lunes, 31 de marzo de 2008

EL SERMÓN DEL MONTE

En este estudio del evangelio según San Mateo, nos ocuparemos de meditar hasta donde nos sea posible en el que ha sido llamado “el sermón mas famoso de todos los sermones que se hallan predicado en la historia de la humanidad”.

El Mesías pronunció éste sermón como un ejemplo del tipo de vida que sus seguidores tenían que llevar por la fe. El evangelio de Mateo fue escrito para demostrar a la nación de Israel que Jesucristo era el Mesías prometido por Dios desde antes de la fundación del mundo.

En el primer capítulo hemos visto como Mateo presenta al Rey-Mesías, es decir a Jesús, como descendiente directo y legal, “Hijo de David, hijo de Abraham” (Mt. 1:1).

En el 2º capítulo Mateo demuestra el derecho legal de Cristo al trono y su reconocimiento por parte de los gentiles (los magos), como Mesías.

En el capítulo 3º, aparece Juan el Bautista como una estrella de la mañana en las tinieblas de Israel para proclamar un mensaje a la nación Judía. “Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). Juan anunciaba que el reino que Dios había prometido a David en 2ª de Samuel 7:16 estaba cerca. Con estas palabras Juan presentó al Mesías a la nación que había esperado durante tanto tiempo su venida.

En el capítulo 4º, Mateo señala el derecho moral de Jesucristo a ser Rey de Israel por su triunfo sobre Satanás y las tentaciones en el desierto. Había llegado ahora el tiempo en que Cristo debía empezar su ministerio, y la primera palabra que Cristo dirigió a la nación fue: “Arrepentios, porque el reino de los cielos” (Mt. 4:17). A fin de demostrar la autenticidad de su persona y de su oferta del reino pactado con Israel, “recorría Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mt. 4:23). Como resultado, le siguió mucha gente de Galilea, de Decapolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán. Los que se unían en torno al Señor serian aquellos que oyeron el mensaje de Juan, estaban convencidos de la necesidad de la justicia. Estaban esperando el establecimiento del reino del Mesías, y que deberían ser DENOMINADOS discípulos de Jesús debido al hecho de que se hallaban dispuestos a ser enseñados por él.

El tema que trata Mateo ahora en los capítulos 5 al 7 tiene que ver con la justicia verdadera en contraposición a la falsa justicia de los escribas y fariseos. Es importante recordar que la gente miraba a los escribas y fariseos como modelos y maestros en cuanto a las cosas de Dios. Aquellos lideres religiosos fijaban las reglas y determinaban lo que era santo o profano. Una de las cosas por la que los escribas y fariseos detestaban a Jesús era porque en este Sermón Él expuso la superficialidad y engaños a ellos (Mt. 23, es un claro exponente).

Es para nosotros MUY IMPORTANTE que echemos un vistazo a este Sermón.Pocos pasajes de la Biblia son tan mal entendidos y aplicados incorrectamente que el Sermón del Monte. A menudo la gente toma un versículo o frase aislada y desecha el contexto. Es muy importante para nosotros que tengamos una visión total de este maravilloso e importante sermón antes de que intentemos estudiar las varias divisiones de este trascendental discurso del Mesías-Rey.

Tenemos tres propósitos básicos por los cuales Jesús pronunció este sermón.

1. Decirle a sus seguidores lo que es la verdadera justicia, en contraste con la falsa justicia de los escribas y fariseos.

2. Describir las leyes de su Reino, los principios espirituales que Él usa para gobernar las vidas de los hombres.

3. Relacionar su mensaje a la ley del Antiguo Testamento y las tradiciones de los escribas y fariseos.

En este Sermón encontramos tres equivocaciones que muchas personas cometen al estudiar este sermón del monte.

1. Lo aplican a las naciones a pesar que fue dado para individuos.

2. Lo aplican a los inconversos, pero fue dado para creyentes.

3. Lo convierten en la “ley cristiana” que se debe obedecer, cuando en realidad es una descripción de lo que es un cristiano cuando el Espíritu Santo obra a través de su vida (Ro. 8:1-4).

Y ahora, una PREGUNTA: ¿Es este sermón para nosotros hoy?. Siendo que Mateo es el “Evangelio del reino”, y que este reino del rey se corresponde con los súbditos, en el conjunto de todos los redimidos por la sangre de Cristo, de todos los tiempos hasta que el último de los que han de ser salvos entre a formar parte de él, entonces hemos de entender que no habrá ningún cristiano en cualquiera de las generaciones, que este excluido de las enseñanzas de estas leyes dadas por el Rey del reino para sus súbditos.

Los primeros dieciséis versículos de Mateo 5, describen al verdadero cristiano y se refiere a su carácter. El sermón del monte era la exposición, por parte de nuestro Señor, de la santidad de Dios, y de las demandas que hacia un Dios Santo. Nos describe el tipo de justicia que Dios espera de aquellos que han llegado a conocerle por la fe. Cristo nos estaba dando en este sermón las bases sobre las cuales viene la bendición de Dios sobre aquellos que le han recibido como su salvador personal. Bien podríamos llamar a las bienaventuranzas, “LA BASE DE UNA VIDA FELIZ”.

Todos nosotros sabemos que la palabra “BIENAVENTURANZA” significa bendición y procede de la palabra latina para “BENDITO”. En Mateo 5:1-12 tenemos unas bienaventuranzas en progresión. Nos muestra como la persona empieza con su propio sentido del pecado y finalmente llega a ser un hijo de Dios y los resultados que siguen entonces.

1ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:3): “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Nota: Preguntar a diferentes hermanos que piensan sobre la enseñanza de esta bienaventuranza).

Parece una manera sorprendente de empezar a hablar acerca de la felicidad al decir: ¡”Benditos los pobres en espíritu”!.

Debemos tener cuidado de pensar que esta bienaventuranza considera a la pobreza material como una cosa buena. LA POBREZA NO ES NADA BUENO. Jesús no habría llamado nunca bendito a un estado en que las personas viven en chabolas y no tienen suficiente de comer, y en el que la salud se deteriora porque todo esta en su contra. Esa clase de pobreza es un mal que el Evangelio trata de eliminar. La pobreza que es bendita es la pobreza de espíritu cuando la persona se da cuenta de su absoluta falta de recursos para enfrentarse con la vida, y encuentra su ayuda y fuerza solamente en Dios.

¿Cuántos de nosotros nos podríamos jactar de ser RICOS ESPIRITUALES?. Podemos ver a la luz de Gálatas 5:22-23, que en cuanto a los frutos del espíritu no somos muy ricos que digamos. Examinemos uno a uno estos frutos del espíritu.

AMOR. ¿Cómo estamos de este fruto?, ¿Amamos a Dios como se requiere en el mayor de los mandamientos?, ¿Amamos al prójimo de la misma manera que Cristo nos ama a nosotros?.

GOZO. ¿Cómo estamos de Gozo, somos muy ricos?, Y cuando hablamos de gozo lo que se trata es del GOZO DEL SEÑOR (tenemos que reconocer que no somos tampoco muy ricos en este fruto espiritual).

PAZ. ¿Qué diremos de este precioso y sosegador fruto?, ¿Qué tal andamos de paz con Dios, con nuestra conciencia, con nuestro prójimo, con nuestro entorno familiar, o de amistades, o vecinos, o de compañeros de estudios o clase, etc, etc?. Tampoco de este fruto espiritual somos muy ricos.

PACIENCIA. Bueno, aquí cierra y vamonos, este es uno de los frutos más escasos en la vida de los seres humanos, y también uno de los más pobres en la vida cristiana, ni tenemos paciencia con Dios, ni con nosotros mismos, ni con los mas próximos, ni con los mas lejanos, ¡Que tremendo es esto!. Si Jesús hubiera dicho: “Bienaventurados los ricos en espíritu”, de seguro que esa hubiera sido nuestra mayor desdicha. Pero no, El ha dicho “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3). ¡Felices vosotros, súbditos de mi reino, porque sois humildes para reconocer que no sois muchos, ricos espirituales, pero es esa humildad de reconocerlo la que os hace poner vuestra confianza en Dios, y reconocer que vuestra suficiencia viene de Él. ¡Bienaventurados vosotros los pobres, porque así es que clamáis a mí! (Sal. 34:6).

FE. Tampoco de este fruto estamos muy ricos, ¿No es verdad?, ¿No estamos reconociendo siempre que nuestra fe es muy pequeñita?. Claro que si, es aun mas pequeña que el grano de la mostaza, pero hermanos, gocémonos en el Señor, porque aun siendo tan pobres a Él le ha placido darnos el reino (Lc. 12:32).

MANSEDUMBRE. ¿Qué tal somos de mansos?, si nos miramos a nuestro corazón bien pronto reconoceremos que nuestra mansedumbre es casi una desconocida, y que con cualquier insinuación que se nos hace desfavorable nos ponemos en pie de guerra. Nuestra mansedumbre tampoco es un fruto espiritual del que podamos alardear mucho. ¿No es cierto?, y que decir de la TEMPLANZA, tampoco tenemos mucho de este don en nosotros, no estamos muy templados para aguantar los golpes de esta vida, y de esto sabemos mucho los que tenemos humildad para reconocer que en cualquier golpe nos rompemos y nos venimos por los suelos.

“Bienaventurados los pobres en espíritu... ” (Mt. 5:3).

Cuando nosotros comparamos estos frutos del espíritu según Gálatas 5:22-23, con los frutos mencionados en los versos 16 al 21 de Gálatas 5, y que son los frutos de la carne, tenemos que reconocer que somos más ricos de este fruto o frutos, y de los que sentimos mucha vergüenza, sin embargo de estos frutos si que tenemos bastantes, aun después de tantos años de vida cristiana, y si somos honrados con el Señor y con nosotros mismos, el reconocimiento de esta verdad nos hará humildes para clamar al Señor y para poner nuestra confianza en su maravillosa gracia y misericordia, que aun sin ser muy ricos espirituales, él nos hace ser poseedores del reino de los cielos.

2ª BIENAVENTURANZA: (Mt. 5:4). “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”. Esta bienaventuranza trata sobre aquellos que tienen el corazón quebrantado. Los súbditos del reino de los cielos íbamos a distinguirnos mas por las lagrimas que por las risas, “muchas son las aflicciones del justo” (Sal. 34:19). “En el mundo tendréis aflicción...”. ¡Felices los que lloran, porque ellos serán consolados”. La aflicción puede hacer dos cosas con nosotros. Puede mostrarnos, mejor que ninguna otra cosa la esencial amabilidad de nuestros semejantes; y puede mostrarnos mejor que ninguna otra cosa el cosuelo y la compasión de Dios. ¡Muchas personas hemos llegado a descubrir a nuestros verdaderos semejantes y a Dios mismo a través del dolor y de las lagrimas!. Cuando todo nos va bien es posible vivir años en la superficie de las cosas, pero cuando llega la aflicción le hace a uno profundizar en las cosas de la vida, y si la aceptamos debidamente, nos produce una nueva fuerza y belleza en el alma. Un poeta escribió: “Anduve con el Placer, y no hizo mas que charlar, pero no me hizo más sabio lo que me llegó a contar. Anduve con el dolor y no pronunció palabra; ¡y hay que ver lo que aprendí en una breve jornada!”.

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mt. 5:4).

Uno de los grandes efectos de la cruz es abrirles los ojos a hombres y mujeres al horror del pecado. Y cuando una persona ve el pecado en todo su horror, no puede por menos que experimentar un intenso pesar por su pecado. El cristianismo empieza por un sentimiento de pecado. Bendita la persona que esta intensamente apesadumbrada por su pecado, cuyo corazón se quebranta al pensar en lo que le ha hecho a Dios y a Jesucristo, la persona que ve la cruz y se siente oprimida por el estrago que ha causado el pecado y que ha tenido esta experiencia es lo que llamamos penitente, y que quiere decir, dolerse, condolerse, “y al corazón contrito y humillado Dios no despreciara jamás” (Sal. 51:17). El camino que conduce al gozo del perdón pasa por el dolor desesperado del corazón quebrantado. Así que el sentido de esta BIENAVENTURANZA, puede ser el de la persona que tiene el corazón destrozado ante el sufrimiento del mundo, y por su propio pecado; porque en su dolor encontrara el gozo del Señor.

“...Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida, POR LA NOCHE DURARA EL LLORO, Y A LA MAÑANA VENDRA LA ALEGRIA” (Sal. 30:5).

3ª BIENAVENTURANZA: (Mateo 5:5) “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. La mansedumbre es todo lo contrario a la altivez, y aquellos que quieran identificarse con el cristianismo de Cristo han de hacerlo tomando como ejemplo o modelo a su fundador.

“Aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón”(Mat. 11:29). Un discípulo no puede ser diferente a su Maestro. El que ha nacido del Espíritu tiene que producir el fruto del Espíritu, y que es entre otros;”Mansedumbre”(Ga. 5:23). El mundo aborrece a los “mansos” y los tienen por gentes débiles y afeminados, apocados y cobardes. Dios mira a los “mansos” y los exalta y los hace herederos de la tierra nueva. Dios, por el contrario aborrece a los altivos;(leamos varios pasajes de la Biblia), por ejemplo: (Pr. 6:16-17a.; Pr. 16:5; Pr.21:4). Santiago 4:6 dice que”..Dios resiste a los soberbios(altivos)y da gracia a los humildes(mansos)”. ¡Hermanos, esta tercera “bienaventuranza” nos habla de la humildad en el carácter de aquellos que por haber nacido de nuevo hemos sido hecho participantes de la naturaleza divina(2ª P. 1:4). Sin humildad no se puede aprender, porque el primer paso en el discipulado cristiano es ser conscientes de nuestra propia ignorancia. La altivez es todo lo contrario porque esta piensa de sí misma que lo sabe todo. Un gran orador hispano romano decía de algunos de sus alumnos: “No me cabe duda de que serian excelentes alumnos si no estuvieran convencidos de que ya lo saben todo”. No se le puede enseñar nada a una persona que cree que ya lo sabe todo. Sin humildad no puede haber tal cosa como el amor, porque el verdadero principio del amor en un discípulo de Cristo es el sentimiento de su propia indignidad. Sin humildad no puede haber verdadera religión, porque toda verdadera religión empieza por un darse cuenta de la propia debilidad y necesidad de Dios. Una persona solo alcanza su verdadera humildad cuando es consciente de que es una criatura de Dios y lo tiene como su Creador, y que sin Él no puede hacer nada.”...Porque separados de mi nada podéis hacer”(Jn. 15:5).

Este reino del Mesías irrumpió en este mundo conquistando a las personas no con espada ni con ejércitos, a la manera de los reinos del mundo, su fuerza estaba en el amor de Dios que los transformaba en nuevas criaturas y que los cambiaba de personas altivas y bravas, en una gente mansa y humilde de corazón. La forma en que estos súbditos del reino de los cielos irrumpió en aquella sociedad, leuda la vieja masa con un mensaje hasta entonces desconocido por los hombres, un reino que no era de este mundo, pero que tenia en si el germen para cambiar a los hombres, y darles una nueva orientación ética y moral capaz de iluminar las mas profundas oscuridades en la que vivían, aquellos hombres y mujeres nuevos del reino de Cristo no vocearían ni gritarían en las plazas pero su manera de vivir en la humildad de su mismo Rey harían que el lobo y el cordero pudieran vivir juntos(Is. 11:6).

4ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:6) “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. ¿A qué es debido que algunos cristianos continúan como bebés espirituales, y otros van hacia la madurez espiritual?. En esta bienaventuranza, Cristo nos afirma que el secreto del crecimiento espiritual reside en el APETITO espiritual. Los que comen poco crecerán poco; los que comen mucho, crecerán mucho. Aquellos que tienen un apetito voraz por la Palabra de Dios y por la persona de Jesucristo, y que satisfacen su apetito leyendo la Palabra y en comunión con el Señor, crecerán a la madurez espiritual.

¡Cristo es nuestra justicia perfecta, él es nuestro divino pan de vida, y él es nuestra agua de vida, él mismo se convierte para el alma en su mayor necesidad y ansia así, como los grandes hombres de la Biblia que nos dejaron sus testimonios escritos en la Palabra, compartiendo con nosotros los secretos de sus corazones hambrientos y sedientos de la justicia divina, y de la cual fueron plenamente “saciados”. Moisés siervo de Dios clamando en la montaña como un pobre hambriento para que Jehová le enseñe su camino y le muestre su gloria (Ex. 33:13-18). David caminó en una entrañable comunión con Dios y pudo escribir los Salmos que han sido un consuelo a los santos sufrientes a través de los siglos. Él había penetrado profundamente en las cosas del corazón de Dios, con lo que podía decir: “Jehová es mi Pastor; nada me faltará” (Sal. 23:1). Sentía tal sed de Dios que era como un ciervo que buscaba las fuentes de las aguas (Sal. 42). Un alma hambrienta que buscaba a Dios de madrugada (Sal. 63) etc., etc.,...El apóstol San Pablo, su corazón sólo estaba satisfecho en Cristo, y el Señor se convirtió para el apóstol en la única comida y bebida por la que suspiraba su alma y el único tesoro de su vida. Esta misma necesidad sentía el apóstol San Pedro cuando escribía a aquellos de quienes él era el pastor espiritual: “Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1ª P. 2:2). En 2ª P. 3:18, él mandaba: “Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.Pero Pedro dice que el crecimiento depende del apetito, “Desead...la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis”. La Palabra de Dios fue dada para ser al alma lo que el alimento es para el cuerpo físico. Una perdida de apetito indica serios problemas físicos, así como la perdida de apetito espiritual indica un problema espiritual serio. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt. 5:6). ¡Hermanos, Dios en Cristo, nos ha aderezado mesa delante de nosotros!. Su bendito Hijo Unigénito es el pan que descendió del cielo para dar vida al mundo; Él es verdadera comida y verdadera bebida; Pero sólo los hambrientos y sedientos de esa comida del cielo serán saciados. Nuestra hambre y sed del Señor debería poner en nuestra alma una oración semejante a la de sus discípulos: “...Señor, danos siempre de este pan” (Jn. 6:33-34). ¡Hermanos, la autentica felicidad esta en la justicia de Dios la cual es Jesús, en él seremos saciados!. ¿Amén?. OREMOS POR ESTA CLASE DE COMIDA.

5ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:7) “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia”. Aquí volvemos otra vez a recordar lo que decía Santiago: ¿Puede dar una fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? (Stg. 3:11). En manera alguna, ¿podemos los hijos de Dios ser inmisericordiosos?. En manera alguna. Todo lo que existe, lo que vemos y lo que no vemos, son obras de las eternas misericordias de Dios (Sal. 136). Toda la Biblia es un canto a la misericordia de Dios. Jesucristo es la misma manifestación de la misericordia, podemos decir que es, la misericordia en persona, habitando entre los hombres y revelándose a los hombres. Cristo mismo que es la personificación de la misericordia, nos enseña a sus creyentes a ser como él mismo era y es. “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc. 6:36), “porque misericordia quiero y no sacrificios” (Mt. 12:7). En Mateo 9:13, Jesús nos enseña que debemos aprender lo que significa “misericordia “, “Id, pues, y aprender lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificios”. ¿Qué es la misericordia?, ¿Cómo podemos manifestarla?. Decir a la clase, que la misericordia es la virtud que nos inclina a ser compasivos y clementes, en la misericordia se destaca el carácter compasivo del amor de Dios por los pecadores. Nosotros tenemos que reconocer que solo por la misericordia de Dios hacia nosotros, AUN todavía, después de ser salvos, nos sigue soportando por su misericordia, la cual es eterna. Esta bienaventuranza llama felices a los que viven en la practica de la misericordia, y la bienaventuranza está en que si somos “MISERICORDIOSOS CON EL PRÓJIMO eso revertirá a nuestro favor ya que alcanzaremos misericordia”. ¡Hermanos, esta “BIENAVENTURANZA”, nos recuerda a los que nos decimos pertenecer a esta sociedad o reino de Cristo, que si somos lo que somos y tenemos lo que tenemos en Cristo solo se debe a la GRACIA DE DIOS Y A SU MISERICORDIA!. El mundo en que vivimos es inmisericorde. Al mundo religioso le sucede lo mismo que en los días del ministerio publico de Jesús, que para aquellos celosos religiosos de la Ley, una bestia valía mas que una persona, el oro del templo mas que el templo, el sábado mas que el hombre, aquella justicia de los fariseos era solo una fachada hipócrita de religión carente de verdadera piedad. Esto fue lo que Cristo condeno en ellos, y por el contrario dijo a sus discípulos que “..Si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no podrían ser ciudadanos de su reino” (Mt. 5:20). ¡Hermanos, ¿cómo estamos nosotros de misericordia?. No debemos olvidar lo que esta QUINTA BIENAVENTURANZA nos enseña a los que necesitamos de la misericordia divina! ¿Amen?.

6ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:8) “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Solo la inocencia, la completa ausencia del pecado hará posible ver a Dios. Los ciudadanos de este reino de los cielos que nos vino con Cristo, tenían que ser de una limpieza tan sublime, capaces de poder resistir al fuego purificador de Aquel, cuya “mirada es como llama de fuego”(Ap. 1:14). Aquel delante del cual ni aun la luna ni las estrellas son limpias delante de sus ojos (Job 15:15). Ninguna persona que no haya sido limpiada por la sangre del Cordero de Dios podrá estar de pie delante de Aquel cuya majestad es terrible y quienes sus propios Ángeles cubren con sus alas sus rostros (Is.6:2), ante la majestad de su Santidad inmaculada.

Jesús le dijo a Pedro que a menos que se dejara lavar por él no tendría parte con él (Jn. 13:6-8). Ni la mas leve mota de suciedad puede entrar delante del Dios de la Gloria (Sal. 24). Pero aquellos que estamos en Cristo por la fe en su sangre derramada por nuestros pecados en el calvario, si lo aplicamos por la fe, aquella sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado (1ª Jn. 1:5-7). ¡Ver a Dios será la dicha de las dichas, verlo en su hermosura será la felicidad suprema, la esperanza de los redimidos por la sangre de Jesús podemos estar completamente SEGUROS de que veremos a Dios, porque Jesucristo es para nosotros nuestra justicia perfecta y era por esto que el autor a los Hebreos nos dejara escrito por el Espíritu Santo: “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: Santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho mas sublime que los cielos” (He. 7:26).

Esta santidad de Cristo, su inocencia, su inmaculada persona, y su apartamiento de toda pecaminosidad, es para los que le hemos recibido por nuestro Salvador y hemos aceptado su obra en la cruz, de esta manera toda su limpieza nos ha sido dada, traspasada por imputación a los que creemos en él. Por tanto, nuestro gozo de ver a Dios esta asegurado porque nuestros corazones han sido limpiados por la Palabra de fe en la sangre de Jesucristo nuestro Señor y Salvador. ¡La felicidad suprema será ver a Dios y al Cordero inmolado quien nos representa ante el Dios SANTO!.

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt. 5:8) Esta bienaventuranza nos pone al mismo tiempo en guardia contra todo lo impuro, y el pecado aparece a los ojos de los súbditos como algo terrible y odioso, ya que “ninguna cosa sucia entrara en la presencia de Dios” Y aunque es bien cierto que ya hemos sido limpiados por la sangre de Jesús y regenerados por el Espíritu Santo que habita en nosotros, no es menos cierto que debemos mantenernos en lucha contra el pecado que nos asedia por todos lados y no hacer maridajes con él. La limpieza es algo que debemos amar, buscarla y defenderla, la vida de los súbditos del reino debe ser una vida luminosa, una vida que exhale olor a santidad. Toda nuestra vida debe ser un testimonio de que realmente vivimos separados de las suciedades en las que el mundo vive y se goza. La ética moral y espiritual de los súbditos del reino tiene que ir, paralelo, con Aquel que es el Rey y a quien representamos en esta tierra como sus embajadores.

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ELLOS verán a Dios” (Mt. 5:8).

7ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:9) “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Deseo en el estudio de esta “bienaventuranza” llamar vuestra atención en lo que nos dice Jesús en ella. La bendición esta aquí en los que hacen la paz, y que es lo que quiere decir etimológicamente pacificadores o apaciguadores. No necesariamente para los que aman la paz sino para los que la hacen. Esta bienaventuranza dice: “Benditos los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios”, lo que quiere decir es: Benditos los pacificadores porque realizaran una obra característica de Dios. La Biblia dice que el que hace la paz está involucrado en la misma obra que hace el Dios de paz (Ro. 15:33; Stg. 3:18; 2ª Co. 13:11; etc, etc...).

Esta bienaventuranza quiere decir “ benditos aquellos hijos de Dios que hacen posible que este mundo sea un lugar más idóneo para que viva en él toda la humanidad. Abraham Lincoln dijo una vez: “Me moriré cuando sea, pero me gustaría que se dijera de mí que arranque una ortiga y plante en su lugar una flor”. Para que un súbdito del reino de Jesucristo pueda amar y hacer la paz, este debe empezar por su propio corazón. En cada uno de nosotros hay un conflicto interior entre el bien y el mal, que tiran de nosotros en sentidos opuestos; todos somos hasta cierto punto una guerra civil en marcha. Feliz, por tanto, es el que ha ganado la paz interior y a superado su conflicto intimo, y puede darle todo su corazón a Dios.

Por otra parte, los rabinos judíos sostenían que la tarea suprema que un hijo de Dios puede llevar a cabo en este mundo es la de “ESTABLECER RELACIONES CORRECTAS entre persona y persona. Esto era lo que Jesús quería decir.

Hay personas que son siempre centros tempestuosos de problemas, amarguras y luchas. Dondequiera que estén, están siempre metidos en peleas entre ellos o provocándolas entre los demás. Son personas que causan problemas. Hay muchas así en casi todas las sociedades e iglesias, y que están realmente haciéndoles al diablo su trabajo. Cristo deseaba que los súbditos de su reino hicieran de puente, y que cerraran las grietas abiertas entre los hombres y que endulzaran las amarguras que las guerras grandes o pequeñas provocan entre los hombres. Tales súbditos hacen un trabajo semejante al de Dios, porque el gran propósito de Dios es hacer que haya paz para cada persona consigo mismo y entre unos y otros. Los que dividen a las personas están haciendo la obra del diablo; pero los que unen a las personas están haciendo la obra de Dios. ¿Cómo puede un discípulo de Cristo, “el príncipe de paz”, ser una cosa diferente de su Maestro?. ¿Cómo puede un hijo de Dios decir que Dios es su Padre y al mismo hacer la obra del diablo?. Todas las guerras provienen de aquel llamado “Homicida” (Jn. 8:44). Toda violencia interior o exterior, es hija de Caín, dispuesta siempre para levantar su mano contra su prójimo. Al contrario de los hijos benditos de Dios que no solo aman la paz sino que también la viven, la buscan y la siguen (Sal. 122:6-9; He. 12:14). “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5:9).

Es muy triste y lamentable lo que desde la caída del hombre acarreo sobre las relaciones de las personas. En los siglos de historia que llevamos de la humanidad, no han cesado las guerras. Ríos y mares de sangre humana han regado este planeta de los hombres, y siglos tras siglos se han ido registrando interrumpidamente violencia tras violencia, y no existen naciones cultas o analfabetas, donde la marca de Caín no este esculpida entre los hombres de todos los linajes razas y pueblos. La guerra y el odio se ha extendido a lo largo de los siglos sembrando de lagrimas y sangre esta tierra maldita a causa del pecado de los hombres. ¿ Y qué decir de nuestros días, en donde la violencia ha tomado cuerpo en todas sus formas y a todos los niveles sociales?. Guerras de ideologías políticas, guerras de religiones, guerras económicas, guerras domesticas, guerras generacionales, guerras étnicas etc, etc... El caballo de la guerra no ha cesado de galopar por nuestro mundo, y es aquí donde los hijos y súbditos del reino de Dios tenemos que ser pacificadores y aportar la paz de Dios que sobrepuja a todo entendimiento que gobierne en nosotros para que podamos ser “APACIGUADORES” allí donde la llama de la discordia aparece.

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”(Mt. 5:9).Cuando Cristo murió en la cruz hizo posible nuestra paz con Dios, y que por la fe la recibimos una vez reconciliados en su muerte. Aquella paz conquistada para nosotros, fue trasladada a nuestro corazón, y así vinimos a ser hijos de paz. Cristo derribo la pared de separación entre sus discípulos y abolió en su carne las enemistades, matando en su cuerpo todas las guerras entre los hombres que habían creído y aceptado su paz (Ef. 2:14-16) Así vinimos a ser hijos de Dios, es decir, “una nueva creación, un nuevo hombre”. Este nuevo hombre seria un embajador de paz entre los hombres, de lo contrario a esto, estaría dando una imagen falsa de su cristianismo y discipulado como súbdito del reino que había venido con Cristo a este mundo dividido y en guerra. ¡Benditos los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios!, ¡benditos los pies de los que anuncian sobre los montes el evangelio de la paz!, ¡felices aquellos que viven y dan la paz, que tienen en sus corazones como fruto del Espíritu que mora en ellos!, ¡benditos, benditos los pacificadores!. Amen.

8ª BIENAVENTURANZA. (Mt. 5:10) “Bienaventurados los padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos!

Esta bienaventuranza trata de aquellos que padecen persecución no por sus propias malas acciones, sino por ser justos. A estos creyentes que sufren por hacer lo recto se les promete el reino de los cielos. Su integridad condena a un mundo impío y desencadena su hostilidad. La gente odia una vida recta porque denuncia su propia injusticia (1ª P. 4:1-4; 2 Ti. 3:12).

“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo” (Mt. 5:11). Esta bienaventuranza es la continuación del verso anterior, pero con una pequeña diferencia; mientras que en la primera parte la persecución viene a causa de la justicia aquí la persecución es por causa de Cristo.

El Señor sabia que sus discípulos serian maltratados por asociarse con él, la historia lo ha confirmado. Desde el comienzo del cristianismo, el mundo ha perseguido, encarcelado y dado muerte a los seguidores de Jesús. Cuando el Maestro los comisiono para ser sus embajadores del reino les dijo que ellos serian en el mundo como ovejas en medio de lobos (Mt. 10:16) Les dijo que el mundo los aborrecería (Jn. 15:18-19) Incluso que los matarían alegando “servir a Dios con su muerte”(Jn. 16:2).

“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”(Mt. 5:12).

Sufrir por causa de Cristo es un privilegio que debería ser causa de gozo (Hch. 5:40-42). ¡Grande es el galardón que espera a los que así vienen a ser compañeros de los profetas en la tribulación!. Aquellos portavoces de Dios del Antiguo Testamento se mantuvieron fieles a pesar de la persecución. Todos los que imitan su leal valor compartirán su exaltación en aquel día glorioso cuando seamos llamados (2ª Ti. 2.12). Decir en relación a estas bienaventuranzas que Jesús nos presenta en ellas un retrato del ciudadano ideal de su reino, haciéndonos un énfasis en la rectitud o justicia (v. 6), la paz (v. 9), y el gozo (v. 12). Es posible que San Pablo tuviese este pasaje en su mente cuando escribió: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Ro. 14:17).

LOS CREYENTES SON SAL Y LUZ (Mt. 5:13-16).

Versículo 13: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?. No sirve mas para nada, sino para ser echada fuera y ser hollada por los hombres”. El discípulo o súbdito del reino de Cristo tiene una gran función, ser “SAL DE LA TIERRA” viviendo las condiciones del discipulado que se relacionan en las bienaventuranzas y en todo el resto del Sermón del Monte. Si deja de exhibir esta realidad espiritual, los hombres pisotearan su testimonio con sus pies. El mundo menospreciara siempre a los creyentes NO CONSAGRADOS. Jesús ahora asemeja a sus discípulos a la “SAL”. Ellos serian para el mundo lo que la sal es en la vida diaria: La sal sazona los alimentos; la sal impide que se extienda la corrupción; da sed, potencia el sabor, y si un creyente no deja sentir para este mundo esa influencia bienhechora, entonces su religión no vale nada y los hombres la menospreciaran y la rechazaran. El cristianismo es a la vida lo que la sal es a la comida. El cristianismo le presta sabor a la vida. Lo trágico es que la gente conecta a menudo el cristianismo precisamente con todo lo contrario. Si el cristiano no cumple aquella función para la que ha sido puesto en este mundo, entonces su vida es inspirada y ya no sirve para nada, y se tira para que todo el mundo lo pisotee. “Todos sabemos que hay ciertas personas en cuya compañía es fácil ser buenos; y que también hay ciertas personas en cuya compañía es fácil bajar el listón moral. Hay ciertas personas en cuya presencia se podría contar sin reparos una historia sucia, y hay otras personas a las que uno no se le ocurriría contársela. El cristiano debe ser un antiséptico purificador en cualquier sociedad en que se encuentre; debe ser la persona que , con su presencia, excluye la corrupción y les hace mas fácil a otros ser limpio.”.

“VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA...”(Mt. 5.13).



Referencias:

  • http://www.idcsevilla.org/Estudios/Mateo5-1.htm
  • http://www.idcsevilla.org/Estudios/Mateo5-2.htm
  • http://www.idcsevilla.org/Estudios/Mateo5-3.htm

Iglesia de Cristo de Sevilla

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