"Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos." Hebreos 13:8
Hablar de Jesucristo es hablar de la persona más importante que haya existido en esta tierra, y no sólo en esta tierra, sino por toda la eternidad. El mundo que habitamos, ha tenido el privilegio de albergar a este distinguido huesped, que es y será, por los siglos, el Señor de los Señores y Rey de Reyes.
Al igual que Dios, Jesuscristo ha sido mal entendido y mal interpretado por millones de hombres a lo largo de la historia, y no solo eso, sino que aún la misma palabra Jesucristo ha caído en desuso en muchos lugares, hasta en los círculos cristianos. Muchos utilizamos el nombre de Jesús como una muletilla, como un instrumento de magia, como una palabra más en nuestro vocabulario, como un consuelo mal entendido, como una palabra que a fuerza debe estar en nuestras oraciones y todo esto, sin que realmente haya un entendimiento real y consciente de quién es Jesucristo.
Debemos estar conscientes de esta realidad espiritual que afecta nuestras vidas, la vida de la iglesia, la vida de la humanidad y sobretodo la vida de todo el cosmos, entiéndase el cosmos como toda la creación de Dios. (cf. Colosenses 1:20)
Hoy pretendemos adentrarnos, aunque sea un poco y con mucha humildad, en la Sagrada Escritura, para poder redescubrir la persona de Jesús. Al igual que lo hicimos la semana pasada, cuando hablamos de Dios, hoy vamos acercarnos a Jesús a la luz de los nombres y títulos que se le han asignado en la Sagrada Escritura. Muchos son los títulos que se le asignan a Jesús, sobretodo en las cartas posteriores a los evangelios, aunque los mismos evangelios reflejan esta realidad.
Pero sólo vamos a tratar con tres de ellos, son los más mencionados y posiblemente los más significativos:
Mesías (Cristo): Expresa la misión de Jesús. La misión de liberar al hombre, no del poder político, económico, cultural, social, sino de la esclavitud del pecado, y no por medio de una revolución violenta, sino mediante el servicio humilde, el sufrimiento y la muerte. (cf. Marcos 8:27-30)
En Jesús se cumple la historia de Israel, él es el clímax del plan de Dios. Es en él, a quien el Padre tiene toda complacencia, que la historia de la humanidad dio un giro por completo. Ahora, toda la creación debe darle adoración al Mesías. Esto fue lo que sucedió al entrar a Jerusalén, recibió honor y gloria. Afirmar y reconocer a Jesús como el Cristo es aceptar que él tiene poder para liberarnos, guiarnos y fortalecernos en este trayecto de nuestra vida.
Señor (Kyrios): Expresa la autoridad de Jesús. Él es el único quien tiene poder en los cielos y la tierra. Él es el Rey de Reyes y Señor de Señores. Al ser obediente y vencer a la muerte Jesús se convierte en Señor de toda la creación. (cf. Hechos 2:36 Colosenses 2:13-15 y Filipenses 2:5-11)
Sólo hay un Señor en esta creación. En el antiguo testamento se la atribuyó a Dios el título de Señor (Kyrios) y es el mismo título que se la ha atribuido a Jesús en el nuevo testamento, eso nos habla de la igualdad, no de la misma persona, pero si de la misma posición que ejercen el Padre y el Hijo. Ante el Señor nosotros respondemos en obediencia, él tiene autoridad sobre toda su creación y especialmente sobre aquellos que somos su pueblo.
Hijo de Dios: Expresa la filiación de Jesús. Nunca se atribuyó Jesús este título, seguramente por el difícil significado que tenía en ese tiempo. Sin embargo, fue uno de los títulos, que aún hoy, son de los más reconocidos de Jesús. Adán, Israel, Salomón y otros fueron conocidos como hijos de Dios, pero solo Jesús es el verdadero y auténtico Hijo de Dios, ya que en él está la vida. (cf. 1 Juan 5:11,12,20 y 21). La misma confesión de Pedro nos revela la divinidad de Jesús.
El Hijo de Dios es quien nos ha dado vida, propósito en este mundo y en el venidero. Somos, los que hemos decidido seguir a Jesús, hijos del Hijo de Dios, en otras palabras nuestro Padre es el Dios, Único y Verdadero. Nos resta adorarle en espíritu y en verdad al que Hijo y Salvador de nosotros.
Jesucristo es el mismo, ayer y por los siglos de los siglos. Con esta aseveración, que por cierto parte de la misma revelación de Dios, estamos reconociendo a Jesús como el Mesías, Señor e Hijo de Dios. No olvidemos que cada título que tiene Jesús fue algo que él se ganó por medio de su obediencia. Hoy, nosotros como iglesia, le rendimos honor a este Jesús, no al Jesús que muchas veces traemos en nuestras bocas, mentes y acciones. Nos postramos en adoración ante Jesús, la adoración que la iglesia le dio en sus inicios es la misma adoración que nosotros debemos darle, reconociéndolo como lo que él es: Único y Verdadero.
Le invito a tome unos momentos para reflexionar acerca de Jesús. ¿Qué significa para usted? ¿Cómo responde ante Jesús sabiendo que él es Mesías, Señor e Hijo de Dios? Tiene que responder estas preguntas, son de vital importancia para su diario caminar en esta vida, además, lo prepara para la vida que tiene reservada en la eternidad.
1 comentario:
JESUCRISTO ES EL VERDADERO DIOS Y LA VIDA ETERNA.
EL MISMO AYER, Y HOY Y POR LOS SIGLOS.
SOLO EXISTE UN DIOS, UN CREADOR, ESCUDRIÑA LAS ESCRITURAS, PORQUE A VOSOTROS OS PARECEIS QUE TENEIS LA VIDA ETERNA.
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