sábado, 10 de mayo de 2008

Me enamoré de mí misma

Me enamoré de mí misma

2 Reyes 8: 1 - 6

Si aplicás a tu vida esta revelación, se activará una transformación que te producirá resultados de inmediato, y podrás soltar fe para marcar y sellar a los que te rodean.
Nada hay imposible para una mujer de fe que declara que lo va a recibir y será bendición. Por eso,

Debemos enamorarnos de nosotras mismas.

La mujer le contó todo al rey y éste ordenó a un funcionario que le fuera devuelto lo que a ella le pertenecía.
Vivimos en un mundo donde se habla de la “era del desamor”, es un tiempo donde es muy difícil expresar las emociones, no hay intimidad, todo se expone, se ve (en televisión, por Internet), no hay vida íntima, ni emociones profundas.

El desamor también alcanzó a las mujeres que no nos amamos ni comprendemos muchas de nuestras maneras de actuar. Una persona que abandona a otra trasmite un mensaje: “no te puedo tener”, “no puedo cuidarte”. De la misma forma, cuando nos descuidamos, estamos diciendo: “no me puedo cuidar a mí misma”, “no me tengo paciencia”, “no me soporto por eso me abandono.”

Los abandonos son físicos, emocionales, espirituales o intelectuales.

Cuando nos abandonamos en un aspecto, abarcaremos las demás áreas también, porque el abandono repercute en forma global.
Por ejemplo si nos afecta en el área espiritual, dejaremos de ir a los cultos, a la barca, no tendremos intimidad con Dios y aparecerán entonces los problemas emocionales, la desesperanza, no creeremos que lo emocional se solucione, por eso vendrá el abandono físico. O sea, un abandono llevará a otros abandonos.

1- Abandono físico.
Hay una tesis que sostiene:

Todo tiene importancia”.

Una mujer que se abandona físicamente comienza por los detalles: deja de arreglarse las uñas, descuida su cabello, su ropa, no se maquilla, van perdiendo los detalles que forman su identidad.
De una persona se percibe su totalidad y que está formada por la suma de detalles diminutos. Por ejemplo observamos si brilla su cabello es un detalle que, cuando ya no brille, marcará el descuido; asimismo lo indicarán las uñas o su ropa.
La mujer que se abandona dice: “Yo antes me arreglaba pero… después que me divorcié, o cuando nació mi hijo, o después de esa crisis, o desde ese problema económico…, nunca más.”
¿Qué detalle debés recuperar? ¿Qué pequeñas cosas dejaste de hacer o tal vez nunca hiciste y tenés que comenzar? ¿Qué dejaste de lado? Y es mentira que es por problemas económicos o falta de tiempo, porque nada justifica la falta de amor hacia vos.
Pensá en el detalle que antes te hacia diferente y recuperalo en esta semana; recordá cuando usabas esa pulsera haciendo juego con el anillo y, aunque nadie te lo dijera, te distinguía pero lo descuidaste porque creíste que no tenía importancia.

Muchas mujeres se acostumbraron a sentir pequeños dolores, se levantan con dolor de cabeza, de espaldas o rodillas, dicen: “Qué voy a hacer si están en mí”, y se le suma otro y otro, transformándose en dolores crónicos con los que se acostumbran a vivir., No te abandones físicamente todo tiene importancia. La identidad es una suma de detalles que debes cuidar porque te identifican.
Es malo ser obsesivos pero, también el descuido, visitá al médico, al dentista, no uses las medias corridas, cuidá el detalle para vos no para los demás.

2- Abandono emocional.
Ya no reís más, vivís llorando, estás enojada, con bronca, criticando a todo el mundo, quejándote, tu vida es aburrida y se transformó en tu estilo de vida; ya no decís “lo tengo que modificar” sino parece que son los demás los que lo tienen que cambiar. ¿Te pusiste a mirar los detalles de tu carácter? Abandonaste lo que te hacía una mujer alegre, que te divertía y no tenés que perder lo bueno, debés maximizarlo, que en la pantalla de tu vida se vean bien grande, achicá lo malo no lo bueno, ¿hace cuánto que no te reís? Alégrate, disfrutá de la vida, comé lo que te gusta, buscá momentos de paz, rélax y controlá tus emociones.

Si tu corazón está más cargado que el problema que atravesás, no tendrá ligereza para solucionarlo.
Cuando tenemos problemas personales o interpersonales no queremos hacer nuevas amistades.
¿Hace cuánto no tenés una nuevo amigo, conocés a alguien o descubrís la historia de vida de otras personas? Seguís con las mismas amistades de siempre, que cada vez son menos porque no te interesa hacer nuevas relaciones.

3- Abandono intelectual.
¿Hace cuánto que no lees un libro, que no vas a ver una buena película u obra de teatro?

Te abandonas intelectualmente, cuando no asistís a conferencias, no hacés un curso, no te informás, no lees ni siquiera el diario para saber qué pasa en el mundo, quedas sumergida en la mediocridad intelectual conformándote con lo aprendido.
Desafiate a poner una meta interpersonal, una propuesta intelectual. Decimos: “tiene pocas neuronas”, al referirnos a la capacidad de una persona que es diferente, pero lo que determina la inteligencia no es la cantidad de neuronas sino la conexión entre ellas.
Para que dos neuronas se comuniquen o interrelacionen, estén bien conectadas debo aprender, investigar, preguntar, analizar, darle información. Poné desafíos que mantengan tus neuronas activas.
Todas las semanas o, por lo menos, todos los meses proponete desafíos nuevos, hacé algo por vos y no te abandones.

4- Abandono espiritual.
La monotonía espiritual, la falta de fe, agradecimiento a Dios, es la demostración del abandono espiritual; cuando no ves lo que Dios te dio, no lo valorás, no fluís, no te ponés metas espirituales, es porque perdiste el entusiasmo.
Entusiasmo quiere decir: “en”- “Dios”.
Una mujer sin entusiasmo no está “en-Dios”, sino “en-sus luchas”, “en-sus conflictos”, “en-sus problemas”.
Entusiasmo es estar en-Dios e inyecta habilidad para superar los problemas, capacidades heroicas para hacer lo que jamás nos atrevimos.
En Misiones me contaron de un chico que se accidentó con una moto y fue a un hospital y aunque no se podía levantar de la cama, ni mover, pidió su guitarra y empezó a cantarle a todos los enfermos y hacerles escuchar los mensajes en todo el hospital, porque ese varón está entusiasmado con Dios que está en él y puede superar su problema.

Entusiasmate con Dios y cambiarás la atmósfera, harás algo diferente y podrás resolver todo en el nombre de Jesús.
Los problemas sacarán lo que hay en tu interior si reina Dios en él.
Esta revelación es un concepto que ya sabemos pero que no lo aplicamos, por eso si aplicás el principio espiritual obtendrás resultados en todas las áreas de tu vida.

Toda siembra tiene una cosecha.

Tu abandono es por no aplicar este principio espiritual, y te diré cómo Dios me dio esta revelación.

Este año estuve recorriendo toda la Argentina, pensaba: “¡Qué lindo Señor poder hacerlo!” El Señor me recordó que casi todo un año estuve viajando a Ushuaia para hacer un programa de televisión dirigido a las mujeres, salía los lunes hasta los miércoles para grabar y volvía. Fueron varios meses y sembré en ese lugar. Le pregunté:”Señor yo no vi la cosecha de esa siembra”; y el Señor me respondió:
-“Porque no me pediste cosecha de esa siembra, por eso lo abandonaste, perdiste el entusiasmo por no ver la cosecha.”
Cuando no vemos cosecha de lo que sembramos perdemos el entusiasmo y abandonamos lo que estamos haciendo.
Por eso Dios me dijo: “Si querés volver a entusiasmarte, pedime cosecha de todas las siembras.”
De muy pocas siembras en tu vida pediste cosecha, quizás porque no te atreviste pensando que era orgullo o tal vez porque pensabas que Dios te lo daría sin pedírselo. Podemos plantar árboles de naranjas, éstas caer al piso y no ir a recogerlas porque además de sembrar tengo que buscar la cosecha y levantarla.

SEMBRAR – BUSCAR –LEVANTAR

¿Cuánto sembraste y no tuviste cosecha? Y no es porque sembraste mal sino porque no reclamaste la cosecha y seguís dando sin recibir, te conformás porque no sembraste, no fuiste a buscar y levantar cosecha.
Reclamá la cosecha de todas tus siembras, si no lo levantás vendrá otro y se llevará lo que te pertenece. Y la Biblia dice que “Nadie quite tu corona”

¿Querés retener lo que te corresponde?
En la historia que leímos una mujer reclamó y recibió.
Si no pedís creerán que estás conforme con lo que tenés y dice la Palabra que el que pide, recibe .
Esta mujer no entró pensando en mendigar para ella y su hijo, sino reclamando directamente al Rey lo que le pertenecía.
Pedí al Rey tu siembra más la cosecha y te lo dará; buscá su favor recordando tus siembras. Anotá todo lo que sembraste y el Espíritu Santo te recordará más, no importa el tiempo que haya pasado, porque esta mujer reclamó después de siete años.

Hubo circunstancias que atraparon tu bendición y debés aprender a desafiarlas; hubieron situaciones en las que dijiste: “ya lo doy por perdido” y Dios te dice: “ nada está perdido porque en mi reino todo va de gloria en gloria y cuando me pidas cosecha verás la abundancia que te corresponde”.
Si aplicas esta revelación verás tu cosecha. Anotá tus siembras y las cosechas que querés recibir de parte del rey.

Elegí la siembra que más te dolió que no dio cosecha, esa es tu semilla, guardala.
(Me dio bronca eso que hice y nadie me lo agradeció; el dinero que di y al final me lo robaron; le di tanto amor a mi pareja y al final se fue con otra; todo el amor que le di a mis hijos y nunca lo reconocieron.)
Tomá la semilla que sembraste en una tierra sin reconocimiento, hoy es el día donde recibirás la cosecha si te atreves a pedirla al Rey: Señor Jesús, tomo autoridad sobre la siembra que hice (…), reclamo la cosecha de mi siembra (…), y decreto que esa cosecha viene a mi vida porque la estoy reclamando, no dependo de ningún hombre sino de tu Trono y declaro que toda la cosecha a partir de hoy viene a mí en ideas creativas, materiales, que agradeceré y disfrutaré declarándolo hecho en el nombre de Jesús.

A partir de esta revelación de parte de Dios toda siembra que hago lleva el nombre de la cosecha que deseo recibir.

Le dije a Dios: “Señor yo sembré en esos programas de Ushuaia para la mujer y le pongo nombre a esa siembra: la cosecha será mujeres para Jesucristo. Ya tiene nombre y nos deleitaremos al verlo.
No desmerezcas tu siembra, no te abandones, poné nombre a tu cosecha aunque haya pasado tiempo, Dios la retuvo para darte más abundantemente.

Por Alejandra Stamateas

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