miércoles, 26 de marzo de 2008

La necesidad de control...



Sentirse en control es una necesidad de los seres humanos, y los docentes en esto no son la excepción. Sin embargo, en un contexto educativo en el que se debería apuntar a desarrollar la autonomía y el juicio crítico de los estudiantes la necesidad de control que tienen algunos docentes puede ser tremendamente nociva y atentar justamente contra aquello que el sistema educativo pretende lograr.

Ya he tocado este tema repetidas veces en este blog, y si vuelvo a mencionarlo es porque en estos últimos días he revisado diversos reglamentos de disciplina, de colegios diferentes, y he encontrado cosas que no me permiten más que concluir lo que ya dije en el párrafo anterior: hay docentes que necesitan controlarlo todo, darse seguridad a partir del control (autoritario e ilegitimo, desde mi punto de vista) de la conducta del otro. De otro modo no me explico que hayan reglamentos escolares que estipulen cosas como las siguientes:

- El largo de los aretes!!! un demérito si estos miden más de 1.5 centímetros
- Si las medias deben ser taloneras o tobilleras o hasta la rodilla. Puntos menos a quien ejerza su derecho a llevar las medias como le de la gana
- Cómo debe escribir el alumno en su cuaderno. Puntos menos si no pone los títulos con lapicero de color rojo
- Como deben funcionar las vejigas de los estudiantes. Puntos menos en conducta al que se le ocurra tener pipi (pichi, pila o como quieran llamarla) a una hora distinta de la que los profesores permiten.
- Cómo deben forrarse y decorarse los cuadernos. Sanción para el que siguiendo su propia estética y su sentido de la individualidad les ponga alguna calcomanía o sticker

Entiendo que las escuelas pueden crear sus propias normas y convenciones y regirse por ellas. Tienen derecho a hacerlo. Sin embargo, me cuestiona que una institución educativa considere vital y necesario estipular y normar cosas como el largo de los aretes de las niñas, en lugar de poner su atención y sus esfuerzos donde verdaderamente debería: en las cuestiones curriculares y en la formación moral y ciudadana de sus estudiantes.

Una de las cosas que más se prohibe en las escuelas es comer en el aula, y a veces en determinados ambientes distintos del aula. Entiendo que pueden haber muy buenas razones detrás de una medida como esa, y aunque personalmente durante mi doctorado tuve compañeros que escuchaban las clases almorzando (sopa incluida), lo que no molestó nunca a nadie, acepto que pueden haber criterios razonables detrás de esta prohibición. Lo que no entiendo y considero tremendamente contraproducente es que habiendo argumentos razonables de fondo estos no se trabajen y co-construyan con los estudiantes, con lo que el no comer en el aula se convierte en una prohibición más de la lista de innumerables y arbitrarias prohibiciones de las que está tan plagado nuestro sistema educativo.

Las prohibiciones arbitrarias y los sistemas disciplinarios punitivos (de puntos menos y deméritos) nunca generan autonomía. Al contrario, producen solamente temor al castigo, rebeldía frente a la norma arbitraria (aunque esto en algunos casos puede ser visto como un signo de salud), incomprensión del sentido de la norma y falta de habilidades ciudadanas para negociar posiciones y resolver los problemas colectivos de manera conjunta y democrática. Todo lo contrario de aquello que estas mismas escuelas pretender fomentar.

Fuente:

Susana Frisancho

http://blog.pucp.edu.pe/item/20323



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