lunes, 31 de marzo de 2008

Dos visiones sobre Cristo

Priscila Tamariz

Hace 17 años, la suerte de un director neoyorkino cambió, pero no para bien. Martin Scorsese se encontraba en su máximo apogeo cinematográfico gracias a la dirección de películas como Taxi driver (1976) y New York, New York (1977), pero en agosto de 1988 tuvo que enfrentarse a la crítica a nivel mundial por su polémico filme La última tentación de Cristo, película basada en el libro homónimo del escritor y filósofo griego Nikos Kazantzakis (quien no vio realizada su novela en cine puesto que murió en 1957).

Desde un principio, el filme estuvo marcado por situaciones desafortunadas. En primer lugar, ninguna compañía deseaba producirlo. Fue a mediados de los ochenta que Universal Pictures le dio a Scorsese el sí, con la condición de que dirigiera años después el remake de la película comercial Cabo de miedo, por lo que tuvo que rehusar a su imagen de director de arte, con tal de ver su “última tentación de Cristo” en la pantalla grande.

A pesar de establecerse en el comienzo de la cinta que el guión es de carácter ficticio, cuadrillas de católicos y simpatizantes religiosos expresaron su desaprobación rotunda, incluso los grupos más fundamentalistas planearon la compra del filme a la productora para destruirlo y así evitar su promoción. Pero eso no sucedió, en vez, otra clase de censura atacó al libre comercio cinematográfico. En México, como en Guatemala, Chile, Colombia y Ecuador se prohibió, por decreto de gobernación, la exhibición de ésta. En nuestro país la orden fue girada por el grupo Renovación Moral de Miguel de la Madrid, que prohibió el filme. Las opciones para ver la película y disfrutar de su excelso soundtrack, compuesto por Peter Gabriel, además de la actuación de Willem Dafoe como Jesús de Nazareth, se redujeron únicamente a exhibiciones privadas.

El filme permaneció enlatado por 16 años, sin esperanza de ser visto por los cinéfilos mexicanos. Fue en marzo de 2004 que el veto establecido finalizó. El hecho estuvo ligado con la aparición de otra cinta cuyo tratamiento tiene relación con las últimas 12 horas de vida de Jesucristo: La Pasión de Cristo, del estadounidense Mel Gibson (y gracias a la cual sería conocido como un artista entregado al catolicismo ortodoxo).

Hablada en latín y arameo, con un costo de 30 millones dólares y recaudación en taquillas de Estados Unidos de 264 millones de dólares (a diferencia de La última tentación, cuyo costo de producción fue 7 millones de dólares, y recabó en dicho país 8 millones de dólares). El filme se basa en los Evangelios bíblicos. Gibson narra y acentúa la imagen divina de Cristo en sus últimas horas de vida, desde la oración que realiza en el Jardín de los Olivos (después de la última cena), hasta su crucifixión y muerte, por petición del pueblo israelita. Cabe mencionar que algunos sectores judíos consideraron el filme de Gibson como antisemita, pues rescata las representaciones antijudías de la Pasión, lo que ocasionó controversial polémica al igual que La última tentación...

Pero en su mayoría, la respuesta del público hacia el filme fue de aceptación inmediata, y La Pasión de Cristo se exhibió en cartelera mexicana por meses. El caso se llevó al extremo, al punto que algunos miembros del Catolicismo y simpatizantes consideraron al filme como “divino”, y lo vendieron en sus comunidades como un paso directo a la salvación.

Raúl Mora (ex rector del ITESO y docente en la carrera de Ciencias de la Comunicación), opina acerca de este hecho: “tanto la película La última tentación de Cristo, como la de Mel Gibson, son eso, películas. No caigamos en la trampa de tenerlos como documentos históricos”.

A pesar de que ambos filmes comparten al mismo personaje principal: Jesús, el tratamiento fue diverso. Hasta la fecha la discusión más ferviente sigue estando en torno a este personaje. Scorsese decidió retratar al hijo de Dios como un ser más humanizado, como platica Annemarie Meier (coordinadora del área de Discurso y Estrategias Discursivas y docente en la carrera de Ciencias de la Comunicación): “en todo el filme de Scrosese, el personaje de Cristo es un ser en conflicto, un hombre que duda y que busca. Las escenas donde se nos muestran sus fantasías nos dicen mucho acerca de un personaje que tiene visiones y escucha voces interiores. Nikos Kazantzakis (el autor del libro) habla de su fascinación por la personalidad ‘dual’ de Jesús como humano y sobrehumano. También menciona la lucha entre la carne y el espíritu, lo que no se observa en la película de Mel Gibson”.

La invitación es abierta para disfrutar y analizar el carácter de estas dos películas, las cuales causaron polémica, cada una en su respectiva época. Sin más, hay que recordar que el cine de ficción (categorías a las que ambas películas pertenecen), es una ventana para asomarse y cuestionar así la mente del director.

La última tentación de Cristo / The last temptation of Christ

Martin Scorsese

810. SCO

(Formato VHS)

La Pasión de Cristo / The Passion of the Christ

Mel Gibson

810.GIB

Nota: DVD región 4

En arameo, hebreo y latín, con subtítulos opcionales: español, inglés, portugués

Más información:

ELMUNDO.ES/METROPOLI - Películas conflictivas

www.el-mundo.es/metropoli/ 2004/03/30/cine/1080669344.html

Películas disponibles en la videoteca relacionadas con la vida de Jesús:

Jesús de Montreal / Jesus of Montreal (Canadá, 1989)

Denys Arcand

819. 1 ARC (VHS)

¿Qué pasaría si Jesús viviera en la actualidad?, es la pregunta que el director resuelve escenificando a un Jesucristo moderno, quien es actor de teatro junto a María Magdalena, estrella de publicidad.

Jesucristo superestrella / Jesus Christ superstar (Estados Unidos, 1972)

Norman Newison

810. JEW (VHS)

Película basada en la ópera rock de Tim Rice y Andrew Lloyd Weber (estrenada en 1968), la cual narra, según los Evangelios, los últimos siete días de vida de Jesús en torno al personaje de Judas.

El evangelio según San Mateo / Il vangelo secondo Matteo (Italia, 1965)

Pier Paolo Pasolini

850. PAS (DVD multiregión. En italiano, con subtítulos opcionales: español)

Visión política y humanística de la vida de Jesucristo inspirada en el Evangelio según San Mateo (grabada al sur de Italia, con actores aficionados y bajo el punto ateo del director).

Jesus de Nazareth / Jesus of Nazareth (Italia-Estados Unidos, 1979)

Franco Zeffirelli

850. ZEF (DVD regiones 1 y 4. En inglés, con subtítulos opcionales: español)

Miniserie filmada para televisión (aunque encontró acojo en el cine), en la que se narra la vida de Jesucristo, posterior a su nacimiento hasta su muerte, dando énfasis a los milagros que éste concedió. Duración total: 379 minutos.

La más grande historia jamás contada

George Stevens

810. STE V. 1, V.2 (DVD región 4. En inglés, con subtítulos opcionales: español)

Una de las primeras películas que pretendieron darle a Jesús un lado más humanizado y no tanto divino. Narra los Evangelios de San Juan (aunque retoma elementos de los Evangelios Sinópticos)

Fuente:
www.iteso.mx/MyBlobSrvlt?ID=533



Jesús: superestrella del cine

Desde la época muda hasta la polémica "La pasión de Cristo", su vida ha servido de inspiración a numerosos cineastas.

Robert Powell: marcado por "Jesús de Nazareth".

Fuente:

MARCELO MACELLARI


Nadie ha podido sustraerse a la discusión pública sobre el filme "La pasión de Cristo", de Mel Gibson, alabada por unos y condenada por otros, que la acusan de antisemita y de mostrar "una violencia pornográfica". Centenares de columnas de opinión en diarios y revistas, debates en televisión y miles sitios web dedicados a esta cinta, que ya lleva recaudados US$ 223.7 millones sólo en Estados Unidos, evidencian una verdadera obsesión por el polémica filme. En Chile se verá a partir del próximo jueves y antes, la medianoche del miércoles, el CineHoyts de Valparaíso ofrecerá una avant premiere para la cual ya se están vendiendo las entradas.

Sin embargo, la obsesión no es nueva y la vida de Cristo es prácticamente un subgénero en el cine. No hay director que no se haya sentido atraído por llevar a la pantalla -con dispares resultados- su historia. Desde Edison en "The passion play at Oberammergau (1898), hasta Gibson, pasando por Cecil B. DeMille, Nicholas Ray, Pier Paolo Pasolini, Norman Jewison, Franco Zeffirelli y Martin Scorsese.

Desde los primeros años del cine mudo ya Jesucristo era representado en el celuloide, como en ese monumental experimento que fue "Intolerancia" de David W. Griffith (1916), donde -en su cuarta parte- se narran pasajes bíblicos del nuevo testamento. Con esta representación nació también la primera polémica en torno a Jesús y el cine, pues las secuencias que dan cuenta de las Bodas de Caná fueron rechazadas por las agrupaciones civiles que luchaban por la permanencia de la prohibición del alcohol.

Ya en los años 20, Cecil B. De Mille después de hacer una vistosa producción de "Los diez mandamientos" (1923), decide dejar el antiguo testamento y hablar del segundo con "Rey de reyes" (1927), una de las películas mudas mas vistas de la historia. La polémica tampoco se hizo esperar, pues la cinta fue criticada por privilegiar el espectáculo sobre la exactitud histórica, hiriendo sensibilidades de los más ortodoxos.

Y la década de los 50 marca la época dorada de las cintas bíblicas, con títulos como "Los diez mandamientos" -lujoso remake de De Mille para su propia cinta muda-, "Quo Vadis" y "El manto sagrado", culminando con la oscarizada "Ben Hur", en la que el personaje de Charlton Heston es testigo de la crucifrixión de Cristo.

UNA IMAGEN MAS MODERNA

En los años 60, Jesús vuelve a ser representado en una superproducción con el remake de "Rey de reyes" (1961), del siempre inconformista Nicholas Ray ("Rebelde sin causa"). Aquí el personaje del Salvador (interpretado por Jeffrey Hunter) toma una cara humana y se debate entre la acción y la contemplación, ofreciendo una versión menos sacralizada, que resulta acorde con los cambios que experimentaba la sociedad de la época. Una visión más clásica presenta "La historia más grande jamás contada" (1965), de George Stevens, que reunió un gran reparto en el que destacan Max von Sydow, Martin Landau y Angela Lansbury.

Y en 1964 fue el director italiano Pier Paolo Pasolini quien realizó la película sobre la vida de Jesús considerada más cercana a la austeridad de los textos bíblicos: "El evangelio según San Mateo", filme rodado con cámara en mano y con actores sin mayor experiencia. Un dato: cuando a Mel Gibson en una entrevista para "Time Magazine" le preguntaron su opinión sobre este filme, respondió con un bostezo.

Más tarde, en medio de aplausos y también de críticas de los sectores más conservadores, aparece el taquillero filme "Jesucristo Superstar" (1973), de Norman Jewison, adaptación del musical de Lloyd & Weber. El filme cautivó a las nuevas generaciones presentando un Jesús nunca antes visto: hippie y contestario. Y de paso, los temas musicales se transformaron en hits, incluyendo las versiones en español a cargo de Camilo Sesto y Angela Carrrasco.

Otra de las obras más populares es "Jesús de Nazareth" (1977), costosa miniserie del director italiano Franco Zeffirelli ("Romeo y Julieta"), que es un número fijo en la programación de Semana Santa en nuestra TV. El protagonista de esta superproducción, el inglés Robert Powell, cristalizó para millones de espectadores la imagen de Jesús. Powell quedó tan marcado con este papel, que todas sus intervenciones posteriores en la pantalla grande pasaron casi inadvertidas y hoy se dedica a prestar la voz en programas documentales.

Quizás una de las películas más polémicas de todos los tiempos es "La última tentación de Cristo" (1986), de Martin Scorsese, basada en la novela de Nikos Kazantzakis. Aquí el Jesús interpretado por Willem Dafoe es un carpintero que construye las cruces de los condenados a muerte, un hombre lleno de dudas sobre su propia divinidad, tentado por la carne y por el demonio, que necesita de Judas para saber quién es. Condenada por Roma (todos los que la vieran serían excomulgados) y boicoteada en miles de salas alrededor del mundo, tanto ruido distrajo la atención de una de las obras más arriesgadas e interesantes sobre el hijo de Dios.

El suceso taquillero que ha significado "La pasión de Cristo" augura un resurgimiento del cine bíblico en Hollywood. Así que tenemos Jesús para rato, con las polémicas que casi siempre trae su representación en la pantalla grande.

Irreverentes:

La imagen de Jesús en el cine nunca ha estado exenta de controversia. ¿Ejemplos?

"Yo te saludo María" (1985), de Jean Luc Godard, donde María es una estudiante que queda embarazada por obra del Espíritu Santo y debe decírselo a su novio José, un taxista. También hay parodias, como la serie animada "South Park", en la que Cristo tiene un programa de TV llamado "Jesús y su amigos", donde recibe llamadas de las personas que quieren hacerle una consulta y que de paso interceda con su padre; "La vida de Brian" (1979), comedia del grupo inglés Monty Python; "La clase dirigente", con Peter O'Toole encarnando a un hombre que se cree el Mesías; y "La loca historia del mundo", de Mel Brooks, con John Hurt como un divertido Jesús.

Uno de los títulos más curiosos es el filme canadiense "Jesus Christ Vampire Hunter", donde el hijo de Dios es un cazador de vampiros, quien junto a un luchador mexicano debe resolver el misterioso asesinato de un grupo de lesbianas que aparecen muertas sin una gota de sangre en sus cuerpos y marcas de colmillos. El filme mezcla géneros como el kung fu, la comedia y el musical.

Fuente:


http://www.mercuriovalpo.cl/site/edic/20040312042757/pags/20040312045225.html




Crónica de una pasión anunciada

La Pasión de Cristo / The Passion of The Christ

El contar la vida de Cristo ya se ha dado en diferentes versiones a lo largo de la historia del cine. De forma grandilocuente y vacía en “Rey de reyes (1927)”, con su remake sonoro y a color en 1961, el que vimos durante infinidad de Semanas Santas en televisión. De forma espectacular y aparatosa en “La historia más grande jamás contada (1965)”. Como musical contemporáneo y atrevido en “Jesucristo superestrella (1973)”. Como miniserie monumental, sobria, eternamente plástica y poética en “Jesús de Nazareth (1977)”. Y como cuestionamiento filosófico existencial en “La última tentación de Cristo (1988)”. Ahora Mel Gibson se ve ante el reto de cómo contornar una vez más esta historia sin que se vea opacada y se sienta repetitiva.

El resultado de lo anterior es La pasión de Cristo, filme en donde Gibson se fundamenta en las 12 últimas horas de vida de Jesús antes de morir en la cruz. La película se convierte en un relato crudo, violento y dolorosamente sangriento.

La cinta está narrada en arameo, latín y hebreo, Gibson prohibió el doblaje a cualquier otra lengua, lo que le da una ambientación especial a la película.

Además de las continuas flagelaciones y los ríos de sangre que se acentúan con las repetidas cámaras lentas y los abundantes planos cerrados, La Pasión de Cristo posee un montaje preciso y sutil que ayuda bastante al relato.

De las actuaciones rescatamos a Mia Morgensten y Monica Belluci, quienes en los papeles de María y María Magdalena se convierten en lo más sobresaliente de la cinta, transmitiendo un dolor profundo e infinito. Jim Cavieziel, se pierde en una máscara de sangre y heridas, poco vemos de su interpretación de Jesús. Los demás personajes son boceteados y apenas si llegamos a determinarlos.

El vestuario no es suntuoso, pero cumple y ayuda a complementar una buena ambientación. En esto colabora también la banda sonora de John Debney, quien toma los trabajos hechos por Gabriel Yared –para la miniserie de 1977 que dirigiera Franco Zeffirelli- y de Peter Gabriel – para La última tentación de Cristo- y obtiene una mezcla interesante de percusiones y ritmos de Medio Oriente con tonadas más épicas y solemnes.

Si bien la película peca de sensacionalista también tiene sus virtudes y merece verse y comentarse.

Fuente:
http://www.radiodos.com/paginas/archivo/cine/la_pasion_de_cristo.php


Jesus de Nazareth (película)

Miniserie hecha para la televisión y el cine, fué dirigida por Franco Zeffirelli, de 1977, y trata sobre la vida, predicación y pasión de Cristo. Está basada en los cuatro evangelios y se trata de una coproducción ítalo-británica. Esta serie en la que participan connotados actores ha sido considerada por muchos credos cristianos como uno de los films más logrados, realistas y acabado que se hubiese hecho sobre Jesús El Cristo.

Detalles del film.

La vestimenta de Jesús por primera vez aparece como la que usa una persona típica de aquellos tiempos en Judea deshechándose el típico blanco albo y la manta roja con la que Jesús aparece en otros films similares.

En este film,el Jesús personificado por el actor Robert Powell es más carismático, más cercano a las debilidades y virtudes humanas y mucho más espiritual, es más reconocible desde varios puntos de vista de los muchos credos cristianos. El momento cúlmine del film es cuando Jesús se presenta a Poncio Pilatos (Rod Steiger) despúes de haber sido azotado, las tomas provocan un sobrecogimiento al espectador creyente y no creyente.

La ambientación es muy lograda produciendo el efecto de transportarse a la época y el ambiente en que Jesús vivió. La oposición personificada por Caifas es muy convincente y queda patentado en la interpretación de Anthony Quinn. El papel de María realizado por Olivia Hussey en la que interpreta a la madre de Jesús es muy notable por la pureza espiritual que de ella emana.

La música de Jarré es uno de los distintivos del film. Este film se mantuvo en cartelera por más de dos años en Chile.

Son reconocibles y destacables las actuaciones de Ernest Borgnine - El centurión; Anthony QuinnCaifás; Michael York - Juan el bautista; Sir Laurence Olivier - Nicodemo entre otras notables actuaciones. -

El film visto en el cine resulta un tanto largo; pero es porque se realizó como una miniserie y en algunos pasajes se ralentiza buscando el detalle del momento que se representa.

Episodios

Se divide en cuatro episodios.

El primero incluye las historias del nacimiento e infancia de Jesús, hasta la predicación de Juan el Bautista en el desierto. Comienza con el compromiso de María y José, incluyendo la anunciación del angel a María, la visita de María a Isabel, las dudas de José ante el embarazo de María, el nacimiento de Jesús en Belén, la adoración de los magos, la matanza de los inocentes, la visita de Jesús a Jerusalén cuando tenía doce años, y la ya anunciada predicación de Juan el Bautista en el desierto.

El segundo episodio se trata básicamente de los inicios del ministerio de Jesús, arrancando con el bautismo de Jesús en el Jordán e incluyendo el martirio de Juan el bautista a manos de Herodes Antipas. El episodio hace especial hincapié en como Jesús eligió a los doce apostoles, especialmente a Pedro, Juan, Andrés, Santiago y a Judas Iscariote, cuya unión al grupo elegido por Cristo cierra el capítulo. Se muestran algunos milagros como la curación de un endemoniado en una sinagoga de Cafarnaún, la de un paralítico en casa de Pedro y la resurrección de la hija de Jairo.

El ministerio de Jesús se encuentra en su plenitud al iniciarse el tercer capítulo, que incluye célebres pasajes de los evangelios como la predicación de los panes, el perdón a María Magdalena, el sermón de la montaña y la resurrección de Lázaro. Antes de mostrar este evento, Jesús anuncia a los apostoles que es el Mesías y que va a ser crucificado, aunque al tercer día resucitará de entre los muertos. El capítulo promedia con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Instalado en el templo, donde enseña a las multitudes, se observa la creciente hostilidad de algunos dirigentes judíos hacia Jesús, y las acciones de Barrabás como líder de un grupo zelote, de resistencia y hostilidad hacia Roma. El capítulo incluye la expulsión de los vendedores del templo, la sanación del sirviente del centurión, el perdón a la adultera y la curación a un ciego de nacimiento. Termina con la visita de Nicodemo a Jesús.

La pasión de Cristo, la última cena, el arresto de Jesús, la posterior condenación, su muerte en la cruz y su resurrección son los temas del cuarto capítulo. Comienza con la traición de Judas y la conspiración de un grupo de dirigentes encabezados por Caifás. Concluye con la reunión de Jesús resucitado con sus discípulos.

Reparto

Ficha técnica

Enlaces externos

La miniserie de 1977 Jesús de Nazareth


domingo, 30 de marzo de 2008

Caravaggio - La cena de Emaús

Caravaggio
La cena de Emaús

La cena de Jesús con los discípulos de Emaús tuvo lugar después de la resurrección de Cristo. San Lucas en su Evangelio hace un relato simpático del encuentro de Jesús con dos de sus discípulos. El evangelista cuenta la historia de la siguiente manera:

Aquel mismo día, dos de ellos iban de camino hacia una aldea llamada Emaús, que dista de Jerusalén sesenta estadios. Iban comentando entre sí todos estos sucesos Mientras ellos comentaban e investigaban, Jesús se les acercó y caminaba con ellos (Lc 24,13-15). Él les preguntó: ¿Qué cuestiones son ésas que venís discutiendo entre vosotros por el camino? (Lc 24,17). Lo de Jesús Nazareno (...) un profeta poderoso en obras y en palabras ante Dios y ante todo el pueblo; y cómo nuestros pontífices y jefes lo entregaron a la pena de muerte y lo crucificaron (Lc 24,19-20). Entonces Él les dijo (...): ¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera esas cosas para entrar en su gloria? Cuando llegaron a la aldea adonde iban, Él hizo ademán de continuar su camino. Pero ellos le obligaron a quedarse diciendo: Quédate con nosotros que es tarde y el día se acabó ya. Y estando con ellos a la mesa, tomó el pan, recitó la bendición, lo partió y se lo dio. Por fin se les abrieron los ojos y le reconocieron. Pero Él desapareció de su vista (Lc 24,26-30).

Caravaggio sintetiza todo este pasaje evangélico en el acto de la cena, en el mismo momento en que los dos discípulos de Emaús descubren que el caminante que les acompañó durante el viaje de Jerusalén a Emaús era Cristo resucitado. Y lo hace resaltando el dramatismo de la escena mediante un descarnado realismo: Cristo se manifiesta resucitado a dos de sus discípulos en el mismo momento de bendecir el pan. El realismo se evidencia en la vestimenta que era la que habitualmente vestía Jesús y en los ropajes rotos, toscos y usados de los discípulos, los que vestiría la gente pobre. Obsérvese la codera rota del discípulo del lado izquierdo. Y en cuanto a la actitud de los personajes, puede observarse en este cuadro el acusado contraste existente entre la sorpresa de los dos discípulos y la curiosidad del mesonero que no entiende bien de qué va la cosa. La puesta en escena no puede ser más dramática, efecto logrado por el sombreado que envuelve la representación y por el empleo del claroscuro. Llama, también, poderosamente la atención la minuciosidad con que Caravaggio ha reproducido el pan, las viandas y frutas que están sobre la mesa.

Los temas religiosos que abordó Caravaggio muchas veces fueron alterados y corregidos. No estaba bien visto por algunos clérigos la forma en que trataba a los apóstoles, a los que vestía de manera no solamente pobre, sino en ocasiones con aspecto mísero.


Fuente: Caravaggio - La cena de Emaús

A la manera de Jesús: Inspiración para el proceso de enseñanza-aprendizaje según Lucas 24:13-35

A la manera de Jesús: Inspiración para el proceso de enseñanza-aprendizaje según

Lucas 24:13-35*

Dr. Daniel Schipani

Profesor de Cuidado y Consejo Pastoral

Associated Mennonite Biblical Seminary

Elkart, Indiana, E.U.A

El encuentro del camino a Emaús ilumina el ministerio educativo con principios clave sobre la acción de los discípulos y del maestro, y sobre el cuándo, el dónde, el qué y el cómo de la enseñanza. Como todo ministerio, el ministerio educativo debe fomentar la vida de adoración, la vida comunitaria y la vida de misión.

The Emmaus Road encounter sheds light on educational ministry with key principles concerning the actions of the disciples and the teacher and the when, where, what and how of teaching. Like every ministry, educational ministry should foment worship, community life, and mission.

Como ejemplo del ministerio educativo de Jesús, en este artículo hemos escogido el relato del viaje a Emaús debido a la riqueza de información que contiene cuando se estudia desde la perspectiva de la teología práctica y del ministerio.[1] Obviamente, no pretendemos exponer la totalidad de esa riqueza y de la profundidad de significado del pasaje de Lucas 24:13-35. Trataremos, sin embargo, de demostrar que la narrativa del camino a Emaús y el encuentro transformador con el Señor resucitado ilumina el ministerio educativo en tal forma que podemos identificar ciertos principios clave en el sentido de guías confiables para la práctica. Se trata de un paradigma de la comunicación pedagógica como evento en el mejor sentido de la expresión. Consideremos, pues, tales principios.

PRIMERO, los discípulos

Advertimos enseguida que son aquellos dos discípulos quienes aparecen primeramente en escena. Se infiere que eran gente común—no pertenecían al grupo de los doce—como aquella que partía de Jerusalén el domingo después de la Pascua. Les embargaba un sentimiento de derrota. Estaban perplejos y algo confundidos, frustrados por la duda, el temor y la ansiedad. Muchas preguntas bullían en sus mentes. Se enfrentaban a un profundo conflicto interior ya que la desilusión se mezclaba con un poco de esperanza debido a la palabra que habían recibido de “algunas de las mujeres”. Ahora están enfrentando el desafío del momento—es decir, no tratan de olvidar, dejar atrás o soslayar la situación de prueba y conflicto. Se esfuerzan por lograr cierta resolución, actitud desde luego esencial para estimular un proceso de aprendizaje transformador y de sanidad emocional y espiritual.[2] Sienten que necesitan un nuevo sentido de dirección y anhelan nueva luz sobre su situación. Desean conservar la esperanza de una completa liberación; quieren crecer, y esto es muy destacable por cierto. ¿Qué hacen en relación a todo esto que nos resulta importante considerar? Veamos.

Primero, esos discípulos reciben al “desconocido” con hospitalidad y están abiertos a dialogar con él. Así se da la primera fase de la creación de comunidad. Gustosamente comparten sus relatos y sus visiones. Aquí tenemos una primera pista: reconocer que para la revitalización del ministerio con la juventud, comenzamos no con los adultos guías y maestros sino con las y los jóvenes en su propia situación existencial. Necesitamos descubrir a una juventud dispuesta al discipulado y al crecimiento personal y espiritual. Desde luego, un ministerio fiel y pertinente estimulará a su vez el anhelo de crecer y aprender.

Una segunda observación es que en este proceso a lo largo del camino a Emaús algo ocurre que resulta ser el punto crucial de la historia: los discípulos ponen en práctica su fe al invitar al desconocido a comer con ellos.[3] Según leemos, ellos habían estado hablando con Jesús acerca de la redención, y ahora toman prácticamente una acción redentora con el don de la hospitalidad. Así ocurre una segunda fase de creación de comunidad: al recibir ese don de la hospitalidad el desconocido se convierte en “compañero” (del latín, cum panis: compañero o compañera es alguien con quien compartimos el pan). Así también hoy necesitamos tanto la acción como la reflexión, la comprensión junto con la práctica. Extenderse hacia el desconocido es, sin duda, una dimensión importante del evangelio del reino, y la formación y el cultivo de la comunidad ocupa un lugar central en la vida y el ministerio de la iglesia.

Aquellos discípulos en camino a Emaús nos dan una tercera clave importante: después del momento de iluminación alrededor de la mesa, cuando parecen comprender toda la situación—el sentido de la esperanza en Cristo, el camino de la liberación auténtica, el reconocimiento de la presencia real del Señor resucitado—deciden regresar a Jerusalén. Allí es donde está la acción, y la acción debe continuar. Deben ir y contar a la gente lo que ha ocurrido. De modo que el camino a Emaús no conduce sólo a Emaús, sino también a Jerusalén. En otras palabras: partiendo de la escena de la acción, pasando por la reflexión en el camino y la nueva visión alrededor de la mesa con Jesús, se llega a un nuevo tipo de acción y compromiso. Estos discípulos pueden ahora asumir en forma más constructiva sus temores y ansiedades, a pesar de que los riesgos y peligros permanecen. Están siendo transformados y capacitados para proclamar y servir, para vivir y edificar a la comunidad de fe, y para reconocer y celebrar renovadamente la gracia liberadora de Dios.

Segundo, el maestro y pastor

Ahora podemos considerar al “desconocido”, quien resulta ser el mismo Jesús, modelo de ministerio liberador y potenciador. Observemos que él establece una relación entre caminantes. Camina con los discípulos a lo largo del viaje, ocasión que aprovecha para el diálogo y para convertirse verdaderamente en su prójimo. De nuevo podemos destacar por lo menos tres pistas adicionales pertinentes para nuestro propio ministerio con la juventud.

Notamos primeramente que Jesús se une a los discípulos allí donde ellos están, entrando en su realidad. No les dice de inmediato quién es él, ni tampoco les dicta la verdad de las Escrituras o del evangelio en forma paternalista o autoritaria. Más bien les alienta a contar su historia, sus memorias y sus sueños, de forma que se involucren activa y personalmente en el proceso de la pastoral y el discipulado.[4]

En segundo lugar, Jesús no solo les escucha. También resume el relato de los discípulos en tal forma que captura su imaginación; luego se colocan en la actitud de apertura para considerar otra visión de lo que ha estado ocurriendo. Además, este maestro y pastor les provee los recursos necesarios para una nueva comprensión de la salvación a la luz de la historia y la visión bíblicas, de manera que los discípulos pueden conectarla con su propio peregrinaje y esperanzas. En otras palabras, su caminar humano se va entrelazando en caminar sagrado también.

Tercero, el ministerio de Jesús incluye una variedad de actividades. Su enseñanza abarca mucho más que una transmisión cognitiva y verbal, y su orientación es mucho más que la simple instrucción, porque Jesús discipula con un espíritu de compasión y solidaridad, en un clima de compañerismo y camaradería. Él acepta, por cierto, el obsequio de la hospitalidad y se coloca a disposición de los discípulos, sirviéndoles en su propio medio.

Tiempo y contexto

Eventualmente Jesús se aleja de la escena en el momento oportuno, algo que a menudo nos cuesta hacer (ya sea por el abuso del tiempo y la palabra en la enseñanza o la predicación, o en la insistencia del consejo y el contacto personal). En verdad esta narrativa sigue ofreciendo orientación también respecto a las cuestiones del “cuándo” y el “dónde” del ministerio educativo.

Advertimos primeramente que el aprendizaje y el proceso de transformación ocurren en lugares diversos (Jerusalén, el camino, Emaús). Se nos invita a nosotros también a comprometernos en el arte de discipular y cuidar en lugares y tiempos oportunos.

A menudo preferimos la orientación educativa planeada y estructurada pero, como en el caso de nuestra historia, los ambientes pueden ser más o menos formales y casuales. Hay mucho que podemos hacer y aprender colaborativa y mutuamente en medio de las experiencias de compañerismo y comunión, en y por medio de la adoración y la celebración, en el servicio y el testimonio en palabras y hechos o en los procesos de discipulamiento intencional.

Esos ricos y multiformes contextos de ministerio también incluyen eventos y momentos de particular fecundidad (ya sea por el grado de motivación e interés, o por la disposición al aprendizaje y el cambio que facilitan los procesos de maduración, por ejemplo) en sitios tan diversos como los hogares, los barrios, las escuelas y universidades, los lugares de trabajos, las iglesias y aún las calles y los caminos.

Proceso y contenido

En el ministerio educativo, como en todo ministerio, no podemos separar el “cómo” del “qué”, tal como lo ilustra el relato del camino a Emaús. La narrativa sugiere que Jesús y los discípulos consideran una variedad de temas alrededor del asunto central de la cruz—y el camino de la cruz en particular—y la resurrección. Podríamos decir que una agenda rica y compleja se convierte en material curricular: se discuten los acontecimientos recientes y los eventos actuales, se consideran los temores, las ilusiones, las esperanzas y las acciones del pueblo, se comparten sentimientos y pensamientos y se reinterpretan las Escrituras. Se trata indudablemente de un currículo muy amplio. La clave está en que Dios se interesa en todo y cualquier cosa que nos concierne y que sea pertinente para nosotros. Sugiere además que el Espíritu divino anhela guiarnos en medio de nuestras inquietudes existenciales y de nuestra búsqueda de la verdad. ¡Qué maravilla de modelo! ¡Y que responsabilidad implica para quienes nos involucramos en la pastoral con la juventud!

Otra mirada al Jesús resucitado en su papel de maestro y pastor nos revela de inmediato la variedad de métodos que él utilizó, tales como la pregunta, la discusión reflexiva, la interpretación dialógica y crítica, la exposición de la Palabra y la dramatización. Sin duda, nos inspira a la creatividad y al cultivo responsable de destrezas para un ministerio más fructífero.

La narrativa nos sugiere también que el aprendizaje es tan rico y significativo debido a que se han activado y comprometido distintas dimensiones de la personalidad de los discípulos: se han transformado sus mentes, sus corazones y sus voluntades.

La triple meta

Debemos preguntarnos finalmente, ¿cuál es la meta de este caminar pastoral y educativo? Sin duda, va más allá del mero reconocimiento físico de Jesús por parte de sus discípulos. También trasciende el simple “conocer la Biblia”. El propósito es que seamos formados, transformados y potenciados por el Espíritu divino en el marco de la ética y la política del reino de Dios. De hecho, nos atrevemos a afirmar un triple propósito.

Como todo ministerio, el de la enseñanza debe fomentar y enriquecer la vida de adoración. El evento de Emaús ilumina esa relación entre el aprendizaje transformador y la adoración. La auténtica adoración implica e invita al aprendizaje transformador y al crecimiento; a su vez, el ministerio educativo, en sus diversas facetas, ha de habilitar y conducir a una adoración más genuina y significativa.

Como todo ministerio, el de la enseñanza debe promover y facilitar la vida arraigada en la fe en el marco del desarrollo de la comunidad (aquellos dos discípulos regresaron a compartir su testimonio e informar al resto lo que les había ocurrido, y a reconectarse en el seno de la iglesia naciente). A su vez, una fe creciente y una comunidad que va madurando reclama y apoya un ministerio bien fundamentado. El ministerio educativo, en sus diversas facetas, ha de equipar para la vida comunitaria, dentro y fuera de la iglesia.

Finalmente, como todo ministerio, el de la enseñanza debe motivar y capacitar para la vida de misión. El testimonio fiel como proclamación y servicio es resultado directo del encuentro con el Señor resucitado, el maestro y pastor liberador de la narrativa de Emaús. En la medida en que la pastoral con la juventud es fiel a su naturaleza y rol, en tal medida se revitaliza y enriquece la misión de la iglesia en el mundo. El ministerio educativo, en sus diversas facetas, ha de capacitar y potenciar para la misión. Como en el caso de la adoración y la vida comunitaria, a su vez la orientación y la labor misionera enriquecen a la pastoral. Además, al involucrarnos en la vida de misión que revela el amor de Dios en y por el mundo, encontraremos a otras “desconocidas” y otros “extraños”, y junto a ellos y ellas, y por su intermedio, nos encontraremos con Jesucristo de nuevo.


Notas:

* Este artículo forma parte de un seminario impartido por el Dr. Schipani en el Seminario Teológico Centroamericano del 20 al 22 de julio de 2004. El tema general del seminario fue “Educación desde la fe cristiana: Cinco pistas para nuestro tiempo”.

1 Thomas H. Groome originalmente propuso el ejemplo del Cristo resucitado como maestro en la narrativa de Emaús, en Christian Religious Education: Sharing Our Story and Vision (San Francisco: Harper & Row, 1981): 136-37, 207-23. Una de mis versiones, en inglés, del paradigma del viaje a Emaús para el ministerio educativo, aparece en el libro Congregational Discipling (Scottdale, Pennsylvania: Herald Press, 1997): 63-68. Entendemos que el paradigma de Emaús—en el marco del panorama total de las narrativas que encontramos en los cuatro Evangelios en torno a Jesús como ministro por excelencia—puede iluminar el ministerio cristiano en un sentido bien amplio, y es aplicable a otras formas y contextos específicos del ministerio cristiano, tales como el cuidado y la consejería pastoral. Por su parte, Groome presenta otras consideraciones pertinentes sobre el estilo y el espíritu del ministerio de Jesús en Sharing Faith: A Comprehensive Approach to Religious Education & Pastoral Ministry (San Francisco: Harper, 1991): 303-08. Allí destaca que tal ministerio ejemplar se caracterizaba por su toma de iniciativa y por su carácter extraordinariamente inclusivo, un estilo que capacitaba y potenciaba a la gente como agentes-sujetos en la historia, para vivir libremente su verdad en respuesta a su conciencia de la voluntad divina, y un estilo que invitaba a las personas a colaborar con él y las unas con las otras, y a formar juntas una comunidad igualitaria de discípulas y discípulos.

2 Para un análisis profundo del evento de Emaús desde la perspectiva de la estructura y dinámica de la transformación y la creatividad, consúltese James E. Loder, The Transforming Moment, 2a. ed. (Colorado Springs: Helmers & Howard, 1989): 93-122.

3 Robert MacAffee Brown se refiere lúcidamente a este punto en Unexpected News: Reading the Bible with Third World Eyes (Filadelfia: Westminster Press, 1985): 21-32.

4 Es interesante, de hecho, que Jesús aparece primero como un desconocido o extraño. Parece que siempre ha de existir algo de ajeno, extraño, sorprendente e inesperado acerca de Jesús, del evangelio y de la misma Biblia. El aprendizaje transformador y el real crecimiento de la fe no son compatibles con la suposición de que ya lo sabemos todo en torno a Cristo o a la Escritura, o con la creencia de que somos los dueños de las buenas nuevas de liberación.


El Viaje a Emaús

El Viaje a Emaús

El Deseado de Todas las Gentes, capítulo 83 (Págs. 738-742)

Para el 15 de Marzo del 2008


HACIA el atardecer del día de la resurrección, dos de los discípulos se hallaban en camino a Emaús, pequeña ciudad situada a unos doce kilómetros de Jerusalén. Estos discípulos no habían tenido un lugar eminente en la obra de Cristo, pero creían fervientemente en él. Habían venido a la ciudad para observar la Pascua, y se habían quedado muy perplejos por los acontecimientos recientes. Habían oído las nuevas de esa mañana, de que el cuerpo de Cristo había sido sacado de la tumba, y también el informe de las mujeres que habían visto a los ángeles y se habían encontrado con Jesús. Volvían ahora a su casa para meditar y orar. Proseguían tristemente su viaje vespertino, hablando de las escenas del juicio y de la crucifixión. Nunca antes habían estado tan descorazonados. Sin esperanza ni fe, caminaban en la sombra de la cruz.

No habían progresado mucho en su viaje cuando se les unió un extraño, pero estaban tan absortos en su lobreguez y desaliento, que no le observaron detenidamente. Continuaron su conversación, expresando los pensamientos de su corazón. Razonaban acerca de las lecciones que Cristo había dado, que no parecían poder comprender. Mientras hablaban de los sucesos que habían ocurrido, Jesús anhelaba consolarlos. Había visto su pesar; comprendía las ideas contradictorias que, dejando a su mente perpleja, los hacían pensar: ¿Podía este hombre que se dejó humillar así ser el Cristo? Ya no podían dominar su pesar y lloraban. Jesús sabía que el corazón de ellos estaba vinculado con él por el amor, y anhelaba enjugar sus lágrimas y llenarlos de gozo y alegría. Pero primero debía darles lecciones que nunca olvidaran.

"Y díjoles: ¿Qué pláticas son éstas que tratáis entre vosotros andando, y estáis tristes? Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú sólo peregrino eres en Jerusalem, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos 739 días?" Ellos le hablaron del desencanto que habían sufrido respecto de su Maestro, "el cual fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;" pero "los príncipes de los sacerdotes y nuestros príncipes," dijeron, le entregaron "a condenación de muerte, y le crucificaron." Con corazón apesadumbrado y labios temblorosos, añadieron: "Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel: y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido."

Era extraño que los discípulos no recordasen las palabras de Cristo, ni comprendiesen que él había predicho los acontecimientos que iban a suceder. No comprendían que tan exactamente coma la primera parte de su revelación, se iba a cumplir la última, de que al tercer día resucitaría. Esta era la parte que debieran haber recordado. Los sacerdotes y príncipes no la habían olvidado.

El día "después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos a Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré."* Pero los discípulos no recordaban estas palabras.

"Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?" Los discípulos se preguntaban quién podía ser este extraño, que penetraba así hasta su misma alma, hablaba con tanto fervor, ternura y simpatía y alentaba tanta esperanza. Por primera vez desde la entrega de Cristo, empezaron a sentirse esperanzados. Con frecuencia miraban fervientemente a su compañero, y pensaban que sus palabras eran exactamente las que Cristo habría hablado. Estaban llenos de asombro y su corazón palpitaba de gozosa expectativa.

Empezando con Moisés, alfa de la historia bíblica, Cristo expuso en todas las Escrituras las cosas concernientes a él. Si se hubiese dado a conocer primero, el corazón de ellos habría quedado satisfecho. En la plenitud de su gozo, no habrían deseado más. Pero era necesario que comprendiesen el testimonio que le daban los símbolos y las profecías del Antiguo Testamento. Su fe debía establecerse sobre éstas. Cristo no realizó ningún milagro para convencerlos, sino que su primera 740 obra consistió en explicar las Escrituras. Ellos habían considerado su muerte como la destrucción de todas sus esperanzas. Ahora les demostró por los profetas que era la evidencia más categórica para su fe.

Al enseñar a estos discípulos, Jesús demostró la importancia del Antiguo Testamento como testimonio de su misión. Muchos de los que profesan ser cristianos ahora, descartan el Antiguo Testamento y aseveran que ya no tiene utilidad. Pero tal no fue la enseñanza de Cristo. Tan altamente lo apreciaba que en una oportunidad dijo: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos."*

Es la voz de Cristo que habla por los patriarcas y los profetas, desde los días de Adán hasta las escenas finales del tiempo. El Salvador se revela en el Antiguo Testamento tan claramente como en el Nuevo. Es la luz del pasado profético lo que presenta la vida de Cristo y las enseñanzas del Nuevo Testamento con claridad y belleza. Los milagros de Cristo son una prueba de su divinidad; pero una prueba aun más categórica de que él es el Redentor del mundo se halla al comparar las profecías del Antiguo Testamento con la historia del Nuevo.

Razonando sobre la base de la profecía, Cristo dio a sus discípulos una idea correcta de lo que había de ser en la humanidad. Su expectativa de un Mesías que había de asumir el trono y el poder real de acuerdo con los deseos de los hombres, había sido engañosa. Les había impedido comprender correctamente su descenso de la posición más sublime a la más humilde que pudiese ocupar. Cristo deseaba que las ideas de sus discípulos fuesen puras y veraces en toda especificación. Debían comprender, en la medida de lo posible, la copa de sufrimiento que le había sido dada. Les demostró que el terrible conflicto que todavía no podían comprender era el cumplimiento del pacto hecho antes de la fundación del mundo. Cristo debía morir, como todo transgresor de la ley debe morir si continúa en el pecado. Todo esto había de suceder, pero no terminaba en derrota, sino en una victoria gloriosa y eterna. Jesús les dijo que debía hacerse todo esfuerzo posible para salvar al mundo del pecado. Sus seguidores deberían vivir como él había vivido y obrar como él había obrado, esforzándose y perseverando. 741

Así discurrió Cristo con sus discípulos, abriendo su entendimiento para que comprendiesen las Escrituras. Los discípulos estaban cansados, pero la conversación no decaía. De los labios del Salvador brotaban palabras de vida y seguridad. Pero los ojos de ellos estaban velados. Mientras él les hablaba de la destrucción de Jerusalén, miraron con llanto la ciudad condenada. Pero poco sospechaban quién era su compañero de viaje. No pensaban que el objeto de su conversación estaba andando a su lado; porque Cristo se refería a si mismo como si fuese otra persona. Pensaban que era alguno de aquellos que habían asistido a la gran fiesta y volvía ahora a su casa. Andaba tan cuidadosamente como ellos sobre las toscas piedras, deteniéndose de vez en cuando para descansar un poco. Así prosiguieron por el camino montañoso, mientras andaba a su lado Aquel que habría de asumir pronto su puesto a la diestra de Dios y podía decir: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra."*

Durante el viaje, el sol se había puesto, y antes que los viajeros llegasen a su lugar de descanso los labradores de los campos habían dejado su trabajo. Cuando los discípulos estaban por entrar en casa, el extraño pareció querer continuar su viaje. Pero los discípulos se sentían atraídos a él. En su alma tenían hambre de oír más de él. "Quédate con nosotros," dijeron. Como no parecía aceptar la invitación, insistieron diciendo: "Se hace tarde, y el día ya ha declinado." Cristo accedió a este ruego y "entró pues a estarse con ellos."

Si los discípulos no hubiesen insistido en su invitación, no habrían sabido que su compañero de viaje era el Señor resucitado. Cristo no impone nunca su compañía a nadie. Se interesa en aquellos que le necesitan. Gustosamente entrará en el hogar más humilde y alegrará el corazón más sencillo. Pero si los hombres son demasiado indiferentes para pensar en el Huésped celestial o pedirle que more con ellos, pasa de largo. Así muchos sufren grave pérdida. No conocen a Cristo más de lo que le conocieron los discípulos mientras andaban con él en el camino.

Pronto estuvo preparada la sencilla cena de pan. Fue colocada delante del huésped, que había tomado su asiento a la cabecera de la mesa. Entonces alzó las manos para bendecir el 742 alimento. Los discípulos retrocedieron asombrados. Su compañero extendía las manos exactamente como solía hacerlo su Maestro. Vuelven a mirar, y he aquí que ven en sus manos los rastros de los clavos. Ambos exclaman a la vez: ¡Es el Señor Jesús! ¡Ha resucitado de los muertos!

Se levantan para echarse a sus pies y adorarle, pero ha desaparecido de su vista. Miran el lugar que ocupara Aquel cuyo cuerpo había estado últimamente en la tumba y se dicen uno al otro: "¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?"

Pero teniendo esta gran nueva que comunicar, no pueden permanecer sentados conversando. Han desaparecido su cansancio y su hambre. Dejan sin probar su cena, y llenos de gozo vuelven a tomar la misma senda por la cual vinieron, apresurándose para ir a contar las nuevas a los discípulos que están en la ciudad. En algunos lugares, el camino no es seguro, pero trepan por los lugares escabrosos y resbalan por las rocas lisas. No ven ni saben que tienen la protección de Aquel que recorrió el camino con ellos. Con su bordón de peregrino en la mano, se apresuran deseando ir más ligero de lo que se atreven. Pierden la senda, pero la vuelven a hallar. A veces corriendo, a veces tropezando, siguen adelante, con su compañero invisible al lado de ellos todo el camino.

La noche es obscura, pero el Sol de justicia resplandece sobre ellos. Su corazón salta de gozo.

Parecen estar en un nuevo mundo. Cristo es un Salvador vivo. Ya no le lloran como muerto. Cristo ha resucitado, repiten vez tras vez. Tal es el mensaje que llevan a los entristecidos discípulos.

Deben contarles la maravillosa historia del viaje a Emaús. Deben decirles quién se les unió en el camino. Llevan el mayor mensaje que fuera jamás dado al mundo, un mensaje de alegres nuevas, de las cuales dependen las esperanzas de la familia humana para este tiempo y para la eternidad.


Fuente:

http://www.pmministries.com/CEES/2008/ES1/White/White11d.htm


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