sábado, 29 de marzo de 2008

¿Dónde están los profetas? Análisis, perspectivas y balances del profetismo hoy

¿Dónde están los profetas?

Análisis, perspectivas y balances del profetismo hoy

Miguel Angel Portugal cmf

Nuestro modo de seguir a Jesús, se caracteriza en Jesucristo El Profeta. El es el poderoso en obras y palabras (Lc 24, 19)

Se dice profeta de una persona que habla delante de un público al que se anuncia o se proclama algo. Más tarde ese "pro" cambia en sentido temporal por el de "antes", .

La palabra hebrea "nabi" tiene el sentido de "el que ha sido llamado", "el que tiene una vocación". Otro término de llamarle al profeta es "hombre de Dios". Estas dos formas de entender la función de los profetas se insertan en una determinada manera de entenderlos en sus obras y palabras.

1. Perfil del profeta

"Los profetas de Yahveh" son aquellos que en nombre del mismo Yahvé entablan una incesante lucha contra los dioses extranjeros. Hacen un crítica profética a la vida social de su época y se presentan como "Palabra de Yahvéh" que se muestra independiente a los intereses de la política real y de las clases dominantes, que muchas veces buscaban en los profetas la legitimación de su poder. Jeremías ataca al rey de Judá: "¡pobre de aquél que construye su casa a base de robo, edificando sus pisos sobre la injusticia, pobre de aquél que se aprovecha de su prójimo y lo hace trabajar sin pagarle su salario!"

El profeta no conserva un "puesto fijo": es tromba volante que invade la plaza, el palacio, el atrio del templo, sus gritos resuenan en todas las capas de la sociedad; agarra a Israel dormido tranquilo en el vicio, lo sacude, para que asuma sus obligaciones de la Alianza con Dios.

El profeta de cara a las estructuras monárquicas de su tiempo, adquiere un características distintivas en virtud de su experiencia de Dios y su práxis concreta. A partir de esta distinción se establecen criterios de autenticidad profética que contrastan con "otros" falsos profetas que subordinan su mensaje al servicio del rey y cuyo único fin es agradar al monarca. En este sentido "la tarea del ministerio profético, consiste en propiciar, alimentar y evocar una conciencia y una percepción de la realidad alternativas a las del entorno cultural dominante". Esta conciencia "alternativa" sirve para dinamizar a personas y comunidades con su promesa de un tiempo y una situación diversos, hacia los que puede encaminarse la comunidad de fe.

Sobre todo el profeta se lanza a encontrar la Palabra de Dios en la misma historia de las relaciones de Dios (Yahvéh) con su pueblo. No hablan de un futuro lejano, dialogan con el pueblo, con su realidad, con los líderes de su tiempo. Experimentan a Dios en el corazón de la historia, ahí es donde perciben su voz y captan sus exigencias. En esta forma, el profeta se convierte en un reivindicador de la imagen del verdadero Dios, una garantía de Yahvéh para su pueblo, un "espacio humano" donde se encuentra Dios.

Por ello se compromete en la lucha contra el egoísmo y contra el culto que en ocasiones legitiman estas realidades.

Desde este compromiso el profeta preanuncia la "salvación" para el propio momento histórico y los cambios exigidos para ello.

Pero ante todo el profetismo se perfila a partir de unos rasgos bien definidos que le va marcando el proyecto de Dios. Sin ellos sería un ser indefenso encarnando los males de su tiempo, pero sobre todo sería incapaz de ofrecer una "alternativa", se convertiría en propagador de una ideología barata y fácilmente manipulable.

2. De la fidelidad al olvido del mismo Dios

La alianza del pueblo con el Dios de la libertad y la justicia, fue interpretada como un verdadero enamoramiento, noviazgo, desposorio.

El pueblo experimentó el gozo de ser libre. Y lo transmitió con palabras y gestos a las futuras generaciones.

Al dividirse el pueblo los poderosos dejan de defender la libertad del pueblo para entregarse a sus propios intereses. Los líderes se separan de la comunidad y se erigen como dueños y señores: confunden, desorientan y oscurecen la conciencia de los pobres. Es aquí cuando resuena la "indignada" voz de los profetas de Israel, para denunciar desde el seno del pueblo, la injusticia. Desenmascaran la realidad y descubren mecanismos que generan estructuras injustas. Cone ste pretenden que el mismo pueblo sea protagonista de su propia historia.

En Israel no había la menor duda de que a partir de éxito salomónico, la prosperidad monárquica se había ido haciendo inaccesible a un número cada vez mayor de ciudadanos. Además los que tienen acceso al poder y a la prosperidad son también víctimas de la falta de esperanza o tienen una sensación de impotencia. A la prosperidad deshumanizante le sigue la infidelidad a la Alianza.

"Imaginación profética" como alternativa radical de toda la historia de la humanidad:

La imaginación profética como "alternativa" se enfrenta a la conciencia monárquica: estática, inamovible, rígida que significa una "superación de la historia", con la pérdida de vitalidad y autoridad por parte del futuro. "Nada hay nuevo", primero porque nada parecía estar ocurriendo, pero ante todo porque el régimen así lo había ordenado y decretado. Ante esta actitud de conciencia monárquica se anula el futuro y esto lleva a negar también la esperanza.

Los profetas no defienden la justicia en abstracto; hablan de hechos concretos, como el latifundismo, la esclavitud, los préstamos con intereses, el comercio, etc. Y antes de que alzasen su voz en favor de los débiles hubo otras personas interesadas por esos problemas. Por otra parte hacemos mal si consideramos a los profetas como "francotiradores" al margen de una lucha más amplia por la justicia.

Los profetas de Israel se enfrentaron forzosamente a la pregunta: ¿cómo sería una conciencia alternativa a una conciencia monárquica? Y a nosotros hijos de una conciencia monárquica con la que de alguna u otra forma estamos comprometidos, nos sigue resonando la pregunta: ¿podemos tener la suficiente libertad para idear y articular, en nuestra sociedad, una verdadera novedad histórica?

Ante todo el cometido de la imaginación profética consiste en abrir camino a través de la insensibilidad y el autoengaño, a fin de que Dios sea reconocido como Señor. Cuando el profeta arremete contra la insensibilidad y la negación monárquicas utiliza el lenguaje de la "aflicción", con su discurso mueve a la comunidad a que asista a un funeral que no quiere aceptar. En realidad se trata de su propio funeral.

Pero para el régimen "nada se mueve", "todo está en paz", "nada hay nuevo" y en estos postulados se cifra el mayor engaño de la historia fortaleciendo y reproduciendo una conciencia monárquica que se apodera de la historia y niega todo proyecto de Alianza del Dios solidario con las "llagas de la sociedad" (los pobres, marginados, viudas, huérfanos etc)

El profeta como heraldo de Dios que actúa

Isaías hace una lectura de la historia de su época. Mira a Judá, al centro político y religioso del país, Jerusalén, y clama con asombro: "¡cielos y tierra oigan! Escuchen la queja de Yahvéh". El profeta no se cansa de acusarlos como gente pecadora: "pueblo cargado de crímenes"

Amós el "profeta de la justicia social" recorrerá las ciudades del Reino de Israel denunciando la injusticia del régimen y anunciando la justicia para todos, Su lenguaje "fuerte rugido" - hará marchitar los pastos de los pastores y secará las cumbres del Monte Carmelo-.

La verdadera justicia, en sentido genuinamente bíblico, es la expresión más elemental y plena del amor a Dios y a los hermanos. Amós se refiere precisamente a la justicia, que es amor sin cortapisas a los pobres del pueblo, burlados, violentados, hambrientos, enfermos, perseguidos, torturados y eliminados por la injusticia de la riqueza y el poder.

Oseas se presenta como el profeta del amor traicionado. Miqueas por su parte, presenta su mensaje profético como la prédica de un campesino. Los suyos son los problemas del campo, lejos de los centros de poder y de las decisiones políticas.

Sofonías se presenta como el profeta de los oprimidos.

Jeremías irrumpe en la beta profética como "una voz que molesta"Se encuentra ante la corrupción hecha gobierno, es testigo de una realidad histórica invadida por el cáncer de la injusticia. Se dirige a los jefes para hablarles: "ellos que conocen el camino del Señor, han amontonado culpas y grandes rebeldías. "Aunque un profeta no fuera miembro "titu-lar" del servicio de los santuarios, frecuentaba asiduamente estos lugares ¿no era él también mensajero de la Palabra divina? ¿Qué extraño que haga oír su palabra en aquellos lugares donde sabe ha de encontrar una muchedumbre dócil, dispuesta a escuchar sus violentas intervenciones?.

Jeremías critica fuertemente a las instituciones que no salvan. Por eso no se cansa de predicar la fidelidad a Yahvéh y de anunciar las más nefastas amenazas en caso de que el pueblo no se convierta en su totalidad.

Ezequiel es el profeta de los exiliados, con una gran fuerza de convocatoria popular. Hace una crítica muy virulenta de su historia nacional y está plenamente convencido de que no podemos conocer a Dios sin estar generosamente abiertos y atentos al flujo y reflujo de la realidad histórica que nos envuelve.

Para Ezequiel, Dios es Yahvéh, siempre presente y activo en las mismas entrañas del pueblo.

Isaías el joven que escucha a su pueblo está convencido del interés de Dios por los oprimidos y su poder para liberarlos. Este es el tema dominante en su libro, que bien puede calificarse como el "Libro de la Liberación"

Todos estos textos proféticos y otros que no están incluidos nos hacen caer en la cuenta de que la inserción del profeta no es sólo en la macro-historia del pueblo que ilumina, sino también en la micro-historia de la gente desde la que ilumina. En esta micro-historia descubre los elementos sencillos de lo cotidiano, transformándolos en lenguaje significante. De ahí que encontremos en el mensaje profético todo en lenguaje figurado de los profetas. (Pobres, viudas, huérfanos etc).

Así se van perfilando los profetas: hombres atentos interesados, apasionados... y apasionantes; hombres de "otra época" y sin embargo siempre actuales; héroes y protagonistas de acontecimientos cumplidos, pero intérpretes clarividentes de la realidad actual en que estamos viviendo.

Los profetas de la Biblia nos enseñan a caminar con nuestros pueblos, y construir juntamente con ellos la propia historia humana. Esto debe ser para nosotros y está siendo para muchos, una fuente de energía transformante.

Ellos mismos nos invitan a seguir las huellas del pueblo. Esta es también una de las muchas lecciones que nos da día a día el pueblo latinoamericano. Sus profetas supieron esperar en el esfuerzo de todos los momentos y esta herencia nos fue legada desde su testimonio de profetas y mártires de este continente.

3. Jesucristro El Profeta por excelencia

El profetismo de Jesús no es mero anuncio del Reino que ha de venir; aún más, él mismo lo inaugura y lo hace presente. Por otra parte, también lo anuncia como futuro ya que es inalcanzable ese Reino por las prácticas humanas.

Su anuncio del Reino corrige pues, las desviaciones de falsas expectativas mesiánicas; lo anuncia como presente y como futuro; en cuanto que presente es llamada a la conversión ya ahora; en cuanto futuro, aparece como superación de males históricos que aún tiene su poder en la historia.

Jesús de Nazaret es presentado por los evangelios como El Profeta. El acontecimiento Jesucristo presenta una continuidad con la hsitoria salvífica del pueblo de Israel y además completa la espera anunciada por los profetas.

El se presenta realizando esa acción definitiva de Dios en su compromiso con su pueblo. Inaugura el fin escatológico anunciado por los profetas, e inaugura al mismo tiempo la buena noticia de acceso a Jesús y el Reino del Padre. Además de dar continuidd a la línea profética El mismo es su culmen y realización plena. (Las citas bíblicas del NT que avalan esta realidad profética en Jesús son muy numerosas y en especial son patentes en los evangelios. Según Lc cuenta, los discípulos de Emaus reconocen a Jesús no solo como profeta, sino también como profeta escatológico: "El iba a redimir a Israel". Con su bautismo en el Jordán se procalma solemnemente, en contraste con el AT, su ministerio de profeta escatológico.

El evangelio de Jn lo presenta como el modelo profético de Moisés, Jesús es el nuevo Moisés, e incluso es mayor que él (Jn 1,17).

En resumen la práxis profética de Jesús es presentada en el NT como defensa del verdadero Dios.

4. Magisterio de la Iglesia Latinoamericana en orden al profetismo

Puebla habla de un pueblo enviado de Dios como "pueblo profético", que anuncia el evangelio y discierne las voces del Señor en la historia. Constata la intensificación de la función profética de hace algunos años para acá y la describe como una labor dura para los pastores, que intentan interpretar el paso del Señor por América Latina.

La regulación en el ejercicio de esta función profética corresponde a la autoridad en la Iglesia, la cual debe cuidar de no sofocar al Espíritu, sino probarlo todo y retener lo bueno.

Actualmente para nuestra sociedad el pobre es el resultado de la "ociosidad" o de la "incapacidad" y, desde esta óptica los ciudadanos de los países ricos juzgan a los individuos y las regiones pobres. El problema de la pobreza tiende a reducirse a mero subdesarrollo, superable con más laboriosidad y capacitación técnica.

Se tiende a cerrar los ojos ante estructuras nacionales e internacionales que acarrean la riqueza de pocos y la pobreza de las grandes mayorías.

El tema de la pobreza y de los pobres es uno de los más reiterados. Hay una tendencia a hacer converger las ideas de pobre y piadoso, rico e impío.

Sobre todo en la época del exilio, se habla de una espiritualidad que pone la esperanza de los pobres en Dios. El mensaje profético genera una dialéctica de bendiciones y maldiciones, exhortaciones, y críticas al pueblo, a sus autoridades y al mismo culto sacerdotal.

La relación con Dios no puede darse al margen de las condiciones de la vida de los pobres y de las situaciones de injusticia en la sociedad israelita.

5. El profetismo hoy

Jesús de Nazaret es presentado por los evangelios como "El Profeta". En la memoria del pueblo latinoamericano tiene un lugar particular el relato de la vida de aquel hombre que, hace ya casi dos mil años, murió para generar la esperanza de un pueblo. En las favelas del Río, en los suburbios de México, en la frontera de Nicaragua, en los campamentos de los refugiados, los cristianos se reúnen en torno al recuerdo de Jesús "Profeta poderoso en obras y Palabras"

Tal vez por esto el mensaje profético les suena especialmente cercano como una teología narrativa capaz de hacer crecer y potenciar su esperanza.

El cuarto cántico de Isaías podríamos releerlo desde la situación del pueblo "crucificado" de América Latina que está sediento de salvación. Este texto en cualquier soteriología, admite diversas lecturas ya que puede iluminar problemas distintos. Se trata de una figura destrozada por la intervención de los hombres: "hombre de dolores" Además se le considera como leproso, condenado, herido de Dios y humillado. (Indocumentado, subempleado, indígena, obrero, precarista etc.)

Aparece también como pecador, fruto del pecado, y lleno de pecados. Pero lo muy cierto es que sufre el pecado sin haberlo cometido.

La orientación global de este cántico, su sentido profético de anuncio futuro y su ámbito de universalidad hacen que no pueda determinarse unívocamente la concreción histórica de siervo.

Todo cristiano es llamado a la misión profética en Cristo, viviendo el evangelio, dando testimonio de la verdad y condenando el mal, rechazándolo y hasta sufriendo con la disposición más profunda de dar su vida por el evangelio. Esta actitud vivida por los cristianos nos ayudan a no caer en una idea del profetismo que sólo se encuadre para "grandes hombres" que esperamos que lleguen a salvar la historia; sino que nos compromete desde nuestra propia y "modesta" realidad a trabajar proféticamente pro el Reino.

La vocación religiosa confirma la consagración del propio bautismo, dándole una dimensión nueva, que se manifiesta por el modo diferente con que el religioso se coloca ante las realidades terrestres. De una manera muy especial la vida religiosa en cuanto consagración al Dios de la vida y de la hsitoria, tiene mucho que decir en su testimonio profético. Ella está llamada a ser fermento de justicia, paz y verdad en medio de las contradicciónes que manifiestan la presencia del anti-reino.

Ser profeta hoy en nuestro país presupone una comunicación profunda con el Señor (traducida por una fuerte experiencia de Dios o experiencia fundante).

Inspirados por el Espíritu debemos asumir la actitud del que "habla lo que ha oído".

El profeta y el movimiento profético nacen en el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios... Yahveh ha hablado, ¿quién no profetizará? , esta Palabra, que dirige su vida, es la que informa su actividad.

La palabra profética, interpeladora es siempre denunciadora de falsos valores, y anunciadora de los valores del Reino. Esta palabra profética para nosotros Claretianos no debe ser un mero anuncio de la Palabra de Yahveh sentida. Nuestro reto es ser profetas intérpretes de la voluntad de Dios para el pueblo aquí y ahora, y por eso atiende decididamente a los signos de los tiempos.

El enviado leal del Señor hace la crítica del orden establecido, en la medida que éste se torna en "desorden"; critica a las instituciones en cuanto que son infieles al Espíritu, lo hace desde dentro de su lealtad a la Iglesia, colaborando y construyendo no destruyendo y debilitando. Esto es de gran importancia hoy en América Latina, en donde la Iglesia, como institución, sigue siendo un polo significativo.

Por esta razón ser profeta es un acto de coraje. Rompimiento y riesgo, capacidad de vivir la contradicción con sentido pascual. Ser profeta es llevar la cruz con esperanza, como Cristo profeta. No se concibe un profetismo en el hoy de América latina, que sea anuncio vacío, espiritualismo desencarnado.

El profeta de hoy lanza preguntas que se desearía no fuesen formuladas, pone el dedo en la llaga. Su exigencia da respuesta a Dios, lanza una palabra transformadora de la historia de los hombres.

El profetismo en América Latina hoy debe presentarse como, presencia de Dios ante el vacío del pecado. Ante este vacío de Dios, en la Iglesia se repite el gesto profético que muestra que Dios no abandona a su pueblo y no deja de llamarlo a la conversión.

El profeta de hoy antes que todo ha de hacer una opción apoyándose en los indicios simbólicos de su expriencia de Dios, su experiencia consigo mismo y su experiencia con los demás.

El profeta actual como receptor de un mensaje tiene que hacer una opción libre. En el fondo ser profeta es una opción, una decisión en la que se apuesta la vida.

Los profetas recordaron constantemente a sus hermanos, que sin justicia, sin amor, sin solidaridad con los demás, no seremos escuchados ni recibidos por Dios. (Am 2.6.8; Is 1,5.9; Miq 6; Jer 5, 26.29; 22, 13-15, etc)

6. Martirio y profetismo

La historia de la Iglesia comienza por un glorioso primer capítulo: el tiempo de los mártires de la Iglesia perseguida. Hecho fundacional que la muerte misma martirial de Cristo inaugura, que Esteban continua y que miles de mártires a través de la historia siguen dando con su vida testimonio de fe.

Mártir es el que testimonia, el que testifica algo ante un tribunal. En el caso de América L. Es aquel que testimonia su fe en Cristo ante el Estado que lo persigue, porque anuncia proféticamente a los pobres y oprimidos la liberación en el Reino de Dios. De allí la relación constitutiva entre mártir y profeta, entre martirio y profecía: "si no profetizara no sería perseguido".

"La hora llega en que los que les quiten la vida pensarán dar culto a Dios (Jn 16, 2). El Estado de seguridad nacional, el capitalismo financiero y transnacional, que mata a los mártires latinoamericanos por ser subversivos del orden (injusto) y en nombre de valores de la civilización occidental (conciencia monárquica), piensan que con ellos vuelven las cosas a su lugar, que cumplen con los preceptos del cristianismo. Con esto se ha llegado al tiempo en que se mata a los profetas en nombre de Dios, aún de Cristo".

7. Provincia Claretiana y profetismo

El Capítulo Claretiano de l985 representa un momento de discernimiento profético que tiene como referencia la persona del claretiano. Se verifica un desface entre los documentos renovadores del posconcilio y el acomplamiento de las personas al proceso de renovación. El lenguaje del CPR al hablar de nuestro carisma misionero, pone como eje central la opción profética, los signos de los tiempos y la espiritualidad misionera.

Además se insiste en buscar nueva agilidad evangelizadora y profética en la revisión de nuestras obras y de la gestión de nuestros bienes materiales.

Los misioneros claretianos de la provincia de México queremos estar en la tónica del profetismo auténtico.

A la sombra de los grandes profetas, en fidelidda al profetismo de Al igual que el P. Claret misionero apostólico sabemos que nuestra lucha es ante todo buscar en todas las cosas la gloria de Dios, la santificación de sus miembros y la salvación de todos los hombres. A la sombra de los grandes profetas, en fidelidad a Jesucristo único Señor e iluminados desde el Espíritu, seguiremos esforzándonos por una auténtica profecía en el Servicio Misionero de la Palabra. Por que estamos convencidos de que: "la gloria de Dios es que el hombre viva"

BIBLIOGRAFIA:

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  15. CMF Prefectura General de Apostolado. PROYECTO PALABRA MISIÓN " Los profetas para que el pueblo viva" Edit. Publicaciones Claretianas. Madrid, 1994.
http://www.gratisweb.com/kyrios_cmf/t-profetas.htm

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