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sábado, 12 de abril de 2008

El big bang y el Génesis




El judío que está plenamente identificado con la fe de sus antepasados encuentra la “verdad” en el Tanaj, las Escrituras Sagradas. Para sus teorías, la mente científica exige la verificación del experimento. También hay aquellos que se avocan a armonizar ambas perspectivas, buscando los puntos de coincidencia entre ambas perspectivas. Es una ocasión de regocijo para el religioso cuando la ciencia confirma algún detalle que la Biblia menciona. En las oportunidades cuando la ciencia “actual” contradice alguna afirmación de las Sagradas Escrituras, debe escoger entre varias alternativas. Puede afirmar que la ciencia no ha dicho aún la última palabra en el asunto, y que, tal como en otros casos, debido a nuevas teorías, observaciones, o a instrumentos más sofisticados, las conclusiones anteriores serán reconsideradas. Y desde luego que también existe la opción de reinterpretar algún versículo del texto sagrado, basándose en las nuevas revelaciones científicas.

Pero también hay quienes sostienen, y esa es mi preferencia personal, que los adelantos científicos deben servirnos para profundizar nuestro entendimiento de la tradición judía. El propósito no tiene que ser la búsqueda de la justificación científica de la tradición. Nuestra tradición tiene un valor que es enteramente independiente de cualquier conclusión de la física moderna o de cualquier otra rama de la ciencia. Las “verdades” morales y rituales de la Torá, debido a su origen divino, son inmutables. Pero cada ser humano, en cada generación, tiene la tarea adicional de interpretar las Mitsvot y el contenido de la Torá de acuerdo con sus posibilidades intelectuales y emocionales. Los avances contemporáneos en el campo científico, y en las ciencias sociales, nos deben servir por lo tanto, en nuestro afán por comprender “más” y mejor el mensaje divino contenido en el Tanaj.

Leamos los primeros cinco versículos de la Torá. (1)Bereshit “En el principio”, bará “creó”, Elohim “Dios”, el cielo y la tierra. (2)Pero la tierra estaba tohu vavohu “desolada y vacía”, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios flotaba sobre la superficie de las aguas. (3)Y dijo Dios: Haya or “luz”, y hubo luz. (4)Y vio Dios que la luz era buena e hizo vayavdel “separar” la luz de jóshej “oscuridad”. (5)Y llamó Dios a la luz día y a la oscuridad la llamó noche, y hubo tarde y hubo mañana: un día.

Según nuestros jajamim, Dios crea al mundo de la nada, yesh meayin. La ciencia nos enseña, en cambio, que existe una conservación de masa y energía en el universo según la famosa ecuación de Einstein. Por lo tanto, es imposible que se pueda crear un mundo de la nada. Segundo, de dónde proviene la luz de ese primer día de la creación, cuando, de acuerdo al relato bíblico, las estrellas y el sol que son la fuente de la luz y energía, no existían todavía. ¿Qué quiere decir “separar la luz de la oscuridad”? ¿Acaso es la oscuridad una sustancia que se puede seccionar y luego separar de la luz? El uso cotidiano de la palabra oscuridad refiere a la ausencia de luz. Y en la presencia de la luz no hay oscuridad.

Desde tiempos remotos, el hombre se ha interesado por la cosmología, la ciencia que investiga el origen y el desarrollo del universo. El Profesor Steven Weinberg, de la Universidad de Harvard, ganador de un premio Nobel, escribe que “en los años 50, se consideraba que ningún científico de reputación se ocuparía del estudio de los comienzos del universo..., porque simplemente no había suficiente base teórica y no existía la posibilidad de observar el universo para poder construir una teoría científica”.

Anteriormente (antes del siglo XX) se consideraba que el universo actual, es básicamente el mismo de siempre, tanto el del pasado como el del futuro. Porque durante los miles de años de la presencia humana sobre el planeta se ha podido constatar la constancia de los movimientos de los astros celestiales. En 1946, George Gamow y un grupo de colaboradores proponen una teoría diferente. Según esta teoría, unos 15 mil millones de años atrás (las estimaciones varían entre diez y veinte mil millones de años) se produce una enorme explosión, (la teoría del big bang) que da origen al universo. (Desde el punto de vista de nuestro universo, el tiempo empieza entonces. Lo que habría ocurrido antes no tendría influencia sobre nuestro mundo y, por lo tanto, sería irrelevante). Se trata de una enorme concentración de energía en un solo “punto”, que hace una gigantesca explosión para dar comienzo al alumbramiento del universo.

Es lógico que quede por explicar de dónde provino esta centralización de energía primaria. (Pero dejemos esta dificultad de lado, porque recordamos que Einstein enseña, de acuerdo a su famosa fórmula, que materia y energía son afines. Los científicos alegan que con poca materia se pueden crear cantidades enormes de energía, pues la fórmula en cuestión afirma que la energía es igual a la materia por el cuadrado de la velocidad de la luz (es decir, “astronómica” cifra de 300.000 kilómetros por segundo). De allí la posibilidad de crear una bomba atómica, que libera una gigantesca cantidad de energía. Pero tal como se puede liberar energía partiendo de la materia, igualmente se debe poder crear materia comenzando con la energía. Pero inversamente, esta vez se requieren enormes cantidades de energía para crear una pequeña masa de materia. Según Gamow, en el transcurso de la primera milésima de segundo después del big bang se forman los átomos y las moléculas, el universo se hace transparente y la luz invade todo el universo.

En el año 340 antes de la era común, Aristóteles sugiere que la tierra es una esfera y no una plataforma. Sus conclusiones se basan en dos observaciones. Según Aristóteles, los eclipses son causados por la tierra que se interpone para que la luna no reciba los rayos del sol. Si la tierra no es esférica, ¿por qué, durante el eclipse, las sombras sobre la luna son siempre redondas? Si la tierra fuese una plataforma, las sombras deberían ser más bien elípticas. Serían redondas únicamente cuando el sol se encuentre exactamente debajo del centro del disco que se supone es la tierra. El segundo argumento se fundamenta en el hecho de que la estrella polar aparece más baja en el cielo cuando se ve desde el sur de la tierra, que cuando es observada desde el norte. Si la tierra fuese un disco plano, esta diferencia no existiría. Un tercer argumento era el hecho de que en el horizonte se observa primero el mástil y las velas de un barco, y luego se percibe el casco.

Por ejemplo, ¿en qué consiste la energía solar? El sol emite unas radiaciones electromagnéticas. Parte de esta radiación es la luz visible que percibimos por el órgano de la vista (desde el color rojo al color azul, que son los colores del arco iris). Existen otros tipos de radiación que conforman la luz invisible, tales como la radiación infrarroja percibida por nuestra piel como calor, y la radiación ultravioleta que nos oscurece la piel. A este grupo pertenece también, la radiación de microondas (los hornos que utilizan este principio se han convertido en aparatos muy populares en las cocinas modernas). Existen otras radiaciones, las de radio, rayos X y otras. Estas últimas radiaciones son invisibles al ojo humano, pero existen cámaras especiales con materiales sensibles que pueden filmarlas.

Entre el momento “0” (cero) y la primera milésima de segundo del big bang los átomos no existen debido a la enorme temperatura de dicho instante. En aquel momento existe una “sustancia” que denominamos plasma. El plasma consiste de partículas que tienen carga positiva y de partículas que tienen carga negativa. (El átomo, en cambio, es neutro desde el punto de vista eléctrico porque contiene ambas cargas, la positiva y la negativa). Las partículas del plasma envuelven la luz y no le permiten paso. Por lo tanto, para cualquiera que intenta observarlo, el plasma es oscuro. De acuerdo con esta teoría, la luz primigenia de la gran explosión quedó atrapada en el plasma y no pudo ser vista. Cuando las temperaturas empiezan a descender, es posible la formación de los átomos que son transparentes y facilitan el paso a la luz.

Dado que nos encontramos a unos quince mil millones de años del momento del big bang, la radiación que se emite en los primeros instantes está dispersa y extremadamente debilitada. De tal modo que resultaba imposible detectar los vestigios de esta radiación con los instrumentos existentes. En 1965, Penzias y Wilson detectan, gracias a instrumentos más avanzados, una radiación muy débil que perciben desde todas las direcciones y que luego identifican como provenientes del big bang original. Se están confirmando más predicciones de esta teoría.

Debido a su importancia las observaciones de Edwin Hubble, de 1929, fueron eventualmente reconocidas. Hubble verifica que existe un constante alejamiento de las galaxias, las cuales se van separando cada vez más, unas de otras. Eso quiere decir que el universo está en un constante proceso de expansión. Por lo tanto, podemos deducir que en otras épocas las galaxias estaban mucho más cercanas, unas de otras. Si llevamos este argumento a su lógica conclusión, podemos intuir que en cierto momento inicial toda la materia que contiene el universo estaba concentrada en un solo punto infinitamente pequeño y denso. Y cuando ese punto hace explosión, nace el universo. El hecho de que el universo contenga enormes cantidades de hidrógeno y de helio, concuerda también con las hipótesis de esta teoría. Desde luego que queda un problema esencial por responder. ¿De dónde proviene esa energía inicial (esa bola o “punto” de energía primordial) y por qué hizo explosión en aquel momento, y no en otro? Por ahora, estas preguntas están fuera del marco de las posibilidades de la ciencia de ofrecer alguna respuesta razonable.

Regresemos a nuestro texto bíblico de Bereshit. Para el hombre de fe, es Dios quien ordena aquel big bang inicial. Punto. Tal como reza la Torá, Bereshit bará Elohim et hashamáyim veet haárets, “En el principio (y esta teoría afirma que hay un comienzo del tiempo) Dios creó el cielo y la tierra”. La creación de la luz, según nuestro texto, se puede entender como la aparición de los átomos (en los primeros instantes después del big bang, que es el acto de la creación) que son transparentes y permiten el paso libre a la luz. La separación de la oscuridad y de la luz, se refiere tal vez al plasma que atrapa la luz y no permite que se pueda observar la energía que contiene. El estado primordial del mundo de tohu vavohu, “desolado y vacío” de la Torá puede referirse a las modernas teorías del “caos”, teorías que forman una parte muy importante de las recientes especulaciones cosmológicas, que están fuera del alcance de estas notas.

Stephen Hawking reflexiona acerca de la naturaleza del tiempo partiendo de la teoría de la relatividad que descarta la noción de un “tiempo absoluto”. El deseo de unificar las dos grandes teorías, de la relatividad con la mecánica cuántica, introduce la idea del “tiempo imaginario”. No se puede distinguir entre este tiempo y las direcciones espaciales. Por lo tanto, en este tiempo “imaginario”, se puede hablar de ir “marcha atrás”. Hawking ofrece el ejemplo de un vaso con agua que se cae al suelo y se quiebra en pedazos. En el “tiempo imaginario” podríamos observar el reverso de este “accidente” del vaso de agua. Notaríamos cómo se reúnen los pedazos para formar el vaso, recogiendo el agua desparramada para ubicarse en su posición inicial sobre la mesa.

Este fenómeno podría darse en el período de la “implosión” del universo, que es la fase contractiva que empezaría en algún momento (cuando concluya la etapa de la explosión que se manifiesta a través del constante alejamiento de las galaxias) y que terminaría en un colapso total. Desde un prisma religioso, esta teoría permite concebir el proceso de tejiyat hametim, “la resurrección de los muertos” que la tradición judía promete se realizará en el momento de la historia de la humanidad que se denomina ajarit hayamim, “el fin de los días”. Hawking, en cambio, se inclina por otra teoría bajo la designación de la “flecha del tiempo”, que siempre apunta en una sola dirección.

Concluimos estas observaciones señalando que de acuerdo con esta teoría, escuetamente descrita, los primeros momentos del big bang fueron cruciales y, por lo tanto, se puede concebir que el universo fuera creado en instantes. Según una tradición rabínica, Dios crea al mundo en un principio y luego va ubicando las diferentes cosas en los seis días de Bereshit. De acuerdo con esta opinión el sol y la luna, y todo lo que compone el universo fue creado de inmediato y el relato del Génesis describe como cada cosa se fue ubicando paulatinamente hasta adquirir su forma permanente. Por lo tanto, se puede considerar que no fue necesario un período evolutivo de millones de años para llegar a un mundo, igual al que observamos en la actualidad.

Fuente:
http://www.editorialboker.com/articulo.aspx?id=539

Torá: Revelación Divina o Invento del Hombre

Torá: Revelación Divina o Invento del Hombre


Sin símbolos

Shavúot es la fiesta en la que conmemoramos la entrega de la Torá de D"s al pueblo de Israel. Es una oportunidad para reflexionar acerca de la importancia, el sentido y el significado de la Torá. Para que podamos conocer el objetivo que ésta se propone para nosotros y para todo el mundo.
Cada comemoración judía tiene sus símbolos característicos. Sabemos que en Rosh Hashaná se destacan las manzanas, la miel, el shofar y los rezos prologados en el Beit Haknéset. Iom Kipur se caracteriza por el taanit, el ayuno: no comer ni beber.

Pésaj, a su vez, es una fiesta en la que por siete dias está prohibido comer pan. Comemos matzá y maror, celebramos el séder de Pésaj en el cual nos reunimos todos alrededor de una mesa, durante dos noches.
Cada una de las fiestas judías tiene sus símbolos concretos que nos la hacen vivir como concreta y palpable. La palabra Pésaj, por ejemplo, se asocia a matzá y a maror, como al concepto de Rosh Hashaná se lo asocia con el shofar o cuando decimos Iom Kipur lo identificamos con el ayuno. Lo mismo acontece con otras festividades judías. Así, cuando decimos Sucot asociamos esta celebración a la sucá, a las cabañas, al lulav, el etrog. Del mismo modo que asociamos Purim a la seudá, el vino y la lectura de la Meguilá o asociamos las velas a Janucá.

Sin Mitzvá específica

Ahora, si nos preguntamos cuál es el símbolo representativo de Shavúot observamos que en esta festividad no se se destaca ningún rito o simbolismo específico. Es, justamente, la festividad en la que se celebra la entrega de la Torá. Y que debe ser la fiesta más relevante en el calendario judío, dado que es el inicio de todo. Sin embargo, la Torá no nos ha encomendado ninguna mitzvá especifica para Shavúot.

Es curioso comprobar que mucha gente de nuestro pueblo se comunica cada año con el rabinato para preguntar por la fecha en que se celebra tal o cual festividad, sea Rosh Hashaná, Pésaj o Sucot, pero nadie llama para preguntar cuándo es Shavúot.

La Torá es algo especial

La gente ignora una fiesta tan importante. Por ello debemos resaltar que, la esencia fundamental del judaísmo es la Torá. Sin embargo, está escondida y carece de símbolos. La Torá es un elemento tan complejo, que nos confundimos cuando nos topamos con ella. Y no sólo hay desconocimiento de la gente, también acontece con los estudiosos. Esto pasa a menudo en el análisis de las religiones comparadas. La confusión nace allí justamente porque los estudiosos ponen en la misma mesa cosas distintas. Si, por ejemplo, analizamos vegetales debemos cuidarnos de no ubicar entre éstos, minerales.
Toda vez que se ha comparado al judaísmo con otras religiones, se ha caído en falsas conclusiones.

Es necesario siempre realizar una introducción para poder apreciar la grandeza de la Torá. La Torá es algo especial, que muchas veces aparece como un enigma de lo que significa para el pueblo judío. Por ello vamos a adentrarnos en el tema, para entender porqué no existen símbolos que caractericen a Shavúot, la fiesta de la Torá.

Necesidad de la religión

En primer término, debemos reflexioar sobre las necesidades del ser humano y de la religión. La religión es una necesidad de las personas. Todos tenemos una tendencia a buscar la protección desde el mismo momento de nacer. Sabemos que el niño que crece sin ambiente familiar va a tener serios problemas, justamente por la desprotección. Todas las personas necesitan del afecto paternal como del de los hermanos y, más tarde, del cariño de una pareja y de la amistad con sus pares. Son necesidades psicológicas de los hombres, que sin ellas pueden subsistir pero van a tener un desarrollo careciente.
Otra necesidad psicológica de los seres humanos, es la religión. Es la necesidad del hombre de sentirse protegido ante lo desconocido.
El hombre en sus comienzos estaba en un mundo nuevo y, por lo tanto, extraño. No tenía la posibilidad que tiene el hombre actual, a quien ya en la niñez le enseñan en el colegio acerca del frío y el calor, el sol y la luna, el trueno y las lluvias.

Todo ello era nuevo para él, sentía miedo y, por lo tanto, necesidad de protección. Esa necesidad de protección era tan grande e importante para el hombre como la necesidad que tienen hoy los seres humanos de afecto parental, del cariño de pareja y de la amistad de los demás.
Por eso, antes de que exista la Torá, el hombre ya había creado a D"s. Antes de que D"s se revele al hombre, el hombre ya había buscado a D"s. Pero lo que edificó el hombre no era el D"s verdadero, sino un ser sobrenatural por el cual el hombre se sentía protegido en los momentos de angustia. Ante lo incomprensible, ante el desconocimiento de porqué había sol o porqué llovía y desaparecía el sol, evocaba a ese poder supremo, que era como su D"s; un poder superior que atribuía al Sol, a Zeus o a Júpiter.
Siempre hubo un elemento de poder supremo que estaba por encima del hombre y le servía a éste para satisfacer la necesidad de protección. Asi nacieron las religiones. Es un mérito, porque es el hombre quien buscó satisfacer sus necesidades.

La diferencia

La diferencia que tiene el judaísmo y por la cual no puede ser comparado con otras religiones, es que la Torá no fue creada por el hombre para satisfacer sus necesidades psicológicas y sentirse protegido ante lo desconocido.
La época en que se entrega la Torá, fue el 6 de Sivan del año 2448, hace aproximadamente tres mil trescientos doce años. Según lo que dice el Midrash, de acuerdo al Talmud, nuestras almas estuvieron presentes en ese momento.
En esa época, cuando se entrega la Torá, ya existía la posibilidad de saciar la necesidad del hombre ante lo desconocido, porque existían cientos de dioses.
La entrega de la Torá es la revelación de D"s al Pueblo Judío. Y esto señala la singularidad del Judaísmo.

Días de impureza

Nosotros contamos los días del Avodat Zará (Omer), que son 49 y se contabilizan en el período de tiempo que transcurre desde Pésaj a la entrega de la Torá, o sea, Shavúot. Estos días, son correlativos a los 49 cabalísticos grados de impureza en los que cayó el pueblo judío que estaba viviendo en Egipto.
La corrupción del hombre tiene un comienzo y también un fin. Para decirlo en términos cotidianos, uno no puede comer más de lo que su propio estómago tiene capacidad de contener.
Y también hay límites para hacer el bien y para hacer el mal. El mal, cabalísticamente tiene 50 niveles. Y el pueblo judio mientras vivia en Egipto, donde habia todo tipo de impurezas, corrupción, paganismo e idolatria llegó al grado número 49 del mal.
Entre el momento que el pueblo judío sale de Egipto y que va a recibir la Torá, pasan 49 dias. En cada uno de estos días los judíos trabajaban para erradicar uno a uno los vicios que habían adquirido en Egipto.

Armonía y plenitud

La Torá es algo singular, que marca un hecho distinto a las demás religiones. La Torá no fue creada por los judíos. Es algo nuevo, sui generis. Es D"s quien le revela la Torá al pueblo judio, al pueblo de Israel.
Y sirvió no ya para hacerlos sentirse protegidos por algún ser supremo. No, la Torá tiene un sentido abarcativo en todas las áreas. Fue una revelacion hacia el pueblo judío. No invita a adorar a un D"s. La Torá es lo que le faltaba al mundo para vivir en armonía y en plenitud.

Diez palabras

Segun la Kabalá el mundo se creó con diez palabras. Si leemos el Génesis (el Libro Bereshit), allí dice: 'Bereshit bará Elohim et ha Shamaim ve et Haaretz. Ve Haaretz aitá tou ba vou, ve joshet alpenet et ha or'.
La traducción de la primera frase es: 'En el principio D"s creó el cielo y la tierra'. Ahora bien, si leemos acerca de los seis días de la Creación, es interesante reparar las veces que está escrita la palabra 'baiomer'. Y dijo: aiomer Elohim iié Or. O sea: Y dijo D"s que haya luz. Y se hizo la luz.
Y también dijo D"s que la vegetación se reproduzca sobre la tierra y así aconteció. Para la Kabalá, así como hay diez sefirot, esas diez palabras son las que han logrado crear el mundo. La armonía y el equilibrio universal están basados en diez palabras.

Mientras se cumplan estas diez palabras, el mundo estará en orden y equilibrio ecológico; manteniéndose también en satisfactoria plentitud y felicidad.
El Génesis se refiere a la creación de los elementos del universo, o sea, los planetas, las estrellas, el espacio, la tierra, los animales. El lugar y el tiempo fueron creados en los seis días de la Creación, con diez palabras.
Mientras que las criaturas creadas por esas diez palabras cumplan con ellas, el mundo se mantiene en armonía. Pero falta algo que debe tambien vivir en armonia. Nos referimos al ser humano, que es el protagonista que cubre el espacio y el tiempo. Faltaba que al hombre se le revelen cuáles son esas diez palabras para que sepa también vivir en armonía y que sea todo perfecto, pacífico, satisfactorio y que produzca felicidad.

'Dibrot ve maamarot' (Menciones y comentarios)

Es así que, 'Matán Torá', o sea, 'la Entrega de la Torá' nos recuerda a la entrega de dos Tablas de la Ley con cinco mandamientos en cada una.
Cuando uno estudia Torá tiene que realizar una tarea doble: primero se deben erradicar los prejuicios, preconceptos y conocimientos falsos que tenemos. Y sólo después podremos integrar el verdadero concepto en nuestra mente.
El error más generalizado, proviene tal vez de una falsa traducción. Es la que habla de 'Diez Mandamientos'. No es así, en hebreo está escrito 'Eser Dibrot'. Lo que quiere decir, diez palabras. Son entonces diez menciones que D"s le dio al hombre. En las que están formuladas y sintetizados los 613 preceptos de la Torá. Todo el judaísmo esta ahí. Se llaman tambien 'Maamarot', o sea, 'Comentarios'.
Igual que las diez menciones con las que D"s creó al mundo según el Génesis, son estas diez para explicarle al hombre lo que debe hacer.

¿Para qué esa comparación? 10 palabras y 10 menciones. Esto es para que el hombre comprenda que no se deben contradecir estos diez términos. Por ejemplo, si el sol dejase de cumplir con la mención que D"s hizo en el Génesis, para que salga por el este y se ponga en el oeste, y si mañana por la mañana el sol no quiere salir, no va pasar mucho tiempo sin que el mundo se destruya y no quede ningún vestigio de vida sobre la tierra.

La destruccion sobreviene cuando se contradicen las diez palabras del Genesis; ahora, cuando D"s da lo que todos llaman 'los Diez Mandamientos' y cuando el hombre transgrede todo lo que tiene que cumplir, crea un desequiibrio en el universo. D"s no creó un universo armónico sólo para los objetos inertes que existen, sino que lo creó también armónico para el hombre.

Ni rezo ni rito

La Torá viene a completar la Creación. Viene a enseñarnos cómo debemos actuar para vivir en la perfección, la armonía y la felicidad.
No debemos decir de ella que es religión judía; decirlo es una herejía judía.
La religion es el invento del hombre para poder saciar o satisfacer su instinto de miedo ante lo desconocido.

La Torá no es religión, ni rezo ni rito ni culto. Hay al respecto un error generalizado. Que se observa nítidamente, por ejemplo, cuando reparamos en los nombres de las primeras instituciones de nuestro ishuv. Al llegar nuestros antepasados a la Argentina, fundaron instituciones y las llamaban, por ejemplo, 'Comunidad Israelita de Culto y Beneficencia', pero nosotros no tenemos culto a D"s. La palabra 'Culto' estaba demás.

Etimología

La palabra Torá viene del hebreo: 'horaá', 'moré' o 'morá'. 'Enseña', 'maestro', 'guía' serían sus significados. Es decir, que se trata de una enseñanza para el hombre. El Moré enseña, no para que lo adoren, sino que para que el alumno pueda manejarse en su vida y obtenga satisfacción y éxito. No es un lider político que tiene que conquistar a los demás para que se transformen en sus seguidores.

La Torá no vino a que nosotros nos hagamos esclavos de D"s. La Torá vino a enseñarnos únicamente lo bueno para nosotros, para que tengamos éxito en la vida. El judaísmo sufrió todo tipo de tergiversaciones cuando se lo comparó con otras religiones. Porque no han entendido que, justamente es la antítesis de aquellas. Mientras las otras religiones preconizan un culto a D"s, en el judaísmo, en cambio, se enseña que D"s está para beneficiar al hombre.

Dar sentido

Si nosotros leemos la Torá y encontramos algo que nos aparenta ser contradictorio con los intereses del ser humano, entonces no entendimos bien lo que leímos. En la Torá no existe ni un punto ni una letra que agreda los intereses del ser humano. El judaísmo es el beneficio para que el hombre viva mejor, feliz, contento y en plentitud.

Hay muchas cosas en la Torá que aparentemente coartan la libertad o la satisfacción del hombre en el mundo. Pero no es así, lo que tenemos que comprender es que la Torá nos enseña a disfrutar mejor de la vida.
Ser feliz no depende de la cantidad o de la grandeza de las cosas, sino del sentido que les damos a las cosas.

Esa es la diferencia por ejemplo, entre un brindis familiar en Pésaj y una reunión de muchachos de la esquina que se emborrachan.
En el caso de los muchachos que acuden a un quiosco callejero y toman juntos cantidades de cerveza, cuanto más toman más se embriagan. Y luego llevan a cabo comportamientos lujuriosos o violentos.

Se supone que estos actos desavenidos son la consecuencia del alcohol. Ahora, bien: la Torá no nos prohibe tomar alcohol. Lo que nos enseña es que todo lo que hagamos en la vida, debe tener un sentido.
La persona que toma sin cesar hasta perder el control de lo que hace, puede incluso entrar en la perdición.

No se sacía y toma una y otra copa hasta caer en la corrupción personal. La falta de medida para beber es el producto de la falta de sentido de lo que está haciendo. En cambio, es distinto cuando hay un motivo para beber alchohol. Cuando hay una ocasión determinada, es decir, cuando podamos dotar a este acto de sentido.

Y este último es el caso del brindis de Pésaj, por tomar un ejemplo. Toda la familia se reúne entonces alrededor de la mesa. El abuelo toma la copa de vino de 12 grados de graduación alcohólica y se sirve cada uno cuatro copas de vino.
La diferencia es abismal con los muchachos que toman sin sentido. El sentido es lo que hace que la satisfacción sea real, verdadera, plena. Por ello, la Torá viene a enseñarnos dónde, cómo, cuándo y porqué disfrutar del mundo. La Torá abarca la perfección de la humanidad y del universo.

El concepto del judaísmo es algo especial. Y no solamente se lo tergiversa en el estudio de las religiones comparadas, sino también cuando se hacen estudios del folklore de las comunidaddes y se habla de la comunidad judía como se habla -por ejemplo- de la comunidad española, de la comunidad italiana o de la comunidad alemana.

Pero el riesgo más común es que asociemos algo profundo y trascendental con algo concreto que nuestros sentidos pueden palpar. Este criterio práctico puede tergiversar y ocultar el sentido de las cosas. Corremos el riesgo de creer que Pésaj es sólo el momento de comer 'gefuilte fish' (pescado relleno, a la usanza ashquenasí). Debemos siempre preguntarnos por el sentido de las cosas. La Torá es la que nos guía por este sendero.

Ser religioso

Otro de los conceptos equívocos es el de ser religioso. Podemos frecuentemente escuchar a personas judías que dicen, por ejemplo: 'yo no soy religioso, porque no voy al templo'; como otros dan de sí la misma definición porque no cumplen con el shabat o no comen kasher o no se ponen los tefilim.
Vemos que se reduce la religiosidad al hecho de ir o no, por ejemplo, al Beit Haknéset (Sinagoga). Y podemos comprobar que hay personas que en cambio sí van al Beit Haknéset y lo hacen todos los días. Y que no podemos decir de ellas que sean religiosas, porque ni siquiera son judías. Y van todos los días porque es su lugar de trabajo.

En estas definiciones de ser o no religioso, el único criterio que cuenta es el del rito. Y éste es un error muy común: se reduce la religión al cumplimiento -o no- de ciertos ritos. Si un hombre se levanta apurado y ni siquiera comparte con la mujer y sus hijos, porque no quiere demorarse para llegar a hacer la tefilá, no podemos decir que sea un religioso. Del mismo modo que no podemos tampoco decir que no lo sea, aquel hombre que se dedica al comercio pero que sí atiende a la familia que necesita de su presencia. La religiosidad está incorrectamente asociada al cumplimiento de los ritos. Y lo que deben atenderse son los preceptos.

Así, muchos se preguntan 'cómo los religiosos tiran piedras'. Si tiran piedras no son religiosos; la religión no es lo que un grupo de personas determina que es. La religión es lo que está escrito. Y abarca la totalidad del Universo.
Es un imperdonable exabrupto decir, por ejemplo, que 'un religioso mató a Rabin (z "l). Al llevar a cabo un crimen, ya deja de ser un religioso. Esta equivocación debemos erradicarla de nuestras mentes.

Estereotipos y disfraces

Como vimos, con diez palabras se creó el mundo y con diez palabras D"s le dijo al hombre todo lo que tiene que hacer. Y Shavúot carece de símbolos porque, a propósito, D"s le dijo en la Torá que no hagan nada. Porque si hubiera dado un solo símbolo, hubiéramos dicho '¡ah, la Torá significa esto!'. Es decir, si por ejemplo, hubiera una prescripción que para Shavúot indicaba ponderse tres veces los tefilim, hubiéramos creído que eso es ser religioso.
Cuando nos preguntamos qué es la Torá debemos saber que se trata del Todo. Y el Todo se representa con la Nada.
Es necesario dejar de lado los estereotipos que nos marcamos a nosotros mismos.

Así como sucede, tomando un ejemplo fuera del judaísmo, que si un hombre se disfraza de 'Papá Noel' y conduce un automóvil último modelo en vez del trineo, no es 'Papá Noel', así sucede tembién entre nosotros. Hay mucha gente que se disfraza de religiosos. Pero no quiere decir que lo sean.

Relación con la Torá

Es muy importante que en Shavúot nos dediquemos a reflexionar acerca de nuestra relación con la Torá. Todos los años tenemos que reinterpretar la Torá, sabiendo que es un proceso carente de símbolos.
Cuando nosotros estemos más compenetrados y tengamos más fe en la Torá, mejor nos va a ir en nuestra vida.
Debemos en Shavúot reflexionar para comprobar que la Torá es divina y nos ha sido entregada por D"s para nuestro beneficio. Sólo entonces se nos va hacer mucho más fácil poder cumplir con la Torá. Y nuestra vida va a ser mejor.

Las dudas

El problema más común, es que muchas veces hay quienes tienen algo debilitada la fe en la Torá. La entrega ocurrida hace más de tres milenios lleva a algunos a cuestionarse con expresiones del tipo, 'vaya uno a saber si fue cierto'.
Ahora bien, si nosotros nos preguntamos por nuestros antepasados veremos que tampoco los hemos conocido. Sin embargo, no dudamos del relato de nuestros padres y abuelos acerca de la existencia de nuestros bisabuelos y tatarabuelos.
Nos han contado, por ejemplo, que nuestros abuelos vinieron de Europa escondidos en las salas de máquinas de los buques. Y que alguno de los hermanos pudo bajar en el puerto de Nueva York y otro tuvo menos suerte y debió seguir escondido. Hasta que llegó a la Argentina o al Uruguay. Y creemos en estos relatos. Como creemos también en los relatos de los abuelos que nos hablan de quienes fueron sus abuelos y a los que reconocemos como nuestros tatarabuelos. Pero, curiosamente, al hombre moderno le resulta menos confiable el relato de la entrega de la Torá, cuando durante tantos siglos se ha venido repitiendo por tanta gente.

La tradición

Hay un concepto en la vida, que en hebreo se llama 'masoret' y en español 'tradición'. Es un elemento sin el cual los pueblos no pueden vivir. Y esto no sólo en lo referido a la religión. Tampoco habría, por ejemplo, vida económica, comercial ni mercantil sin tradición.
Toda sociedad acepta la tradición. Gran parte del Derecho nace justamente de la tradición. Toda sociedad es más que un méro cúmulo de personas, precisamente porque es portadora de un conjunto de costumbres y creencias que constituyen sus hábitos y configuran una tradición.
Hay quienes dicen que sólo creen en lo que está escrito. Pero bien, lo que está escrito ha sido muchas veces la confirmación de lo que alguien dijo verbalmente.

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Roma se apodera

El hombre había progresado intelectualmente. Y los pueblos empezaron a considerar más al judaísmo. Pero había un problema: las naciones eran antijudías -o antisemitas, si usamos el término contemporáneo. Admiraban a la religión judía, pero odiaban a las personas judías. Entonces, ¿qué hicieron? Le sacaron a los judíos su religión y los convirtieron a éstos en desertores y traidores de su propia religión.

Eso es lo que hizo Pablo de Tarso. Acusaba a los judios de no haber aceptado a su propio Mashiaj y sostenía que el mismo D"s los había relegado. Es así que la religion judía se traspasa ahara a los romanos. Hicieron esta maniobra, una cesárea que les urgía dado que esa sociedad ya no estaba más para el politeísmo. Entonces hicieron ese excelente cambio. Hay muchos libros de autores cristianos que analizan esto. Quien estudia la historia de Roma verá que fue así. Que fueron traidores a sus propias raíces los creadores de esta nueva religión.

Ahora, sucedió después que, por ciertos criterios sociológicos, demográficos y políticos, además de los cambios que hubo en la estructura de los países y de los imperios, adquirió auge la religión cristiana.
Vale apuntar que ésta tuvo un auge especial justamente porque en ese momento empezaron a haber muchas conversiones al judaísmo. Era un momento en el cual la humanidad perdió su confianza en los dioses paganos y en los ídolos. Y Roma se apodera de aquella religión monoteísta que tuvo a su alcance. Modificándola, claro está.

Presencia del pueblo

En cuanto al Judaísmo, veremos que la tradición no nace de una sola persona y que no es, por lo tanto, endeble.
Moshé recibe de D"s las Tablas de la Ley en el Monte Sinai. Pero Moshé no estaba a solas cuado hablaba con D's. El Matán Torá, (la Entrega de la Torá) que festejamos en Shavúot fue el acto de todo un pueblo. Un versículo de la Torá nos dice que esta Revelación fue la única vez que se produjo en la historia y que ya no va a haber otra. Es decir, que nunca más habrá una revelación de este tipo.

D"s se reveló no ante una, diez, cien o mil personas sino ante ante un Pueblo entero, y no por un segundo. Se reveló durante un año seguido, en Egipto. Y a través de los milagros. Y en el Monte del Sinai se reveló ante dos millones de personas. Las diez palabras que constituyen el complemento al equilibrio universal las escuchan directamente de D"s. Esa tradición nació del relato de dos millones de personas, que fue transmitiéndose de generación en generación.
Ésta es nuestra masoret, nuestra tradición.
Nosotros estamos aquí por eso. No creemos sólo porque la Torá lo dice, sino porque el pueblo entero -que fue testigo- lo fue transmitiendo de una a otra generación.

La tradición es entonces también una de las razones esenciales por las que creemos nosotros en la Torá.
Sumemos a esto la existencia de un análisis filosófico, que señala que tiene que haber una direccion divina del Creador para decirnos qué es lo que tenemos que hacer, más allá de la tradición.
La Torá no es únicamente lo que pensamos nosotros. No es solamente el rito ni la ceremonia. La Torá es mucho más que el Kol Nidre, el Izcor, el servicio y las cuatro copas de vino con que brindamos en el séder de Pésaj.
Lo mejor que podemos hacer los judíos es 'Limud Torá'. O sea, 'Estudiar Torá'. Esto quiere decir, profundizar más en la Torá para poder hallar las 10 palabras que nos van a conducir a la armonia, la felicidad y la plenitud.
Debemos tener fe en la tradición de todo un pueblo que está dispersado por el mundo, en la que todos dicen 'Shemá Israel' y ayunan en Iom Kipur. Esa fuerza nos tiene que ayudarnos asimismo para que tengamos más fe en la Torá.

Dos aspectos

No buscamos respuestas totales. Estamos sí frente a una tradición mundial e histórica que ocupa espacio y tiempo en nuestro disperso pueblo.
Debemos comprender un poco más la grandeza de la veracidad de la Torá. Es algo real, concreto y constante que nosotros como judios debemos creer lógicamente en ella.
Sintetizando, tenemos dos aspectos para comprender con motivo de cada celebración de Shavúot:

1- Que la Torá no es lo que hasta aquí creímos.
2- Cuando más nos arraiguemos a ella, mejor entraremos en la definición de las diez palabras que nos llevan a la armonía, la felicidad y la plenitud.

Recordemos que, en la medida en que nosotros más nos acerquemos a la Torá, más cumpliremos con los preceptos de D"s.
D"s no necesita nada de nosotros, nosotros necesitamos de Él. Necesitamos que nos revele los secretos de la vida para el éxito y nos los ha revelado.



Fuente:
Adaptado de http://www.shabuatov.com/articulos/tora.php

jueves, 10 de abril de 2008

Torá

Torá

Torá (transliteración inglesa como Torah, aceptado por la RAE como Tora[1] ) [תּוֹרָה] es una palabra hebrea que significa enseñanza, instrucción, o más específicamente ley. En su sentido más amplio se utiliza habitualmente para designar a la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo de Israel. En un sentido más restringido se refiere únicamente al texto de los cinco primeros libros de la Biblia (que para los cristianos se llama Pentateuco).

Estos libros son:

El conjunto de estos cinco libros se conoce como Pentateuco (del griego πεντα, penta, ‘cinco’, y τευχος, teujós, ‘funda para libros’, haciendo referencia a las fundas en las que se conservaban los rollos de pergamino) o, en hebreo, Jamishá Jumshé Torá [חֲמִשָּׁה חֻמְשֵׁי תּוֹרָה], ‘las cinco partes de la Torá’ o simplemente Jumash [חֻמָּשׁ], ‘quinto’. como abreviación.

Los judíos también utilizan la palabra Torá, en un sentido más amplio, para referirse a toda la gama de enseñanzas religiosas judías a lo largo de la historia.

Tradición judía sobre la Torá

Un rollo de la Torá abierto para un servicio litúrgico en una sinagoga
Un rollo de la Torá abierto para un servicio litúrgico en una sinagoga

Según la tradición hebrea, los cinco libros del Pentateuco fueron escritos por Moisés, quien recibió la revelación directamente de Dios en el monte Sinaí. Aunque los autores rabínicos difieren en los detalles, la doctrina ortodoxa del judaísmo sostiene que la totalidad de la Torá proviene directamente de la inspiración divina, y que por lo tanto todos los detalles del texto —desde el léxico hasta la puntuación— son significativos. De acuerdo con esta doctrina, la escritura de los rollos que se utilizarán a efectos de culto esta sujeta a normas sumamente estrictas; un escriba ritual, familiarizado con las prescripciones pertinentes, está a cargo de la tarea.

En varias partes de la Biblia se encuentran citas que indican que Moisés escribió la Torá, verbigracia: 2° de Crónicas 25:4, 1° de Reyes 2:3, Esdras 6:18, Juan 5:46-47, Hechos 15:21. Además de lo escrito en la Biblia, es probable que Moisés haya recibido lo que escribió en Génesis y parte de Éxodo, mediante la tradición oral de 6 eslabones: 1. Adán: Vivió hasta los 243 años de Matusalén y hasta los 56 años de Lamec; 2. Matusalén: Vivió hasta los 98 años de Sem; 3. Sem: Vivió hasta los 50 años de Jacob; 4. Jacob: Vivió hasta los 60 años de Leví y hasta aproximadamente los 18 ó 20 años de Cohat; 5. Leví: Vivió aproximadamente hasta los 77 años de Amram; 6. Amram: Padre de Moisés.[2]

Toda la doctrina religiosa del judaísmo se deriva, directa o indirectamente, de la Torá. Las fuentes clásicas, sin embargo, ofrecen varias versiones acerca del texto. La hipótesis maximalista indica que la totalidad del texto de la Torá es una transcripción directa, letra por letra, hecha por Moisés de la revelación divina recibida en el Sinaí; esto incluiría aún los fragmentos posteriores a Deuteronomio 32:50-52, que relata la muerte de Moisés, que le habría sido anunciada anticipadamente por Dios. Otras fuentes consideran que la revelación tuvo lugar gradualmente, y que si bien el texto es de origen divino, la redacción es humana. Finalmente, otros autores consideran que tras la muerte de Moisés, otros profetas divinamente inspirados completaron el texto.

Otros textos sagrados del judaísmo

Si bien la Torá constituye el núcleo de la revelación divina, ésta contiene otros libros. Los judíos consideran de origen divino a los libros de los profetas:

Los doce profetas menores:

Y los libros de los escritos

El conjunto de estos veinticuatro libros constituye el Tanaj (un acrónimo de la iniciales en hebreo de cada una de las secciones), el conjunto de las Sagradas Escrituras.

Además de éstas, el judaísmo ortodoxo sostiene que junto con los escritos el pueblo de Israel recibió la revelación oral, que se ha transmitido tradicionalmente. Es a partir de las indicaciones y aclaraciones de la tradición oral que deben interpretarse las ambigüedades y dificultades del texto bíblico. La ley oral se codificó y registró por primera vez en el siglo III, para evitar que se perdiese en la diáspora; el rabino Judá haNasí redactó el primer comentario conocido sobre la interpretación de la ley, conocido como Mishná, a partir de las enseñanzas de los tannaim, los estudiosos de la tradición oral.

A su vez, el contenido de la Mishná fue objeto de debate, discusión y comentario por parte de los estudiosos de las comunidades judías en Israel y Babilonia; el resultado de estas discusiones dio lugar a otros volúmenes de comentarios, llamados Guemará. Junto con la Mishná, estos volúmenes constituyen el Talmud, la recopilación de la tradición rabínica. Aún los judíos no ortodoxos siguen, en numerosos puntos importantes, las interpretaciones del texto bíblico vertidas en el Talmud; la única excepción la constituyen los caraítas, una secta clásica que se rige únicamente por el contenido literal de la Torá.

Traducciones y versiones cristianas de la Torá

Alrededor del siglo III adC, el texto del Tanaj se tradujo al griego para el uso de las comunidades judías que residían en las colonias griegas del Mediterráneo. La versión resultante, conocida como la Septuaginta, contiene importantes variaciones y adiciones con respecto al texto canónico de la versión hebrea; de acuerdo a la tradición crítica (ver infra), esto se debe a que la Septuaginta proviene de un canon textual distinto al que compilaron los masoretas para producir la versión hebrea. De acuerdo con la tradición rabínica, sin embargo, éstos son añadidos posteriores. La versión de la Septuaginta fue la utilizada por San Jerónimo para la redacción de la Vulgata latina, el texto canónico de la religión católica.

En las comunidades judías de Israel y Babilonia, el texto del Tanaj se tradujo al arameo, el idioma cotidiano de los israelitas, para propósitos de estudio y comentario. Las versiones arameas de la Torá se conocen como targumim; el más conocido es el targum de Ónkelos el prosélito, escrito en la comunidad de Babilonia, aún utilizado para el estudio y la solución de cuestiones de etimología. Existe también un targum jerosolimitano (targum Ierushalmi), compilado en Israel. Los targumim contienen numerosos comentarios y glosas además de la traducción del texto bíblico.

Análisis científico de la Torá

La estimación científica del origen histórico de la Torá es aún muy discutida. Sin embargo, resulta difícil sostener la versión bíblica de la redacción mosaica (que debería corresponder al siglo XIV adC), dadas las características del idioma utilizado, de los temas tratados y de las situaciones históricas que se ven reflejadas en el escrito. Según los cálculos contemporáneos, los fragmentos escritos más antiguos del texto se remontarían al siglo VII adC.

La teoría que ha gozado de más popularidad sobre el origen de la Torá es la llamada hipótesis documentaria. Sostiene que el texto actual es el resultado de una compilación, realizada en IsraelEsdrás el escriba, de no menos de cuatro fuentes distintas, cada una de las cuales relataba la historia completa de Israel. alrededor de la época de

Dos de las fuentes (el texto yavista y el eloísta) provendrían de la época de la división del legado salomónico en los reinos de Judá e Israel; otra, el texto sacerdotal, correspondería a una primera compilación realizada por los escribas del rey Ezequías.

Finalmente, el Deuteronomio y otros fragmentos habrían sido redactados por los escribas del rey Josías y por la escuela que siguió sus puntos de vista teológicos durante el exilio y después de éste. Tras el regreso de Babilonia, las diferentes tradiciones habrían sido homogeneizadas y recopiladas por los sacerdotes.

La hipótesis documentaria se apoya en los rasgos idiomáticos distintivos de los distintos fragmentos (en particular el nombre utilizado para mencionar al Dios Yahvéh en el libro del Génesis, distinción que desaparece a partir del libro del Éxodo), en las repeticiones y contradicciones del texto, en otras variaciones conceptuales y en las relaciones con los mitos de otras religiones contemporáneas para establecer esta división.

En una u otra forma, esta teoría goza de una aceptación casi universal entre los estudiosos laicos y muchos cristianos. Aunque siempre ha generado discusión, al punto de ser rechazada por algunos estudiosos, que proponen otras hipótesis para explicar la formación tardía del Pentateuco. Dentro del judaísmo ortodoxo, la hipótesis documentaria es considerada errónea y herética.

Pero en la realidad la Torah sí forma parte de las Escrituras Sagradas. No es asunto sólo de fe. Es más científico aún, porque los de la escuela de la Hipótesis Documentaria sostienen algunos detalles que no son acreditables sino ceñirnos a lo que Judíos por años han defendido como Sagrada (aún desde antes del s. VII adC:)

Uso ritual de la Torá

Las lecturas de la Torá son una parte importante de la mayoría de las ceremonias religiosas del judaísmo. En la sinagoga, los rollos en los que están escritos estos libros son custodiados respetuosamente en el interior de un compartimiento especial, orientado hacia Jerusalén, llamado Arón haKodesh (literalmente ‘Cofre Sagrado’, aunque no sea sagrado en sí, sino por lo que contiene). En presencia de un rollo de la Torá, los judíos varones deben llevar la cabeza cubierta.

Los rollos de la Torá son sacados para su lectura. La lectura pública de la Torá sigue una entonación y dicción, prescritas ritualmente, sumamente complejas; por ello, es normalmente un cantor o jazán profesional quien la lleva a cabo, si bien todos los varones judíos mayores de edad tienen derecho a hacerlo. Una vez leído, el rollo vuelve a guardarse reverentemente. La lectura semanal de la Torá se denomina parashá hashavua -sección de la semana- o sidra, y la misma abarca a todo el Pentateuco subdividido en tantas semanas como tiene el año judío. Todos los integrantes del Pueblo de Israel estudian en la misma semana la misma sección, lo cual debe generar un clima de unión y afecto entre los que siguen la Religión Judía.

Véase también

Enlaces externos

Referencias

  1. RAE
  2. Oscar Mata Sosa, En 7 Días, C. I, puede ser descargado de [1]

Fuente:
Torá,De Wikipedia, la enciclopedia libre

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