompañado también por Cerbero, perro de tres cabezas, y por Caronte, el barquero que conducía las almas hacia el mundo subterráneo.[cita requerida]

En la antigua mitología nórdica, existía un mundo tenebroso para las almas de aquellos a los que no se les concedía entrar al Valhala. Sólo los mejores guerreros eran llevados a esa casa techada con escudos de oro. Los que no iban allí, eran entregados a Hel, diosa del mundo subterráneo. Voluspá, una de las eddas (poemas mitológicos de los antiguos escandinavos) menciona que en el reino de Hel el lobo destroza los cadáveres de los asesinos, los perjuros y los que sedujeron mujeres de otros. Es la única alusión a tormentos en esa compleja mitología.[cita requerida]

Véase también

Enlaces externos

Wikiquote

Wikcionario

martes, 18 de marzo de 2008

Sodoma

Sodoma




La Destrucción de Sodoma y Gomorra, John Martin, 1832.

Sodoma era una de las cinco ciudades de la Pentápolis, situada a orillas del Mar Muerto. Su gentilicio es sodomita.

En la Biblia

El libro del Génesis menciona Sodoma a partir del capítulo 10 y la sitúa dentro del territorio poblado por los cananeos.

Según el relato de la Biblia en el capítulo 18 del Génesis, Yahvé reveló a Abraham que destruiría Sodoma por medio de fuego y azufre porque su pecado era muy grave. Abraham intercedió por los justos de la ciudad, y Dios le repuso que no la destruiría si encontraba diez justos en la ciudad.

Según continúa el capítulo 19, en los versículos 1 a 38, dos ángeles de Dios entraron en Sodoma. Al verlos, Lot los invitó e insistió en que pasaran la noche en su casa.

Pero antes de que se acostasen, los sodomitas cercaron la casa y exigieron que les entregase a sus invitados para abusar de ellos. Lot se negó y la turba intentó romper la puerta, pero los dos invitados cegaron a los asaltantes.

Después dijeron a Lot que sacara a su familia de la ciudad. Lot avisó a sus yernos, pero éstos creyeron que bromeaba, así que Lot marchó sólo con su esposa y sus hijas. Después que los ángeles sacaran de Sodoma a la familia, Dios envió una lluvia de fuego y azufre que incineró completamente la ciudad con sus habitantes, y otras ciudades de la llanura. El tío de Lot, Abraham, desde una montaña a lo lejos vio la columna de humo que se levantó sobre la destruida Sodoma.

Otros libros de la Biblia utilizan este pasaje de la historia de Sodoma como ejemplo de cómo los pecadores son castigados.

Sodomía

Como herencia de la cultura judeo-cristiana, en varios idiomas occidentales se utiliza el gentilicio sodomita para designar a quienes, según la iglesia, practican diversa clase de "aberraciones" sexuales desde la época cristiana, como por ejemplo: homosexualidad, sadomasoquismo, necrofilia, vampirismo, etc.

La Tradición sostiene que la razón del castigo era la práctica de la homosexualidad (por lo menos masculina) por parte de los sodomitas, la cual pasó a llamarse sodomía. Otros lugares de la Biblia donde se apunta a esta práctica sexual son Judas 1, 7 y 2 Pe 2, 1-22, en el Nuevo Testamento. Sodoma es mencionada expresamente 46 veces en la Biblia (la primera en Gen 10, 19 y la última en Ap 11, 8), y representa la perversión humana en muchas formas. Fueron parte de un jardín antes de ser destruidas (Gen 13, 10), luego de lo cual serán referencias típicas de ciudades de malvados (Gen 13, 13; Deut 32, 32; 2 Pe 2, 6), y no solamente por la homosexualidad de sus habitantes, sino por muchas cosas, comenzando por el descaro de ufanarse de sus pecados (Is 3, 9). Otros sostienen sin embargo, que el versículo no describe ninguna relación (no hay consentimiento) homosexual sino una violación, lo que constituye claramente una mala interpretación.

En la Italia de fines del Renacimiento, al pintor Giovanni Antonio Bazzi (1477-1549), le llamaban Il Sodoma ('el sodomita' u homosexual).

Enlaces externos

Fuente:

De Wikipedia, la enciclopedia libre, http://es.wikipedia.org/wiki/Sodoma

Gomorra

Gomorra







Lucas van Leyden (1490-1533): "Lot y sus hijas"

Gomorra era la ciudad que, según el Antiguo Testamento de la Biblia, fue destruida junto a Sodoma.

"Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, destruyó estas ciudades y cuantos hombres había en ellas" (Gen.19:27'28).

Estaba situada en el valle de Sidim junto al Mar Muerto y era una de las cinco ciudades de la llanura, junto con Sodoma, Adma, Zoar y Zeboim.

Por algunos arqueólogos se considera que Numeria sería la antigua Gomorra. Por otros arqueólogos y según la "Teoría de la licuefacción", es factible que un gran terremoto destruyera estas ciudades y provocara un descenso del nivel de las tierras ocupadas por ellas, quedando sus ruinas inundadas por las aguas del mar. Los geólogos canadienses Grahan Harris y Anthony Berardow descubrieron que la península de Lisan, hacia la parte oriental del mencionado mar, fue el epicentro de un terremoto de escala mayor a seis en la escala de Richter ocurrido hace aproximadamente 4.000 años (tiempo que concuerda con el de la destrucción de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim). Según estos geólogos, el terremoto provocó efectos de licuefacción en el terreno de perra (el terreno se licua debido a que hay un material poroso que se llena de agua y estos suelos una vez están saturados se comportan como un fluido bajo la acción de las ondas sísmicas, provocando el engullimiento de las construcciones). Los restos de Gomorra reposarían bajo las aguas del Mar Muerto, pero en un lugar diferente del original.

Historia bíblica

La historia de Sodoma y Gomorra se lleva a cabo primordialmente en Gen. 19, ahí se relata por qué Dios juzgó indignos de "Su imagen y semejanza" a los habitantes de Sodoma y Gomorra. Dios decide tomarles la vida que les dio, pero antes de ejecutar su sentencia decide darles una última oportunidad y envía dos de Sus ángeles a la ciudad. Si Sus mensajeros pueden encontrar diez personas justas entre los habitantes de esa ciudad, ellos salvarían la ciudad de la destrucción a la cual se han sentenciado.

Esa noche, mientras los mensajeros divinos se alistan a dormir en el hogar de Lot, toda la población masculina de la ciudad rodea la casa de Lot y acusan a Lot de refugiar extranjeros sin haber sido "aprobados". Los hombres del lugar demandan que Lot les entregue los mensajeros para que los “conozcan” (“Yada”). Hay discusión entre los expertos sobre la interpretación de la palabra “Yada”, pero la traducción de Moffet como “violación violenta” es probablemente la más cercana al texto original. Lot llega a ofrecerles una de sus hijas para calmar la violencia de sus compatriotas y poder honorar el deber sagrado de hospitalidad al otro, al forastero.

Así queda en evidencia que esos "sodomitas" querían violentar los otros, someterlos a su poder arbitrario, privarles de su libertad y dignidad humana. Esa conducta criminal les llevó a su auto-destrucción por no aprovechar la última oportunidad dada por el Otro.

Algunos sostienen que Dios sentenció a muerte a los "sodomitas" por faltar a la ley del Amor que implica el respeto del prójimo, del otro. Dios no pudo salvarles porque rechazaron su Amor en los mensajeros divinos, porque fueron crueles, egoístas. Pero el asunto no se queda ahi:

"Lot salió de la casa y se dirigió hacia ellos, cerrando la puerta detrás de sí, y les dijo: “Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad.” Pero ellos le respondieron: “¡Quítate del medio! ¡Eres un forastero y ya quieres actuar como juez! Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.” Lo empujaron violentamente y se disponían a romper la puerta." (Gen 19:6-9)

La referencia a la abominación de las prácticas homosexuales queda clara en la Biblia. Hay otros dos pasajes de la Biblia que nos permiten determinar la connotación de de Gen 19:5: Judas 1, 7 y II Pe 2, 1-22, en el Nuevo Testamento. Allí es clarísima la referencia a la "perversión sexual" de Sodoma.

Ez. 16:49-50 indicó claramente el motivo de la cólera divina cuando dice: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan (en el Hebreo esta frase literalmente significa comer hasta vomitar), y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no tendió la mano al afligido y al mendigo. Y se llenaron de soberbia y abominaron de mi Ley.”

Aparte de sus propios crímenes, sus violaciones a la ley del amor, Ezequiel apunta claramente a la abominación de la Ley de Dios, que prohíbe claramente la homosexualidad. Además hace referencia al orgullo y soberbia con el que se cometen dichos pecados. La homosexualidad no es pecado por sí misma, pero sí lo es siempre su ejercicio. San Pablo condena las relaciones entre hombres indicando que es un pecado "que va contra la doctrina sana" ("los que tienen relaciones sexuales entre hombres" dice en I Tim. 1:10).

Cine

Hollywood muestra las circunstancias de estos sucesos en una película fantástica: "Sodoma y Gomorra", con Stewart Granger como protagonista en el papel de Lot.

Fuente:

De Wikipedia, la enciclopedia libre

http://es.wikipedia.org/wiki/Gomorra


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