Ruinas romanas en la antigua ciudad de Tiro, con edificios de la ciudad moderna en el fondo.
Ciudad fenicia situada 40 km al sur de Sidón y 56 km al norte del monte Carmelo. Recibió el nombre de Tiro por estar construida sobre una isla rocosa a 800 m de tierra firme. Frente a ella en tierra firme se encontraba la ciudad de Uchu, la que en documentos antiguos es conocida como «la vieja Tiro». Uchu estaba fortificada. En ella habitaba buena parte de la población de Tiro, pues en la isla misma no había espacio para la agricultura.
A medida que Tiro fue ganando importancia marítima y comercial, la agricultura quedó relegada a segundo plano, y la vieja ciudad perdió importancia al mismo tiempo que la ganaba la población de la isla. Tiro tenía la ventaja de ser casi inexpugnable por estar separada de tierra firme. En tiempos del rey Hiram, se construyó un rompeolas al sur de la isla, con lo cual esta quedó provista de una magnífica bahía. La isla es actualmente una península, porque Alejandro Magno construyó un camino firme desde la costa para conquistarla. Ese camino se ha ensanchado con los sedimentos de la erosión. Al sur de Tiro pueden verse todavía los restos del rompeolas bajo el agua.
Los orígenes de Tiro se pierden en la penumbra de la prehistoria. Puesto que Isaías (23.12) la llama «hija de Sidón», es de suponerse que fue fundada por esa ciudad. Herodoto da a entender que ese acontecimiento tuvo lugar en el siglo XXVII a.C. Sin embargo, Tiro aparece en los documentos históricos solo a mediados del segundo milenio a.C. como una próspera ciudad que competía con Sidón y otras por la hegemonía comercial.
Tiro fue famosa por sus navegantes. Su comercio unía al oriente con el occidente. Tiro fue un gran centro comercial y marítimo a través de casi toda la historia del Antiguo Testamento. Por esa razón Isaías la llama «emporio de las naciones» (23.3), y Ezequiel se refiere a ella como «la que trafica con los pueblos de muchas costas» (27.3). Milenios antes que Vasco de Gama, los marinos de Tiro circunnavegaron el continente africano y fundaron la ciudad de Cártago en el norte de África en el siglo IX a.C. Aunque Tiro existía ya en la época de la conquista y de los jueces, solo aparece en la historia de Israel durante los reinados de David y Salomón. En esa época, el reino de Israel llegaba hasta los confines de Tiro (2 S 24.7).
Las relaciones entre Tiro y David primero, y Salomón después, fueron cordiales y productivas para ambas partes. En esa época gobernaba en Tiro el rey Hiram, uno de sus más notables soberanos. Luego, la época de máximo esplendor de Israel coincidió con la época semejante de Tiro. Sin embargo, en lugar de disputarse la hegemonía de la región, ambos reinos colaboraron, tanto en el comercio interior como en el exterior. En el comercio interior, el rey Hiram ayudó a David en sus construcciones, proveyéndole maderas y artesanos (2 S 5.11; 1 Cr 14.1). Para construir su templo, Salomón hizo un pacto con Hiram, según el cual este le enviaba maderas y artesanos a cambio de trigo, cebada, aceite y vino (1 R 5.1–11; 2 Cr 2). Además, después de terminado el templo Salomón dio a Hiram veinte ciudades que Hiram recibió con desagrado (1 R 9.10–13).
Oriundo también de Tiro fue Hiram, hijo de una viuda de Neftalí, principal constructor del templo, que no ha de confundirse con el rey de Tiro. En el comercio exterior, Tiro también colaboró con Salomón cuando este construyó naves en Ezión-geber para enviarlas a Ofir, pues en esa ocasión fue Hiram quien le proveyó de marineros para tripularlas (1 R 9.26–28).
Esta amistad hizo que la idolatría se introdujera en el pueblo hebreo bajo los reinados de Jezabel y Acab en Israel, y Atalía y Joram en Judá. La riqueza de Tiro la hacía una ciudad orgullosa, y por eso los profetas clamaron repetidamente contra ella y predijeron su destrucción (por ejemplo, Is 23.1–17; Jer 27.3–6; Ez 26–29; Jl 3.4–8). Uno de los peores agravios que Tiro cometió contra Israel fue vender sus ciudadanos como esclavos (Am 1.9–10).
Durante la época de la hegemonía asiria, Salmanasar intentó tomar a Tiro, y para ello la atacó con sesenta naves, pero los habitantes de Tiro, con solo doce naves, lo derrotaron. Tras sitiar la ciudad por cinco años, Salmanasar murió. Senaquerib la atacó de nuevo y no obtuvo mejores resultados. Por fin, en el año 664 a.C., Asurbanipal logró conquistarla. Cuando Babilonia sucedió a Asiria, Tiro volvió a establecer relaciones estrechas con Egipto, pero en el 605 Nabucodonosor derrotó al faraón Necao en Carquemis y cercó a Tiro durante trece años. Al parecer, Nabucodonosor logró establecer su autoridad, pues a partir de ello Tiro quedó dentro de la esfera de influencia de Babilonia.
Cuando el Imperio Babilónico pasó a la historia, la condición de Tiro bajo el dominio persa fue holgada. Durante años Tiro pudo comerciar en paz, aunque siempre haciendo a los persas partícipes de sus ganancias. Los soberanos persas, sin embargo, fueron haciéndose más exigentes, hasta que por fin las ciudades de Fenicia se rebelaron. En esa ocasión Sidón fue destruida y Tiro, aprendiendo por la experiencia ajena, se rindió a los persas.
Cuando Alejandro Magno invadió la región, se vio obligado a sitiar Tiro por espacio de varios meses debido a la resistencia opuesta. A fin de evitar las demoras de un sitio prolongado, Alejandro hizo construir una amplia carretera que unía a Tiro con la tierra firme, y por ella atacó y tomó la ciudad. Ocho mil de sus habitantes murieron, y treinta mil fueron vendidos como esclavos. A pesar de esto, Tiro no perdió su importancia, y pocos años después de la muerte de Alejandro, cuando sus generales se disputaban los restos de su imperio, Tiro era ya de nuevo una ciudad fortificada. Tras quedar en manos de los egipcios, pasó al poder de los seléucidas, luego al de los armenios, luego otra vez a los seléucidas. Finalmente, en el año 65 a.C., quedó incorporada al Imperio Romano. Este dio a sus habitantes libertades que les permitieron continuar tranquilamente sus viejas actividades comerciales. Hoy no queda allí más que una pequeña aldea. La isla sigue unida a la tierra firme por el camino que Alejandro construyó para sus falanges.
En el Nuevo Testamento se menciona a Tiro repetidamente. Algunos de sus habitantes pudieron escuchar al Señor (Mc 3.8; Lc 6.17). Jesús estuvo en sus territorios (Mt 15.21; Mc 7.24), e hizo referencia a ella (Mt 11.21, 22; Lc 10.13, 14). El apóstol Pablo hizo también una breve visita a la ciudad (Hch 21.3, 7).
Obtenido de:
Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
Ciudad fenicia situada 40 km al sur de Sidón y 56 km al norte del monte Carmelo. Recibió el nombre de Tiro por estar construida sobre una isla rocosa a 800 m de tierra firme. Frente a ella en tierra firme se encontraba la ciudad de Uchu, la que en documentos antiguos es conocida como «la vieja Tiro». Uchu estaba fortificada. En ella habitaba buena parte de la población de Tiro, pues en la isla misma no había espacio para la agricultura.
A medida que Tiro fue ganando importancia marítima y comercial, la agricultura quedó relegada a segundo plano, y la vieja ciudad perdió importancia al mismo tiempo que la ganaba la población de la isla. Tiro tenía la ventaja de ser casi inexpugnable por estar separada de tierra firme. En tiempos del rey Hiram, se construyó un rompeolas al sur de la isla, con lo cual esta quedó provista de una magnífica bahía. La isla es actualmente una península, porque Alejandro Magno construyó un camino firme desde la costa para conquistarla. Ese camino se ha ensanchado con los sedimentos de la erosión. Al sur de Tiro pueden verse todavía los restos del rompeolas bajo el agua.
Los orígenes de Tiro se pierden en la penumbra de la prehistoria. Puesto que Isaías (23.12) la llama «hija de Sidón», es de suponerse que fue fundada por esa ciudad. Herodoto da a entender que ese acontecimiento tuvo lugar en el siglo XXVII a.C. Sin embargo, Tiro aparece en los documentos históricos solo a mediados del segundo milenio a.C. como una próspera ciudad que competía con Sidón y otras por la hegemonía comercial.
Tiro fue famosa por sus navegantes. Su comercio unía al oriente con el occidente. Tiro fue un gran centro comercial y marítimo a través de casi toda la historia del Antiguo Testamento. Por esa razón Isaías la llama «emporio de las naciones» (23.3), y Ezequiel se refiere a ella como «la que trafica con los pueblos de muchas costas» (27.3). Milenios antes que Vasco de Gama, los marinos de Tiro circunnavegaron el continente africano y fundaron la ciudad de Cártago en el norte de África en el siglo IX a.C. Aunque Tiro existía ya en la época de la conquista y de los jueces, solo aparece en la historia de Israel durante los reinados de David y Salomón. En esa época, el reino de Israel llegaba hasta los confines de Tiro (2 S 24.7).
Las relaciones entre Tiro y David primero, y Salomón después, fueron cordiales y productivas para ambas partes. En esa época gobernaba en Tiro el rey Hiram, uno de sus más notables soberanos. Luego, la época de máximo esplendor de Israel coincidió con la época semejante de Tiro. Sin embargo, en lugar de disputarse la hegemonía de la región, ambos reinos colaboraron, tanto en el comercio interior como en el exterior. En el comercio interior, el rey Hiram ayudó a David en sus construcciones, proveyéndole maderas y artesanos (2 S 5.11; 1 Cr 14.1). Para construir su templo, Salomón hizo un pacto con Hiram, según el cual este le enviaba maderas y artesanos a cambio de trigo, cebada, aceite y vino (1 R 5.1–11; 2 Cr 2). Además, después de terminado el templo Salomón dio a Hiram veinte ciudades que Hiram recibió con desagrado (1 R 9.10–13).
Oriundo también de Tiro fue Hiram, hijo de una viuda de Neftalí, principal constructor del templo, que no ha de confundirse con el rey de Tiro. En el comercio exterior, Tiro también colaboró con Salomón cuando este construyó naves en Ezión-geber para enviarlas a Ofir, pues en esa ocasión fue Hiram quien le proveyó de marineros para tripularlas (1 R 9.26–28).
Esta amistad hizo que la idolatría se introdujera en el pueblo hebreo bajo los reinados de Jezabel y Acab en Israel, y Atalía y Joram en Judá. La riqueza de Tiro la hacía una ciudad orgullosa, y por eso los profetas clamaron repetidamente contra ella y predijeron su destrucción (por ejemplo, Is 23.1–17; Jer 27.3–6; Ez 26–29; Jl 3.4–8). Uno de los peores agravios que Tiro cometió contra Israel fue vender sus ciudadanos como esclavos (Am 1.9–10).
Durante la época de la hegemonía asiria, Salmanasar intentó tomar a Tiro, y para ello la atacó con sesenta naves, pero los habitantes de Tiro, con solo doce naves, lo derrotaron. Tras sitiar la ciudad por cinco años, Salmanasar murió. Senaquerib la atacó de nuevo y no obtuvo mejores resultados. Por fin, en el año 664 a.C., Asurbanipal logró conquistarla. Cuando Babilonia sucedió a Asiria, Tiro volvió a establecer relaciones estrechas con Egipto, pero en el 605 Nabucodonosor derrotó al faraón Necao en Carquemis y cercó a Tiro durante trece años. Al parecer, Nabucodonosor logró establecer su autoridad, pues a partir de ello Tiro quedó dentro de la esfera de influencia de Babilonia.
Cuando el Imperio Babilónico pasó a la historia, la condición de Tiro bajo el dominio persa fue holgada. Durante años Tiro pudo comerciar en paz, aunque siempre haciendo a los persas partícipes de sus ganancias. Los soberanos persas, sin embargo, fueron haciéndose más exigentes, hasta que por fin las ciudades de Fenicia se rebelaron. En esa ocasión Sidón fue destruida y Tiro, aprendiendo por la experiencia ajena, se rindió a los persas.
Cuando Alejandro Magno invadió la región, se vio obligado a sitiar Tiro por espacio de varios meses debido a la resistencia opuesta. A fin de evitar las demoras de un sitio prolongado, Alejandro hizo construir una amplia carretera que unía a Tiro con la tierra firme, y por ella atacó y tomó la ciudad. Ocho mil de sus habitantes murieron, y treinta mil fueron vendidos como esclavos. A pesar de esto, Tiro no perdió su importancia, y pocos años después de la muerte de Alejandro, cuando sus generales se disputaban los restos de su imperio, Tiro era ya de nuevo una ciudad fortificada. Tras quedar en manos de los egipcios, pasó al poder de los seléucidas, luego al de los armenios, luego otra vez a los seléucidas. Finalmente, en el año 65 a.C., quedó incorporada al Imperio Romano. Este dio a sus habitantes libertades que les permitieron continuar tranquilamente sus viejas actividades comerciales. Hoy no queda allí más que una pequeña aldea. La isla sigue unida a la tierra firme por el camino que Alejandro construyó para sus falanges.
En el Nuevo Testamento se menciona a Tiro repetidamente. Algunos de sus habitantes pudieron escuchar al Señor (Mc 3.8; Lc 6.17). Jesús estuvo en sus territorios (Mt 15.21; Mc 7.24), e hizo referencia a ella (Mt 11.21, 22; Lc 10.13, 14). El apóstol Pablo hizo también una breve visita a la ciudad (Hch 21.3, 7).
Obtenido de:
Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
2 comentarios:
le falto mencionar que tiro fue el lugar en que vivio el diablo, y sus habitantes hijos del malisimo fueron los que hicieron el arca de la alianza y el templo a salomon que solo fue copia del templo de melcart fenicio o sea de una copia del templo del mismisimo diablo dedicado a ja vè. ¿podria explicarme eso?
Si,s verdad, faltan los versos que hablan de Satanás, pero no
necesariamente Satanás vivió en Tiro, solo es un relato que trae revelación sobre los orígenes de Satanás.
Lo del templo de Salomón, estás equivocado.
Lee I reyes Cap. 7, ahi habla de la construcción del templo de Salomón
De donde sacaste que fue un modelo fenicio, la biblia no dice eso.
Saludos
Paulo
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