Henry M. Morris, un científico contra Darwin
Henry Madison Morris. (Foto: EL MUNDO)
Actualizado lunes 06/03/2006 18:24 (CET)
MIGUEL G. CORRAL
Para bien o para mal, Henry Madison Morris, que falleció el 25 de febrero a los 87 años, revolucionó la ciencia moderna. Su dedicación durante más de 40 años a atacar al evolucionismo con argumentos científicos, que apoyan los textos del Antiguo Testamento, le ha convertido en el defensor más riguroso —desde un punto de vista científico— de la teoría que defiende que la evolución, según la entendemos desde Darwin, no existe.
La línea argumental que sostuvo toda su vida es que la Tierra fue creada poco antes del diluvio universal por un único hacedor y, además, que ese singular creador fue Dios. Su muerte ha dejado sin padre y sin motor intelectual al creacionismo moderno.
Henry M. Morris era ingeniero hidráulico y profesor universitario antes de que escribiera en 1961 'The Genesis Flood' ('La Inundación del Génesis'), una obra que serviría para que la teología tuviese su lugar dentro del mundo de la investigación.
En ella, Morris, junto con el coautor John C. Whitcomb, llega a plantear una serie de complicadas cuentas para determinar el tamaño del arca de Noé y la cantidad de animales que tuvo que transportar para que la Tierra pudiese estar repoblada tan sólo unos miles de años después.
El resultado fue sorprendente para la época: la embarcación necesitaría tener el tamaño de 522 vagones de tren y en ella tuvieron que viajar Noé, su familia y 35.000 animales salvajes.
La tesis del libro gira en torno al diluvio y a la responsabilidad que tiene esta gran inundación en la orografía del planeta. Según Morris, el relieve terrestre no es consecuencia de 4.500 millones de años de geología, sino que pudo formarse debido a las enormes alteraciones que supuso tan ingente cantidad de agua sobre la superficie de la Tierra.
La obra, que es el libro de cabecera del movimiento creacionista, fue considerada por el eminente paleontólogo fallecido en 2002, Stephen Jay Gould, como 'la biblia del creacionismo'.
Sin embargo, Morris no recuperó el debate en torno al creacionismo con un solo libro, aparecido justo cuando los teólogos estadounidenses aludían al diluvio como una fábula que reflejaba una gran inundación acontecida en Oriente Medio unos 8.000 años antes de Cristo.
Autor prolífico
Además, creó en 1970 el Institute for Creation Research (Instituto para la Investigación de la Creación) y escribió a lo largo de su vida más de 60 libros dedicados a justificar la teología con razonamientos científicos. Su obra ha sido la fuente intelectual del movimiento científico del Diseño Inteligente y también de quienes han abierto en EEUU el debate sobre la enseñanza en las escuelas de las teorías de Darwin como única explicación de la existencia de diferentes formas de vida.
El avance de la ciencia durante los últimos 30 años propició que evolucionistas de todo el mundo se diesen cuenta de que Darwin no solucionaba todos los problemas. El mismo Stephen Jay Gould dedicó buena parte de los últimos años de su vida a recopilar en una obra monumental todas las teorías científicas que trataban de explicar de forma evidenciada la complejidad de la vida sobre la Tierra.
La apertura de estas fisuras en el seno de los propios especialistas fue un soplo de aire fresco para Morris. Todo aquello que no era posible explicar con razonamientos científicos basados en pruebas apoyaba su teoría y la existencia de un creador.
No obstante, las encendidas defensas del creacionismo que fue capaz de sostener durante más de 40 años, aunque convencieron a buena parte del sector conservador y creyente norteamericano, no lograron muchas simpatías dentro de la comunidad científica.
Morris y Gould coincidieron en 1999 en un debate sobre el sistema educativo para oponerse a la decisión de la junta estatal de educación de prohibir la enseñanza de la evolución. En un momento de la charla Gould le dijo a Morris: 'Enseñar biología sin mencionar la evolución es como enseñar inglés sin mencionar la gramática'.
Con simpatías y con críticas, Morris supo defender en ámbitos académicos su teoría durante más de cuatro décadas, y eso sólo se consigue con argumentos científicos. Muchos de sus colegas, detractores y fieles admiradores, coinciden en la misma afirmación: 'The Genesis Flood', de Henry M. Morris, fue al creacionismo lo que 'El origen de las especies', de Charles Darwin, fue a la evolución.
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