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viernes, 2 de agosto de 2013

Bertolt Brecht

Bertolt Brecht

Eugen Berthold Friedrich Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en el seno de una familia burguesa de Augsburgo, ciudad de Baviera. Su padre, católico, era un acomodado gerente de una pequeña fábrica de papel, y su madre, protestante, era hija de un funcionario.

Eugen Berthold (Bertolt) Friedrich Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898 – Berlín Este, 14 de agosto de 1956), fue un dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX, creador del teatro épico, también llamado teatro dialéctico.[1] El joven Brecht era un rebelde que jugaba al ajedrez y tocaba el laúd. Se sentía atraído por lo distinto, lo extravagante, y se empeñaba en vivir al margen de las normas de su tiempo, de su recato y su sentido de disciplina. En la escuela destacó por su precocidad intelectual y terminó el bachillerato especial (Notabitur), al verse involucrado en un escándalo.

Inicialmente influido por la euforia de la guerra, Brecht la criticó con el ensayo sobre el poeta Horacio (65 a. C.–8 a. C.) «Dulce et decorum est pro patria mori» («Dulce y honorable es morir por la patria»), en el que se considera honorable morir por la patria y que Brecht considera como «propaganda dirigida» en la que sólo los «tontos» caen. Por ello fue castigado con la expulsión de la escuela.

Sólo la intervención de su padre y el profesor de religión le evitaron el cumplimiento del castigo.[2] Inicios En 1917, inició la carrera de Medicina en la universidad Ludwig Maximilian de Múnich, pero tuvo que interrumpir los estudios para hacer el servicio militar como médico en un hospital militar en Augsburgo, en el marco de la Primera Guerra Mundial. En 1918, con sólo veinte años, escribió su primera obra teatral, Baal, cuyo personaje principal es un poeta y asesino.

Durante este tiempo conoció a Paula Banholzer, quien en 1919 dio luz a un hijo suyo, Frank, que moriría en el frente soviético durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943. Luego, entre 1918 y 1920 escribió una pieza sobre la revolución alemana, liderada por los espartaquistas, con el título Tambores en la noche.

El final de esta obra sacude al auditorio: "Todo esto no es más que puro teatro. Simples tablas y una luna de cartón. Pero los mataderos que se encuentran detrás, ésos sí que son reales". La moralidad de la obra suplanta al teatro tradicional, que pretende ser imparcial. A partir de 1920, Brecht viajó a menudo a Berlín, donde entabló relaciones con gente del teatro y de la escena literaria. En 1922 se casó con la actriz de teatro y cantante de ópera Marianne Zoff. A partir de aquel momento, el joven artista tuvo papeles en Münchner Kammerspiele y en el Deutsches Theater de Berlín.

Un año más tarde tuvieron una hija, Hanne; poco después conoció a la que sería su segunda esposa, Helene Weigel. En 1924 abandona Augsburgo y se traslada a Múnich; de ahí se trasladaría posteriormente a Berlín, la capital, en la que reinaba una vida cultural efervescente, y donde conoce al poeta expresionista Arnolt Bronnen, con el que funda una productora a la que llamarían Arnolt y Bertolt.

Ese mismo año empezó a trabajar como dramaturgo junto a Carl Zuckmayer en el Deutsches Theater de Max Reinhardt y tuvo a su segundo hijo, Stefan, aunque tres años más tarde se divorciaría de Marianne Zoff. Desde 1926 tuvo frecuentes contactos con artistas socialistas que influirían en su pensamiento y en 1927, comenzó a estudiar El capital de Marx.

En la segunda mitad de la década de los años 1920 Brecht se había transformado en un comunista convencido, que también buscaba objetivos políticos con sus obras, como por ejemplo con Mann ist Mann (1926).

Sin embargo, nunca ingresó al Partido Comunista de Alemania (KPD). El concepto de marxismo que defendió Brecht estuvo influenciado tanto por marxistas no dogmáticos y sin partido, como Karl Korsch, Fritz Sternberg y Ernst Bloch como también por la línea oficial del KPD.

La creación de su concepción del teatro épico transcurrió de manera paralela al desarrollo de su pensamiento político a partir de 1926.[1] Ese mismo año se casó con Helene Weigel, matrimonio del cual tuvieron una hija, Bárbara. Brecht y Weigel en 1954 en Berlin Este. Entre 1929 y 1934 escribió una serie de obras entre las que se destacan: Línea de conducta, Acuerdo y tal vez el más importante y bello de los trabajos de esta época: La excepción y la regla (1930).

A sus 29 años publicó su primera colección de poemas Devocionario doméstico y un año más tarde alcanzó el mayor éxito teatral de la República de Weimar con La ópera de cuatro cuartos/La ópera de los tres centavos, con música de Kurt Weill, una obra disparatada en la que critica el orden burgués representándolo como una sociedad de delincuentes, prostitutas, vividores y mendigos.

Esta obra fue llevada al cine en 1931 bajo la dirección de Georg Wilhelm Pabst. Brecht siempre buscó con sus actuaciones concienciar al espectador y hacerlo pensar, procurando distanciarlo del elemento anecdótico; para ello se fijó en los incipientes medios de comunicación de masas que la recién nacida Sociología empezaba a utilizar con fines políticos: la radio, el teatro e incluso el cine, a través de los cuales podía llegar al público que pretendía educar.

Su meta fue alcanzar un cambio social que lograse la liberación de los medios de producción. Ese propósito lo abordó tanto a través del ámbito intelectual como del estético. Un año después, Brecht llevó sus ideas comunistas al cine con Kuhle Wampe (o ¿A quién le pertenece el mundo?), dirigida por Slatan Dudow y con música de Hanns Eisler, que muestra lo que podría ofrecer el Comunismo a un pueblo alemán azotado por la crisis de la República de Weimar.

Hasta 1933, Brecht trabajó en Berlín como autor y director de teatro. Pero en aquel año, Hitler se hace con el poder. A comienzos de 1933, la representación de la obra La toma de medidas fue interrumpida por la policía y los organizadores fueron acusados de alta traición. El 28 de febrero —un día después del incendio del Reichstag— Brecht y Helene Weigel con su familia y amigos abandonan Berlín y huyen a través de Praga, Viena y Zúrich a Skovsbostrand, cerca de Svendborg, en Dinamarca, donde el autor pasó cinco años.

En mayo de 1933 todos sus libros fueron quemados por los nacionalsocialistas. Aunque al día de hoy se duda de si la totalidad de sus libros fueron quemados. El exilio El exilio de Brecht fue posiblemente el tiempo más duro de su vida, a pesar de lo cual en este periodo escribe algunas de sus mayores obras y alcanza su plena madurez con sus cuatro grandes dramas escritos entre 1937 y 1944.

Encontrándose en una situación económica difícil, tuvo que viajar primero a Dinamarca, luego a Suecia, donde vivió durante un año en una granja cerca de Estocolmo y finalmente, en abril de 1940, a Helsinki. Durante esta época escribió su obra La vida de Galileo.

Esta pieza teatral recrea muy libremente la biografía del científico, describiendo la autocondenación del personaje para dar encima de su teoría heliocéntrica delante de la Inquisición.[3] Brecht siempre se pronunció contra la autoridad, el Estado y la sociedad con la justa crítica para no llegar a ser mártir de sus propias ideas.

En Suecia escribió el poderoso alegato antibélico Madre Coraje y sus hijos, en una tentativa de demostrar que los pequeños empresarios codiciosos no vacilan en promover devastadoras guerras para ganar dinero. La vida de Galileo fue estrenada el 9 de septiembre de 1942 en el teatro de Zúrich.

El alma buena de Szechwan (1938-40) examina el dilema de cómo ser virtuoso y sobrevivir al mismo tiempo en un mundo capitalista. En El círculo de tiza caucasiano narra la historia de una pugna por la posesión de un niño entre una madre de la alta sociedad que le abandona y una criada que se ocupa de él; a la manera salomónica, el juez debe decidir quién es la verdadera madre.

En el verano de 1941, viajó en el expreso transiberiano desde Moscú a Vladivostok. Desde el este de la URSS se trasladó en barco a California, asentándose en Santa Mónica, cerca de Hollywood. Allí intentó escribir para la industria de Hollywood, pero sus guiones no fueron admitidos por las grandes productoras cinematográficas. En Estados Unidos organizó algunas representaciones teatrales, en la mayoría de los casos en escenarios de emigrantes, pero Brecht vuelve a ser perseguido por sus ideas políticas y el 30 de octubre de 1947 es interrogado por el Comité de Actividades Antiamericanas, por lo que tuvo que escapar al día siguiente otra vez a Suiza, sin esperar el estreno de su drama La vida de Galileo en Nueva York. Casa de Brecht en Berlin-Weißensee. Suiza era el único país al que podía viajar y allí pasó un año en el que escribió El Señor Puntila y su criado Matti, un drama popular sobre un granjero finlandés que oscila entre la sobriedad grosera y el buen humor borracho.

Bertolt tenía prohibida la entrada a Alemania Occidental (RFA), por órdenes de las autoridades de ocupación de la postguerra (aliados). Tres años después obtuvo la nacionalidad austriaca. Tras 15 años de exilio, volvió a Alemania en 1948, instalándose en Berlín oriental. Vida en Berlín Este y muerte Estatua de Bertolt Brecht en el exterior del teatro Berliner Ensemble, en Berlín. A comienzos de 1949 se trasladó con un pasaporte checo a través de Praga a Berlín Este. Vivió en la «Casa de Brecht» en Weissensee, comenzó a trabajar en Antígona de Sófocles, versión de Friedrich Hölderlin, y en otra obra importante, el Pequeño Organum para el teatro, siendo director general del Deutsches Theater.

En otoño fundó junto con Helene Weigel el Berliner Ensemble. A continuación trabajó de una manera muy comprometida para el teatro. Son años de escenificaciones y publicaciones espectaculares en los que llegaría a hacerse famoso y en los que tuvo algunas actuaciones por invitación en capitales europeas, lo que causó tensiones con la dirección del SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands: Partido Socialista Unificado de Alemania) así como con representantes de la burocracia cultural y de la vida del teatro.

En 1955, Brecht recibió el Premio Stalin de la Paz. Al año siguiente, el 14 de agosto, contrajo una inflamación del pulmón y murió de una trombosis coronaria en Berlín del Este. En el quincuagésimo aniversario de su muerte, el diario alemán de Berlín, Tagesspiegel publicó las grabaciones completas de un discurso dado el 1 de septiembre de 1956 por Erik Mielke con motivo de su nombramiento como Director de la Stasi (policía secreta de la RDA). En él, Mielke admitía que Brecht «quería hacer una denuncia contra un dirigente de la Seguridad del Estado», y tras una intencionada pausa, agregó: «después Brecht murió de un infarto». Así abonó la hipótesis de que Brecht recibió un «tratamiento mortal deliberado» a la afección coronaria que arrastraba desde hacía años.[4] Su estilo y lenguaje continúan ejerciendo influencia hasta hoy en el teatro moderno.
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http://es.m.wikipedia.org/wiki/Bertolt_Brecht

domingo, 11 de octubre de 2009

Friedrich Engels

Friedrich Engels



Friedrich Engels (Barmen-Elberfeld, actualmente Wuppertal, Renania, entonces parte de Prusia, 28 de noviembre de 1820 – Londres, 5 de agosto de 1895) fue un filósofo y revolucionario alemán.

Amigo y colaborador de Karl Marx, fue coautor con él de obras fundamentales para el nacimiento de los movimientos socialista, comunista y sindical, y dirigente político de la Primera Internacional y de la Segunda Internacional.

Karl Marx

Karl Marx



Karl Heinrich Marx (Tréveris, 5 de mayo de 1818 – Londres, 14 de marzo de 1883) fue un filósofo, historiador, sociólogo, economista, escritor y pensador socialista alemán de origen judío. Padre teórico del socialismo científico y del comunismo, junto a Friedrich Engels, es considerado una figura histórica clave para entender la sociedad y la política.`

Karl Marx fue el tercero de siete hijos de una familia judía de clase media. Su padre, Herschel Mordechai (luego Heinrich) Marx, quien era descendiente de una larga línea de rabinos, ejercía la abogacía en Tréveris, su ciudad natal. Era además consejero de justicia, sin embargo recibió fuertes presiones políticas, por parte de las autoridades prusianas que le prohibieron continuar con sus prácticas legales de acuerdo a su religión y le obligaron a abrazar el protestantismo para poder mantener el cargo en la administración de Renania. Su madre fue Henrietta Pressburg, nacida en los Países Bajos, y sus hermanos fueron Sophie, Hermann, Henriette, Louise, Emilie y Caroline.
Realizó sus estudios de Derecho en la Universidad de Bonn pero los dejó para estudiar Filosofía en Berlín. Se doctoró en 1841 en Jena con una tesis titulada Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro. Pronto se implicó en la elaboración de trabajos en torno a la realidad social, colaborando en 1842 junto con Bruno Bauer en la edición de la Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), publicación de la que pronto llegó a ser redactor jefe. Durante este período también frecuentó la tertulia filosófica de Los Libres (Die Freien). La publicación finalmente sería intervenida por la censura, y posteriormente, Marx tuvo que marchar al exilio.Leer mas...

Adolfo Sánchez Vázquez y el marxismo

Adolfo Sánchez Vázquez y el marxismo

Ana Galván Chávez*


Adolfo Sánchez Vázquez nació en Algeciras, España, en 1915. Sus primeros años de vida transcurrieron en su pueblo natal, pero pronto la familia se trasladó a Málaga donde cursó la primaria, el bachillerato y, entró en contacto con la esencia y el sentido de su vida: la reflexión político-filosófica.

Para poder seguir la vida del doctor Adolfo Sánchez Vázquez es necesario considerar algunos acontecimientos que nos pueden ayudar a entender su trayectoria. "Mi actividad política la inicié muy precozmente en Málaga, pues era difícil sustraerse al clima de entusiasmo que suscitó el nacimiento de la Segunda República"; luego, el torbellino de la guerra, "la guerra civil fue para mí una experiencia vital importante"; para desembocar en los largos días, que fueron años, del exilio, "en Séte, puerto francés del Mediterráneo, embarcamos en la primera expedición colectiva a bordo del Sinaia… quince días duró la travesía… llegamos a Veracruz el 13 de junio de 1939… Nos pusimos a encauzar nuestra nueva vida con la firme creencia de que ella constituiría un paréntesis de breves años hasta la vuelta a la patria".

En 1933, Adolfo Sánchez Vázquez ya formaba parte del Bloque de Estudiantes Revolucionarios y ese mismo año ingresó a la Juventud Comunista. Sin embargo, la política no era su única ocupación y preocupación ya que la actividad literario-poética tenía también un lugar importante en su vida: "Dentro de mi actividad literaria de esos años, ya en el umbral electrizante de la preguerra civil, figuran mis colaboraciones en una sección de literatura de Mundo Obrero, órgano dirigido por el pc de España, así como mi trabajo activo, con José Luis Cano, al frente de una publicación política-intelectual, Línea, de breve existencia. También a este periodo corresponde la revista Sur, que en Málaga fundamos y dirigimos Enrique Rebolledo y yo".

En Málaga "ciudad bravía que había dado el primer diputado comunista a las Cortes de la República… que se caracterizaba también, en los años de preguerra, por una intensa vida cultural", Adolfo Sánchez Vázquez realizó sus estudios de bachillerato en un ambiente propicio para su inquieto espíritu ya que tuvo cercanía con dos instituciones intelectuales de tradición liberal: la Sociedad Económica de Amigos del País, con su biblioteca circulante que contaba con prácticamente todas las novedades, "los jóvenes podíamos obtener una formación bastante al día gracias a esa biblioteca, teníamos acceso a la literatura universal, que incluía por supuesto a la literatura española de la época", y la Sociedad de Ciencias que se caracterizaba por su programa de actos y conferencias, "recuerdo haber asistido ahí a conferencias de Unamuno, Ortega y Gasset, Gómez de la Serna y García Morente entre otros".

En 1935 inició en Madrid sus estudios profesionales en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. "La facultad orgullo de la política cultural de la República, era tanto por el pensamiento que la inspiraba como por la influencia que ejercía en sus aulas, la facultad de José Ortega y Gasset. En ella se cristalizaba su idea de misión de la universidad y, en cierto modo, se transparentaba su visión elitista de España y de la sociedad… A la facultad sólo se podía ingresar después de pasar por las horcas caudinas de un tribunal presidido por el hombre de hierro y de confianza de Ortega, don José Gaos… Aunque satisfecho académicamente, dado el buen nivel, me sentía extraño ideológicamente, pues nada encontraba en ellos que remotamente se abriera al marxismo… Mi marxismo seguía siendo, por tanto, el de un autodidacta, y se desarrollaba casi exclusivamente fuera de la universidad, en un plano político militante".

Sin embargo, la sublevación franquista de 1936 irrumpió en la escena política y social y no dejó lugar alguno para que Adolfo Sánchez Vázquez se "sintiera extraño ideológicamente" en las aulas universitarias: "La lucha apenas comenzaba. Desde el primer momento me sumé a ella a través de las tareas que me encomendaba la jsu, producto de la fusión de las juventudes socialistas y comunistas".

Así, empezaba su periplo como militante social, comprometido con sus ideas y con su país; en 1936 fue director del órgano de expresión Octubre, y en 1937 asistió como delegado de su organización a la Conferencia Nacional de la jsu. El mismo año, Santiago Carrillo, a nombre de la comisión ejecutiva de la organización, le encarga la dirección del diario Ahora, tarea que desempeñó sólo algunos meses pero que le permitió asistir al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas.

La guerra, esa extraña y compleja compañera de algunos momentos históricos, no daba respiro y, en septiembre de 1937 Adolfo Sánchez Vázquez se incorporó a la 11a. división y participó en la batalla de Teruel. Poco después pasó al Vo. cuerpo del ejército con el cual "hice todo el resto de la guerra en Cataluña hasta que después de la durísima batalla del Ebro nuestras tropas se vieron forzadas a cruzar la frontera… Pasada la línea fronteriza… pude llegar primero a Perpignan, donde hice contacto con mis jefes, y poco después con más audacia que recursos seguí hasta París donde la estancia estaba absolutamente prohibida para nosotros. De ahí me trasladaron a un albergue que la Asociación de Escritores Franceses había preparado para algunos intelectuales españoles… Tras unos meses en que nuestro futuro parecía no sólo incierto sino sombrío las nubes de la guerra mundial se arremolinaban el horizonte se aclaró de pronto… el general Lázaro Cárdenas abría las puertas de México a los refugiados españoles… Y en Séte, puerto francés del Mediterráneo, embarcamos en la primera expedición colectiva a bordo del Sinaia".

En México, "del que nada sabía salvo lo que me había contado en Madrid, poco antes de la guerra, Andrés Iduarte", Adolfo Sánchez Vázquez orientó sus primeros pasos en una dirección política y cultural. Participó con Juan Rejano, Lorenzo Varela y Miguel Prieto, entre otros, en la fundación de Romance y Ultramar. También en la revista de la Junta de Cultura Española España Peregrina. Fue, asimismo, de los fundadores (llegaría a ser vicepresidente cuando León Felipe la presidió) de la Unión de Intelectuales Españoles en México.

"Llego a México con cierta concepción del hombre, de la sociedad y de la historia, así como del compromiso moral y político. Esa concepción, que yo traigo a mis 23 años de España, era el marxismo. Pero es en México donde éste se afina, se depura y afirma con mi actividad teórica y práctica".

De 1941 a 1943 radicó en Morelia impartiendo clases de filosofía en el bachillerato, en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo y desempeñó otras actividades alejadas, en estricto sentido, de la reflexión filosófica pero obligadas por su situación económica: dirigió una de las casas de los niños de Morelia, escribió novelas basadas en guiones de películas, y dio clases de español al personal de la embajada soviética.

De regreso a la Ciudad de México retoma los estudios universitarios. "Reanudé mis estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam… Cursé todas las asignaturas de la maestría en letras españolas… comencé a preparar mi tesis sobre ‘El sentido del tiempo en la poesía de Antonio Machado’ que no llegué a terminar". Así, entre la filosofía y las letras, en 1955 obtuvo en la Universidad Nacional el grado de maestría en filosofía con el trabajo "Conciencia y realidad en la obra de arte", en el que "se reflejaba no sólo el estado de mi formación filosófica en aquellos momentos sino muy especialmente el lugar que ésta ocupaba en la filosofía marxista".

Pocos eran, en los años cincuenta, los marxistas que se atrevían a brincar el muro de la ortodoxia impuesta por la Unión Soviética, entre ellos se encontraba Adolfo Sánchez Vázquez; su pensamiento riguroso y crítico y también las experiencias personales lo llevaban a cuestionar el régimen comunista imperante, que tenía su expresión perfecta en el "realismo socialista".

"De la práctica ha dicho vendrían el estímulo y la exigencia de llevar esos intentos antidogmáticos hasta sus consecuencias más profundas. En 1954, nuestra organización del pce en México, se pronunció contra los métodos autoritarios y antidemocráticos del representante local del Comité Central… El conflicto se había ido agudizando hasta desembocar en un abierto enfrentamiento entre la organización de México y el Buró Político. En 1957 el bp consideró que el conflicto no podía prolongarse más y tuvimos varias reuniones con la máxima dirección del pce en París. En estas reuniones la voz cantante la llevábamos Fernando Claudín y yo. El conflicto se resolvió de acuerdo con la aplicación habitual de las reglas del centralismo democrático: sometimiento incondicional de la organización inferior al centro. En este conflicto estaban ya, in nuce, todos los problemas dogmatismo, autoritarismo, centralismo, exclusión de la democracia interna, etcétera que reclamaban una solución nueva en el movimiento comunista mundial. La vieja solución dada a nuestro conflicto afectó seriamente mi actividad práctica, militante; desde entonces prometí ser sólo un militante de filas y consagrarme sobre todo a mi trabajo en el campo teórico".

Así, Adolfo Sánchez Vázquez motivado por encontrar respuestas creíbles, ciertas, a "las cuestiones que plantea la construcción de una sociedad en nombre del marxismo y socialismo", e inmerso en un ambiente de pluralidad filósofica que le brindaba el medio académico, mismo que le abrió la posibilidad de una serie de encuentros y diálogos con jóvenes filósofos, "los diálogos más frecuentes y más fecundos para mí todavía marxista autodidacta y ‘ortodoxo’ fueron con los ‘hyperiones’ Jorge Portilla y Emilio Uranga… [que] ponían a prueba la consistencia de mis ideas. Con estos encuentros, así como con la literatura crítica que caía en mis manos, no sólo la de Sartre y Merleau-Ponty, sino también la de los jesuitas Gálvez, Bigo, Cottier y Chambre, y unidas a ellas mis lecturas de marxistas irreverentes como Lukács, Pannekoek, Korsch y Bloch, fueron quebrantándose, ya a finales de la década del cincuenta, los pivotes de mi adhesión a la versión institucionalizada, soviética, del marxismo. Pero, fueron sobre todo las interrogantes que brotaban de mi propia práctica política y las que se alzaban con el inesperado y sorprendente informe secreto de Jruschov en el XX Congreso del pcus".

Así, con la crítica como herramienta primera del pensamiento y enfrentado a las contradicciones del "socialismo real", las interrogantes pronto dejaron de serlo, el avance de los tanques y las tropas del Pacto de Varsovia sobre Checoslovaquia, no le dejaron sombras de duda, ese hecho "marcó decisivamente mi ruptura"; ruptura sí, mas con una política, no con la permanente búsqueda por encontrar respuestas a las cuestiones que plantea la construcción de una sociedad más justa, democrática y plural. "En un proceso gradual, que arrancaba de finales de la década del cincuenta, me vi conducido no ya a buscar cauces más amplios en el marco del marxismo dominante, sino a romper con ese marco que no era otro que el de la visión estaliniana del marxismo".

El camino andado por Adolfo Sánchez Vázquez ha sido amplio y prolífico. Autor de más de una docena de textos, entre los que se encuentran, además de su libro de poesía El pulso ardiendo, Las ideas estéticas de Marx, Conciencia y realidad en la obra de arte, Filosofía de la praxis, Ética, Estética y marxismo (dos volúmenes), Del socialismo científico al socialismo utópico, Sobre arte y revolución, Filosofía y economía en el joven Marx, Sobre filosofía y marxismo y Ensayos marxistas sobre historia y política. Ha sido coordinador del Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía de la unam, presidente de la Asociación Filosófica de México, presidente del Colegio de Profesores de Filosofía de la Facultad de Filosofía, miembro del Instituto Internacional de Filosofía, miembro del consejo editor de la revista Praxis International y miembro del comité ejecutivo de la Asociación Internacional de Estética.

Su relación con la Universidad Nacional es larga, desde 1959 cuando se le asignó una plaza de profesor de tiempo completo, Adolfo Sánchez Vázquez se ha ocupado y preocupado no sólo por la reflexión filosófica, sino que ha compartido generosamente sus pensamientos con cientos de jóvenes. Por eso cuando la unam lo designó profesor emérito, en 1985, sólo se formalizó una relación ya antigua y fructífera. Un año antes, la Universidad Autónoma de Puebla le había otorgado el doctorado honoris causa, reconocimiento que también le otorgó la Universidad de Cádiz en 1988.

Para Adolfo Sánchez Vázquez pensar el mundo de la filosofía de la praxis tiene que sujetarse a ciertas exigencias: "Mantener los ideales, fines o propósitos emancipatorios sin los cuales carecería de sentido la función práctica, vital, que asignamos a la filosofía.

"Apoyarse en el fundamento racional que nos proporcionan las ciencias, pues ninguna transformación del mundo será posible sobre la base de ilusiones, falacias o supersticiones.

"Suspender los prejuicios, argumentos de autoridad o sofismas que tienden a velar o justificar lo que tratamos de transformar.

"Adoptar una actitud crítica incansable en todas direcciones; como crítica de las ideas dominantes pero también de nuestras propias ideas y, a su vez, como crítica de la realidad existente pero también de la realidad que, orientados por nuestras ideas, hemos construido o pretendemos construir.

"Admitir finalmente el diálogo, la discusión, el intercambio de razones, lo que significa por tanto reconocer que no poseemos el monopolio de la verdad y que estamos abiertos a las razones y a la crítica del otro".

Adolfo Sánchez Vázquez ha sido un pensador crítico y tenaz, marxista convencido de que las sociedades humanas no tienen cabida en rígidos esquemas dogmáticos, que la libertad, la igualdad, la democracia y la pluralidad no son palabras huecas que llenan las hojas de proclamas y discursos, sino las únicas señales que habrán de conducir a las sociedades a ser verdaderos espacios para que el individuo se afirme plenamente. "He llegado a la conclusión de que no obstante el fracaso histórico de los proyectos de emancipación social, el socialismo sigue siendo necesario, deseable, posible… se hacen necesarias las teorías que contribuyan a realizar el proyecto socialista de emancipación. Y, entre ellas, sin ser exclusivo, el marxismo, entendido como proyecto liberador, crítica de lo existente, conocimiento de la realidad social a transformar y vinculación con la práctica"

http://www.rolandocordera.org.mx/confi/galvan.htm

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