Salomón
Salomón (llamado también Jedidías en el Tanaj, o Antiguo Testamento) fue el tercer y último rey de todo Israel, incluyendo el reino de Judá. Construyó el Templo de Jerusalén fue célebre por su sabiduría, riqueza y poder. Según la Biblia se le considera el hombre más sabio que ha existido en la Tierra. Se le atribuye la autoría del Cantar de los Cantares, así como del libro de los Proverbios. Es el protagonista de muchas leyendas posteriores, y se le considera también uno de los maestros de la Cábala.
En la Biblia se dice del rey Salomón que:
“ | Heredó un inmenso imperio conquistado por su padre el rey David, que se extendía desde el Nilo, en Egipto, hasta el río Éufrates, en Mesopotamia. (1 Reyes 4:21; Gén. 15:18; Deut. 1:7,11:24; Jos. 1:4; 2 Sam. 8:3; 1 Crón. 18:3) Tenía una gran riqueza y sabiduría. (1 Reyes 10:23) Administró su reino a través de un sistema de 12 distritos. (1 Reyes 4:7) Poseyó un gran harén, el cual incluía a «la hija del faraón». (1 Reyes 3:1; 1 Reyes 11:1,3; 1 Reyes 9:16) Honró a otros dioses en su vejez. (1 Reyes 11:1–2,4–5) Consagró su reinado a grandes proyectos de construcción. (1 Reyes 9:15,17–19) | ” |
El relato bíblico
Salomón fue el segundo de los hijos que tuvieron David y Betsabé. En la Biblia, el profeta NatánUrías, marido de Betsabé, para casarse con su esposa (2Samuel 12:14)2 Samuel 12:14 Hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová: lit. has ofendido gravemente a los enemigos de Jehová. Tras una semana de oración y ayuno, David supo la noticia de la muerte de su hijo y consoló a Betsabé, que quedó embarazada de Salomón. informa a David de que Dios ha ordenado la muerte a su primer hijo como castigo por el pecado del rey, quien había enviado a la muerte a
La historia de Salomón se narra en el Primer Libro de los Reyes, 1-11, y en el Segundo Libro de las Crónicas, 1-9. Sucedió a su padre, David, en el trono de Israel hacia el año 970 adC (1Reyes 6:1). Su padre lo eligió como sucesor a instancias de Betsabé y Natán, aunque tenía hijos de más edad habidos con otras mujeres. Fue elevado al trono antes de la muerte de su padre, ya que su hermanastro Adonías se había proclamado rey.
Adonías fue más tarde ejecutado por orden de Salomón, y el sacerdote Abiatar, partidario suyo, fue depuesto de su cargo, en el que fue sustituido por Sadoc. Del relato bíblico parece deducirse que a la ascensión de Salomón al poder tuvo lugar una purga en los cuadros dirigentes del reino, que fueron reemplazados por personas leales al nuevo rey.
En la Biblia se destaca la sabiduría de Salomón, y se cita como ejemplo el llamado juicio de Salomón (1Reyes 3:16-28). Asimismo se resalta la prosperidad de su reino, que coincidió con el momento de mayor esplendor de la monarquía israelita. Salomón se rodeó de todos los lujos y la grandeza externa de un monarca oriental. Mantuvo en general la paz con los reinos vecinos, y fue aliado del rey Hiram I de Tiro, quien le auxilió en muchas de sus empresas. Consolidó el poder político de Israel en la región contrayendo matrimonio con una de las hijas del faraón del Antiguo Egipto Siamón. Emprendió numerosas obras arquitectónicas, entre las que destaca por encima de todas la construcción del Templo de Jerusalén como lugar para la permanencia del arca de la Alianza (1Reyes 6), aunque destaca también la erección de un fabuloso palacio, en la que invirtió trece años, y obras públicas como la construcción de un terraplén que unía el templo con la ciudad de Jerusalén. En sus construcciones participó un gran número de técnicos extranjeros, como albañiles y broncistas de Tiro o carpinteros de Gebal. Entre todos ellos destaca el arquitecto Hiram (1Reyes 7:13-14), y se importaron lujosos materiales procedentes de Fenicia.
Durante su largo reinado de 40 años, la monarquía hebrea tuvo su momento de mayor prosperidad económica. La seguridad interna y el control de las vías de comunicación facilitaron una amplia expansión del comercio hebreo. Se dice en la Biblia (1Reyes 9:28) que sus naves llegaron hasta Ofir, en algún lugar del Mar Rojo, donde cargaron 14.300 kg de oro, y el esplendor de su corte llamó la atención de la reina de Saba. Sin embargo, en la segunda mitad de su reinado, cayó en la idolatría, inducido por sus numerosas esposas extranjeras. De acuerdo con 1Reyes, 11:3, «tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas, y sus mujeres le desviaron el corazón». (1Reyes 11:3).
Este pecado fue, según la Biblia, la causa de que a su muerte se dividiera el reino de Israel. Jeroboam se rebeló y fue nombrado rey de diez de las doce tribus de Israel (todas excepto Judá y Benjamín). Como rey de estas dos últimas, con capital en Jerusalén, le sucedió su hijo Roboam, cuya madre era Naamá, ammonita.
Pero aunque cometió este pecado, se arrepintió y luego escribió el libro de Eclesiastés para aconsejar a otros a que no siguieran su ejemplo. Allí menciona «vanidad de vanidades, todo es vanidad» y esto se refiere a su vida inicua. Salomón escribe este libro como un testimonio y ejemplo de que las cosas de este mundo no son duraderas.
Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia
SALOMÓN (el pacífico). Tercer rey de Israel (ca. 971–931 a.C.) y segundo de los cinco hijos que David tuvo de Betsabé (1 Cr 3.5; 14.4; 2 S 5.14; 12.24). No figura en la historia bíblica sino hasta los últimos días de David (1 R 1.10ss), a pesar de haber nacido en Jerusalén en el inicio del reinado de David (2 S 5.14), bajo un pacto eterno de Dios (2 S 7.12–15). Antes de su nacimiento Dios lo había designado sucesor de David (1 Cr 22.9, 10).
Aunque David prometió a Betsabé que Salomón sería su sucesor (1 R 1.13, 17), la sucesión no se anunció oficialmente sino hasta después del intento de Adonías de proclamarse rey, por ser el mayor de los hijos sobrevivientes (2 S 3.4; 1 R 1.5–10, 24–27). En respuesta a las instancias de Natán y Betsabé, David pronto intervino y mandó que Salomón fuese ungido y puesto en el trono (1 R 1.32–52). Salomón fue de nuevo proclamado y ungido rey por David, formal y públicamente, poco antes de la muerte de este; tenía entonces apenas veinte años (1 Cr 28.1; 29.22; 1 R 2.1–12; 3.7). David le dio instrucciones solemnes en cuanto a su trabajo como sucesor y edificador del ® Templo.
Aunque Salomón subió al trono como primer rey de una dinastía sin el «carisma» de sus antecesores (por ejemplo, los jueces, Saúl y David), Dios le dio sabiduría especial por haber pedido «un corazón entendido para juzgar y gobernar a este pueblo tan grande» (1 R 3.3–28).
Por haber sobrepasado en sabiduría a sus contemporáneos de Egipto, Arabia, Canaán y Edom, Salomón fue reconocido como el gran impulsor de la literatura de sabiduría israelita. En ningún otro tiempo de la monarquía hubo tanta oportunidad de contactos internacionales, ni tanta abundancia y paz como para inspirar obras literarias. Salomón tomó la iniciativa en este movimiento, coleccionando y componiendo miles de proverbios y cánticos (1 R 4.29–34). Además de sabiduría, Dios le dio honores y riquezas; a su corte llegaban representantes de otras naciones, entre los cuales figuró la reina de Sabá (1 R 10.1–15; 2 Cr 9.1–12, 23).
Con la caída del monopolio egipcio en el comercio con Etiopía y Somalia, Salomón pudo controlar las caravanas comerciales desde Tifsa y Tadmor en el norte hasta Gaza y Ezión-geber en el sur, donde hacían conexiones con sus naves. Contaba con marineros de Hiram de Fenicia e importaba madera de sándalo para los balaustres de la casa de Jehová y las casas reales. Es probable que Salomón se haya dedicado a este comercio lucrativo en el curso del desarrollo de su propio ejército.
Comenzó la construcción del templo en el cuarto año de su reinado (966 a.C.). Para ello consiguió cedro y personas hábiles de Hiram de Fenicia y terminó la obra en el décimo primer año de sus funciones. En esta ocasión Dios se le apareció por segunda vez, y le prometió poner su nombre en el templo para siempre y afirmarlo en el trono de Israel perpetuamente si guardaba los mandamientos de Jehová, de acuerdo con el pacto hecho anteriormente con David. Si no, Israel sería maldito y esparcido sobre la faz de la tierra y el templo destruido, aunque el pacto con David siempre quedaría en pie y se cumpliría en Jesucristo.
Al construir el templo, Salomón siguió la política de David, quien había traído el arca a Jerusalén para ligar el estado con el orden anfictiónico, y había unido la comunidad secular con la religiosa bajo la corona. Samuel había rechazado a Saúl y había roto con él; Salomón rompió con Abiatar.
Después de terminar el templo, Salomón erigió en trece años un palacio espléndido con otras tres construcciones que formaban parte de este (1 R 7.1–8). Para la construcción de estos edificios, Salomón se aprovechó de su alianza con Hiram, rey de Tiro (ca. 969–936 a.C.), a quien le daba trigo y aceite de olivo a cambio de piedras, madera y obreros capaces (1 R 5.1–12; 2 Cr 2.3–16).
Salomón aseguró la defensa nacional construyendo ciudades clave fortificadas, las cuales convirtió en bases militares (1 R 9.15–19; 10.26; 2 Cr 9.25). En ellas mantuvo en pie un ejército de 12.000 hombres y 1.400 carros para defenderse ante cualquier invasión y para sofocar levantamientos internos o combatir vasallos rebeldes.
Salomón terminó con la independencia de las tribus israelitas y unió a la nación bajo un gobierno central por medio de una reorganización del país en doce distritos administrativos bajo doce gobernadores (1 R 4.7–19). Esto le permitió conseguir mayores ingresos y poder cubrir los crecientes gastos que no se cubrían con los tributos regulares. Cada distrito debía proporcionar provisiones para la corte durante un mes al año (1 R 4.27). Y para solucionar la falta de fondos y obreros para sus numerosos proyectos, Salomón continuó la política de David: sometió a trabajos forzados a los pueblos conquistados (1 R 9.20–22; 2 Cr 8.1–18). Los esclavos trabajaban en la fundición de Ezión-geber y en las minas de Arabá bajo condiciones inhumanas. La situación financiera llegó a ser tan desesperada después de los primeros veinte años que Salomón tuvo que ceder veinte ciudades de Galilea a Hiram, rey de Tiro, por no haber podido pagar los ciento veinte talentos de oro que este le había prestado (1 R 9.10–14).
Al tomar para sí mismo caballos, mujeres y oro en abundancia, cosa que Dios prohibió en Dt 17.16, 17 y que posteriormente los profetas del siglo VIII censuraron, Salomón cedió a las tentaciones que resulta de la excesiva prosperidad.
No obedeció la segunda amonestación de Dios (1 R 9.1–9; 2 Cr 7.11–22), se volvió orgulloso, se entregó a los placeres carnales y se olvidó del Dios a quien tanto amó al principio (1 R 3.3). Por sus abominables idolatrías y por complacer a sus numerosas esposas extranjeras (1 R 11.1–8; Neh 13.26), Dios le anunció que lo castigaría dividiendo el reino entre su hijo Roboam y Jeroboam I (1 R 11.9–40).
Los cuarenta años de reinado de Salomón (971–931 a.C.) fueron en su mayor parte pacíficos con la excepción de algunos disturbios promovidos por Adad, Rezón y Jeroboam I (1 R 11.14–43). (Proverbios; Cantar de los cantares; Eclesiastés)
Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
Su presencia en otras culturas
- En la tradición de la Iglesia ortodoxa etíope, se señala que Salomón tuvo un hijo con la reina de Saba, llamado Menelik I, quien sería futuro rey de Etiopía, y de quien la tradición dice que sacó el Arca de la Alianza de Israel, llevándosela a su reino.
- En la tradición árabe y dentro del libro de las mil y una noches, se le conoce como Soleimán, hijo de Daud (Salomón, hijo de David), y es considerado el Señor de los Ifritgenios). (
Filmografía
- Salomón y la reina de Saba (1959), dirigida por King Vidor. El papel de Salomón fue interpretado por Yul Brynner.
Véase también
Predecesor: David | Rey de Israel 966 adC - 926 adC | Sucesor: Roboam (rey de Judá) Jeroboam (rey de Israel) |
Enlaces externos
- Commons alberga contenido multimedia sobre Salomón.
- Ficha de «Salomón» en la revista ArteHistoria
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