sábado, 29 de marzo de 2008

Breve introducción a las obras de Calvino (1991)

Breve introducción a las obras de Calvino (1991)


11 de julio de 1991

En el CDLXXXIII Aniversario del natalicio de Juan Calvino

El calvinismo no es sólo una doctrina sobre la salvación ni la doble predestinación su principio fundamental. Lo que hace del calvinismo un sistema es su peculiar manera de entender las relaciones entre Dios y el mundo.

JESUS LARRIBA, Eclesiología y antropología en Calvino

Dice Carlos Fuentes que él es el único calvinista mexicano por su afición al trabajo, porque mientras los demás se asolean en la playa, él está luchando con la página en blanco:[1] el aspecto práctico y secular del puritanismo redentor de la obra humana, de la relación transformadora de la naturaleza.

Pero ¿tiene razón? ¿poseemos elementos para refutarlo? En las iglesias presbiterianas no se enseña a ser calvinista, mucho menos Calvino: los Meses o Semanas de la Reforma sirven para repetir cada año las mismas fórmulas de siempre, las mismas fechas aburridas. Sólo unos cuantos soñadores, marcados por la señal de la búsqueda histórica, se preocupan por hurgar en su tradición. Pero las iglesias no son semilleros de este tipo de gente; en nuestro medio vale más hablar de una espiritualidad sobrehumana. No hay calvinistas en México.

Sólo a veces tenemos en el Seminario Teológico un cierto acceso a la pasión por Calvino y por su tradición, que es la que nos da nombre. Después, la propia iglesia se encarga de bajarnos los humos. No ha sido al contrario: que de alguna manera contaminemos a las comunidades con esta afición, que transmitamos esta pasión histórica por buscar el origen y desarrollo de nuestras convicciones y de nuestra mentalidad. Si el tránsito por el aula no nos lleva a que la iglesia se beneficie con la apropiación de su pasado, entonces ¿en qué radica la diferencia de nuestra formación pastoral? ¿ser ministros, ancianos o laicos reformados es un estado neutral en el que definitivamente no importa la ubicación histórico-teológica? Los mismos nombres: presbiteriano, reformado, ¿qué significan actualmente? Ya ni siquiera el nombre "protestante" nos asienta. Y, por supuesto, Calvino y su obra y pensamiento están muy lejos de la conciencia y de la práctica de sus "herederos". La tradición reformada es una entelequia que nuestros dueños de iglesias jamás han entendido como algo que debería permear la vida de las congregaciones. En suma, no hemos enseñado Calvinismo, hemos seguido repitiendo los clichés manidos de la devoción semiconventual. ¿Cómo esperamos que la Iglesia viva un calvinismo auténtico, abierto, revolucionario, si Calvino y su herencia son los grandes desconocidos en su propio territorio espiritual?

La obra calviniana en nuestro medio ha sido filtrada y por lo mismo se lee escasamente. Es patrimonio de los esnobistas que repiten ciertas citas para justificar aparatos críticos que nadie se da el debido tiempo para revisar. Y, como en todos los casos, es preciso acudir a las fuentes, es decir, a los mismos textos. Pero para ello el subdesarrollo eclesial en el que vivimos es un obstáculo casi insalvable. Antes de continuar habría que intentar un acercamiento global al fenómeno histórico de la Reforma, en cuatro fases, aproximadamente:

I. Ubicación histórica general del Protestantismo en Occidente

Casi todas las obras de historia universal con cierto peso, le dedican un buen apartado a la reforma como movimiento cultural e ideológico. Entre ellas están las de Arnold Toynbee (Estudio de la historia)[2], Erich Kähler (Historia universal del hombre)[3] o Jacques Pirenne (Historia universal).[4] En este punto es particularmente importante la relación de la Reforma con el Renacimiento.

II. Comprensión de las etapas de la Reforma

Aquí se encontrarían obras más específicas, y, por ello, menos accesibles. Por ejemplo la escasísima Historia general del Protestantismo, de Emile Leonard,[5] o la más accesible de G: R. Elton, La Europa de la Reforma,[6] o inclusive la reedición reciente de la Historia de la Reforma de Jorge Fisher,[7]un texto editado hace muchísimos años por El Faro.

III. Acercamiento inicial a las obras fundamentales de los principales reformadores: Lutero, Calvino, Zwinglio

Del primero podemos señalar la edición de la SEP de sus Escritos reformistas de 1520.[8] De Calvino la Institución de la Religión Cristiana, cuyo sumario (edición abreviada) ha comenzado a circular en una edición española.[9] De Zwinglio existe una Antología, rara ya, realizada por don Manuel Gutiérrez Marín en 1973.[10]

IV. Descubrimiento progresivo, en nuestro caso, del resto de la obra de nuestro reformador: los Comentarios bíblicos y los tratados teológico-prácticos

Para volver al principio: casi todo anciano y laico interesado debería vivir este proceso. A continuación, una clasificación práctica de las obras de Calvino, que se desglosará más adelante:

1. La Institución de la religión cristiana en sus diferentes ediciones (latina y francesa), hasta la versión definitiva de 1559. Capítulo aparte merece la versión castellana de Cipriano de Valera, aparecida en 1597.
2. Los comentarios bíblicos disponibles actualmente en español: Romanos, Hebreos, las Cartas pastorales, Sermones sobre el libro de Job y algunos fragmentos sueltos, así como los Sermones sobre la obra salvadora de Cristo.
3. Los tratados teológico-prácticos: la Epístola al Cardenal Sadoleto, los Catecismos de Ginebra, la Breve instrucción, las Ordenanzas de Ginebra.
4. Del Epistolario y las obras de juventud, sólo existen referencias aisladas, como es el caso del comentario a De clementia de Séneca, fechado en 1532.

1. LA INSTITUCION DE LA RELIGION CRISTIANA, SUMA DE LA TEOLOGIA DE LA REFORMA

Reconocida como "la exposición literaria y científicamente más perfecta del cristianismo desde sus orígenes",[11] esta obra, como toda obra maestra de un gran escritor, tiene una historia fascinante y enriquecedora. Apareció por primera vez en el mes de marzo de 1536 en Basilea. Calvino estaba por cumplir 27 años y se había refugiado en esa ciudad para dedicarse al estudio y para defender por escrito a sus hermanos franceses perseguidos. En esta primera edición, la obra está escrita en latín, dividida en seis capítulos:

I. De la ley, una explicación de los Diez Mandamientos.
II. De la fe, explicación del Credo Apostólico.
III. De la oración, exposición de la Oración del señor.
IV. De los sacramentos.
V. Declaración de que los cinco restantes sacramentos católicos no lo son.
VI. De la libertad cristiana, de la autoridad eclesiástica y de la administración política.

Se trata de una exposición sencilla de los principios fundamentales de la fe organizada de la manera tradicional que resume las doctrinas esenciales de la naciente fe reformada. En palabras de Leonard, se trataba que "después de la liberación de las almas (por Lutero) se fundara una civilización [...] Estaba reservado al francés y jurista Calvino el crear más que una nueva teología un hombre nuevo y un mundo nuevo".[12] Tal como lo expresaba él mismo en la Epístola que aparece como prefacio, dirigida al rey Francisco I de Francia, que además de pretender justificar a los protestantes acusados de doctrinas perversas, exponía, más que un sistema, una vida experimentada por un alma profunda y ardiente. La carta al rey está fechada el 23 de agosto de 1535. La segunda edición de la Institución, publicada en Estrasburgo, conservando el contenido esencial de la primera, está marcada por el profundo acercamiento de Calvino a la carta a los Romanos, a los Padres de la Iglesia, y a los escritos de Lutero, Melanchton y Bucero. Esta nueva edición, de agosto de 1539, expone en su "Epístola al lector" los motivos de la nueva edición: básicamente "preparar e instruir a los que se querrán aplicar al estudio de la teología que fácilmente puedan leer la Sagrada Escritura y aprovecharse de su lección entendiéndola bien".[13] Los seis capítulos de la edición de 1536 se conviertieron ahora en diecisiete: Del conocimiento de Dios; del conocimiento del hombre y del libre albedrío; de la ley; de la fe; de la penitencia; de la justificación por la fe, y de los méritos de las obras; de la similitud y diferencia del Antiguo y Nuevo Testamentos; de la predestinación y providencia de Dios; de la oración; de los sacramentos; del bautismo; de la Cena del Señor; de la libertad cristiana; de la autoridad eclesiástica; de la administración política; de los cinco sacramentos falsos y de la vida del hombre cristiano.[14]

La tercera edición latina apareció también en Estrasburgo en marzo de 1543, cuando Calvino ya estaba de nuevo en Ginebra. En la nueva edición, Calvino le dedica a los temas eclesiásticos tres veces más extensión que en las dos anteriores. Agregó capítulos sobre los votos monásticos (IV) y las tradiciones humanas (XII), y amplió notablemente el capítulo sobre el bautismo (XVII). casi la cuarta parte de la obra es nueva.[15] La cuarta edición latina apareció en Ginebra a comienzos de 1550; en ella el autor agrega numerosas citas de los padres antiguos para apoyar su argumentación. Trata más ampliamente la doctrina de la Biblia, la cuestión de los santos e imágenes, y, en el capítulo XIII habla ampliamente sobre la conciencia. Los capítulos se dividen en secciones, para una lectura más fácil. Esta misma edición se imprimió en 1553 por Roberto Stephanus en Ginebra, siendo la mejor de las ediciones, porque por primera vez trae las citas bíblicas completas (con versículos, una innovación para la época).

La quinta y última edición en latín, base de todas las versiones en otros idiomas (excepto el francés) fue publicada por Stephanus, en Ginebra, en 1559. Fueron días difíciles para Calvino, quien aun estando enfermo revisó completamente la obra, dándole un orden nuevo que es la admiración incluso de sus detractores. La obra quedó dividida en cuatro libros, divididos en ochenta capítulos, de la siguiente forma:

I. Del conocimiento de Dios (caps. 1-18).
II. Del conocimiento de Dios Redentor en Cristo; el cual ha sido manifestado primeramente a los Padres debajo de la Ley, y a nosotros después en el Evangelio (caps. 1-17).
III. Qué manera haya para participar de la gracia de Jesucristo, qué provechos nos vengan de aquí, y de los efectos que se sigan (caps. 1-25).
IV. De los medios externos o ayudas de que Dios se sirve para llamarnos a la compañía de Jesucristo su Hijo y para entretenernos en ella (caps. 1-20).

Los libros I y II forman la tercera parte de la obra, los libros III y IV otra tercera parte cada uno. Aproximadamente la cuarta parte del contenido total es completamente nueva. Las características de esta edición definitiva son cruciales: por un lado, toma en cuenta las controversias teológicas de la época y refuerza las posiciones protestantes frente a las católicas y de los demás grupos disidentes. Calvino escribe para los nuevos pastores, dotándolos de un arma valiosísima para su tarea. Además, incorpora, por otro lado, los resultados de sus propios estudios bíblicos: el estudio de la Biblia le sirve para establecer la verdadera doctrina: la Institución se convierte en una "teología bíblica" que pone en orden todos los conocimientos de acuerdo a la sistematización del autor.[16]

La primera edición en francés, que apareció en Ginebra en 1541, lleva como título completo: Institution de la religion chrestienne, "en la cual se comprende una suma de piedad, y casi todo lo que es necesario a conocer la doctrina de salud. Compuesta en latín por Jean Calvin, y traducida en francés por él mismo".[17]

La "Epístola al lector" se convierte, en esta traducción en un "Argumento del presente libro", que presenta a la obra como guía para el estudio de la Biblia. Más tarde, cada edición latina es seguida por una traducción francesa revisada, de la siguiente forma:

3a. edición latina, 1543 Francés, 1545
4a. edición latina, 1550 Francés, 1551, 1553, 1554, 1557
5a. edición latina, 1559 Francés, 1560.

La intención de esta traducción fue que pudiera llegar a todos los fieles, lo cual habla de un optimismo extraordinario sobre la capacidad y el juicio de la mayoría de la iglesia. Su opción propiamente fue "hacer llegar la teología al pueblo" sin temor, puntualizando con ello uno de los postulados fundamentales de la Reforma: el acceso de todos a la Escritura y a la reflexión cristiana.

Por todas partes se extendió la Institución, mientras tanto: al italiano se tradujo en 1557-58, al inglés en 1561, al alemán y castellano en 1597, al holandés en 1614 o 1617, al griego en 1618 y aun al árabe.[18] La que nos interesa, en castellano, la realizó nada menos que Cipriano de Valera, cinco años antes de publicar la revisión de la Biblia del Oso de Casiodoro de Reina. Algunos suponen que fue don Francisco de Enzinas quien tradujo primero la Institución. Dicha obra, abreviada, aparece en el Index de libros prohibidos por Pío IV en 1564.

Pero otros estudiosos dudan mucho de la identidad de la traducción. Cipriano de Valera publica en 1597 su traducción "En casa de Ricardo del Campo", ignorándose si se edita en Londres o en Amberes (Bélgica). La impresión debió pagarla un comerciante español llamado Marco Pérez, quien junto con otros protestantes se esforzaba por introducir en su país las ideas evangélicas.

Don Marcelino Menéndez y Pelayo apoya la idea de que fue impresa en Londres.[19] La versión de Valera está basada en el original latino de 1559, pero muchas veces demuestra seguir la traducción francesa. Pone al frente un prólogo titulado "A todos los fieles de la nación española que desean el adelantamiento del reino de Jesucristo".

El libro es más bien raro, debido a la saña de los inquisidores. Hasta 1858-59, don Luis de Usoz y Río, evangélico español, hizo imprimir una copia de la versión de Valera para celebrar los 300 años de su primera aparición.

La edición original tenía 1032 páginas. Usoz y Río no se hacía muchas ilusiones sobre la acogida de su empresa: "Se ha hecho bajo la inteligencia de que casi ninguno de sus ejemplares se leerá en la actualidad.

Pero sin embargo, estos ejemplares ayudarán a la conservación del libro, y algo renovarán la memoria de su existencia, colocados en alguna que otra biblioteca". En 1936, en el cuarto centenario de la obra original en latín, la editorial La Aurora publicó en Buenos Aires una traducción directa al castellano hecha por Jacinto Terán, y que por varios años fue la única disponible para los evangélicos hispanoamericanos.

En junio de 1952, apareció el primer tomo de la edición facsimilar de la traducción de Valera, también realizada por La Aurora junto la Casa Unida de Publicaciones, con una "Historia literaria" escrita por B. Foster Stockwell, a cuyo trabajo estas páginas le deben su mayor apoyo.

El Corpus Reformatorum es una recopilación exhaustiva de las obras teológicas reformadas que se comenzó a realizar en 1863 por los profesores de la Facultad de Teología de Estrasburgo G. Braum, E. Cunitz y E. Reuss. La obra de Calvino lleva por título general Johannis Calvini opera quae extant omnia, y abarca los tomos XXIX a LXXXVII.

Esta magna obra es la fuente más autorizada para cualquiera que desee acercarse en profundidad al pensamiento del reformador[20] Otro esfuerzo notable y digno de mención es el llevado a cabo por P. Barth, G. Nielsel y D. Scheuner, quienes entre 1926 y 1952 publicaron en Munich, en 5 volúmenes, la Joannis Calvini Opera selecta, una vasta antología que describe muy bien, en su proyecto editorial, el desarrollo dinámico de la obra calviniana:

I. Obras de los primeros años hasta finales de su estancia en Estrasburgo: Concio academica,Institutio christianae religionis de 1536, De fugiendis impiorum illicitus Ecclesiae vel administrandis vel abjicendis, Artículos de Ginebra de 1537, Instruction et Confession de foi de Ginebra, Confessio fidei de Eucharistia, Responsio ad Sadoletum, Epinicion Christo cantatum, Petit traité de la Saint-céne.
II. Opuscules, Confessions de foi y Ordonnances ecclésiastiques de 1542-1564.
III y IV. Institutio christianae religionis de 1559.
V. Sermons.[21]

La Fundación Editorial de Literatura Reformada (Stichting Uitgave Reformatorische Boeken) con sede en Rijswijk, Holanda, publicó en 1968, la primera edición moderna de la traducción de Cipriano de Valera en dos tomos, cuya segunda edición apareció en 1981. Además de ser casi una edición de lujo, la lectura de la misma es una experiencia espiritual inigualable. Más recientemente, en 1988 la editorial Nueva Creación publicó la misma edición en un solo tomo para el uso de seminarios e instituciones teológicas. CLIE, en España, sacó el Sumario de la Institución en 1991.

Notas:

[1] Citado por Enrique Krauze en Textos heréticos. México, Grijalbo, 1992, p. 55.
[2] México, Origen-Planeta, 1985, 2 tomos.
[3] México, FCE, 608 pp.
[4] Vol. III, México, Grolier-Cumbre, 1978, 505 pp.
[5] Madrid, Península, 1967, 4 tomos. Disponible en la Biblioteca del Seminario Presbiteriano y en la Biblioteca Central de la UNAM.
[6] México, Siglo XXI, 1987, 418 pp.
[7] Terrassa, CLIE, 1984, 498 pp.
[8] México, 1988, 257 pp. Disponible en las librerías de la SEP y del CNCA.
[9] Terrassa, CLIE, 1984. Lamentablemente se trata de una traducción del holandés, pero aún así es recomendable.
[10] Barcelona, PEN, 255 pp.
[11] Wilhelm Dilthey, Hombre y mundo en los siglos XVI y XVII. México, FCE, 1978, p. 239.
[12] E. Leonard, Op. cit., p. 263.
[13] B. Foster Stockwell, "Historia literaria de la Institución", p. X.
[14] Stockwell, op. cit., pp. X-XI.
[15] Ibid., pp. XVI-XVII.
[16] Ibid., pp. XVIII-XIX.
[17] Ibid., p. 20.
[18] Idem.
[19] Citado por Stockwell, p. XXI.
[20] E. Leonard, op. cit., p. 368.
[21] Idem.

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