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viernes, 20 de julio de 2012

Julián Hernández

Julián Hernández
España, año 1560 d.C.

Era un hombre de apariencia extraña, bajito de estatura y jorobado, era tan delgado que su piel apenas alcanzaba a cubrir sus huesos. Julián Hernández nació en Castilla, viajó por toda Europa trabajando en las imprentas de Alemania y de los Países Bajos en donde aprendió el oficio de cajista.

Muchos historiadores comparten el criterio que Julián participó en la impresión de los libros de Lutero y otros reformadores.

Para "Julianillo" como lo conocían en los círculos cristianos, una de sus principales preocupaciones era la falta de Biblias y libros cristianos en español. Salió de España y se fue para Alemania, luego a Suiza para colaborar en la impresión de la tan ansiada Biblia en español. En Ginebra, mientras colaboraba con el Dr. Juan Pérez en la impresión del Nuevo Testamento y otros materiales cristianos, Julianillo concibió un atrevido plan para introducir a España el Nuevo Testamento de Pérez. Era una empresa muy arriesgada, los Nuevos Testamentos tenían que introducirse de contrabando y posteriormente distribuirlos por todo el país.

Julián puso manos a la obra e hizo los preparativos para el viaje. Llenó varios toneles de Nuevos Testamentos y se encaminó con rumbo a la península Ibérica.

Sus amigos fueron a darle una conmovedora despedida y a asegurarle que sus oraciones siempre lo acompañarían. Mientras lo veían partir decían unos a otros: "La inquisición española es terriblemente cruel. Si atrapan a Julianillo lo torturarán hasta matarlo. Sólo Dios sabe si lo veremos otra vez". En aquel tiempo cualquiera que tradujera, imprimiera o distribuyera la Biblia en español era quemado vivo. Julián sabía que el riesgo era enorme, pero continuó con su propósito.

En Sevilla Julianillo conocía a un librero que apoyaba en secreto el evangelio; le dejó algunos Nuevos Testamentos en español para que los distribuyera y continuó su viaje repartiendo por toda España su carga de Buenas Nuevas.

Al tiempo que vendía telas, Julianillo lograba que sus amados libros llegaran a miles de hogares y corazones.

El atrevido mensajero recorrió toda España con sus mulas cargadas de Nuevos Testamentos escondidos entre los rollos de tela. A pesar de su complexión endeble, Julianillo era incansable, al terminar su primera remesa, trajo otro embarque y otro más.

A lomo de mula, por las montañas de los Pirineos, por valles y cordilleras, bajo el sol o la lluvia, distribuyó embarque tras embarque. Era su deleite llevar las Buenas Nuevas de Salvación a los    cristianos que perseguidos y amenazados se hallaban desparramados por los cuatro vientos de España.

Al poco tiempo, la iglesia Católica se dio cuenta que los libros con las doctrinas de los reformadores y lo que es peor los Nuevos Testamentos traducidos al español estaban por toda España.

Nadie se podía explicar en qué forma habían llegado al país tantos libros. No podían imaginarse que se debía a la incansable labor de un insignificante vendedor de telas, debilucho y jorobado que andaba gritando de pueblo en pueblo: "Ricas telas de Cambray, hay".

Un escritor católico, el sacerdote de la Roa, en su libro "Historia de la Compañía de Jesús en 
Sevilla" describe la labor de Julianillo de la siguiente forma:
"Con increíble habilidad encontraba él secretas entradas y salidas, y el veneno de la nueva herejía se divulgó con gran velocidad por toda Castilla y Andalu-cía... A donde ponía su pie comenzaba el incendio... Él mismo enseñó a hombres y mujeres en las malas doctrinas de los reformadores, logrando su fin con demasiado acierto: especialmente en Sevilla donde formó, gracias a esto, un verdadero nido de herejes".  Mayor elogio para la obra de Julianillo es difícil imaginar.

Perseverando cada día en su misión de hacer llegar los Nuevos Testamentos en español hasta los 
lugares más remotos de España. Julianillo aprovechaba cada momento para predicar y compartir su fe. Predicaba el nombre de Jesús y la salvación por medio de la fe. Julianillo decía: "Todos los que se crucen en mi camino, oirán mi testimonio".

Ese fervor fue el que por fin le costó la vida. Un día, mientras pasaba por las afueras de Sevilla, se detuvo a descansar y a conversar con un herrero. El hombre se mostró muy interesado en lo que aquel jorobado le decía. Julianillo, sin sospechar ningún peligro, le compartió su fe y al despedirse le regaló un Nuevo Testamento.

Sin perder tiempo el herrero delató al valiente Julianillo. Inmediatamente la "Santa Inquisición" dasató una feroz cacería humana. Julianillo huyó del área de Sevilla y se escondió en la Sierra de Córdova. Por un tiempo logró eludir a los esbirros del "Santo Oficio".

Un día, fue descubierto y apresado, era el año 1557. Lo pusieron en un sucio calabozo y fue torturado brutalmente durante tres años. Trataron en vano que el valiente Julianillo negara su fe; pero aquel hombrecito de cuerpo endeble y contrahecho tenía una voluntad inquebrantable.

Fue sometido a crueles torturas que lo hacían desmayarse una y otra vez. En el potro lo estiraron de las muñecas y tobillos hasta descoyuntarle los hombros y rodillas. Pero a pesar de todo su sufrimiento, su actitud de perdón y de amor hacia sus victimarios no cambió. Cada vez que terminaba una de las sesiones de tortura, al recobrar la conciencia alababa a Dios y oraba por sus perseguidores.

Julianillo no le tenía miedo a ningún dignatario de la iglesia católica. Sabía que le podrían quitar la vida aquí en la tierra, pero que no dejaría que le arrebataran la vida eterna con Jesús.  Constantemente discutía con los frailes, rebatiendo sus argumentos con citas bíblicas.

Por fin, el 22 de diciembre de 1560, casi tres años después de su arresto, al ver que no lograban que renunciara a su fe, Julianillo y otros trece hermanos en Cristo fueron llevados a la hoguera donde serían quemados vivos.

En el camino, Julián Hernández animaba a sus compañeros recordándoles que en poco tiempo podrían ver el rostro de Jesús, su Salvador. Al llegar al lugar de la ejecución, Julianillo recitó los versos de 2a. de Timoteo 4:7 y 8.

A pesar de las terribles lesiones que le habían causado las torturas, al momento de ir a la hoguera, Julianillo se comportó con el valor de siempre; se paró tan erguido como se lo permitían sus heridas y su humanidad enclenque y deforme. Sin mostrar el menor temor se colocó unos manojos de leña encima; uno de los frailes trató de hacerlo renunciar a su fe pero sólo se encontró con la inclaudicable resolución que había caracterizado a aquel hombre. Al fin, viendo que nada lograban, prendieron la hoguera y el heroico mártir en medio de terribles sufrimientos pasó de la presencia de sus brutales verdugos a la presencia del Señor Jesús. Del sufrimiento a la dicha eterna de contemplar a su Salvador.



Extr. de:http://spanishnewtestament.com/heroes/JulHernan.html

jueves, 6 de mayo de 2010

Reportaje a Víctor Codina

“En lo germinal
está la utopía”
Reportaje a Víctor Codina

De paso por Buenos Aires, invitado al Encuentro Nacional de Curas en la Opción Preferencial por los Pobres, conversamos con este sacerdote español que nos habló de su vida, su pensar teológico y sus esperanzas.

Vida Pastoral: Para quienes no te conozcan tanto, contanos un poco quién sos y cómo es que llegaste a América Latina.

Víctor Codina: Nací en España hace 71 años y entré en la Compañía de Jesús en 1948, de manera que llevo más de 55 años de jesuita. De mi provincia, que es Cataluña, habían enviado a muchos a Bolivia; incluso tenía un hermano jesuita allí. Entonces, vine en el año 1971 a América Latina. Estuve en Bolivia, en Argentina –invitado por el maestro de novicios de aquella época, Jorge Bergoglio–, en Venezuela, y aprovechaba los veranos de España para venir aquí a dar cursos, allá por 1978, 1979. Pero un hecho importante fue que en el ´80 mataron a Luis Espinal, que era compañero mío, que estaba en Bolivia; un hombre profético, que fue amarrado, fue torturado y fue acribillado a balazos precisamente 3 días antes de monseñor Romero, de manera que la gente unía la figura de Espinal con la figura de Romero. Esto me movió a mí a pedir venir a América Latina para suplir una muerte; no es que yo pudiera hacer lo que hacía él, pero sí como una colaboración para América Latina. Entonces desde 1982 estoy en Bolivia. He estado en Cochabamba, en Oruro, en Santa Cruz y desde noviembre pasado vuelvo a estar en Cochabamba. Mi actividad ha sido variada: por una parte he mantenido contacto con la facultad de Teología donde doy clases, pero también he estado en sectores populares, en barrios, en comunidades de base; en Oruro hicimos un centro de servicio popular con muchas charlas a laicos, a gente comprometida y de estas charlas salieron gran parte de una serie de folletos que tuvieron bastante éxito "Ser cristiano en América Latina"; "Cristianos en fiesta"; "El credo"; "¿Qué es la Iglesia?"; etc., que han nacido, pues, al calor de charlas a grupos de base, a grupos populares.

La Iglesia que está en Oriente

V.P.: En cuanto a tu obra teológica escrita, has tenido la peculiaridad de meterte en temas que no han sido comunes en América Latina. Por ejemplo el tema de la liturgia o el de la pneumatología o el de las iglesias orientales. Sobre este último punto ¿qué te ha movido a ponerte a reflexionar sobre la experiencia de las iglesias de Oriente?

V.C.: En Europa tenía una impresión de asfixia teológica, de que la teología latina era una teología sumamente racionalista, sumamente fría, sumamente especulativa y que le faltaba vida, le faltaba espíritu, con una gran separación entre espiritualidad y teología, una espiritualidad muy casera y una teología muy poco espiritual. Entonces, en un año sabático, pedí ir a París para estudiar teología oriental y descubrí una nueva dimensión de la fe cristiana, la dimensión del Oriente. Fue como pasar de dos dimensiones a tres dimensiones, la dimensión del Espíritu le daba a todo un realce y un volumen totalmente nuevo. Empecé a dedicarme a la teología oriental y, cuando vine a América, me pareció que en América también este tipo de teología oriental podía encontrar un cierto eco. Incluso escribí un artículo sobre la relación entre teología latinoamericana y teología oriental. Me parece que las dos parten de la vida, las dos parten de abajo, las dos suponen una religiosidad popular muy fuerte, tienen una dimensión de los pobres, tienen la dimensión del Espíritu, tienen la dimensión de la liturgia, de la religiosidad popular, de los íconos. De manera que incluso escribí un artículo en una revista sobre qué hubiera sucedido si América latina hubiera sido evangelizada por los autores, por los teólogos y por los pastores de la Iglesia oriental. Creo que hubiera habido mucho más respeto para la cultura, mucho más respeto para las religiones, mucho más respeto para la tierra y mucho más respeto para la religiosidad popular.

La fe del pueblo

V.P.: Uno de los temas que mencionas a raíz de la relación de la teología con Oriente es la cuestión de la religiosidad popular. Te tocó asentarte en América Latina en 1982, en lo que fue el inmediato post-Puebla, del que entre otras cosas recuerdo ese debate –que incluso en la Argentina pegaba–, esa especie de oposición entre liberación por un lado y cultura por el otro, comunidades de base por un lado religiosidad popular por el otro. Siempre dio la sensación que en tus obras encontrabas puntos de contacto, de encuentro y de comunión entre ambas vertientes. ¿Esto es una sensación mía o realmente crees que es así?

V.C.: Creo que es así. He intentado descubrir en la religiosidad popular una fuerza religiosa, cultural, mística incluso; pero, al mismo tiempo, intentar que esta religiosidad popular se concrete en un compromiso social, político, humano, con el barrio, con la sociedad, descubriendo en la religiosidad popular una fe profunda, una fe del pueblo, la fe de los sencillos, la fe de los pobres, de manera que las bienaventuranzas bíblicas sobre la fe de los pobres y de los sencillos que entienden el Evangelio me parece a mí que vale tanto para las comunidades de base como para la religiosidad popular. Incluso escribí un artículo hace unos años sobre los sacramentales, y creo que los sacramentales, el agua bendita, las cenizas, las palmas del domingo de ramos, las procesiones, las imágenes, son los sacramentos de los pobres y que no están tan clericalizados sino que los pobres los manejan, los laicos los manejan con más soltura que los clérigos y a partir de aquí se puede llegar a comprender los sacramentos más tradicionales de la Iglesia: a partir del agua bendita descubrir lo que es el bautismo; a partir de la ceniza descubrir lo que es la reconciliación; a partir de las palmas descubrir lo que es el misterio pascual. Aquí encuentro una veta que vale tanto para las comunidades de base como para una religiosidad popular.

Desafíos y esperanza

V.P.: ¿Por dónde crees que pasan los desafíos para la pastoral de la Iglesia en América Latina? Obviamente, uno presiente ciertas cosas que lamentablemente desde hace siglos son obvias, como la cuestión de la pobreza y la injusticia. Más bien, cuando digo desafíos, me pregunto por los caminos que la Iglesia debería recorrer para dar cuenta de ellos.

V.C.: Me parece que a partir de la injusticia y de la pobreza vendría todo una acción liberadora. Pero esta acción liberadora debería estar empalmada y no desligarse de la evangelización. O sea, evangelizar a los pobres, me parece a mí, continúa siendo una tarea por realizar, porque como dice Enrique Dussel, América Latina es un continente que está en catecumenado todavía, que ha sido bautizado pero que no ha pasado por la
catequesis, necesita ser evangelizado y especialmente los pobres, porque son la mayoría. Entonces, que sea este evangelio dirigido a los pobres un evangelio liberador, un evangelio constructivo, un evangelio nuevo el que realmente va elevando para caminos de pastoral más auténticos.

V.P.: ¿Y ves hoy a la Iglesia Latinoamericana con fuerzas, con medios, con una mística para llevar adelante esta tarea evangelizadora?

V.C.: Creo que la situación ha decaído desde Medellín y desde Puebla. Ya Santo Domingo no es lo mismo que Medellín y que Puebla. Yo noto un cierto cansancio, una cierta perplejidad teológica, un cierto desconcierto, una falta de luz; se buscan prioridades pero no se sabe qué prioridades son las auténticas. Me parece que es un momento que forma parte de la Iglesia universal, momento de desconcierto, de decadencia del pontificado, del final de un pontificado, porque el Papa ha insistido en remar mar adentro, y bogar mar adentro. Pero estos son palabras: falta mucho para que esto se pueda llevar a la práctica.

V.P.: Cuando pensás el futuro de la Iglesia universal y latinoamericana ¿en dónde asentás la esperanza? Quiero decir, esa esperanza, que como don es trascendente, ¿en qué cosas concretas la ves?

V.C.: Bueno, hay muchos signos de esperanza, por ejemplo: la toma de conciencia de los laicos, de su papel en la Iglesia y en la sociedad, me parece que esto es clave. Lo que Santo Domingo habla del protagonismo de los laicos que es un signo de esperanza. Dentro de los laicos, las mujeres: las mujeres son las más activas, no sólo en las comunidades de base sino también a nivel teológico. En América Latina las que más escriben ahora son mujeres. Entonces yo creo que esto es un signo de esperanza. Otro signo de esperanza es la revalorización de las culturas, está surgiendo una teología indígena, una teología afroamericana que me parece que puede dar mucha esperanza. Y pienso sobre todo en los países como Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala donde hay mucho elemento aborigen. También la teología de la tierra, la ecología; yo creo que también este es un campo importante donde se abren caminos de reflexión, caminos de esperanza. También estaría lo que se llama el diálogo interreligioso, lo que Don Pedro Casaldáliga llama el macroecumenismo. O sea, un diálogo no sólo con las iglesias cristianas, sino también con las grandes tradiciones religiosas de la humanidad y aquí entraría el diálogo con las religiones ancestrales de muchos de los pueblos de América Latina. Estos son signos de esperanza que, me parece a mí, nos pueden dar ánimo para seguir adelante. Junto con esto yo creo que crece el sentido comunitario, que a pesar del neoliberalismo que es sumamente individualista, en todas partes hay un deseo de comunidad, de formar grupo, de buscar la casa común, de comunión. Estos serían algunos de los caminos de esperanza que veo.

Nuevas teologías

V.P.: Cuestiones como el laico, la mujer, los pueblos indígenas, lo intercultural, lo interreligioso... Cuando uno ve el caminar teológico en Latinoamérica desde los ‘60 para aquí aparecen como riquezas y nuevas incorporaciones. Pero a veces esos temas nuevos, vistos desde la crisis de los años ’90, parecieron como un refugio, incluso en el sentido peyorativo, frente a ciertos temas que de pronto desaparecieron con un cuestionamiento más fuerte de lo estructural. Quizás los ‘70 estuvieron muy marcados por un pensamiento sociopolítico sobre lo estructural y hoy lo que encontramos es que aparece la variedad y la riqueza de problemáticas, pero también la sensación de una cierta incapacidad de volver a retomar, desde algún punto de vista, la cuestión de lo estructural.

V.C.: Creo que esto se debe a los cambios que ha habido en estos últimos años que nos hacen ver que cambiar estructuras, como se decía alegremente en los años ‘70, no es tan fácil. Que la toma del poder que parecía estar en la esquina en los años del socialismo en América Latina no es tan fácil y que ha tenido sus fracasos. Entonces, me parece a mí que hoy día hay que empezar más desde lo micro, desde lo pequeño, como dice un autor "en lo germinal está la utopía". O sea estos pequeños cambios liberadores de comunidades, de mujeres, de barrios, de derechos humanos, de jóvenes, de voluntarios, esto va como sembrando, va como tejiendo una red que puede llegar a hacer cambiar las estructuras más adelante. Porque como dice el grito de Porto Alegre "otro mundo es posible". Lo que pasa es que nos faltan los medios para poder transformar este mundo. Yo creo que hay que empezar desde lo pequeño, desde lo bajo, desde lo sencillo. Dice Pablo Richard: "hemos de pasar de elefantes a hormigas". En los años ´70 éramos elefantes, pensábamos en grandes cosas, grandes palabras, grandes relatos; hoy día quizá las hormigas que son más sencillas, que son más pequeñas, pero que se meten por todas partes, que pueden deshacer un edificio, que trabajan en red, puede ser un modelo de acción diferente pero más eficaz.

V.P.: Junto a las nuevas temáticas o problemáticas que han aparecido ¿hay algún elemento, algunos autores, algunas perspectivas donde veas algo realmente nuevo en la teología latinoamericana?

V.C.: Creo que todavía no aparece la nueva generación en la teología latinoamericana; o sea, un poco son los autores clásicos, lo que pasa es que estos autores clásicos se han ido abriendo a otras dimensiones. Por ejemplo, Leonardo Boff se ha abierto muy fuertemente al diálogo ecológico, al diálogo religioso. Diego Irrarázabal se ha abierto muy fuertemente a la teología del género, a la teología de los indígenas. Ha aparecido Da Silva, brasileño, que se ha abierto a la teología africana con mucha fuerza (él es afroamericano). Y las mujeres, desde Ivone Gebara hasta Teresa Porcile, que murió, se han ido abriendo a estas dimensiones nuevas. Pero todavía conozco poco las nuevas generaciones que se están subiendo, me parece a mí que hay un cierto vacío todavía, que las generaciones nuevas no están tan entusiasmadas por seguir este camino sino que se abren a otros caminos diferentes.

España y América Latina

V.P.: Seguís manteniendo relaciones con tu España natal ¿cómo sentís qué repercutió allí, en los últimos años, la teología latinoamericana?

V.C.: Yo creo que ha habido siempre, desde los años ‘70, una gran sensibilidad de España hacia América Latina en muchos autores por la posibilidad cultural, por la lengua. En España hay un grupo de autores muy sensibles a lo latinoamericano. En Granada, Castillo y Sicre; en Madrid, Floristán, Tamayo, Lois; en Cataluña, González Faus, Alegre, Vives. En el País Vasco, Aguirre, Dolores Aleixandre. O sea que ha habido una sensibilidad bastante fuerte. De hecho no es casual que el primer encuentro de teólogos de la liberación se tuviera en El Escorial, en Madrid, ya en 1972. Después se tuvo otro segundo encuentro, en 1992, que fue como una valoración, ya entonces se dio el cambio. Yo lo formulo diciendo que se había pasado del éxodo al exilio, pero también fue una riqueza el constatar esta cercanía que había en España para captar toda la revolución de la teología latinoamericana.

http://www.san-pablo.com.ar/vidapastoral/?seccion=articulos&id=85

domingo, 24 de enero de 2010

Mariano Artigas

Mariano Artigas Mayayo (Zaragoza, 15 de diciembre de 1938 - Pamplona, 23 de diciembre de 2006) fue un filósofo y sacerdote español. Doctor en filosofía, en física y en teología, prestó especial atención a la conciliación entre razón y fe, que trató en libros, artículos y conferencias.
Nació en Zaragoza el 15 de diciembre de 1938. Se doctoró en filosofía y teología por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma en 1963 y en la Universidad de Barcelona en 1978. Era también doctor en Física por la Universidad de Barcelona desde 1969. Miembro del Opus Dei, fue ordenado sacerdote en 1964. Fue profesor de la Universidad de Navarra, donde enseñaba Filosofía de la Naturaleza y Filosofía de las Ciencias, y donde promovió -junto con algunos colegas- el Grupo de Investigación sobre Ciencia, Razón y Fe.

Biografía y obra

En muchos de sus escritos intentó mostrar que el conocimiento científico y el propio de la fe no se contradicen y guardan entre ellos una armonía fundamental. Subrayaba que el diálogo entre ambos se da en un terreno que bastantes autores contemporáneos desconocen: el de la filosofía, el saber humano que está orientado a la investigación de las «cuestiones últimas». Defiende que la ciencia experimental no puede probar ni refutar la existencia de Dios, pero que suministra a la reflexión filosófica datos que pueden conducir a conclusiones racionales congruentes con aquellos que la fe propone.
Así, sus estudios le llevaron a sostener que la moderna cosmovisión científica aporta poderosos apoyos al teísmo, tesis que defendió en sus libros, entre los que destaca La mente del universo. Otras de sus obras a destacar en filosofía de la ciencia son: Filosofía de la ciencia experimental, El desafío de la racionalidad, La inteligibilidad de la naturaleza, Lógica y ética en Karl Popper, Galileo en Roma (con William R. Shea), "Negotiating Darwin. The Vatican confronts evolution", "Galileo observed. Science and the politics of belief" y "Oracles of science. Celebrity scientists versus God and religion".
En su libro Galileo y el Vaticano, basado enteramente en material de archivo inédito y escrito junto con Melchor Sánchez de Toca, describió la historia y el trabajo de la Comisión Pontificia creada para el estudio del caso Galileo. El libro, acabado poco antes de morir, se publicó póstumo en 2008.
Escribió también libros divulgativos como Las fronteras del evolucionismo, Ciencia, razón y fe y El hombre a la luz de la ciencia.
Fue miembro de la Asociación Europea para el Estudio de la Ciencia y la Teología, miembro ordinario de la Academia Pontificia de Santo Tomás (Vaticano) y de la Sociedad Internacional para Ciencia y Religión (con sede en la Universidad de Cambridge). Era miembro correspondiente de la Academia Internacional de Filosofía de las Ciencias (Bruselas) y consultor del Consejo Pontificio para el Diálogo con los no creyentes. Le fue otorgado el Premio de la Fundación Templeton.

Bibliografía
Libros

Artículos

Bibliografía sobre Mariano Artigas

  • Universidad de Navarra (ed.), Mariano Artigas 1938-2006. Acto académico In memoriam, 23 de noviembre de 2007, Pamplona, Facultad de Filosofía y Letras - Facultad Eclesiástica de Filosofía - Universidad de Navarra, 2008, 1ª, 79 pp. ISBN 978-84-8081-048-3

Referencias externas


lunes, 11 de enero de 2010

Maimónides

Maimónides

(Moshéh ben Maimón) Filósofo y teólogo judío español (Córdoba, 1135 - El Cairo, 1204). Hijo de un juez, se educó en colegios musulmanes y judíos de Córdoba. Tras la invasión almohade, que instaló la intolerancia en al-Ándalus, sufrió persecución por motivos religiosos y se vio obligado a huir a Fez (1158), antes de emigrar a Oriente: Palestina, Alejandría y, finalmente, El Cairo (1165). Allí llegó a ser médico del último rey fatimí, al-’Adid, y nagid o guía espiritual de la comunidad judía de Egipto.Su principal labor consistió en asentar la teología judaica sobre los principios de la razón según la filosofía aristotélica, papel comparable al que cumplieron Averroes en el Islam y santo Tomás en el cristianismo.
La Guía de los perplejos (1190) es su obra más relevante en ese terreno. También realizó aportaciones notables a la medicina y a la jurisprudencia talmúdica. Sufrió continuas dificultades y persecuciones, tanto por parte de los musulmanes (denunciado como apóstata del islamismo, sólo la protección personal del visir de Saladino, al-Fádil, le salvó de la muerte), como de los judíos tradicionalistas que recelaban de su tendencia racionalista (llegando incluso a recurrir a la Inquisición para que condenara sus obras).

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maimonides.htm

Maimónides, filósofo, matemático, médico y físico hispanojudío. Nacido en Córdoba en 1135, fue también conocido como Rambam (por las iniciales de su verdadero nombre, Rabí Mosheh ben Maimon). Después de conquistada Córdoba, en 1148, por los almohades, que impusieron las leyes del islam a cristianos y judíos, la familia de Maimónides decidió exiliarse. Se establecieron en Egipto. Allí Maimónides llegó a ser rabino principal de El Cairo y médico de Saladino I, sultán de Egipto y Siria.
La contribución de Maimónides a la evolución del judaísmo le proporcionó el sobrenombre de segundo Moisés. Su gran obra en el campo de la legislación judía es la Mishné Torá (Repetición de la Ley), desarrollada en 14 libros y escrita en hebreo (1170-1180), que siguió modificando hasta su muerte.

Además, formuló los Trece artículos de fe, uno de los diversos credos a los que numerosos judíos ortodoxos todavía se adhieren. Está reconocido como el filósofo judío más importante de la edad media. En Guía de perplejos, escrita en árabe (c. 1190), Maimónides intenta armonizar fe y razón conciliando los dogmas del judaísmo rabínico con el racionalismo de la filosofía aristotélica en
su versión árabe, que incluye elementos de neoplatonismo. Esta obra, en la que considera la naturaleza de Dios y la creación, el libre albedrío y el problema del bien y del mal, tuvo una gran influencia en filósofos cristianos como santo Tomás de Aquino y san Alberto Magno. Su utilización de un método alegórico, aplicable a la interpretación bíblica, que minimizaba el antropomorfismo, fue condenada durante varios siglos por muchos rabinos ortodoxos; pero las cuestiones conflictivas de su pensamiento han perdido relevancia en la época moderna. La fama de Maimónides como médico igualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley judía.

También escribió sobre astronomía, lógica y matemáticas. Murió en 1204.
http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/histologia/maimonides.pdf

El Juramento Médico de Maimónides es una declaración de principios y de definición del quehacer médico, umversalmente aceptado como lo más cercano al ideal de esta maravillosa profesión. En varias universidades, de diferentes partes del mundo, y en todas las de Israel, los médicos egresados, hacen su juramento profesional con éste, en reemplazo del tradicional Juramento de Hipócrates, y dice:

”Ahora me dispongo a cumplir la tarea de mi profesión. Asísteme, Todopoderoso, para que tenga éxito en esta gran empresa. Que siempre me inspire el amor a la ciencia y a sus criaturas. Que en mi afán no se mezcle la ansiedad de dinero y el anhelo de gloria o fama, pues estos son enemigos de la verdad y del amor al hombre, y me podrían también llevar a errar en mi tarea de hacer el bien a mis semejantes. Conserva las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma para que siempre y sin desmayo este dispuesto a auxiliar y asistir al rico y al pobre, al bueno y al malo, al enemigo y al amigo. En el que sufre, hazme ver solamente al hombre existente y palpe lo escondido e invisible. Que yo no descienda y entienda mal lo visible y que tampoco me envanezca, porque entonces podría ver lo que en verdad no existe. Haz que mi espíritu esté siempre alerta, que junto a la cama del enfermo ninguna cosa extraña turbe mi atención, que nada me altere durante los trabajos silenciosos. Que mis pacientes confien en mí y en mi arte; que obedezcan mis prescripciones e indicaciones. Arroja de su lecho a todos los curanderos y la multitud de parientes aconsejadores y sabios enfermos, porque se trata de personas crueles que con su palabrerío anulan los mejores propósitos de la ciencia y a menudo traen la muerte a tus criaturas. Cuando médicos más inteligentes y sabios quieran aconsejarme, perfeccionarme y enseñarme, haz que mi espíritu les agradezca y obedezca, pero cuando tontos pretenciosos me acusen, haz que el amor fortifique plenamente mi espíritu para que con obstinación sirva a la verdad sin atender a los años, a la gloria y la fama, porque el hacer concesiones traería perjuicio

a tus criaturas. Que mi espíritu sea benigno y suave cuando camaradas más viejos, haciendo mérito a su mayor edad, me desplacen y befen, ofendiéndome, me hagan mejor. Haz que también esto se convierta en mi beneficio, para que conozca algo que no sé, pero que no me hiera su engreimiento: son viejos y la vejez no es un freno para las pasiones.

Hazme humilde en todo, pero no en el gran arte. No dejes despertar en mí el pensamiento de que ya sé lo suficiente, sino dame fuerza, tiempo y voluntad para ensanchar siempre mis conocimientos y adquirir otros nuevos. La ciencia es grande y la inteligencia del hombre cada vez cava más hondo”’

Jacob Cohen V.,Facultad de Medicina Universidad de Chile,Hospital Luis Calvo Mackenna-Clínica Las Condes
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-10182009000600017


En Mshne Tora, “la obra maestra teológica, consistente en una síntesis y organización sistemática de la ley bíblica y rabínica, también conocida como Código de Maimónides. Finalmente, en 1190 acaba su obra maestra filosófica, titulada “Guía de los Perplejos”…. “tuvo confianza plena en la razón, no como un recurso infalible de análisis, pero sí como el único instrumento del cual disponemos para nuestra insaciable búsqueda de la verdad de Dios y de las cosas”.

Para poder apreciar profundamente la mirada de Maimónides, es importante destacar que la Mshne Tora no se trata de una obra teológica, sino de una legal, aspecto que es clave para entender lo que era para él, la Razón. El hincapié que Maimónides hace en el elemento racio-nal, no tiene que ver con la anulación de la dimensión teo-céntrica del Universo, sino con poner cada cosa en el lugar que le corresponde. Él insiste en la supremacía de lo que conocemos como “Jojma”: la razón por sobre el “ratzón”, voluntad.

El hombre no se ve sometido al azar del Ser Supremo, de hecho los mandamientos contenidos en la Ley de Moisés, tienen todos una razón de ser y no son obligaciones impuestas porque sí a la voluntad humana, tal como él lo explica en extenso en la tercera sección de la Guía de los Perplejos.

La legalidad en el judaismo -como lo enseño a mis alumnos de Derecho- es parte de la religión, no un capítulo aparte, que puede ser leído independientemente de ésta. La Mshne Tora, se constituye así en base fundamental de las posteriores obras de Maimónides, tanto las de corte filosófico como las de índole médico.

Rabbi Avi Horowitz , Maimónides School Director , http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-10182009000600017
Como dice William Dembsky “Cristo es el completez de la ciencia”

martes, 13 de octubre de 2009

Cristóbal Colón

Cristóbal Colón

Cristóbal Colón (lugar discutido, c. 1451 – Valladolid, España, 20 de mayo de 1506) fue un navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias al servicio de la Corona de Castilla, famoso por haber realizado el denominado descubrimiento de América, en 1492.

El origen de Colón es muy discutido y diversos lugares se postulan como su tierra natal. La tesis apoyada mayoritariamente es que nació en Génova, si bien la documentación que existe al respecto no está falta de lagunas y misterios; además, su hijo, Hernando Colón, contribuyó a generar más polémica en este aspecto al ocultar su procedencia en el libro dedicado a su progenitor.1 Es por ello que han surgido múltiples hipótesis y teorías sobre sus orígenes que lo hacen catalán, gallego, portugués o judío.

Hasta la publicación del mapa de Martin Waldseemüller en 1507, el territorio americano era conocido como "Indias Occidentales" y, aunque posiblemente Colón no fue el primer explorador europeo de América, puede afirmarse que descubrió un nuevo continente para la civilización europea, al ser el primero en trazar una ruta de ida y vuelta aprovechando las corrientes marinas del Atlántico, ruta que hoy todavía se utiliza.

Realizó cuatro viajes a tierras americanas. Su primera expedición partió el 3 de agosto de 1492 desde el puerto de Palos de la Frontera (Huelva), llegando a Guanahani (hoy en las Islas Bahamas) el 12 de octubre de dicho año. Este hecho impulsó decisivamente la expansión mundial de Europa y la colonización por varias potencias europeas de gran parte del continente americano y de sus pobladores.

El nombre de Cristóbal Colón en italiano es Cristoforo Colombo, y en latín Christophorus Columbus. Este antropónimo inspiró el nombre de, al menos, un país (Colombia)2 y dos regiones de Norteamérica: la Columbia Británica en Canadá y el Distrito de Columbia en Estados Unidos.

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